lunes, 27 de diciembre de 2010

26 de Diciembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 128

¡Feliz el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás feliz y todo te irá bien.

Tu esposa será como una vid fecunda

en el seno de tu hogar;

tus hijos, como retoños de olivo

alrededor de tu mesa.

¡Así será bendecido

el hombre que teme al Señor!

¡Que el Señor te bendiga desde Sión

todos los días de tu vida:

que contemples la paz de Jerusalén

y veas a los hijos de tus hijos!

¡Paz a Israel!” Amén.

Curiosidades

¿Existió la matanza de niños del que habla el evangelio según san Mateo?

Flavio Josefo (37101), en su Historia de Judea nunca relata una matanza de niños. Ningún historiador contemporáneo relata la matanza de los inocentes. Se sabe que el mensaje del evangelista Mateo se dirigió a judíos conversos de la época. Se cree que como Mateo no conocía mucho del nacimiento de Jesús de Nazareth, y como los judíos veneraban a Moisés como el más grande profeta del Pueblo, quien en su momento debió ser salvado de una matanza de niños, quizás extrapoló esta leyenda mosaica a la historia de Jesús.

En la narración cristiana Herodes el Grande aparece como protagonista de un pasaje de la Biblia, en el Evangelio de San Mateo cfr. Mt 2, 1-18. Conociendo por los Magos de Oriente el nacimiento del "Rey de los judíos", al que anuncia una estrella surgida en el cielo, Herodes hace indagar a los escribas y sacerdotes del Templo de Jerusalén dónde indicaban las profecías antiguas que iba a nacer el Mesías; los sabios contestan recordando la profecía de Miqueas Miq 5,2, que señala a Belén, el pueblo del rey David, como lugar del nacimiento del Mesías. Después de despedir a los Magos invitándoles a que ellos mismos se cercioraran y le comunicaran luego lo que supieran del niño nacido, Herodes manda matar a todos los niños menores de dos años nacidos en Belén y sus alrededores. La narración termina contando la huida de María, José y el niño a Egipto, donde permanecieron hasta la muerte de Herodes.

La narración se encuadra cronológicamente en fechas poco anteriores a la muerte de Herodes, dato que sirvió al cronista Dionisio el Exiguo para calcular el nacimiento de Cristo y el comienzo de la era cristiana, base del actual calendario gregoriano que adolece de la imprecisión de esa fecha concreta.

Flavio Josefo, que fue casi contemporáneo, y que refiere todas las crueldades que cometió Herodes, no dice ni una sola palabra de la matanza de los inocentes ni de la estrella de los tres reyes; ni hablan tampoco de esto Filón ni ningún escritor judío ni romano, y que ni siquiera tres de los evangelistas se ocupan de asuntos tan importantes.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Mateo 2:13-15.19-23

“Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.

Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: "Desde Egipto llamé a mi hijo"…

…Cuando murió Herodes, el Angel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño».

José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: "Será llamado Nazareno".” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿Qué es lo que uno no hace por salvar a un hijo?

Sin duda que los padres y madres somos capaces de cualquier cosa, hasta dar nuestra propia vida.

Y no importa la edad que tenga nuestro hijo. Cuando son pequeños y frágiles, cuando son inquietos niños que exploran todo, cuando son rebeldes adolescentes que todo nos cuestionan, cuando son jóvenes, cuando nos dan nietos…

Sí, somos capaces de cualquier cosa. Pero a veces nada de lo que podamos hacer es suficiente. A veces la vida de nuestros hijos se nos va de las manos.

Nuestros hijos son lo más importante que Dios nos ha dado, pero a la vez es necesario comprender que ellos tienen su vida, su libertad, y a pesar de que son nuestros, no somos sus dueños.

A veces no nos queda otra que verlos morir, puede ser en cuerpo, puede ser en alma, a veces los vemos perder sus vidas y sólo nos resta esperar el momento en donde nos llamen, acudan a nosotros a buscar ayuda.

Ser padre o madre es la experiencia más parecida que tenemos con Dios. Dios también nos ha creado libres, también nos ama profundamente y es capaz de cualquier cosa por nosotros. Pero también nos tiene que ver haciéndonos daño a nosotros mismos, nos ve morir de a poco y nos recibe con los brazos abiertos cuando por fin le pedimos ayuda.

Los padres y madres somos capaces de cualquier cosa por salvar a un hijo. Y ésa es una de nuestras semejanzas con Dios. Al mismo tiempo Dios es un modelo a seguir para que aprendamos a darle la libertad que ellos necesitan para vivir sus propias experiencias, aprender a respetarlos en sus decisiones, amarlos sobre todas las cosas y recibirlos siempre con los brazos abiertos, sin decir “te dije”.

Los padres y madres somos capaces de cualquier cosa para salvar a un hijo, para que no muera, para que sea feliz y viva en plenitud. Pero eso a veces nos trae dolor y amargura. Amén.

Querido Dios, Padre y Madre, ayudame a ser como vos, amorosa, generosa, ayudame a criar a mis hijos libres, pero a la vez ser atenta a si necesitan de mi ayuda. No permitas que los quiera manipular ni dirigir sus vidas. Ayudame a lo menos posible, como dice Serrat, a transmitirles mis frustraciones. Sé que sólo vos me podés ayudar a amar y dejarlos libres. Te lo pido en el nombre de tu Hijo Jesucristo, que junto con vos y el Espíritu Santo reinan por toda la eternidad. Amén.

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