viernes, 12 de julio de 2013

14 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 69:13-36

“…Pero yo elevo a Ti mi oración, oh Señor, en tiempo propicio;
Oh Dios, en la grandeza de Tu misericordia,
Respóndeme con Tu verdad salvadora.

Sácame del barro y no dejes que me hunda;
Sea yo librado de los que me odian, y de lo profundo de las aguas.
No me cubra la corriente de las aguas,
Ni me trague el abismo,
Ni el pozo cierre sobre mí su boca.

Respóndeme, oh Señor, pues buena es Tu misericordia;
Vuélvete a mí, conforme a Tu inmensa compasión,
Y no escondas Tu rostro de Tu siervo,
Porque estoy en angustia; respóndeme pronto.
Acércate a mi alma y redímela;
Por causa de mis enemigos rescátame.

Tú conoces mi insolencia, mi vergüenza y mi ignominia;
Todos mis adversarios están delante de Ti.
La insolencia ha quebrantado mi corazón, y estoy enfermo;
Esperé compasión, pero no la hubo;
Busqué consoladores, pero no los hallé.

Y por comida me dieron hiel,
Y para mi sed me dieron a beber vinagre.
Que la mesa delante de ellos se convierta en lazo,
Y cuando estén en paz, se vuelva una trampa.
Núblense sus ojos para que no puedan ver,
Y haz que sus lomos tiemblen continuamente.

Derrama sobre ellos Tu indignación,
Y que el ardor de Tu ira los alcance.
Sea desolado su campamento,
Y nadie habite en sus tiendas.
Porque han perseguido al que ya Tú has herido,
Y cuentan del dolor de aquéllos que Tú has traspasado.

Añade perversidad a su perversidad,
Y que no entren en Tu justicia.
Sean borrados del Libro de la Vida,
Y no sean inscritos con los justos.

Pero yo estoy afligido y adolorido;
Tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.
Con cántico alabaré el nombre de Dios,
Y con acción de gracias Lo exaltaré.
Y esto agradará al Señor más que el sacrificio de un buey
O de un novillo con cuernos y pezuñas.

Esto han visto los humildes y se alegran.
Viva su corazón, ustedes los que buscan a Dios.
Porque el Señor oye a los necesitados
Y no desprecia a los suyos que están presos.
Alábenle los cielos y la tierra,
Los mares y todo lo que en ellos se mueve.

Porque Dios salvará a Sion y edificará las ciudades de Judá,
Para que ellos moren allí y la posean.
Y la descendencia de Sus siervos la heredará,
Y los que aman Su nombre morarán en ella.” Amén.

Curiosidades


La reconciliación se aplica propiamente, no a las buenas relaciones en general, sino a la anulación de una enemistad, la solución de una disputa. Denota que las partes reconciliadas anteriormente fueron hostiles entre sí. La Biblia nos dice claramente que los pecadores son “enemigos” de Dios. Nunca debemos minimizar la seriedad de estos pasajes y otros similares. El enemigo no es alguien que por poco es nuestro amigo, sino alguien ubicado en el campo enteramente opuesto. El NT nos muestra a Dios en vigorosa oposición a todo lo que sea malo.
La forma de terminar con a enemistad es quitar aquello que la causó. Podemos pedir disculpas por la palabra dicha sin reflexión, podemos pagar el dinero que debemos, podemos llevar a cabo la reparación o restitución que corresponde. Pero en todos los casos, en el camino a la reconciliación se encuentra una efectiva eliminación de la causa de la enemistad. Cristo murió para anular nuestros pecados. De esta manera se ocupó él de la enemistad entre el ser humano y Dios. La quitó del camino. Abrió ampliamente el camino para que los seres humanos pudieran volver a Dios. Esto es lo que se describe por medio del término “reconciliación”.
Es interesante notar que ningún pasaje neotestamentario habla de que Cristo haya reconciliado a Dios con el ser humano. Invariablemente se pone el acento en que es el ser humano el que reconcilia. Esto es muy importante para entender la naturaleza de lo que nos ocupa. Es el pecado del ser humano lo que ha venido a solucionar. Es al ser humano al que se llama, en las palabras de 2 Cor.5:20, a que se “reconcilie con Dios”. Algunos estudiosos parten de esto para sugerir que las actividades de reconciliación de Cristo se relacionan solamente con el ser humano. Pero es difícil armonizar esto con la posición general del NT. Lo que creó la barrera fue la demanda de rectitud en el ser humano por parte de la santidad de Dios. El ser humano, cuando está en libertad de elegir, se conforma con olvidar lo pasado, y no se preocupa mayormente por su pecado. Por cierto, que no se siente hostilidad hacia Dios por culpa de su pecado. En consecuencia, cuando se ha efectuado la reconciliación, es imposible decir que está completamente dirigido hacia el ser humano y no hacia Dios también, en algún sentido. Tiene que haber un cambio por parte de Dios, si todo lo que envuelven expresiones como “la ira de Dios” ya no se dirige más al ser humano.
Esto no significa que haya habido cambio alguno en el amor de Dios. La Biblia nos dice muy claramente que el amor que Dios siente hacia el ser humano nunca varía, a pesar de lo que el ser humano pueda hacer. Por cierto que toda la obra expiatoria de Cristo surge del gran amor de Dios. Fue “siendo aún pecadores” que “Cristo murió por nosotros”. Se trata de una verdad que debemos guardar celosamente. Pero, al mismo tiempo, no debemos llegar al punto de sostener que la reconciliación es un proceso puramente subjetivo. En cierto sentido la reconciliación se realiza fuera del ser humano, antes de que haya ocurrido nada dentro de él. Pablo puede hablar de Cristo, “por quien hemos recibido ahora la reconciliación”. Una reconciliación que puede ser “recibida” debe ser ofrecida antes que pueda recibirla el ser humano. En otras palabras, debemos pensar que la reconciliación tiene efectos que se manifiestan hacia el ser humano como hacia Dios.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Colosenses 1:15-20

“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en El fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de El y para El. Y El es (ha existido) antes de todas las cosas, y en El todas las cosas permanecen.
El es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. El es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que El tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en El habitara toda la plenitud (de la Deidad), y por medio de El reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de El, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿En qué creés?
En general no acostumbramos hablar de nuestra fe. Es como que reservamos esto para nosotros mismos o para nuestro círculo más cercano.
Los que pertenecemos a las Iglesias evangélicas históricas, las llamadas “protestantes”, nos hemos acostumbrado desde nuestros antepasados a no hablar demasiado de nuestra fe, de nuestra Iglesia, ya que en sus orígenes en nuestro país, se les permitió que profesaran una fe diferente a la religión oficial, pero con la salvedad de que no hicieran proselitismo. Ahí una de las razones también que siguieran durante tantos años celebrando cultos en alemán, inglés, danés, o el idioma del pueblo de origen.
Por generaciones vivimos una fe para adentro, incluso en otro idioma, y eso hizo que fuéramos una iglesia cerrada. Y esto fue cómodo para nosotros.
Pero no fue ése el mandato de Jesús, él nos llamó a proclamar el evangelio hasta los confines de la tierra, a que hiciéramos discípulos y discípulas, y en nuestra reflexión de “ser iglesia”, somos conscientes de las dificultades que tenemos para compartir nuestra fe con otras personas.
En cada culto recitamos juntos el Credo Apostólico, que es una declaración de fe, al igual que estas palabras de Pablo que compartimos hoy.
Jesús es nuestro Salvador, que murió y resucitó por nosotros, y es Dios también, el mismo que creó el mundo y todo lo que hay en él. Esta es una confesión de fe, que no se acepta por comprensión, sino por fe. No podemos explicar cómo es o por qué creemos. Podemos explicar lo que significa en nuestras vidas.
¿Por qué es importante compartir esta experiencia personal y comunitaria?
Porque es algo que nos hace bien, que nos edifica, que nos sostiene y nos desafía a trabajar para mejorar nuestro entorno, y eso puede ser bueno para otra persona, que por ahí está buscando un sentido a su vida y no lo encuentra.
La próxima vez que se presente la oportunidad, animate a hablar de tu fe, no sientas que estás invadiendo el espacio del otro, pensá que tal vez esa persona con la que estás hablando pueda encontrar como vos, un lugar en los brazos de Jesús. Amén.

Querido Jesús, ayudame a abrirme a los demás, a compartir mi experiencia de fe, de que otros sepan lo bueno que es ser tu amiga. Dame palabras, dame la sabiduría para lograr llegar al corazón de la persona que te necesita. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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