viernes, 28 de agosto de 2015

30 de Agosto

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 15

Mi Señor, ¿quién habitará en tu Altar?,
¿quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia;
el que habla verdad en su corazón;
el que no calumnia con su lengua
ni hace mal a su prójimo
ni admite reproche alguno contra su vecino;
aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado,
pero honra a los que temen a mi Señor;
el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia;
quien su dinero no dio a usura
ni contra el inocente admitió soborno.

El que hace estas cosas, no resbalará jamás.” Amén.

Curiosidades

¿Qué se entiende por pureza en la Biblia?
La significación bíblica original era ceremonial. Debía obtenerse por medio de ciertas abluciones y purificaciones obligatorias para los fieles en la ejecución de sus deberes religiosos. Las purificaciones eran comunes a muchas otras religiones también, pero en ellas eran simplemente ceremoniales, y carecían de significación ética. En el caso de Israel, la mayor parte de las purificaciones tenían significado ético y sanitario. Aunque Gn.35:2 y Ex.19:14 indican que la idea general no se originó en la ley mosaica, resulta evidente que solamente con la recepción de la ley bajo Moisés fueron codificados y detallados estos reglamentos. En la enseñanza de los profetas, la significación pasó en gran medida de lo simplemente ceremonial a lo ético. En el NT la enseñanza de Cristo y el descenso del Espíritu Santo llevaron el significado de la pureza a la esfera moral y espiritual.
En el sentido general común al NT, y a la literatura devocional del AT, la pureza indica un estado del corazón en el que hay una completa devoción por Dios. Así como se dice que el agua no adulterada es pura, y que el oro sin impurezas s oro puro, l corazón puro es el corazón no dividido, en el que no existe conflicto de lealtades ni intereses, ni mezcla de motivos, como tampoco hipocresía o falta de seguridad. Es una entrega completa manifestada hacia Dios. Probablemente sea este el sentido en que lo usó el Señor en las bienaventuranzas. La recompensa del corazón no dividido es la visión de Dios. No puede tener visión de Dios el corazón impuro, debido a que está fura de armonía con la naturaleza y el carácter de Dios. En otras enseñanzas de Cristo se transfiere el estado de impureza, y en consecuencia también el de pureza, enteramente del ser humano exterior al interior. En este sentido podemos decir que la pureza es un estado del corazón completamente reservado a Dios, y libre de toda distracción mundana.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.1139)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 7:1-23

Se acercaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; estos, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos impuras, esto es, no lavadas, los condenaban, (pues los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si no se lavan muchas veces las manos, no comen. Y cuando regresan de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que se aferran en guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, de los jarros, de los utensilios de metal y de las camas.) Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas:
—¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?
Respondiendo él, les dijo:
—¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, como está escrito:
“Este pueblo de labios me honra,
mas su corazón está lejos de mí,
pues en vano me honran,
enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”,
porque, dejando el mandamiento de Dios, se aferran a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber. Y hacen otras muchas cosas semejantes.
Les decía también:
—Bien invalidan el mandamiento de Dios para guardar su tradición, porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y “El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente”, pero ustedes dicen: “Basta que diga un hombre al padre o a la madre: ‘Es Corbán (que quiere decir: “Mi ofrenda a Dios”) todo aquello con que pudiera ayudarte’,” y no lo dejan hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con su tradición que han transmitido. Y muchas cosas hacen semejantes a éstas.
Llamando a sí a toda la multitud, les dijo:
—Óiganme todos y entiendan: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que lo pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. Él les dijo:
—¿También ustedes están así, sin entendimiento? ¿No entienden que nada de fuera que entra en el hombre lo puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina?
Esto decía, declarando limpios todos los alimentos. Pero decía que lo que sale del hombre, eso contamina al hombre, porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez. Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al hombre.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Es interesante observar que los cristianos y cristianas provenimos de un líder que puso en el tapete la hipocresía de la comunidad judía de su tiempo que se iba en detalles, en las formas, pero se olvidaba lo profundo, lo fundamental de la fe. A casi 2000 años de esto, y aun antes, los seguidores de ese rebelde, que se animo a denunciar la hipocresía, hemos adoptado las mismas mañas.
En la teoría deberíamos ir contra la corriente, pero el mundo en el que vivimos, el modelo económico por el que se rige la política internacional  proviene de los países occidentales y cristianos ¡Que paradoja!
Vivimos en un sistema de muerte, que se alimentan de quienes no logran estar en el sistema, como sacrificios humanos, pero somos cristianos, anunciamos el Reino de Cristo y nos horrorizamos de las culturas menos “civilizadas”.
Es hora que asumamos que no nos animamos a salir de la hipocresía, que al final, todo lo que nos enseño Jesús nos resulta difícil llevar a la práctica, porque requiere esfuerzo, compromiso y porque corremos riesgo de vida.
Ser cristianos, ser cristianas, es algo muy serio, porque exige que dejemos de lado los malos pensamientos, los adulterios, las perversiones sexuales (como violaciones, abuso, y demás), los engaños, los asesinatos, los robos (también los de guante blanco), las maldades, la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez… pero no es fácil, porque muchas de estas cosas están demasiado adentro nuestro. Amén.

Querido Jesús, ayudame a seguirte, a mejorarme cada día, a darme cuenta cada vez que me alejo de tu camino de amor y servicio. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

jueves, 20 de agosto de 2015

23 de Agosto

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 34

““Bendeciré a mi Señor en todo tiempo;
su alabanza estará de continuo en mi boca.
En mi Señor se gloriará mi alma;
lo oirán los mansos y se alegrarán.
Engrandezcan a mi Señor conmigo
y exaltemos a una su nombre.

Busqué a mi Señor, y él me oyó
y me libró de todos mis temores.
Los que miraron a él fueron alumbrados
y sus rostros no fueron avergonzados.
Este pobre clamó, y lo oyó mi Señor
y lo libró de todas sus angustias.
El ángel de mi Señor acampa alrededor de los que lo temen
y los defiende.
Gusten y vean que es bueno mi Señor.
¡Bienaventurado el hombre que confía en él!
Teman a mi Señor ustedes sus santos,
pues nada falta a los que lo temen.
Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
pero los que buscan a mi Señor no tendrán falta de ningún bien.

Vengan, hijos, óiganme;
el temor de mi Señor les enseñaré.
¿Quién es el hombre que desea vida,
que desea muchos días para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal
y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien;
busca la paz y síguela.

Los ojos de mi Señor están sobre los justos
y atentos sus oídos al clamor de ellos.
La ira de mi Señor está contra los que hacen mal,
para eliminar de la tierra la memoria de ellos.
Claman los justos, y mi Señor oye
y los libra de todas sus angustias.
Cercano está mi Señor a los quebrantados de corazón
y salva a los contritos de espíritu.

Muchas son las aflicciones del justo,
pero de todas ellas lo librará mi Señor.
Él guarda todos sus huesos;
ni uno de ellos será quebrado.
Matará al malo la maldad
y los que aborrecen al justo serán condenados.
Mi Señor redime el alma de sus siervos.
¡No serán condenados cuantos en él confían!”
Amén.

Curiosidades

¿Cómo funcionaban las sinagogas en los tiempos de Jesús?
La sinagoga servía al triple propósito de ofrecer educación, culto y gobierno d la vida civil de la comunidad. Aunque estaba sujeta a la ley del país, la sinagoga tenía su propio gobierno. La congregación estaba bajo el gobierno de ancianos que estaban autorizados a ejercer la disciplina y castigar a los miembros. Para el castigo se empleaba el azote y la excomunión. El principal de la sinagoga era el que ejercía su gobierno. Supervisaba el servicio para controlar que se realizara de acuerdo con la tradición. El ministro o ayudante presentaba los rollos de las Escrituras para ser leídos, los colocaba de nuevo en el arca, azotaba a los miembros que hubieran cometido una ofensa, y enseñaba a leer a los niños. El encargado de los fondos de caridad los recibía en la sinagoga y los distribuía. Finalmente, se necesitaba un intérprete competente para parafrasear la Ley y los Profetas en la lengua vernácula, o sea el arameo.
Los que reunían las condiciones podían dirigir el culto. El sábado era el día establecido para el culto público. La Misná indica que el culto se dividía en cinco partes. Primero se leía el Shema‘. Luego s recitaban oraciones preparadas por la sinagoga, de las que las más antiguas y conocidas son las dieciocho peticiones y bendiciones.
A ellas seguía la lectura de la Ley. El pentateuco, que actualmente se lee en las sinagogas en ciclos anuales, originalmente se cubría en tres años. A la lectura de la primera porción del canon del AT seguía una selección de los Profetas. En la época de Cristo todavía no se había fijado esta porción sino que el lector podía elegir su propio pasaje. La lectura de la Escritura constituía la parte central del culto. Se explicaba la porción de los Profetas y se hacía una exhortación tomándola como base. La bendición concluía el servicio. Adiciones posteriores fueron la traducción y exposición del pasaje de la Escritura que se había leído. Era necesario contar con diez hombres adultos para llevar a cabo el culto público en la sinagoga.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.1303)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 6:57-70

Así como me envió el Padre viviente y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que descendió del cielo; no como sus padres, que comieron el maná y murieron; el que come este pan vivirá eternamente.
Estas cosas dijo en Capernaúm, enseñando en una sinagoga.
Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron:
—Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo:
—¿Esto les escandaliza? ¿Pues qué, si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de ustedes que no creen —porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo había de entregar—.
Y dijo:
—Por eso les he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le es dado del Padre.
Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce:
—¿Quieren acaso irse también ustedes?
Le respondió Simón Pedro:
—Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Jesús les respondió:
—¿No les he escogido yo a ustedes los doce, y uno de ustedes es diablo?” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

 “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” dijeron los discípulos de Jesús, y es verdad.
Porque si bien nos decimos cristianos y cristianas, a la hora de la verdad, somos pocos los que nos animamos a vivir verdaderamente según el evangelio, según las enseñanzas de Jesús.
Decir “creo que Jesucristo es mi Señor y Salvador” implica que mi vida entera para por esta afirmación y todo aquello que me aleje de esto, lo descarto, no vale para mí.
Bien sabemos que muchos de nosotros tenemos una fe tibia, que si bien participamos de la iglesia, si es que lo hacemos, no somos ni siquiera capaces de dar lo que necesita para el mantenimiento de las instalaciones del lugar en donde nos congregamos. Tenemos fe, pero el dinero es nuestro.
Confesar que Jesucristo es el centro de mi vida significa que no voy a anteponer nada a esa fe. Pero a la vez, no es una prioridad en mi agenda, tengo muchos otros intereses… siento que ya habrá tiempo para Dios.
Pero hay personas que aun hoy mueren por su fe en Cristo, personas que son ejecutadas por confesar de Jesús es su único Señor, porque viven en un lugar intolerante, en donde no hay libertad para vivir la fe que se sienta.
Esto nos tendría que hacer pensar, reflexionar y valorar nuestra fe, ponerla en primer lugar y no desaprovechar la oportunidad que Dios nos da. Amén.

Querido Jesús, hoy te pido por todas aquellas personas que mueren en tu nombre, que son perseguidas, torturadas y asesinadas, por las familias que viven en el terror, pero no quieren renunciar a vos. ¡Gracias por tener la bendición de vivir en este país en donde vivo mi fe en libertad! Ayudame a valorar esto, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 14 de agosto de 2015

16 de Agosto

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 34

Bendeciré a mi Señor en todo tiempo;
su alabanza estará de continuo en mi boca.
En mi Señor se gloriará mi alma;
lo oirán los mansos y se alegrarán.
Engrandezcan a mi Señor conmigo
y exaltemos a una su nombre.

Busqué a mi Señor, y él me oyó
y me libró de todos mis temores.
Los que miraron a él fueron alumbrados
y sus rostros no fueron avergonzados.
Este pobre clamó, y lo oyó mi Señor
y lo libró de todas sus angustias.
El ángel de mi Señor acampa alrededor de los que lo temen
y los defiende.
Gusten y vean que es bueno mi Señor.
¡Bienaventurado el hombre que confía en él!
Teman a mi Señor ustedes sus santos,
pues nada falta a los que lo temen.
Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
pero los que buscan a mi Señor no tendrán falta de ningún bien.

Vengan, hijos, óiganme;
el temor de mi Señor les enseñaré.
¿Quién es el hombre que desea vida,
que desea muchos días para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal
y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien;
busca la paz y síguela.

Los ojos de mi Señor están sobre los justos
y atentos sus oídos al clamor de ellos.
La ira de mi Señor está contra los que hacen mal,
para eliminar de la tierra la memoria de ellos.
Claman los justos, y mi Señor oye
y los libra de todas sus angustias.
Cercano está mi Señor a los quebrantados de corazón
y salva a los contritos de espíritu.

Muchas son las aflicciones del justo,
pero de todas ellas lo librará mi Señor.
Él guarda todos sus huesos;
ni uno de ellos será quebrado.
Matará al malo la maldad
y los que aborrecen al justo serán condenados.
Mi Señor redime el alma de sus siervos.
¡No serán condenados cuantos en él confían!”
Amén.

Curiosidades

¿A qué se refiere con la palabra “carne” en el Nuevo Testamento?

El término “carne” en el Nuevo Testamento es sarx. Esta palabra reproduce la mayor parte del significado veterotestamentario de basar. Denota la parte carnosa del cuerpo, como en las referencias a comer carne, o a todo el cuerpo. También puede significa la persona completa. Al igual que en el AT, el hombre y la mujer son “una sola carne”, y hay pasajes que se refieren a “toda carne”. Se menciona la debilidad de la carne en relación con el fracaso de los apóstoles cuando debían estar despiertos en Getsemaní.
Pero el NT tiene también algunos significados distintivos. Semejantes a los pasajes con “hueso mío y carne mía” del AT, tenemos los que se refieren a la declinación física y cosas parecidas. Se habla así de que Cristo era “del linaje de David según la carne”, y de los israelitas como sus “parientes según la carne”. Esto no lleva consigo la idea de culpa, y por cierto se dice más de una vez que Cristo estuvo “en la carne”. El estar “en la carne” no es incompatible con “estar en el Señor”. La carne puede mancillarse o purificarse. La vida que ahora vivía Pablo el cristiano era “en la carne”.
Pero, por definición, la carne es la parte terrenal de las personas. Tiene sus “concupiscencias” y sus “deseos”. De los que se concentran en ellos puede decirse que “piensan en las cosas de la carne”. Y ocuparse de la carne “es muerte”. Esto se explica como “enemistad contra Dios”. El ser humano cuyo horizonte está limitado por la carne se opone, por eso mismo, a Dios. Vive “conforme la carne”, esa carne que “codicia contra el Espíritu”. En este sentido, la carne denota la personalidad total del ser humano organizada en dirección equivocada, y dirigida a empresas puramente terrenales en lugar del servicio para Dios.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.225-226)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 6:51-58

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
Entonces los judíos discutían entre sí, diciendo:
—¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Jesús les dijo:
—De cierto, de cierto les digo: Si no comen la carne del Hijo del hombre y beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final, porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como me envió el Padre viviente y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que descendió del cielo; no como sus padres, que comieron el maná y murieron; el que come este pan vivirá eternamente.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Hoy se habla mucho de armonía, de estar sintonizado entre espíritu y cuerpo. Pero no es algo nuevo. Es un tema de las religiones más antiguas, pero que al habernos alejado de la naturaleza, hoy nos cuesta mucho mas.
Estar inmerso en la naturaleza, depender de ella, por el alimento, la luz, el tiempo, nos obliga a vivir en armonía, en buscar estar en consonancia. Pero hoy nos sentimos como aparte, nos sentimos un poco dioses.
Vivimos indiferentemente de día o de noche, porque no nos limita la luz del sol, tenemos luz artificial.
La lluvia o el mal tiempo no nos impiden trasladarnos: tenemos medios de locomoción que nos permiten llegar a tiempo y en buen estado, sin barro y sin luchar en las inclemencias del tiempo, a lo sumo hacemos algún comentario al respecto.
No tenemos que procurarnos el alimento, irnos de cacería o pesca y volver con las manos vacías. Lo único que nos impide comer es que no tengamos dinero para comprar la comida, y hasta cierto punto, porque podemos conseguir el alimento a través de acción social. Además vivimos en el tiempo de “abierto 24 hs.”, podemos pedir comida por teléfono, nos lo llevan a casa… pero nos vamos alejando de nuestro origen, del contacto con la naturaleza, de la que formamos parte.
Todas estas comodidades al mismo tiempo en que nos beneficia en lo que respecta a la calidad de vida, nos perjudica en nuestra humanidad. Desvalorizamos lo que tenemos y lo que somos. Estamos tan acelerados que no vivimos los procesos, tan importantes para la armonía interior, la paz interior.
Todo lo tercerizamos: el cuidado de los niños y niñas, de los ancianos y ancianas, la elaboración de los alimentos, los nacimientos y muertes… y nos deshumanizamos.
La armonía la logramos cuanto más nos zambullimos en la vida, cuando menos nos preocupamos por sufrir, por entregarnos.
Jesús dice: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”, esta relación intima con Jesús y con Dios, esa comunicación constante entre lo humano y lo divino es lo que me hace una persona armónica, me hace vivir en paz asumiendo con amor lo que me toca vivir y no buscando culpables y llenándome de resentimiento.
La comunidad cristiana es un excelente espacio para trabajar en estas cosas y en donde a través de la Palabra y el Sacramento Jesús se hace presente y nos transforma. Amén.

Querido Jesús, es increíble cómo has pensado en todo con respecto a nosotros, a nuestra vida aquí en la tierra, para que la vivamos en calidad de vida, sacándole todo el jugo posible. Si me lleno de preocupaciones, problemas, ocupaciones, me iré alejando de vos, pero si descanso en vos, busco tu paz y tu armonía, mi vida cambia. Ayudame a mantenerme siempre junto a vos, te lo pido en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 7 de agosto de 2015

9 de Agosto

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 34

Bendeciré a mi Señor en todo tiempo;
su alabanza estará de continuo en mi boca.
En mi Señor se gloriará mi alma;
lo oirán los mansos y se alegrarán.
Engrandezcan a mi Señor conmigo
y exaltemos a una su nombre.

Busqué a mi Señor, y él me oyó
y me libró de todos mis temores.
Los que miraron a él fueron alumbrados
y sus rostros no fueron avergonzados.
Este pobre clamó, y lo oyó mi Señor
y lo libró de todas sus angustias.
El ángel de mi Señor acampa alrededor de los que lo temen
y los defiende.
Gusten y vean que es bueno mi Señor.
¡Bienaventurado el hombre que confía en él!
Teman a mi Señor ustedes sus santos,
pues nada falta a los que lo temen.
Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
pero los que buscan a mi Señor no tendrán falta de ningún bien.

Vengan, hijos, óiganme;
el temor de mi Señor les enseñaré.
¿Quién es el hombre que desea vida,
que desea muchos días para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal
y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien;
busca la paz y síguela.

Los ojos de mi Señor están sobre los justos
y atentos sus oídos al clamor de ellos.
La ira de mi Señor está contra los que hacen mal,
para eliminar de la tierra la memoria de ellos.
Claman los justos, y mi Señor oye
y los libra de todas sus angustias.
Cercano está mi Señor a los quebrantados de corazón
y salva a los contritos de espíritu.

Muchas son las aflicciones del justo,
pero de todas ellas lo librará mi Señor.
Él guarda todos sus huesos;
ni uno de ellos será quebrado.
Matará al malo la maldad
y los que aborrecen al justo serán condenados.
Mi Señor redime el alma de sus siervos.
¡No serán condenados cuantos en él confían!”
Amén.

Curiosidades

¿Cómo era el maná o pan del cielo?

El maná es la sustancia que fue el principal alimento de los israelitas durante los cuarenta años que pasaron en el desierto. Cuando Israel se quejó por la falta de alimentos en el desierto de Sin, Dios les envió “pan del cielo”, provisión que no cesó hasta que entraron en Canaán y comenzaron a comer los alimentos de esa tierra, a pesar de sus quejas. Los israelitas debían recoger un gomer durante cinco días, y el doble el sexto día para que les alcanzara para el día de reposo, ya que es día no caía. Generalmente no duraba de un día para e otro, y criaba gusanos y hedía si se lo guardaba, pero el maná que debía guardarse para el día de reposo se preservaba cocinándolo u horneándolo con antelación. Se lo encontraba cada mañana después de haberse disipado el rocío, “una cosa menuda, redonda, menuda como la escarcha sobre la tierra”, “su color como color de bedelio”, y “como semillas de culantro, blanco, y su sabor como hojuela de miel”; se lo podía moler y utilizar para cocinar y hornear. El pueblo preguntó, “¿Qué (hebreo man) es esto?” y lo llamó maná (man).
El maná fue empleado por Dios para instrucción espiritual, como así también para sostén físico. Israel recibió el mensaje de que, a falta de otro alimento, la provisión divina de maná fue “para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el ser humano, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová”. Dios utilizó la provisión de maná durante seis días, y no el séptimo, para enseñar obediencia a Israel, y los condenó por su desobediencia. Jesucristo emplea el maná, “el pan del cielo” dado por Dios, como tipo de sí mismo, el verdadero pan de vida, y traza un contraste entre la sombra y la sustancia.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.854)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 6:41-52

Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo», y decían:
—Éste, ¿no es Jesús el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo dice ahora: “Del cielo he descendido”?
Jesús respondió y les dijo:
—No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no lo atrae; y yo lo resucitaré en el día final. Escrito está en los Profetas: “Y todos serán enseñados por Dios.” Así que, todo aquel que oye al Padre y aprende de él, viene a mí. No que alguien haya visto al Padre; sólo aquel que viene de Dios, ése ha visto al Padre. De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Sus padres comieron el maná en el desierto, y aun así murieron. Éste es el pan que desciende del cielo para que no muera quien coma de él. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
Entonces los judíos discutían entre sí, diciendo:
—¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Amén. 

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Vivir para siempre…
Un deseo de muchas personas a lo largo de los siglos.
Muchos mitos y leyendas han surgido alrededor de poseer la vida eterna, y con ella, la eterna juventud… pero nada de eso lo hemos podido experimentar. El santo grial, el árbol de la vida, y tantas otras historias que han llevado a los aventureros a buscarlos en los lugares más recónditos del mundo.
Lo cierto es que conforme vamos llegando a viejos, la idea se va alejando de nuestras mentes, porque el cuerpo se cansa, porque llega un momento en que se ansia la muerte, no como algo negativo, sino como el descanso, la paz.
De todas maneras la fe en que no todo termina con la muerte es nuestro consuelo a la hora en que fallece un ser querido, y es ahí cuando esto que Jesús comparte con nosotros hoy, comienza a tener sentido: si alguien come de este pan, vivirá para siempre”.
La vida eterna es la esperanza del reencuentro con aquellos que ya partieron. Es la recompensa de una vida en el sufrimiento, la injusticia y el dolor. Es saber que existe la plenitud en Cristo y todos podemos acceder a ella tan solo en la fe en el.
En la celebración de la Santa Cena vivimos el anticipo, comemos del pan y la copa y compartimos el cuerpo y la sangre de Cristo para el perdón de nuestros pecados y la vida eterna. Allí nos fortalecemos para seguir adelante en la esperanza de que existe algo más pleno y más justo que lo que nos toca vivir aquí, y lo creemos porque son las palabras de Jesús mismo.
¿Cómo pude Jesús darnos de comer su cuerpo, su carne? No lo podemos explicar, pero como cristianos creemos que está presente en el pan y la copa, y esto mismo es lo que da fuerzas a este ritual tan importante para nosotros desde el principio.
Vivir para siempre, no tener miedo ni al dolor, la enfermedad y la muerte… un regalo de Jesús. Amén.

Querido Jesús, gracias porque me has dado la vida en abundancia, esa vida que supera todo sufrimiento, toda injusticia. Gracias por tu amor y tu entrega. Gracias por hacerme tu hermana e hija de Dios. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.