viernes, 19 de julio de 2013

21 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 15

Señor, ¿quién habitará en Tu altar?
¿Quién morará en Tu santo monte?

El que anda en integridad y obra justicia,
Y habla verdad en su corazón.
El que no calumnia con su lengua,
No hace mal a su prójimo,

Ni toma reproche contra su amigo;
En cuyos ojos el perverso es despreciado, pero honra a los que temen al Señor;
El que aun jurando en perjuicio propio, no cambia;
El que su dinero no da a interés,
Ni acepta soborno contra el inocente.
El que hace estas cosas permanecerá firme.” Amén.

Curiosidades

¿Qué es la esperanza para la fe cristiana?

Parecería que la esperanza es una necesidad psicológica si el ser humano ha de tener alguna idea en cuanto al futuro. Aún cuando no haya ninguna base racional para ella, el ser humano sigue teniendo esperanza. Es muy natural que esta esperanza, aun cuando aparentemente esté justificada, sea transitoria e ilusoria; y es notable la frecuencia con que los poetas y otros escritores la califican con epítetos como “leve”, “temblorosa”, “débil”, “desesperada”, “fantasmal”. A veces la Biblia utiliza la esperanza en el sentido convencional. El que ara, por ejemplo, debe hacerlo con esperanza, porque la esperanza de la recompensa es lo que endulza las labores. Pero en la mayor parte de los casos la esperanza de que se ocupa la Biblia es algo muy diferente, y en comparación con ella apenas podemos reconocer a la primera como esperanza.
La esperanza en el sentido bíblico específico es posible cuando se cree en el Dios viviente, que actúa e interviene en la vida humana, y en quien podemos confiar en que llevará a cabo lo que ha prometido. Esta esperanza no es producto del temperamento, ni está condicionada por las circunstancias u otras posibilidades humanas. No depende de lo que posee el ser humano, ni de lo que sea capaz de hacer por sí mismo, o de lo que otro pueda hacer por él. Por ejemplo, nada había en la situación en que se encontraba Abraham que justificara su esperanza de que Sara daría a luz un hijo, pero porque creyó a Dios, pudo creer “en esperanza contra esperanza”. En consecuencia, la esperanza bíblica es inseparable de la fe en Dios. A causa de lo que ha hecho Dios en el pasado, y particularmente como preparación para la venida de Cristo, y debido a lo que ha hecho y está haciendo a través de Cristo, el cristiano se atreve a esperar bendiciones futuras que por el momento permanecen invisibles. Nunca se agota para él la bondad de Dios. Lo mejor es lo que todavía está por venir. Su esperanza aumenta cuando reflexiona sobre las actividades de Dios en las Escrituras. Cristo es la esperanza de gloria futura. Su salvación final descansa sobre esa esperanza; y esa esperanza de salvación es un “yelmo”, parte esencial de su armadura defensiva en la lucha contra el mal. Por cierto que la esperanza no es un barrilete a merced de los vientos cambiantes, sino “una segura y firme ancla del alma”, que penetra profundamente dentro del mundo eterno e invisible. Debido a esta fe el cristiano tiene la seguridad de que las cosas que espera son reales; y su fe nunca lo decepciona.
Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Colosenses 1:24-28

 “Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia. De esta iglesia fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio de ustedes, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios, es decir, el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. A éstos, Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los Gentiles, que es Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria.
A El nosotros proclamamos (anunciamos), amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Dios nos ha creado a cada uno de nosotros con dones y con una misión. A veces no lo descubrimos por mucho tiempo, es como que también hay un momento en donde todo se da para que lo descubramos.
Este verano, hablando con mi hermana, ella me dijo que sentía que tenía una misión que Dios esperaba que ella llevase a cabo, pero que todavía estaba en la búsqueda. No me podía definir todavía qué podía ser, pero sabía que esto le iba a dar sentido a su vida. Ya que después de muchos años, había llegado a la conclusión que el formar una familia, que había sido su sueño desde pequeña, no era lo que le podía dar el sentido profundo a su vida.
Y es que la familia es un espacio de contención, pero no nos podemos aferrar ni a nuestra pareja ni a nuestros hijos, porque cada uno de ellos tiene sus proyectos, sus sueños… Cuando nos aferramos a nuestros hijos, sentimos un gran vacío cuando crecen y se van, y en vez de que nos extrañen salen huyendo de nosotros. Si nos aferramos a nuestra pareja y no tenemos nuestros propios programas y espacios, terminamos ahogando la relación, y eso tampoco es bueno.
La familia es algo hermoso pero el sentido de nuestra vida pasa por nuestros sueños, nuestras realizaciones, nuestra trascendencia. No es lo mismo cuando creamos que cuando todo lo recibimos de afuera. La vida necesita pasión, convicciones, luchas, desafíos, logros…
¿Has pesado estas cosas alguna vez?
¿Cómo está tu vida? ¿tiene sentido o estás en la búsqueda?
El sentido de mi vida es Cristo, yo también soy ministra en el Señor, al igual que Pablo, y siento que Dios me ha dado la misión de que a través de mi creatividad, las personas puedan encontrar la paz y la alegría en Cristo en medio de un mundo que ofrece multiplicidad de ofertas pero mucho vacío interior.
Y eso no significa que no valore mi familia, que me sienta feliz cuando estamos todos reunidos. Pero no me aferro a ellos, los dejo libres esperando que también encuentren el camino que Dios ha trazado para ellos, para que encuentren la paz y la felicidad.
Dios quiera que vos también, que estás escuchando ahora estés en este proceso de encontrarle sentido a tu vida, que puedas crecer y encontrar la paz y la alegría, y si esto es en Cristo ¡mejor! Amén.

Querido Jesús, te quiero agradecer por tantas bendiciones que derramás sobre mí diariamente. Te quiero agradecerte también por las dificultades y los momentos difíciles que me hicieron la persona que soy hoy. Ayudame a compartir esto con otras personas para que tengan este privilegio de una vida en Cristo, una vida en paz y alegría. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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