viernes, 26 de julio de 2013

28 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 138

“Con todo mi corazón Te daré gracias;
En presencia de los dioses Te cantaré alabanzas.
Me postraré hacia Tu santo templo,

Y daré gracias a Tu nombre por Tu misericordia y Tu fidelidad;
Porque has engrandecido Tu palabra conforme a todo Tu nombre.
En el día que invoqué, me respondiste;
Me hiciste valiente con fortaleza en mi alma.

Todos los reyes de la tierra Te alabarán, Señor,
Cuando hayan oído los dichos de Tu boca.
Y cantarán de los caminos del 
Señor,
Porque grande es la gloria del 
Señor.
Porque el 
Señor es excelso,
Y atiende al humilde,
Pero al altivo conoce de lejos.

Aunque yo ande en medio de la angustia, Tú me vivificarás;
Extenderás Tu mano contra la ira de mis enemigos,
Y Tu diestra me salvará.
El 
Señor cumplirá Su propósito en mí;
Eterna, oh 
Señor, es Tu misericordia;
No abandones las obras de Tus manos.” Amén.

Curiosidades


Colosas era una ciudad en la provincia romana de Asia, en el oeste de lo que ahora es Turquía asiática. Estaba situada a unos 15 km. de Laodicea en el valle de Lico, sobre la carretera principal hacia el este. Originalmente era el punto donde se unían las grandes rutas de Sardis y Éfeso, en un lugar fácilmente defendible y con un abundante suministro de agua. Fue una ciudad importante en los períodos lidio y persa, pero posteriormente declinó cuando el camino a Pérgamo que pasaba por Sardis fue desplazado más al oeste debido a la nueva fundación de la próspera ciudad de Laodicea. Actualmente el lugar está deshabitado; se encuentra 16 km. al este de la ciudad de Denizli  cerca de Honaz.
Esta zona fue devastada por un terremoto, que Tácito, fecha en el año 60 d.C. no se insinúa nada de esto en la carta, por lo que debemos suponer que fue escrita antes de que llegaran a Roma las noticias del desastre.
El evangelio probablemente llegó a esta zona en la época en que Pablo residía en Éfeso, tal vez por intermedio de Epafras, que era oriundo de Colosas. Aparentemente Pablo no había visitado Colosas cuando escribió su carta, aunque su deseo de hacerlo puede haberse cumplido más tarde. Filemón y su esclavo Onésimo eran miembros de la primitiva iglesia de Colosas. La mezcla de elementos judíos, griegos y frigios en la población de la ciudad probablemente se reflejaba también dentro de la iglesia, y por ello constituiría tierra fértil para el tipo de herejía especulativa que la epístola de Pablo tenía por objeto contrarrestar.
Los principales problemas de la comunidad, según la carta, fueron tres:
  • Daban importancia a los poderes que esgrimía el mundo de los espíritus, en desmedro del lugar que le correspondía a Cristo. En 2:18 habla del “culto a los ángeles”, y otras referencias a la relación de la creación espiritual con Cristo parecen tener un sentido parecido.
  • Se asignaba gran importancia al cumplimiento de las cosas externas, tales como fiestas y ayunos, lunas nuevas y días de reposo, y posiblemente, también, la circuncisión. El cumplimiento de estas cosas se invocaba con orgullo como el verdadero camino de la disciplina personal y la sujeción de la carne.
  • Los falsos maestros se jactaban de poseer una filosofía superior, cosa que se observa claramente leyendo 2:4.8.18. podemos presumir también que Pablo, al utilizar con frecuencia los términos “conocimiento”, “sabiduría”, “entendimiento” y “misterio”, estaba combatiendo dicha perspectiva.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Colosenses 2:12-14

“…habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también han resucitado con El por la fe en la acción del poder de Dios, que Lo resucitó de entre los muertos.
Y cuando ustedes estaban muertos en (por causa de) sus delitos y en la incircuncisión de su carne, Dios les dio vida juntamente con Cristo, habiéndonos perdonado todos los delitos, habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿Qué es la vida?
A lo largo de los tiempos el ser humano se ha hecho esta pregunta en todas las culturas, pueblos y civilizaciones. Filósofos de diferentes lugares en el mundo han intentado responder, y podemos encontrar definiciones de todos los gustos y colores.
Cuando hago esta pregunta no pretendo entrar en esas filosofías, sino ir a lo esencial de la vida, del sentido de la vida en lo cotidiano, en el día a día, en el barrio…
Dios no dio la vida en la creación y Jesucristo, vida más allá de la muerte, en su resurrección…
Pero ¿qué significa esto en mi vida cotidiana?
La vida no es sólo que el corazón funcione y que respire. En eso todos coincidimos, ya que cuando una persona está enferma, agonizante, todos decimos “esto no es vida para una persona”.
¿Qué pretendemos de la vida?
Tener lo suficiente para cubrir las necesidades diarias.
Pero ¿cuáles son nuestras necesidades?
Ahí entramos en un terreno algo más difícil porque podemos hablar de necesidades básicas: comida, vivienda, salud y educación, pero muchas personas sienten que sus necesidades son más que eso.
Vivimos en una sociedad de consumo que nos impone necesidades y que pretende mostrarnos qué es “vida”: divertirse, viajar, tomar, tener, tener y tener. Muchas personas se dejan atrapar por ese modelo y podrán decir que vida es el acceso a ese mundo de productos interminables, en donde nos pasamos la vida trabajando para conseguirlos.
La vida la encontramos en la naturaleza, no sólo en las personas: en los animales, las plantas, el aire, la lluvia, el sol… Muchas personas se sienten vivas en el contacto diario con esa vida.
Pero para quienes somos cristianos, vida también es compromiso de seguir las huellas de Jesús. Vivir como él, amando y buscando el encuentro de las personas que nos rodean. Sensibilizarnos con el que sufre buscando de alguna manera mitigar su dolor, conmovernos con las necesidades de los más débiles y luchar contra la injusticia y la violencia. Para los cristianos, la vida es vida con el otro, así como Dios es Dios con nosotros, en el modelo de Jesús, Dios hecho ser humano.
Cada uno de nosotros somos libre, Dios nos ha creado libres, y tenemos la oportunidad de elegir el camino que creemos nos hará más libres, felices y plenos. Pensalo. Amén.
Querido Jesús, ¡gracias por la vida que me has dado a partir de tu resurrección! Porque me has dado creatividad, inteligencia, conocimiento, fuerza de voluntad e iniciativa, pero sobre todo gracias, porque me diste tu Espíritu, que vive en mí, me sostiene, me anima y me fortalece día a día para vivir sin temor a la muerte, a los desafíos y los peligros que se presentan por vivir el evangelio como vos me has enseñado. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 19 de julio de 2013

21 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 15

Señor, ¿quién habitará en Tu altar?
¿Quién morará en Tu santo monte?

El que anda en integridad y obra justicia,
Y habla verdad en su corazón.
El que no calumnia con su lengua,
No hace mal a su prójimo,

Ni toma reproche contra su amigo;
En cuyos ojos el perverso es despreciado, pero honra a los que temen al Señor;
El que aun jurando en perjuicio propio, no cambia;
El que su dinero no da a interés,
Ni acepta soborno contra el inocente.
El que hace estas cosas permanecerá firme.” Amén.

Curiosidades

¿Qué es la esperanza para la fe cristiana?

Parecería que la esperanza es una necesidad psicológica si el ser humano ha de tener alguna idea en cuanto al futuro. Aún cuando no haya ninguna base racional para ella, el ser humano sigue teniendo esperanza. Es muy natural que esta esperanza, aun cuando aparentemente esté justificada, sea transitoria e ilusoria; y es notable la frecuencia con que los poetas y otros escritores la califican con epítetos como “leve”, “temblorosa”, “débil”, “desesperada”, “fantasmal”. A veces la Biblia utiliza la esperanza en el sentido convencional. El que ara, por ejemplo, debe hacerlo con esperanza, porque la esperanza de la recompensa es lo que endulza las labores. Pero en la mayor parte de los casos la esperanza de que se ocupa la Biblia es algo muy diferente, y en comparación con ella apenas podemos reconocer a la primera como esperanza.
La esperanza en el sentido bíblico específico es posible cuando se cree en el Dios viviente, que actúa e interviene en la vida humana, y en quien podemos confiar en que llevará a cabo lo que ha prometido. Esta esperanza no es producto del temperamento, ni está condicionada por las circunstancias u otras posibilidades humanas. No depende de lo que posee el ser humano, ni de lo que sea capaz de hacer por sí mismo, o de lo que otro pueda hacer por él. Por ejemplo, nada había en la situación en que se encontraba Abraham que justificara su esperanza de que Sara daría a luz un hijo, pero porque creyó a Dios, pudo creer “en esperanza contra esperanza”. En consecuencia, la esperanza bíblica es inseparable de la fe en Dios. A causa de lo que ha hecho Dios en el pasado, y particularmente como preparación para la venida de Cristo, y debido a lo que ha hecho y está haciendo a través de Cristo, el cristiano se atreve a esperar bendiciones futuras que por el momento permanecen invisibles. Nunca se agota para él la bondad de Dios. Lo mejor es lo que todavía está por venir. Su esperanza aumenta cuando reflexiona sobre las actividades de Dios en las Escrituras. Cristo es la esperanza de gloria futura. Su salvación final descansa sobre esa esperanza; y esa esperanza de salvación es un “yelmo”, parte esencial de su armadura defensiva en la lucha contra el mal. Por cierto que la esperanza no es un barrilete a merced de los vientos cambiantes, sino “una segura y firme ancla del alma”, que penetra profundamente dentro del mundo eterno e invisible. Debido a esta fe el cristiano tiene la seguridad de que las cosas que espera son reales; y su fe nunca lo decepciona.
Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Colosenses 1:24-28

 “Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia. De esta iglesia fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio de ustedes, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios, es decir, el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. A éstos, Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los Gentiles, que es Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria.
A El nosotros proclamamos (anunciamos), amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Dios nos ha creado a cada uno de nosotros con dones y con una misión. A veces no lo descubrimos por mucho tiempo, es como que también hay un momento en donde todo se da para que lo descubramos.
Este verano, hablando con mi hermana, ella me dijo que sentía que tenía una misión que Dios esperaba que ella llevase a cabo, pero que todavía estaba en la búsqueda. No me podía definir todavía qué podía ser, pero sabía que esto le iba a dar sentido a su vida. Ya que después de muchos años, había llegado a la conclusión que el formar una familia, que había sido su sueño desde pequeña, no era lo que le podía dar el sentido profundo a su vida.
Y es que la familia es un espacio de contención, pero no nos podemos aferrar ni a nuestra pareja ni a nuestros hijos, porque cada uno de ellos tiene sus proyectos, sus sueños… Cuando nos aferramos a nuestros hijos, sentimos un gran vacío cuando crecen y se van, y en vez de que nos extrañen salen huyendo de nosotros. Si nos aferramos a nuestra pareja y no tenemos nuestros propios programas y espacios, terminamos ahogando la relación, y eso tampoco es bueno.
La familia es algo hermoso pero el sentido de nuestra vida pasa por nuestros sueños, nuestras realizaciones, nuestra trascendencia. No es lo mismo cuando creamos que cuando todo lo recibimos de afuera. La vida necesita pasión, convicciones, luchas, desafíos, logros…
¿Has pesado estas cosas alguna vez?
¿Cómo está tu vida? ¿tiene sentido o estás en la búsqueda?
El sentido de mi vida es Cristo, yo también soy ministra en el Señor, al igual que Pablo, y siento que Dios me ha dado la misión de que a través de mi creatividad, las personas puedan encontrar la paz y la alegría en Cristo en medio de un mundo que ofrece multiplicidad de ofertas pero mucho vacío interior.
Y eso no significa que no valore mi familia, que me sienta feliz cuando estamos todos reunidos. Pero no me aferro a ellos, los dejo libres esperando que también encuentren el camino que Dios ha trazado para ellos, para que encuentren la paz y la felicidad.
Dios quiera que vos también, que estás escuchando ahora estés en este proceso de encontrarle sentido a tu vida, que puedas crecer y encontrar la paz y la alegría, y si esto es en Cristo ¡mejor! Amén.

Querido Jesús, te quiero agradecer por tantas bendiciones que derramás sobre mí diariamente. Te quiero agradecerte también por las dificultades y los momentos difíciles que me hicieron la persona que soy hoy. Ayudame a compartir esto con otras personas para que tengan este privilegio de una vida en Cristo, una vida en paz y alegría. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 12 de julio de 2013

14 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 69:13-36

“…Pero yo elevo a Ti mi oración, oh Señor, en tiempo propicio;
Oh Dios, en la grandeza de Tu misericordia,
Respóndeme con Tu verdad salvadora.

Sácame del barro y no dejes que me hunda;
Sea yo librado de los que me odian, y de lo profundo de las aguas.
No me cubra la corriente de las aguas,
Ni me trague el abismo,
Ni el pozo cierre sobre mí su boca.

Respóndeme, oh Señor, pues buena es Tu misericordia;
Vuélvete a mí, conforme a Tu inmensa compasión,
Y no escondas Tu rostro de Tu siervo,
Porque estoy en angustia; respóndeme pronto.
Acércate a mi alma y redímela;
Por causa de mis enemigos rescátame.

Tú conoces mi insolencia, mi vergüenza y mi ignominia;
Todos mis adversarios están delante de Ti.
La insolencia ha quebrantado mi corazón, y estoy enfermo;
Esperé compasión, pero no la hubo;
Busqué consoladores, pero no los hallé.

Y por comida me dieron hiel,
Y para mi sed me dieron a beber vinagre.
Que la mesa delante de ellos se convierta en lazo,
Y cuando estén en paz, se vuelva una trampa.
Núblense sus ojos para que no puedan ver,
Y haz que sus lomos tiemblen continuamente.

Derrama sobre ellos Tu indignación,
Y que el ardor de Tu ira los alcance.
Sea desolado su campamento,
Y nadie habite en sus tiendas.
Porque han perseguido al que ya Tú has herido,
Y cuentan del dolor de aquéllos que Tú has traspasado.

Añade perversidad a su perversidad,
Y que no entren en Tu justicia.
Sean borrados del Libro de la Vida,
Y no sean inscritos con los justos.

Pero yo estoy afligido y adolorido;
Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.
Con cántico alabaré el nombre de Dios,
Y con acción de gracias Lo exaltaré.
Y esto agradará al Señor más que el sacrificio de un buey
O de un novillo con cuernos y pezuñas.

Esto han visto los humildes y se alegran.
Viva su corazón, ustedes los que buscan a Dios.
Porque el Señor oye a los necesitados
Y no desprecia a los suyos que están presos.
Alábenle los cielos y la tierra,
Los mares y todo lo que en ellos se mueve.

Porque Dios salvará a Sion y edificará las ciudades de Judá,
Para que ellos moren allí y la posean.
Y la descendencia de Sus siervos la heredará,
Y los que aman Su nombre morarán en ella.” Amén.

Curiosidades


La reconciliación se aplica propiamente, no a las buenas relaciones en general, sino a la anulación de una enemistad, la solución de una disputa. Denota que las partes reconciliadas anteriormente fueron hostiles entre sí. La Biblia nos dice claramente que los pecadores son “enemigos” de Dios. Nunca debemos minimizar la seriedad de estos pasajes y otros similares. El enemigo no es alguien que por poco es nuestro amigo, sino alguien ubicado en el campo enteramente opuesto. El NT nos muestra a Dios en vigorosa oposición a todo lo que sea malo.
La forma de terminar con a enemistad es quitar aquello que la causó. Podemos pedir disculpas por la palabra dicha sin reflexión, podemos pagar el dinero que debemos, podemos llevar a cabo la reparación o restitución que corresponde. Pero en todos los casos, en el camino a la reconciliación se encuentra una efectiva eliminación de la causa de la enemistad. Cristo murió para anular nuestros pecados. De esta manera se ocupó él de la enemistad entre el ser humano y Dios. La quitó del camino. Abrió ampliamente el camino para que los seres humanos pudieran volver a Dios. Esto es lo que se describe por medio del término “reconciliación”.
Es interesante notar que ningún pasaje neotestamentario habla de que Cristo haya reconciliado a Dios con el ser humano. Invariablemente se pone el acento en que es el ser humano el que reconcilia. Esto es muy importante para entender la naturaleza de lo que nos ocupa. Es el pecado del ser humano lo que ha venido a solucionar. Es al ser humano al que se llama, en las palabras de 2 Cor.5:20, a que se “reconcilie con Dios”. Algunos estudiosos parten de esto para sugerir que las actividades de reconciliación de Cristo se relacionan solamente con el ser humano. Pero es difícil armonizar esto con la posición general del NT. Lo que creó la barrera fue la demanda de rectitud en el ser humano por parte de la santidad de Dios. El ser humano, cuando está en libertad de elegir, se conforma con olvidar lo pasado, y no se preocupa mayormente por su pecado. Por cierto, que no se siente hostilidad hacia Dios por culpa de su pecado. En consecuencia, cuando se ha efectuado la reconciliación, es imposible decir que está completamente dirigido hacia el ser humano y no hacia Dios también, en algún sentido. Tiene que haber un cambio por parte de Dios, si todo lo que envuelven expresiones como “la ira de Dios” ya no se dirige más al ser humano.
Esto no significa que haya habido cambio alguno en el amor de Dios. La Biblia nos dice muy claramente que el amor que Dios siente hacia el ser humano nunca varía, a pesar de lo que el ser humano pueda hacer. Por cierto que toda la obra expiatoria de Cristo surge del gran amor de Dios. Fue “siendo aún pecadores” que “Cristo murió por nosotros”. Se trata de una verdad que debemos guardar celosamente. Pero, al mismo tiempo, no debemos llegar al punto de sostener que la reconciliación es un proceso puramente subjetivo. En cierto sentido la reconciliación se realiza fuera del ser humano, antes de que haya ocurrido nada dentro de él. Pablo puede hablar de Cristo, “por quien hemos recibido ahora la reconciliación”. Una reconciliación que puede ser “recibida” debe ser ofrecida antes que pueda recibirla el ser humano. En otras palabras, debemos pensar que la reconciliación tiene efectos que se manifiestan hacia el ser humano como hacia Dios.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Colosenses 1:15-20

“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en El fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de El y para El. Y El es (ha existido) antes de todas las cosas, y en El todas las cosas permanecen.
El es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. El es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que El tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en El habitara toda la plenitud (de la Deidad), y por medio de El reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de El, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿En qué creés?
En general no acostumbramos hablar de nuestra fe. Es como que reservamos esto para nosotros mismos o para nuestro círculo más cercano.
Los que pertenecemos a las Iglesias evangélicas históricas, las llamadas “protestantes”, nos hemos acostumbrado desde nuestros antepasados a no hablar demasiado de nuestra fe, de nuestra Iglesia, ya que en sus orígenes en nuestro país, se les permitió que profesaran una fe diferente a la religión oficial, pero con la salvedad de que no hicieran proselitismo. Ahí una de las razones también que siguieran durante tantos años celebrando cultos en alemán, inglés, danés, o el idioma del pueblo de origen.
Por generaciones vivimos una fe para adentro, incluso en otro idioma, y eso hizo que fuéramos una iglesia cerrada. Y esto fue cómodo para nosotros.
Pero no fue ése el mandato de Jesús, él nos llamó a proclamar el evangelio hasta los confines de la tierra, a que hiciéramos discípulos y discípulas, y en nuestra reflexión de “ser iglesia”, somos conscientes de las dificultades que tenemos para compartir nuestra fe con otras personas.
En cada culto recitamos juntos el Credo Apostólico, que es una declaración de fe, al igual que estas palabras de Pablo que compartimos hoy.
Jesús es nuestro Salvador, que murió y resucitó por nosotros, y es Dios también, el mismo que creó el mundo y todo lo que hay en él. Esta es una confesión de fe, que no se acepta por comprensión, sino por fe. No podemos explicar cómo es o por qué creemos. Podemos explicar lo que significa en nuestras vidas.
¿Por qué es importante compartir esta experiencia personal y comunitaria?
Porque es algo que nos hace bien, que nos edifica, que nos sostiene y nos desafía a trabajar para mejorar nuestro entorno, y eso puede ser bueno para otra persona, que por ahí está buscando un sentido a su vida y no lo encuentra.
La próxima vez que se presente la oportunidad, animate a hablar de tu fe, no sientas que estás invadiendo el espacio del otro, pensá que tal vez esa persona con la que estás hablando pueda encontrar como vos, un lugar en los brazos de Jesús. Amén.

Querido Jesús, ayudame a abrirme a los demás, a compartir mi experiencia de fe, de que otros sepan lo bueno que es ser tu amiga. Dame palabras, dame la sabiduría para lograr llegar al corazón de la persona que te necesita. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 5 de julio de 2013

7 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 66

“Aclamen con júbilo a Dios, habitantes de toda la tierra;
Canten la gloria de Su nombre;
Hagan gloriosa Su alabanza.
Digan a Dios: “¡Cuán portentosas son Tus obras!

Por la grandeza de Tu poder, Tus enemigos fingirán que Te obedecen.
Toda la tierra Te adorará,
Y cantará alabanzas a Ti,
Cantará alabanzas a Tu nombre.”

Vengan y vean las obras de Dios,
Admirable en Sus hechos a favor de los hijos de los hombres.
Convirtió el mar en tierra seca;
Cruzaron el río a pie;

Regocijémonos allí en El.
El domina con Su poder para siempre;
Sus ojos velan sobre las naciones;
No se enaltezcan los rebeldes.

Bendigan, oh pueblos, a nuestro Dios,
Y hagan oír la voz de Su alabanza.
El es quien nos guarda con vida,
Y no permite que nuestros pies resbalen.

Porque Tú nos has probado, oh Dios;
Nos has refinado como se refina la plata.
Nos metiste en la red;
Carga pesada pusiste sobre nuestros lomos.
Hiciste cabalgar hombres sobre nuestras cabezas;
Pasamos por el fuego y por el agua,
Pero Tú nos sacaste a un lugar de abundancia.

Entraré en Tu casa con holocaustos;
A Ti cumpliré mis votos,
Los que pronunciaron mis labios
Y habló mi boca cuando yo estaba en angustia.

Te ofreceré sacrificios de animales engordados,
Con el humo de la ofrenda de carneros;
Haré una ofrenda de toros y machos cabríos.

Vengan y oigan, todos los que temen (reverencian) a Dios,
Y contaré lo que El ha hecho por mi alma.

Con mi boca clamé a El,
Y ensalzado fue con mi lengua.
Si observo iniquidad en mi corazón,
El Señor no me escuchará.
Pero ciertamente Dios me ha oído;
El atendió a la voz de mi oración.

Bendito sea Dios,
Que no ha desechado mi oración,
Ni apartado de mí Su misericordia.” Amén.

Curiosidades


Se alega que Éxodo 4:24ss y Josué 5:2ss, juntamente con Génesis 17, ofrecen tres relatos distintos del origen del rito, pero en realidad, Éxodo 4 difícilmente pueda explicarse a menos que fuera ya una práctica establecida la circuncisión de párvulos o niños, y Josué 5 declara que los que salieron de Egipto fueron circuncidados. Génesis 17 es el único relato bíblico sobre el origen de la circuncisión israelita. Dicho rito fue integrado al sistema mosaico en conexión con la Pascua, y aparentemente continuó practicándose a través de todo el AT. Constituyó un rasgo fundacional del judaísmo del NT, y fue causa de las controversias judaicas del período apostólico. Los judíos del NT habían relacionado la circuncisión tan íntimamente con Moisés, que habían olvidado virtualmente su relación más fundamental con Abraham. Nuestro Señor se vio precisado de recordarles que era práctica anterior a Moisés; Pablo destaca el hecho de que era precisamente la creencia en la relación mosaica del rito lo que era motivo de repudio por parte del cristianismo, y repetidamente recalca para sus lectores su origen abrahamico.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Gálatas 6:14-18

“Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo. Porque ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea sobre ellos y sobre el Israel de Dios.
De aquí en adelante nadie me cause molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas (cicatrices) de Jesús.
Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de ustedes.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Una de las cosas que nos hace daño a los seres humanos son las historias pasadas que no logramos cerrar, dolores que padecimos y que permanecen afloran a cada momento. Esto mismo no nos permite vivir en paz, ya que los recuerdos nos atormentan y de alguna manera influyen en nuestra forma de actuar y de relacionarnos con las demás personas.
Muchas veces lo que nos atormenta no lo podemos solucionar con una charla con la persona que acuso el daño porque ya no tenemos posibilidades de encontrarnos, porque no nos “da el cuero·, porque nos parece que pasaron tantos años que ya no tiene sentido o simplemente porque ya falleció quien nos dañó. A veces nos atormentamos por nuestras propias decisiones, por cosas que hicimos y que no tienen regreso.
Esto hace necesario un proceso de reconciliación con nuestra historia, con nuestra vida, con nosotros mismos. Pero la realidad es que no es algo que podamos hacer solos, sino que necesitamos del otro, de alguien que nos permita reflexionar y detectar el problema en sí y así vencerlo.
Una de las posibilidades es ir al psicólogo o psicóloga, para que nos ayude y así encontrar la paz tan ansiada. Pero a veces no es suficiente.
Jesús nos propone una vida nueva a partir de la fe. Él vino al mundo para cargar todos nuestros dolores, frustraciones y culpas, para que a partir de esa “limpieza” podamos renacer a una vida nueva.
En este proceso, Jesús nos invita a asumir nuestras responsabilidades, y a través de un arrepentimiento sincero sentir el perdón de Dios. Así, una vez que sentimos el perdón de Dios, buscar este pensamiento: si Dios me ha perdonado, yo también me tengo que perdonar, si Dios me libera, yo también tengo que liberarme, dejar todo dolor atrás, y por a amor a Dios, buscar vivir en esa reconciliación, confiados que somos llamados a la vida plena.
El ser humano es complicado, todos somos complicados y somos propensos a aferrarnos a nuestras viejas historias de rencor y resentimiento. Pero esto mismo no nos permite vivir plenamente y nos va enfermando a nosotros mismos y a la gente con la que compartimos nuestras vidas.
Jesús nos invita a ser una nueva creación, a dejar toda historia de dolor, a liberarnos de nuestras ataduras, no porque quien nos hizo daño merece nuestro perdón, sino por nosotros mismos, para que no nos siga arrastrando a un pasado al que no queremos volver. Está en cada uno de nosotros aceptar su propuesta de amor. Amén.

Querido Jesús, ¡cómo me cuesta perdonarme! Sé que no tiene sentido, porque si creo en el amor y el perdón de Dios a partir de un arrepentimiento sincero no tengo porqué volver siempre atrás. Ayudame a encontrar la paz, a reconciliarme con mi historia, a amar incluso aquellos momentos oscuros en donde no me cuidé, en donde hice daño a los demás. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

lunes, 1 de julio de 2013

29 de Junio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 16

“Protégeme, oh Dios, pues en Ti me refugio.

Yo dije al Señor: “Tú eres mi Señor;
Ningún bien tengo fuera de Ti.”
En cuanto a los santos que están en la tierra,
Ellos son los nobles en quienes está toda mi delicia.

Se multiplicarán las aflicciones de aquéllos que han corrido tras otro dios;
No derramaré yo sus libaciones de sangre,
Ni sus nombres pronunciarán mis labios.

El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte.
Las cuerdas me cayeron en lugares agradables;
En verdad es hermosa la herencia que me ha tocado.

Bendeciré al Señor que me aconseja;
En verdad, en las noches mi corazón me instruye.
Al Señor he puesto continuamente delante de mí;
Porque está a mi diestra, permaneceré firme.

Por tanto, mi corazón se alegra y mi alma se regocija;
También mi carne morará segura,
Porque Tú no abandonarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que Tu Santo sufra corrupción.
Me darás a conocer la senda de la vida;
En Tu presencia hay plenitud de gozo;
En Tu diestra hay deleites para siempre.” Amén.

Curiosidades


El desarrollo pleno de la idea de libertad aparece en los evangelios y en las epístolas de hablo, en los que revela que los enemigos de quienes Dios libera a su pueblo por medio de Cristo son el pecado, Satanás, la ley y la muerte.
El ministerio público de Jesús fue de liberación. Él mismo lo inició proclamándose como el cumplimiento de Isaías 61:1: “…me ha ungido… (para) pregonar libertad a los cautivos”. Cristo ignoró los deseo de los zelotes de lograr una liberación nacional de Roma, y declaró que había venido a liberar a los israelitas del estado de esclavitud al pecado y a Satanás en que los había encontrado.
Había venido, dijo, a derrotar al “príncipe de este mundo”, al “hombre fuerte”, y a liberar a sus prisioneros. Los exorcismos y las curaciones formaban parte de esta obra de liberación. Cristo apeló a estos hechos como prueba positiva de la llegada del reino de Dios a los seres humanos.
Pablo acuerda considerable importancia al pensamiento de que Cristo libera a los creyentes, aquí y ahora, de las influencias destructivas que anteriormente los esclavizaban: del pecado, ese amo tiránico cuya paga por los servicios prestados es la muerte; de la ley como sistema de salvación, que ponía de manifiesto el pecado y le daba su fuerza; del demoníaco “poder de las tinieblas”; de la superstición politeísta; y de la carga del ceremonialismo judío. A todo esto, afirma Pablo, se añadirá en su momento la libertad del remanente parcial de esclavitud al pecado que mora en nosotros, y de la decadencia física y la muerte.
Esta libertad, en todos los aspectos, es un don de Cristo, quien por su muerte redimió a su pueblo de la esclavitud. La libertad presente de los efectos de la ley, y de las garras del pecado y la muerte, se hace efectiva en los creyentes por el Espíritu que nos une en Cristo por la fe. La liberación trae aparejada la adopción; los que son liberados de culpabilidad se convierten en hijos de Dios, y reciben el Espíritu de Cristo como Espíritu de adopción, que les asegura que realmente son hijos y herederos de Dios.
La respuesta del ser humano al don divino de la libertad, y por cierto el mismo de recibirla, es una aceptación de la esclavitud a Dios, a Cristo, a la justicia, y a todos los seres humanos por amor al evangelio y al Salvador. La libertad cristiana no equivale a una abolición de la responsabilidad, ni a una sanción de la licencia. El cristiano ya no se encuentra “bajo la ley” para la salvación, pero esto no quiere decir que esté “sin ley de Dios”. La ley divina, en la forma que la interpretó y ejemplificó Cristo mismo, permanece como modelo de la voluntad de Cristo para los que él mismo liberó. En consecuencia, los cristianos están “bajo la ley de Cristo”. La “ley de Cristo” – “ley de la libertad”, según Santiago – es la ley del amor, el principio del sacrificio personal voluntario y sin reservas por el bien de los seres humanos y la gloria de Dios. Esta vida de amor es la respuesta de gratitud que el evangelio liberador exige y evoca. La libertad cristiana es precisamente libertad para el amor y el servicio a Dios y los seres humanos, y por lo tanto se abusa de ella cuando se convierte en excusa para la licencia sin amor, o la desconsideración irresponsable.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Gálatas 5:1.13-18

“Para libertad fue que Cristo nos hizo libres. Por tanto, permanezcan firmes, y no se sometan otra vez al yugo de esclavitud…
…Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; sólo que no usen la libertad como pretexto para la carne, sino sírvanse por amor los unos a los otros. Porque toda la Ley en una palabra se cumple en el precepto: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo.” Pero si ustedes se muerden y se devoran unos a otros, tengan cuidado, no sea que se consuman unos a otros.
Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen. Pero si son guiados por el Espíritu, no están bajo la Ley.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

“Libertad no es despertarte una mañana sin cadenas: es algo más.
Libertad no es poseer las llaves de todas las puertas: es algo más.
Libertad no es construirte, solitario, un mundo aparte: es algo más.
Libertad es convivir, decidir, elegir.
Libertad es amar, comprender y luchar para que todos tengan libertad.”
Tantas canciones, poesías y palabras se han dicho y escrito sobre la libertad.
La libertad es un anhelo del ser humano desde siempre, una búsqueda, pero a la vez algo tan difícil de conseguir.
Muchas veces la confundimos con otras cosas: la imposición de nuestros caprichos, el hacer lo que nosotros queremos, la ausencia de límites…
Pero eso no es libertad, porque somos esclavos de nuestro egoísmo, de la búsqueda del placer, como una adicción que nos domina y dirige, que nos engaña diciéndonos que eso es estar libre, ser libre.
Porque la libertad es el poder tomar nuestras propias decisiones, pero siempre teniendo en cuenta las consecuencias que esto trae. La libertad también es responsabilidad, en el sentido de que no vivo sola en el mundo, sino que mi vida está entrelazada con las vidas de las personas que comparten conmigo el planeta.
Todo lo que hago repercute en el otro de alguna manera, en algún momento, para bien o para mal. Por eso cuando hablo de mi libertad, siempre la debo pensar desde la libertad del otro también, no sea que mi libertad afecte la libertad del otro, y que lo que yo siento es mi derecho daña al otro.
Dice la canción: “Libertad es convivir, decidir, elegir. Libertad es amar, comprender y luchar para que todos tengan libertad.” Y de eso se trata, de que sea una lucha, un camino, un proceso en donde toda persona tenga su espacio y sus derechos respetados.
La libertad no es fácil de lograr porque a veces estamos presos de nosotros mismos: de nuestros miedos, de nuestros preconceptos, de nuestras frustraciones, de nuestras limitaciones impuestas por nosotros mismos o por nuestro entorno.
Jesús nos propone la libertad, esa libertad que nos da el descansar en él, dejando que obre mientras que buscamos seguir sus pasos, en la certeza de que nos dará las fuerzas y abrirá las puertas que por nuestros propios medios no logramos. Amén.


Querido Jesús, hoy te quiero agradecer porque me has mostrado un camino nuevo, en donde puedo ser libre de verdad, en donde puedo ser yo misma con la certeza de ser amada y aceptada por vos. Ayudame a transmitir este mensaje de liberación, para que crezca como la levadura. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.