sábado, 26 de noviembre de 2016

27 de Noviembre

Salmo 122

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

“¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus, las tribus del Señor
–según es norma en Israel–
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.

Auguren la paz a Jerusalén:
«¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!».
Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo».
Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad.” Amén.

Curiosidades

¿Cómo fue la celebración del concilio de Trento?

Primera etapa (1545-1548), bajo el pontificado de Paulo III. A la sesión inaugural apenas asistieron treinta obispos. Hubo tan sólo dos obispos alemanes y tres franceses. La mayoría eran italianos. Los españoles presentaban un grupo compacto y bien preparado. En febrero de 1547, una peste declarada en Trento aconsejó trasladar las reuniones a Bolonia, pero los obispos "imperiales" se negaron. Para evitar una peligrosa escisión, Paulo III suspendió el concilio (febrero de 1548).

Segunda etapa (1551-1552), bajo el pontificado de Julio III. Asistió una nutrida representación alemana, rompiendo el predominio italiano de la etapa anterior. Destacó la presencia de brillantes teólogos españoles (Soto, Cano, Castro). A instancias del emperador, asistieron algunos delegados reformistas, pero sus exigencias de participar en las deliberaciones, entre ellas el reconocimiento de la superioridad del concilio sobre el papa, no fueron aceptadas. En 1552 la situación política alemana experimentó un súbito agravamiento. Mauricio de Sajonia, en quien Carlos V había depositado su confianza, se unió a los príncipes protestantes. Sus tropas cruzaron el desfiladero de Klause y avanzaron sobre Innsbruck, donde se encontraba, desprevenido, el emperador. Sólo pudo salvarse huyendo a uña de caballo. Ante la gravedad de los acontecimientos, los obispos alemanes abandonaron Trento y el pontífice suspendió el concilio.

Tercera etapa (1562-1563), bajo el pontificado de Pío IV. No hubo representantes de los obispos alemanes ni delegados de los reformistas. Al final, se leyeron y aprobaron, una por una, las resoluciones de las tres etapas conciliares. El Papa dio su aprobación verbal a los pocos días, y solemnemente, en la bula Benedictus Deus de 30 de julio del año siguiente, aunque con fecha retrotraída al 26 de enero del mismo año.
http://www.historia-religiones.com.ar/el-concilio-de-trento-85



Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Mateo 24:37-44

“Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Cuando fue el terremoto en Japón, hace varios años atrás, una cosa que me sorprendió fue como estaba preparada toda la sociedad japonesa. En todas las casas había todo para que no tuvieran que salir por varios días, cada uno sabía que tenía que hacer y donde tenía que ir. Para nuestra sorpresa vimos como en poco tiempo casi todo volvió a la normalidad. Y todo eso gracias a una organización, un entrenamiento, una educación y la conciencia de vivir en una zona muy vulnerable a los terremotos y sunamis.
Si esto lo trasladamos a nuestra fe y nuestra preparación para la muerte, seguramente nos encontraríamos con muchas falencias.
En principio porque creemos que las cosas les pasa a los demás, que por alguna razón muy extraña, somos intocables. Decimos Dios me protege o, y esto está muy en boga hoy, nos mentalizamos para que no nos suceda, porque las enfermedades o los problemas los generamos nosotros mismos. Es la energía que atraemos o rechazamos. Así hay gatos que saludan, elefantes con dinero en la trompa, manos que atrapan suerte, y qué sé yo cuantos otros talismanes protectores.
Pero ninguna de esas cosas nos prepara, nos concientiza de nuestra fragilidad humana, nuestra vulnerabilidad. La mejor forma de no ser sorprendidos con nada en la vida es prepararnos, no como una tragedia, sino como un ejercicio diario, como quien se prepara para una maratón. Cada día estar en paz con Dios, en paz con la gente que nos rodea, en paz con nosotros mismos… que es la parte más difícil.
Pensar muy bien qué es lo que vamos a dejar para mañana, priorizar todo aquello que tenga que ver con el amor, el perdón.
Quien está preparado nada le sorprende y toma cada problema como un desafío nuevo, sin enojarse, sin maldecir, sin quejarse o echar culpas… simplemente acepta la vida como se va presentando, poniéndole la mejor cara, disfrutando lo que s puede y sobre todo agradeciéndole a Dios, en esa conciencia que todo lo que somos y tenemos es de Dios. Amén.

Querido Jesús, ayúdame a comprender que es más importante prepararme para la vida que saber en qué momento van a pasar las cosas. Ayúdame a no confiar en amuletos ni en las cartas, los caracoles o los horóscopos, nada pueden decirme ni adelantarme, porque no es voluntad de Dios que me adelante a nada, sino que viva el presente y asuma el rol que Él quiere que tome, te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 18 de noviembre de 2016

20 de Noviembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 122

“¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus, las tribus del Señor
–según es norma en Israel–
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.

Auguren la paz a Jerusalén:
«¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!».
Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: «La paz esté contigo».
Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad.” Amén.

Curiosidades

¿Qué es la Contrarreforma católica?

El concilio de Trento coronó con éxito, en muy difíciles circunstancias, la doble tarea de trazar con firmeza las líneas de la recta doctrina católica y poner los cimientos de una renovación sólida, profunda y duradera de las instituciones de la Iglesia.

La difusión de las ideas reformistas y los esfuerzos de los católicos por frenar su expansión crearon un gran caos no sólo doctrinal, sino también social y político en toda la cristiandad europea. El imperio alemán, escindido en numerosos principados, ducados y obispados, amenazaba con quedar reducido a ruinas. En Francia, el calvinismo parecía arrastrar a toda la nación, y estallaron sangrientas guerras religiosas. Inglaterra se había perdido para Roma. En Escocia triunfó el partido calvinista. Habían abrazado el luteranismo el norte alemán y los países escandinavos. Polonia, Hungría y Bohemia estaban desgarradas por movimientos protestantes. Los cantones suizos se habían escindido en bandos irreconciliables. Incluso en los dos baluartes del catolicismo, las penínsulas Itálica e Ibérica, había círculos que simpatizaban con la Reforma. Y todo ello en un momento en que el imperio turco alcanzaba la cima de su poder y sus ejércitos avanzaban incontenibles por la cuenca del Mediterráneo oriental y Europa Central.

Para evitar el colapso de la cristiandad era imprescindible recomponer la unidad, y el único medio eficaz era la celebración de un concilio. Pero el concilio se demoró demasiado. No se convocó hasta 1545, es decir, casi treinta años después de los primeros grandes estallidos de la rebelión. Si, por un lado, todos eran conscientes de su necesidad, por otro, la idea del concilio suscitaba suspicacias. Los papas temían que su convocatoria acentuara las tendencias conciliaristas y mermara la autoridad papal. Los príncipes protestantes alemanes y el rey de Francia recelaban que acrecentara el poder y la influencia del emperador. Por fin, con la paz de Crespy (1544) firmada entre el emperador Carlos V y el rey de Francia, Francisco I, se consiguió crear el clima mínimo de colaboración necesario para convocar la gran asamblea. La inauguración tuvo lugar en la ciudad italiana de Trento el 13 de diciembre de 1545. Las sesiones se desarrollaron en tres etapas.
http://www.historia-religiones.com.ar/el-concilio-de-trento-85

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 23:35-43

“El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: «Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!». También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: «Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!». Sobre su cabeza había una inscripción: «Este es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino». Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso». Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Los cristianos y cristianas hemos dejado de hablar de “temor” de Dios, un concepto propio del pensamiento hebreo.
Generalmente confundimos temor con miedo, pensando en el significado de las palabras en el idioma español. Pero la realidad es que en la terminología bíblica no son sinónimos.
Mientras que el miedo paraliza y esclaviza, el temor es la conciencia de Dios como el todopoderoso, quien está por encima de todos y a quien le debemos reverencia y obediencia.
Lutero frecuentemente utilizaba este término, en sus catecismos “Debes temer y amar a Dios”, al hablar de la experiencia de predicar “con temor y temblor”. Con esto no solo reconocía la grandeza de Dios y su justicia, sino que asumía su carácter pecador, de ser humano vulnerable y con posibilidades de equivocarse. Por lo que al predicar los textos bíblicos se conjugaba allí la mezcla entre la Palabra de Dios y la boca humana.
Hay algunas iglesias que predican sobre tiempos apocalípticos en donde el que no se apura arde en el infierno. Buscan generar un miedo al juicio de Dios como una forma de lograr adhesiones. Pero si tenemos miedo a Dios no lo podemos amar ni confiar en Él. Porque castigo y amor no pueden ir nunca de la mano.
Pero si hablamos de respeto, de conciencia de Dios como quien nos tiene en sus manos y a quien todo le debemos, el amor es parte. De la misma manera que sucede con nuestros padres: les respetamos porque le debemos lo que somos, y los amamos por eso mismo.
En los tiempos que vivimos hay poca conciencia de Dios. El ser humano se ha puesto en el centro y se cree insuperable, dueño de la vida y de manipular la vida también. Pero nuestra realidad finita, esto quiere decir, que por más poder que creamos que tenemos, vamos a morir al igual que el resto de la gente que habita la tierra, siempre se nos cae encima. Porque somos solo unos pobres mortales con ínfulas de Dios.
El temor de Dios nos ayuda a cuidar la naturaleza, el ecosistema, a tenernos como parte de la naturaleza, y a la necesidad de cuidarnos mutuamente para mejorar también nuestras propias vidas. El temor de Dios es parte de nuestra fe, y es que hace que descansemos en sus manos, en la tranquilidad que Dios sabe qué es lo mejor para cada uno de nosotros. Amén.

Querido Jesús, hoy quiero pedir perdón por mi prepotencia, por creer demasiado en mí misma no dándome cuenta que sin vos, sin Dios, no soy nada. Enseñame a vivir como vos lo hiciste aquí en la tierra, obedeciendo a Dios y descansando en Él también. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 11 de noviembre de 2016

13 de Noviembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 98

“Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.

Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey.

Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra;
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.” Amén.

Curiosidades

¿Cuál es el contexto histórico del Concilio de Trento?

Como Soberano, después de la imposición de la Corona Imperial por mano del pontífice (1530), Carlos se sentía obligado a dedicarse completamente a la solución de los problemas que el luteranismo había creado en Europa y en Alemania en particular, con el fin de salvaguardar la unidad de la fe cristiana contra el embate de los turcos. Antes, en 1523 había cedido las islas de Malta y Gozo, así como Trípoli a la Orden de Malta.
En el mismo año 1530 convocó la Dieta de Augsburgo, en la cual se enfrentaron luteranos y católicos sobre las llamadas Confesiones de Augsburgo. Carlos confirmó el Edicto de Worms de 1521, es decir la excomunión para los luteranos, amenazando la reconstitución de la propiedad eclesiástica. Como respuesta, los luteranos, representados por las llamadas «órdenes reformadas», actuaron dando vida a la Liga de Esmalcalda (1531). Tal coalición, dotada de un ejército y de una caja común, fue llamada también la «liga de los protestantes».
Es claro que los seguidores de la doctrina de Lutero asumieron la denominación «protestantes» en cuanto ellos, reunidos en «órdenes reformadas», en el curso de la segunda Dieta de Espira de 1529, protestaron contra la decisión del Emperador de restablecer el Edicto de Worms: edicto que había sido suspendido en la precedente Dieta de Espira (1526).
Reconociendo que era necesaria una reforma y para intentar resolver el problema, el pontífice Pablo III convocó un Concilio ecuménico en la ciudad de Trento, cuyos trabajos comenzaron oficialmente el 5 de diciembre de 1545. Concilio del que ni el emperador ni el papa que lo había convocado vieron la conclusión.
Tras la negativa de los protestantes a reconocer el Concilio de Trento, el emperador comenzó la guerra en el mes de junio de 1546, con un ejército armado por el pontífice, al mando de Octavio Farnesio, otro austríaco mandado por Fernando de Austria y otro de los soldados de los Países Bajos al mando del Conde de Buren. También apoyaba al Emperador, Mauricio de Sajonia que había sido hábilmente apartado de la Liga de Esmalcalda. Carlos V consiguió una contundente victoria en la batalla de Mühlberg en el 1547, poco después los príncipes alemanes se retiraron y se subordinaron al Emperador. De la dieta de Augsurgo de 1548, resultó un secreto imperial conocido como el ínterin de Augsburgo, para gobernar la Iglesia en espera de las resoluciones del Concilio. En el ínterin se respetaba la doctrina católica, pero se permitía la comunión por las dos especies y el matrimonio del clero.
Tras la victoria imperial en la guerra de Esmalcalda (1546-1547), muchos príncipes protestantes estaban descontentos con los términos religiosos del Interim de Augsburgo, impuesto tras la derrota. En enero de 1552, liderados por Mauricio de Sajonia, muchos formaron una alianza con Enrique II de Francia en el Tratado de Chambord (1552). A cambio de apoyo financiero francés y asistencia, le prometieron a Enrique la posesión de los Tres Obispados (Metz, Verdún y Tolón) como vicario del Imperio. En la consecuente guerra de príncipes, Carlos tuvo que huir a Carintia ante el avance de Mauricio de Sajonia, mientras que Enrique capturó las fortalezas de Metz, Verdun y Tolón. Ante la guerra con Francia, su hermano Fernando, como rey de Romanos, negoció la paz con los protestantes en el tratado de Passau (1552), en el que el emperador garantizaba la libertad de culto a los protestantes.
A pesar de su victoria no logró el anhelado deseo de unificar política y socialmente el luteranismo con el catolicismo, por lo que tan sólo ocho años después, en 1555, se vio obligado a suscribir la «Paz de Augsburgo» por medio del cual se reconocía el inalienable derecho de los alemanes de adherirse a la confesión católica o al luteranismo. Dando fin, aunque sea de manera temporal (50 años), al largo conflicto surgido por la Reforma.
http://blogs.ua.es/guerraenelsigloxvi/2012/02/10/carlos-v-contra-los-principes-protestantes/

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 21:5-19

“Y como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron» «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va suceder?».
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin». Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en cielo. 
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿Cómo puedo entender este texto que habla de desastres ecológicos, de destrucción, de persecución y muerte, pero al mismo tiempo dice “Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza”?
Muchas veces la gente considera que Dios está a su lado cuando las cosas van bien, cuando todo lo que emprende le va bien y el lugar en donde vive está en paz. Pero ¿qué decir a quienes viven en medio de la guerra, o la pobreza ha tocado la puerta de su casa o la enfermedad ha nublado su vida? ¿Dios no está acompañando y cuidando en ese mismo momento?
Tenemos una mente matemática, no logramos entender otra lógica que la de la retribución, y se nos complica pensar que en medio de la confusión y la muerte “ni siquiera un cabello se nos caerá de la cabeza”. Porque el problema es que nos concebimos en una integridad corporal, física, y entendemos que nos falta algo cuando nos falta algún miembro del cuerpo (si bien no valoramos tanto cada cabello, se nos caen varios diariamente).
Lo interesante de este concepto, el confiar que Dios nos da las palabras que no tenemos o no podemos decir, nos da sabiduría, más allá de nuestra preparación, en el momento justo, es que a partir de que Dios nos adopta como a sus hijos e hijas nada ni nadie puede hacernos daño… incluso aunque a los ojos humanos lo parezca. Ahí está el punto. Lo que tanto nos cuesta creer y entender. Ahí está la razón de porqué hay personas que a nuestros ojos tendría que estar reclamando a Dios por su vida, y sólo agradece y dice “qué más le puedo pedir a Dios, si Él me ha bendecido tanto”. ¿Qué es lo que pasa dentro de la persona que agradece a Dios cuando a la vista no sólo se le han caído algunos cabellos, sino que tiene su vida magullada? ¿qué es lo que esa persona vive que nosotros no?
Es inexplicable, porque se trata de la fe, y nadie puede lograr que otro perciba en su cuerpo, en su vida, lo que hace la fe.
Los primeros cristianos cantaban salmos a Dios mientras eran torturados de diversas maneras en el circo romano o en las cárceles… era inentendible para quienes lo veían. Hoy esto se manifiesta de otras maneras, pero es lo mismo. Es alabar y agradecer a Dios porque sentimos su presencia claramente. ¿Cómo se puede lograr? Abriendo nuestro corazón y permitiendo que Dios actúe. Pero también no dejándonos atrapar por las voces que hablan del fin del mundo y de fechas y acontecimientos que solo Dios sabe. Amén.

Querido Jesús, hoy te quiero dar gracias por la fe, porque me la has dado y porque va creciendo en mí cada vez que me encuentro con personas que dan esos testimonios de amor y confianza, que nada tiene que ver con lo que valoramos los seres humanos. Te pedo que me sigas bendiciendo para dar testimonio de esta fe, te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 4 de noviembre de 2016

6 de Noviembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 17

“Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.
Tú me harás justicia,
porque tus ojos ven lo que es recto:

si examinas mi corazón y me visitas por las noches,
si me pruebas al fuego, no encontrarás malicia en mí.
Mi boca no se excedió ante los malos tratos de los hombres;
yo obedecí fielmente a tu palabra, y mis pies se mantuvieron firmes
en los caminos señalados: ¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!

Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:
inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu gracia, tú que salvas de los agresores
a los que buscan refugio a tu derecha.

Protégeme como a la pupila de tus ojos;
escóndeme a la sombra de tus alas
de los malvados que me acosan,
del enemigo mortal que me rodea.

Se han encerrado en su obstinación,
hablan con arrogancia en los labios;
sus pasos ya me tienen cercado,
se preparan para derribarme por tierra,
como un león ávido de presa,
como un cachorro agazapado en su guarida.

Levántate, Señor, enfréntalo, doblégalo;
líbrame de los malvados con tu espada,
y con tu mano, Señor, sálvame de los hombres:
de los mortales que lo tienen todo en esta vida.

Llénales el vientre con tus riquezas;
que sus hijos también queden hartos
y dejen el resto para los más pequeños.
Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,
y al despertar, me saciaré de tu presencia.” Amén.

Curiosidades

¿Qué sucede en la Dieta de Ratisbona?
En la Dieta de Ratisbona (1532) Carlos cambió de parecer y acordó una tregua con los protestantes, por la cual los asuntos religiosos se mantendrían como hasta entonces hasta la convocatoria de concilio. La solución de este cambio era nuevamente el avance de Solimán, que había conquistado Hungría y amenazaba Viena. La siguiente dieta no se convocaría hasta nueve años después, durante de los cuales Carlos había vencido a los turcos en Túnez (1536) y había expulsado a Francisco I de Milán. Además, Clemente VII había muerto y le había sucedido Pablo III, que estaba a favor de la convocatoria de un concilio. Martín Lutero, a iniciativa de Juan Federico de Sajonia, hijo del fallecido Juan, redactó los Artículos de Esmalcalda (1536) como compendio de su doctrina para ser presentado en el concilio. No obstante, al final del mismo, Lutero aseguraba que no estaba dispuesto a variar su doctrina, por lo que la negociación estaba condenada al fracaso. El reformador, en su escrito Sobre los concilios de la Iglesia, defendía que sólo un concilio convocado por los poderes civiles y por el Emperador tenía validez porque ahí estarían representados los intereses del pueblo cristiano. A principios de 1541 comenzó la Dieta de Ratisbona donde, pese a unos pequeños compromisos iniciales, el acuerdo final no tuvo lugar. El cambio fundamental había tenido lugar poco antes. El Landgrave Felipe de Hessen, líder de la Liga de Esmalcalda, se había pasado al bando del Emperador debido al enfrentamiento con Lutero suscitado por la cuestión de la bigamia.
Al fin, las relaciones entre Carlos V y Pablo III fueron resquebrajándose a causa de la abierta colaboración del Papa con Francisco I, que se había aliado con los turcos frente al Emperador. En la Dieta de Spira de 1544, Carlos asumió la dirección incluso en asuntos religiosos y, por primera vez, católicos y protestantes se pusieron de acuerdo en una cosa. Se había difundido la noticia de que Francisco I, pese a apoyar oficialmente a la Liga de Esmalcalda, se había comprometido a atacarla a cambio del ducado de Milán. Como respuesta, todos los Estados alemanes aprobaron la petición del Emperador de armar un gran ejército para atacar a Francia o al Turco. En lo religioso, Carlos impuso que en adelante no se podría imponer nada por motivos de fe, se suspendían todas las medidas contra los Estados protestantes y se dejaba la cuestión para que fuera resuelta en el futuro concilio. El Papa cargó contra Carlos acusándole de intervenir en cuestiones religiosas y de no respetar el poder de la Santa Sede. Lutero le respondió en 1545 en Contra el papado de Roma fundado por el diablo, un ataque plagado de insultos y de obscenidades ilustrado. En el fondo, Lutero seguía defendiendo la supremacía de la autoridad imperial y conciliar sobre la del Santo Padre.
http://blogs.ua.es/luteromartin/2011/08/13/la-reforma-en-las-dietas-imperiales/

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 20:27-40

“Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda". Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?».
Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan,  pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él».
Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: «Maestro, has hablado bien». Y ya no se atrevían a preguntarle nada.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Los seres humanos tenemos una mente limitada, y aunque busquemos de muchas maneras superarnos a nosotros mismos, tenemos un tope. Uno de nuestros topes es la eternidad de Dios.
La promesa que Jesús nos ha hecho es que quien vive una vida en la fe, resucitará y compartirá la eternidad junto a Dios, algo que aceptamos, repetimos, pero no terminamos de comprender. Y lo que nos pasa es que nos imaginamos esa nueva vida como la que vivimos ahora: con el tiempo y el espacio, con las relaciones y los cuerpos que tenemos ahora. Nos resulta muy difícil imaginarnos una vida sin envejecer, sin hombres y mujeres, sin género ni nuestra corporeidad con sus características físicas.
Dios es un Dios de vivos, por eso no concibe la muerte como parte de su plan, incluso en el ciclo de la vida lo podemos observar, porque donde un ser murió sigue la vida de otro, como alimento, como abono.
Creemos en ese Dios de la Vida, que a través de Cristo nos da Vida en Abundancia, esto es acá y después de nuestra muerte. ¿Cómo va a ser?...
No lo sabemos… pero ¿importa? ¿cambia algo en nuestra vida ahora?...
Creo que no, porque de lo que se trata es vivir cada día para Dios, dando testimonio, mejorando la realidad en la que vivimos.
Cuando Dios se aparece a Moisés en la zarza, aparte de la promesa y la revelación de Dios, había una tarea para cumplir, y era lo primero. De la misma manera, en vez de estar elucubrando cómo va a ser nuestra vida en la eternidad, ocupémonos de nuestra tarea acá… ¡y hay mucho por hacer! Así como los hicieron nuestros antepasados, Abraham, Isaac, Moisés, pero también quienes siguieron a Jesús, Hijo de Dios, que formaron la Iglesia, nuestros padres y abuelos. Amén.

Querido Jesús, gracias por ser tan claro cuando hablás y cuando nos cortás “el mambo”, cuando nos ponemos a delirar con pensamientos inútiles. Quiero ser concreta como vos y dedicarme a la tarea que me has encomendado, ayúdame a ver mi misión. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.