viernes, 29 de julio de 2011

31 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 145


“Te exaltaré mi Dios, oh Rey,
y bendeciré Tu nombre eternamente y para siempre.
Todos los días te bendeciré,
y alabaré Tu nombre eternamente y para siempre.
Grande es el mi Señor, y digno de ser alabado en gran manera,
y Su grandeza es inescrutable.


Una generación alabará Tus obras a otra generación,
y anunciará Tus hechos poderosos.
En el glorioso esplendor de Tu majestad,
y en Tus obras maravillosas meditaré.


Los hombres hablarán del poder de Tus hechos portentosos,
y yo contaré Tu grandeza.
Ellos proclamarán con entusiasmo la memoria de Tu mucha bondad,
y cantarán con gozo de Tu justicia.

Clemente y compasivo es el mi Señor,
lento para la ira y grande en misericordia.
Mi Señor es bueno para con todos,
y su compasión, sobre todas Sus obras.

Mi Señor, Tus obras todas Te darán gracias,
y Tus santos Te bendecirán.
La gloria de Tu reino dirán,
y hablarán de Tu poder,

Para dar a conocer a los hijos de los hombres

Tus hechos poderosos
y la gloria de la majestad de Tu reino.
Tu reino es reino por todos los siglos,

y Tu dominio permanece por todas las generaciones.

Mi Señor sostiene a todos los que caen,
y levanta a todos los oprimidos.

A Ti miran los ojos de todos,
y a su tiempo Tú les das su alimento.
Abres Tu mano,
y sacias el deseo de todo ser viviente.

Justo es el mi Señor en todos Sus caminos,
y bondadoso en todos Sus hechos.
Mi Señor está cerca de todos los que Lo invocan,
De todos los que Lo invocan en verdad.

Cumplirá el deseo de los que Le temen,
también escuchará su clamor y los salvará.
Mi Señor guarda a todos los que Lo aman,
pero a todos los impíos destruirá.

Mi boca proclamará la alabanza de mi Señor;
y toda la humanidad bendecirá Su santo nombre

eternamente y para siempre.” Amén.


Curiosidades


¿Cuáles eran los alimentos que se consumían en los tiempos de Jesús?


Como la familia típica hebrea era principalmente vegetariana.

El alimento típico de la gente en la Biblia es el pan, que se hacía de ya sea con harina de trigo o de cebada, éste último era el ingrediente usual del pan que comía la gente pobre. También aparece el método primitivo de comer el trigo arrancando las espigas frescas y de quitar la cáscara frotando con las manos.

En las huertas se producían uvas y aceitunas, estas últimas se utilizaban para extraer el aceite, pero también se las preservaba en salmuera para el consumo, normalmente se comían con pan como aperitivo. Otro aperitivo, utilizado sobre todo en la Pascua, era una salsa preparada con dátiles, higos, pasas y vinagre.

En Palestina eran muy apreciadas las uvas y los higos, mientras que en el otro extremo de la escala social se encontraban el fruto o las vainas del algarrobo.

En el mundo judío de la época neotestamentaria las leyes alimentarias se cumplían rigurosamente, especialmente en lo referente a los alimentos de origen animal. La abolición de estas reglas es uno de los temas que se destacan en el N.T. Entre los animales limpios que podían comerse (siempre que hubieran sido sacrificados en forma adecuada y se les hubiera sacado toda la sangre, de modo que fueran kosher) podemos mencionar el cabrito y el becerro, especialmente engordados para ocasiones festivas.

Los diferentes pescados estaban clasificados como puros e inmundos al igual que los animales, y eran consumidos popularmente. Las aves no parecen como alimentos frecuentes, aunque sí aparece el consumo de huevo. La langosta era el insecto comestible que se consumía junto a la miel silvestre.

El condimento principal era la sal. También se consumía la menta, el eneldo, el comino, la ruda y la mostaza usándose mayormente las hojas.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Mateo 14:13-21


Al oír esto, Jesús se fue de allí en una barca, solo, a un lugar desierto; y cuando las multitudes lo supieron, lo siguieron a pie desde las ciudades. Cuando Jesús desembarcó, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos y sanó a sus enfermos.

Al atardecer se acercaron los discípulos, diciendo: “El lugar está desierto y la hora ya es avanzada; despide, pues, a las multitudes para que vayan a las aldeas y se compren alimentos.” Pero Jesús les dijo: “No hay necesidad de que se vayan; denles ustedes de comer.” Entonces ellos dijeron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.” “Traigan acá los panes y los peces,” les dijo.

Y ordenando a la muchedumbre que se sentara sobre la hierba, Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos. Después partió los panes y se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud. Todos comieron y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas. Y los que comieron fueron unos 5.000 hombres, sin contar las mujeres y los niños.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


Hay algo que siempre me ha llamado la atención, y que seguramente a muchos de ustedes les ha pasado también: cuando la comida es poca y muchos los comensales, no sé por qué razón, no sólo todos quedan satisfechos sino que la comida sobra. Lo he vivido en muchas oportunidades y siempre ha sido así.

Lo he vivido en el campo, en la ciudad, en diferentes lugares por los que he pasado, y el esquema se repite. Y tiene que ver con la hospitalidad, el no tener problemas de poner un plato más a la mesa o armar alguna cama por ahí para alojar a una persona, la conozcamos o no.

La hospitalidad tiene que ver con el ser cristiano, es una de las esencias. Está relacionado directamente con el amor…

Y es que cuando Jesús estaba en el desierto y los discípulos tenían miedo que lo que tenían para comer no les alcanzara, porque había mucha gente, él no tuvo otro pensamiento que “poner otro plato a la mesa”. Y el milagro ocurrió. Ése que ocurre cada vez que alguien dice: “quedate, la comida no es mucha, pero la vamos a compartir”. El milagro de compartir, ése es el que se multiplica y bendice.

¿Nunca lo pensaste?

Yo he sido criada en un hogar hospitalario y mi hogar lo sigue siendo, y gracias a Dios mis hijos también han aprendido el gusto de hospedar y recibir a alguien en la casa, y espero que mis nietos también sigan esta tradición.

La hospitalidad es la forma en que permitimos que Dios actúe bendiciéndonos con el don de la amistad. La charla y la intimidad que se da en una mesa es algo muy especial. La alegría y la despreocupación que se produce al compartir una mesa es realmente sanadora… y no importa lo que hay sobre la mesa, qué es lo que estamos comiendo.

La próxima vez que alguien “caiga” a tu casa a la hora de la comida, poné un plato más a la mesa e invítalo, Jesús se va a encargar de multiplicar la comida de tu mesa. Amén.


Querido Jesús, siempre me sorprendés con tus enseñanzas y con la simplicidad de tu mensaje. En este mundo en donde andamos tan apurados y sin tiempo para sentarnos a compartir en la mesa, vos me decís “tomate un tiempo, te va a hacer bien”. En este mundo en donde pensamos cada vez más en nosotros mismos, vos me decís: “no mires tanto el dinero, yo te voy a dar una mano, nada te va a faltar, al contrario, te va a sobrar”. Gracias, Jesús, por tu gran bendición, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 22 de julio de 2011

24 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 119 (57-77.127-130)


“… El mi Señor es mi porción;
he prometido guardar Tus palabras.
Supliqué Tu favor con todo mi corazón;
ten piedad de mí conforme a Tu promesa.
Consideré mis caminos,
y volví mis pasos a Tus testimonios.
Me apresuré y no me tardé
en guardar Tus mandamientos.
Los lazos de los incrédulos me han rodeado,
pero no me he olvidado de Tu ley.
A medianoche me levantaré para dar gracias a Ti
por Tus justas ordenanzas.
Compañero soy de todos los que Te reverencian,
y de los que guardan Tus preceptos.
La tierra, oh mi Señor, está llena de Tu misericordia;
enséñame Tus estatutos.


Bien has obrado con Tu siervo,
Oh mi Señor, conforme a Tu palabra.
Enséñame buen juicio y conocimiento,
pues creo en Tus mandamientos.
Antes que fuera afligido, yo me descarrié,
pero ahora guardo Tu palabra.
Bueno eres Tú, y bienhechor;
enséñame Tus estatutos.
Los soberbios han forjado mentira contra mí,
pero de todo corazón guardaré Tus preceptos.
Su corazón está cubierto de grasa,
pero yo me deleito en Tu ley.
Bueno es para mí ser afligido,
para que aprenda Tus estatutos.
Mejor es para mí la ley de Tu boca
que millares de monedas de oro y de plata.


Tus manos me hicieron y me formaron;
dame entendimiento para que aprenda Tus mandamientos.
Que los que Te temen, me vean y se alegren,
porque espero en Tu palabra.
Yo sé, mi Señor, que Tus juicios son justos,
y que en Tu fidelidad me has afligido.
Sea ahora Tu misericordia para consuelo mío,
conforme a Tu promesa dada a Tu siervo.
Venga a mí Tu compasión, para que viva,
porque Tu ley es mi deleite.
Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con mentira;
Pero yo en Tus mandatos meditaré.
Vuélvanse a mí los que Te temen
Y conocen Tus testimonios.
Sea íntegro mi corazón en Tus estatutos,
para que yo no sea avergonzado.

Por tanto, amo Tus mandamientos
más que el oro, sí, más que el oro fino…

… Por tanto, estimo rectos todos Tus preceptos

acerca de todas las cosas,
y aborrezco todo camino de mentira.

Maravillosos son Tus testimonios,
por lo que los guarda mi alma.
La exposición de Tus palabras imparte luz;
da entendimiento a los sencillos…”
Amén.


Curiosidades


¿Se escondían tesoros en la tierra antiguamente?


“Tesoro” en la Biblia, se refiere a cosas valiosas, tales como el oro y la plata. “Tesoros de las tinieblas” son riquezas o tesoros escondidos; “tesoros de impiedad” son ganancias mal habidas. En Mt.2:11 los “tesoros” son cajas que contienen objetos valiosos.

La palabra “tesoro” (del latín thesaurus y este del griego θησαυρός) y es una concentración de riqueza inmovilizada, especialmente la de metales preciosos, piedras preciosas, monedas, joyas, obras de arte o cualquier otro bien económico de escasez relativa. Su finalidad es servir de depósito de valor económico. La difusión pública de su existencia o su mantenimiento en secreto puede formar parte esencial de sus funciones, por un lado para servir de medio de ostentación y prestigio social (en cuyo caso es habitual la exageración y mitificación); o por el contrario, para asegurar la continuidad en la posesión a su propietario, que, en algunos casos, puede experimentar un placer morboso en su contemplación, conservación y aumento (avaricia) Aunque sea fruto del ahorro, el atesoramiento es incompatible con la inversión de capital y con la circulación monetaria, y fue característico del modo de producción feudal frente al modo de producción capitalista.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Mateo 13:44-52


El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.

“El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas, y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.

“El reino de los cielos también es semejante a una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase. Cuando se llenó, la sacaron a la playa; y se sentaron y recogieron los peces buenos en canastas, pero echaron fuera los malos. Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.

“¿Han entendido ustedes todas estas cosas?” “Sí,” Le dijeron ellos. Entonces Jesús les dijo: “Por eso todo escriba que se ha convertido en un discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


¿Te imaginás encontrarte con algo más valioso de todo lo que podés conseguir con dinero, algo que te haga tan feliz que nada más te interese o te importe?

Eso es posible. Y no es ninguna propaganda de nada ni un espejismo. Descubrir la felicidad que Jesús provoca en mi vida o en la de cualquier persona es algo casi inexplicable, porque no tiene nada que ver con lo que conocés.

Lo interesante es que la exigencia de Jesús no pasa porque tus conocimientos, tus afectos, tu familia, tus tradiciones, tengan que cambiar, todo eso tiene un plus, un agregado que te permite descubrir el valor de todo eso a la luz del evangelio: es “como sacar de un tesoro cosas nuevas y cosas viejas que se complementan y se revalorizan en la combinación.

Yo no cambio por nada mi fe en Jesucristo y por pertenecer a su Reino, porque creo que es el mayor tesoro que puedo tener, porque a partir de Jesús he aprendido a valorarme a mí misma y a los demás, a respetarme a mí misma y a los demás. Al vivir junto a Cristo he descubierto que el valor no está en el dinero, ni en lo material, ni todo lo que sale de ahí. Porque cuando experimento lo que se siente el estar en comunión, el sentir con el otro, el luchar por el que no puede defenderse, es tan grande la satisfacción que no existe una alegría mayor.

¿Cómo explicar esto a quienes no lo conocen? Tal vez simplemente con este pequeño testimonio. Tal vez contándole que aunque tengo problemas en la vida nada me desespera, porque sé que Dios me va a cuidar y que no me va a hacer faltar nada. Tal vez contándole que desde que dejé de pensar tanto en mí misma y volcarme a los demás, muchos de mis problemas se resolvieron, porque evidentemente el énfasis que le ponía era exagerado. En fin… descubrir a Cristo y la felicidad que esto provoca no se puede expresar en palabras: hay que vivirlo. Amén.


Querido Jesús, cuando me preguntás si entiendo lo que significa el Reino de los Cielos es una alegría decirte que sí, que lo entiendo y lo vivo. Ayudame que lograr transmitirlo a las demás personas, a aquellas que están tristes y desconsoladas, a aquellas que viven agobiadas y estresadas corriendo de cosas que tal vez nunca puedan alcanzar, esperando a vivir cuando lo logren. La vida es ahora y es hoy el día en que tengo que darme cuenta de que el único tesoro sos vos, mi Cristo, mi Señor. Permitime ser testigo de tu evangelio para que muchos puedan conocerte. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 15 de julio de 2011

17 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 86


“Inclina, oh mi Señor, Tu oído y respóndeme,
porque estoy afligido y necesitado.
Guarda mi alma, pues soy piadoso;

Tú eres mi Dios; salva a Tu siervo que en Ti confía.
Ten piedad de mí, oh mi Señor,
porque a Ti clamo todo el día.
Alegra el alma de Tu siervo,
porque a Ti, oh mi Señor, elevo mi alma.


Pues Tú, mi Señor, eres bueno y perdonador,
abundante en misericordia para con todos los que Te invocan.
Escucha, oh mi Señor, mi oración,
y atiende a la voz de mis súplicas.


En el día de la angustia Te invocaré,
porque Tú me responderás.
No hay nadie como Tú entre los dioses, oh mi Señor,
ni hay obras como las Tuyas.


Todas las naciones que Tú has hecho

vendrán y adorarán delante de Ti, mi Señor,
y glorificarán Tu nombre.
Porque Tú eres grande y haces maravillas;
sólo Tú eres Dios.


Enséñame, oh mi Señor, Tu camino;
andaré en Tu verdad;
unifica mi corazón para que tema Tu nombre.

Te daré gracias, mi Señor mi Dios, con todo mi corazón,
y glorificaré Tu nombre para siempre.
Porque grande es Tu misericordia para conmigo,
y has librado mi alma de las profundidades del Seol.


Oh Dios, los arrogantes se han levantado contra mí,
y una banda de violentos ha buscado mi vida,
y no Te han tenido en cuenta.
Pero Tú, mi Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad,
lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad.
Vuélvete hacia mí, y tenme piedad;

da Tu poder a Tu siervo,
y salva al hijo de Tu sierva.
Muéstrame una señal de bondad,
para que la vean los que me aborrecen y se avergüencen,
porque Tú, oh mi Señor, me has ayudado y consolado.”
Amén.


Curiosidades


¿Qué es la cizaña y qué característica tiene?


La cizaña es una gramínea de inflorescencia simple y larga. Las espiguillas sentadas, están dispuestas de forma alterna, una a continuación de la otra a cada lado del tallo. Se diferencia este Lolium de otros por la forma, ovalada no puntiaguda, tamaño y consistencia de las glumelas; también porque la gluma es casi tan larga como la espiguilla. También es característico de esta planta la presencia de una arista, bastante larga y visible a simple vista, en la glumela de las flores basales, aunque no sea un carácter fijo.

El tallo es rígido, y puede crecer hasta 1 metro de altura, con inflorescencias en laespiga y grano de color violáceo.

Regularmente crece en las mismas zonas productoras de trigo y se considera una maleza de ese cultivo. La similitud entre estas dos plantas es tan grande, que en algunas regiones la cizaña suele denominarse "falso trigo".

La cizaña también le da su nombre a otro grano comestible, la cizaña acuática, conocida como "falso arroz".


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Mateo 13:24-43


Jesús les contó otra parábola: “El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando el trigo brotó y produjo grano, entonces apareció también la cizaña. Y los siervos del dueño fueron y le dijeron: ‘Señor, ¿no sembró usted buena semilla en su campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?’ El les dijo: ‘Un enemigo ha hecho esto.’ Y los siervos le dijeron: ‘¿Quiere, usted, que vayamos y la recojamos?’ Pero él dijo: ‘No, no sea que al recoger la cizaña, arranquen el trigo junto con ella. Dejen que ambos crezcan juntos hasta la cosecha; y al tiempo de la cosecha diré a los segadores: “Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, pero el trigo recójanlo en mi granero.”’”

Otra parábola les contó Jesús: “El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo, y que de todas las semillas es la más pequeña; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.”

Les dijo otra parábola: “El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó fermentado.”

Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes, y nada les hablaba sin parábola, para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta, cuando dijo:

“Abriré mi boca en parábolas;

hablaré de cosas ocultas

desde la fundación del mundo.”

Entonces Jesús dejó a la multitud y entró en la casa. Y se acercaron Sus discípulos, diciendo: “Explícanos la parábola de la cizaña del campo.” Jesús les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre, y el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno; el enemigo que la sembró es el diablo, la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a Sus ángeles, y recogerán de Su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad; y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.

Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


Muchos hablan acerca del Reino de los Cielos como algo que existe aparte de esta vida que vivimos en la tierra, pero no es así. A lo largo de los evangelios el propio Jesús pretende dejar bien claro que el Reino de los Cielos está tan presente como él mismo cuando caminaba aquí en la tierra.

Y pensar en esto como una realidad que vivimos, aunque muchos no lo perciban de esta manera es maravilloso. Porque significa que Dios está presente entre nosotros dando señales de su presencia también.

Tal vez me digas ¿dónde? Y te entiendo, porque a nuestro alrededor vemos tanta violencia, corrupción y abuso que enseguida nos nace decir ¿dónde está Dios?

Ahora fijate, te invito a que observes todo aquello que rodea tanta injusticia. Verás personas de carne y hueso como vos y como yo luchando por la vida, denunciando la corrupción, sacando a luz los abusos… y ahí está Dios.

No está en las grandes voces ni en la primera plana. Está en todo lo que pasa por atrás, alrededor, en lo que sostiene y ayuda a renacer. Dios está en nuestra vida cotidiana, en las pequeñas cosas, en los detalles, en lo que no sale ni en los diarios ni en la TV. Ahí está el Reino de Dios, que no necesita hacer promociones ni propaganda… no tiene tiempo para eso: está trabajando. En cada mano, en cada corazón, en cada persona que busca hacer de este mundo un lugar mejor para todos y que está convencido que no es algo mágico, sino que se construye en el día a día.

¿No es hermoso? Vos también podés formar parte del Reino de Dios. Animate. Amén.


Querido Jesús, vos me has llamado, querés que sea tu herramienta para que tu reino crezca. ¡Acepto tu invitación! Yo también creo que es posible cambiar el mundo a partir de las pequeñas cosas, los pequeños gestos, así como un poco de levadura logra elevar gran cantidad de harina. Dame la perseverancia, la voluntad y la sabiduría para hacerlo. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.