viernes, 27 de abril de 2012

29 de Abril

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 118

“Alaben a mi Señor, porque él es bueno, 
       porque para siempre es su misericordia.

Diga ahora Israel 
       que para siempre es su misericordia.

Diga ahora la casa de Aarón
       que para siempre es su misericordia.

Digan ahora los que temen a mi Señor 
       que para siempre es su misericordia.

Desde la angustia invoqué a mi Señor, 
    y me respondió mi Señor, poniéndome en lugar espacioso.

Mi Señor está conmigo; no temeré 
    lo que me pueda hacer el hombre.

Mi Señor está conmigo entre los que me ayudan; 
    por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen.

Mejor es confiar en mi Señor 
    que confiar en el hombre.

Mejor es confiar en mi Señor 
    que confiar en príncipes.

Todas las naciones me rodean; 
    mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.

Me rodean y me asedian; 
    mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.

Me rodean como abejas;
    se enardecen contra mí como fuego entre espinos; 
    mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.

Me empujaste con violencia para que cayera, 
    pero me ayudó mi Señor.

Mi fortaleza y mi cántico es mi Señor, 
    y él me ha sido por salvación.

Voz de júbilo y de salvación 
    hay en las tiendas de los justos; 
    la diestra de mi Señor hace proezas.

La diestra de mi Señor es sublime; 
    la diestra de mi Señor hace valentías.

 ¡No moriré, sino que viviré 
    y contaré las obras de mi Señor!

Me castigó gravemente mi Señor, 
    pero no me entregó a la muerte.

¡Abridme las puertas de la justicia;
    entraré por ellas, alabaré a mi Señor;

esta es la puerta de mi Señor; 
    por ella entrarán los justos!

Te alabaré porque me has oído 
    y me fuiste por salvación.

 La piedra que desecharon los edificadores 
    ha venido a ser la cabeza del ángulo.

De parte de mi Señor es esto 
    y es cosa maravillosa a nuestros ojos.

Este es el día que hizo mi Señor; 
    ¡nos gozaremos y alegraremos en él!

 Mi Señor, sálvanos ahora, te ruego; 
    te ruego, mi Señor, que nos hagas prosperar ahora.

 ¡Bendito el que viene en el nombre de mi Señor! 
    Desde la casa de mi Señor os bendecimos.

 Mi Señor es Dios y nos ha dado luz; 
    aten víctimas con cuerdas 
    a los cuernos del altar.

 Mi Dios eres tú y te alabaré; 
    Dios mío, te exaltaré.

 Alab
en a mi Señor, porque él es bueno, 
       porque para siempre
es su misericordia.Amén.

Curiosidades

El hebreo zeeb y el griego likos se refieren al tipo asiático de lobo. Su zona y su número se han reducido drásticamente por el crecimiento de la población y los métodos modernos de control, pero hasta los tiempos del Nuevo Testamento era lo suficientemente común como para constituir una amenaza para el ganado, aunque actualmente se acepta que los lobos no han constituido nunca el peligro para el ser humano que la leyenda popular les ha asignado. Su naturaleza carnívora está implícita en la mayoría de los pasajes, pero al lobo se lo menciona únicamente en sentido metafórico en todas partes. Es notable que en más de la mitad de las referencias el lobo representa a alguien con autoridad que hace abuso de su posición, por ejemplo en Sofonías 3:3 “Sus jueces, lobos nocturnos”. El lobo en Palestina es similar al del centro y norte de Europa, aunque más pequeño.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 10:11-18

»Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Pero el asalariado, que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye porque es asalariado y no le importan las ovejas.
»Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; a esas también debo atraer y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo, de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” Amén.
 

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Una de las características propias del tiempo en que vivimos es la falta de responsabilidad, o el poco compromiso que en general las personas quieren asumir. Y en medio de este panorama, nos encontramos con Jesús que asume tranquilamente su responsabilidad y la afirma como algo muy natural.
“Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, …y pongo mi vida por las ovejas”, dice Jesús. Y esa misma actitud es la que hace que como cristianos nos sintamos llamados a hacer lo mismo: a asumir nuestro rol, nuestra responsabilidad.
Por eso es que decir cristiano también significa ser comprometido con el evangelio, comprometido con la realidad y seguir la obra que Jesús comenzó. Como tantas veces hemos leído, nuevamente Jesús nos deja claro que no se puede ser cristiano a medias, sólo en algunos lados, sólo en la iglesia.
Hace un par de meses, en una celebración ecuménica que tuvimos en Bahía Blanca, la persona que estuvo a cargo del mensaje nos preguntó si nuestros vecinos sabían que somos cristianos, si las personas con las que nos encontramos todos los días sabe o percibe que somos cristianos, o si no somos diferentes a los demás. Es una pregunta muy profunda, ya que si decimos que Cristo cambió nuestra vida, ese cambio se debería ver claramente y las personas con las que nos relacionamos diariamente deberían percibir en nuestro actuar que somos diferentes, que nos distinguimos de aquellos que no se han comprometido en la fe.
Pero la realidad es que no es así, lamentablemente. Esto significa que todavía no hemos sufrido la transformación, que seguimos siendo los mismos, con nuestro egoísmo, nuestra falta de compromiso. Algo para pensar, reflexionar y cambiar. Amén.

Querido Jesús, hoy te quiero pedir perdón. Perdón porque no me zambullo en la fe, porque no me animo a una entrega completa, a aferrarme a mis pequeños vicios y comodidades. Ayudame a comprometerme como cristiana, a entregar mi vida al servicio del otro, a cambiar mi entorno a través de mis actitudes. Te lo pido a vos, mi buen Pastor, que junto al Padre y al Espíritu Santo reinas por toda la eternidad. Amén.

martes, 24 de abril de 2012

22 de Abril

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 4

“¡Respóndeme cuando clamo, Dios, justicia mía!
Cuando estaba en angustia, tú me diste alivio.
Ten misericordia de mí y oye mi oración.

Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia,
amarán la vanidad y buscarán la mentira?

Sepan, pues, que mi Señor ha escogido al piadoso para sí;
mi Señor oirá cuando yo a él clame.

¡Tiemblen y no pequen
Mediten en sus corazones estando en sus camas, y callen.

Ofrezcan sacrificios de justicia
y confíen en mi Señor.

Muchos son los que dicen:«¿Quién nos mostrará el bien?»
Alza sobre nosotros, mi Señor, la luz de tu rostro.

Tú diste alegría a mi corazón,
mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

En paz me acostaré y asimismo dormiré,
porque sólo tú, mi Señor, me haces vivir confiado.” Amén.

Curiosidades


El Nuevo Testamento registra varias ocasiones en las que Jesús fue invitado a cenar. La boda de Caná fue una ocasión festiva para la que se había hecho invitaciones formales, como también lo fue el caso de la parábola del rey que preparó una fiesta para las bodas de su hijo. En la ocasión en que Mateo ofreció un banquete se siguió el estilo más formal correspondiente al período grecorromano del s.I d.C. Jesús estaba reclinado a la mesa en compañía de sus discípulos, los publicanos, y otros invitados. Es probable que el comedor diera a la calle, con cortinas cerca de la entrada a fin de proteger, hasta cierto punto, a los comensales de las miradas curiosas de la gente que pasaba. Sin embargo, las costumbres de esos días permitía que la gente mirara a través de las cortinas e hiciera comentarios acerca de los que compartían la fiesta. Fue esta práctica la que impulsó a los fariseos a poner en tela de juicio el hecho de que Jesús cenara con publicanos y pecadores.
En otra ocasión, en un comedor similar, una mujer que pasaba vio a Jesús y volvió con un frasco de alabastro, del cual sacó ungüento que derramó sobre los pies de Cristo. Se interpretó su acción como el ofrecimiento del tradicional ungüento de la hospitalidad, cosa que el anfitrión había olvidado hacer en honor de su huésped. También parecería que no había colocado el recipiente con agua en el que su invitado pudiera lavarse los pies, omisión que constituía una gran falta de cortesía en esos días. La comida que Zaqueo ofreció a Jesús en Jericó probablemente se realizó con gran prodigalidad. Más modestas eran las reuniones familiares en Betania; y la cena inconclusa en Emaús el primer día de la pascua. Ocasionalmente Cristo omitió el tradicional lavado de manos antes de las comidas a fin de enseñar un importante principio espiritual.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 24:35-48

Entonces ellos contaron las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Mientras aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les dijo:
- ¡Paz a ustedes!
Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían un espíritu. Pero él les dijo:
- ¿Por qué están desconcertados y vienen a sus corazones estos pensamientos? Miren mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpen y vean, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como ven que yo tengo.
Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Pero como todavía ellos, de gozo, no lo creían y estaban maravillados, les dijo:
- ¿Tienen aquí algo de comer?
Entonces le dieron un trozo de pescado asado y un panal de miel. Él lo tomó y comió delante de ellos. Luego les dijo:
- Estas son las palabras que les hablé estando aún con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras; y les dijo:
- Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día; y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Ya en varias ocasiones me han sorprendido personas que se dicen cristianas y creen en la reencarnación. Esto es que nuestro espíritu, alma, pasa por diferentes cuerpos a lo largo de los tiempos. Hablan de otras vidas, vidas pasadas, vidas futuras, que también le pertenecen como algo natural y que puede convivir con la fe cristiana. Incluso me han dicho que es un desperdicio que es un desperdicio aprovechar para una sola vez la gran perfección del cuerpo y el alma, sobre todo del alma, por el poder y la energía que tiene.
Pero hay algo que no es compatible bajo ningún punto de vista con la reencarnación: es la resurrección de los muertos, teniendo a Jesús como el primero.
Al recitar el Credo Apostólico decimos: “creo en la resurrección de la carne y la vida perdurable”. Esto significa que dentro de nuestra fe incluimos la certeza de que vamos a resucitar en todo nuestro ser (incluso el cuerpo) y que nuestra vida es eterna. Una vida para siempre en un mismo cuerpo.
Es verdad que para nuestra limitación humana es imposible pensar en una vida que no se deteriora, que no envejece. Pero en varios relatos de la resurrección, como por ejemplo el que acabamos de escuchar, Jesús está dentro de un cuerpo material, concreto y la prueba está en que tiene hambre y come.
Ahora ¿qué importancia tiene la resurrección del cuerpo?
Si pensamos en cada uno de nosotros como seres únicos e irrepetibles, creados por Dios especialmente, con todo su amor y dedicación, con una armonía integral, cuerpo, alma, espíritu. Si pensamos en las palabras de Jesús cuando nos habla del mandamiento principal en donde dice: “Ama al Señor tu Dios con toda tu corazón, con toda tu alma, con toda tus fuerzas y con toda tu mente”, podemos ver la insistencia por parte de Jesús de que comprendamos que los seres humanos somos seres integrales y convivimos con nuestras dimensiones armónicamente. No podemos separar el cuerpo del alma, ni la mente del corazón, porque no estaríamos completos, nos faltaría una parte y no seríamos nosotros mismos.
Como cristianos creemos en que en la fe en Cristo vamos resucitar aunque el cuerpo se haya transformado (como pasó con Jesús, por eso no lo reconocían sus amigos en un primer momento), pero vamos a ser los mismos. La fe en la vida eterna es nuestra esperanza y nuestro consuelo a la hora del dolor, la enfermedad y la muerte. Una fe que nos sostiene y nos mantiene alegres a pesar de todas las adversidades que nos tocan atravesar. Una fe que defiende la vida integral y respeta a cada persona como un ser único creado por Dios. Amén.

Querido Jesús, hay muchas teorías y propuestas religiosas que nada tienen que ver con tus enseñanzas, pero que muchas veces me confunden y no logro responder ante las agresiones que recibo por mi fe en vos. Ayudame a ser fuerte, a permanecer esta fe que lucha por la dignidad de la vida como parte de tu creación. Ayudame a comprender que tu resurrección es el que da el sentido a mi fe y que, aunque a veces es difícil de explicar, es el mejor sostén que puedo encontrar en esta vida y este mundo que tantas veces predica la muerte. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 13 de abril de 2012

15 de Abril

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 25

“A ti, mi Señor, levantaré mi alma.


Dios mío, en ti confío;
no sea yo avergonzado.
¡No se alegren de mí mis enemigos!


Ciertamente, ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;
serán avergonzados los que se rebelan sin causa.


Muéstrame, mi Señor, tus caminos;
enséñame tus sendas.


Encamíname en tu verdad y enséñame,
porque tú eres el Dios de mi salvación;
en ti he esperado todo el día.


Acuérdate, mi Señor, de tus piedades y de tus misericordias,
que son perpetuas.


De los pecados de mi juventud y de mis rebeliones no te acuerdes.
Conforme a tu misericordia acuérdate, mi Señor, de mí,
por tu bondad.


Bueno y recto es mi Señor;
por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.


Encaminará a los humildes en la justicia
y enseñará a los mansos su carrera.


Todas las sendas de mi Señor son misericordia y verdad
para los que guardan su pacto y sus testimonios.


Por amor de tu nombre, mi Señor,
perdonarás también mi pecado, que es grande.


¿Quién es el hombre que teme a mi Señor?
Él le enseñará el camino que ha de escoger.


Gozará él de bienestar
y su descendencia heredará la tierra.


La comunión íntima de mi Señor es con los que lo temen,
y a ellos hará conocer su pacto.


Mis ojos siempre se dirigen hacia mi Señor,
porque él saca mis pies de la red.


Mírame y ten misericordia de mí,
porque estoy solo y afligido.


Las angustias de mi corazón se han aumentado;
sácame de mis congojas.


Mira mi aflicción y mi trabajo
y perdona todos mis pecados.


Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado
y con odio violento me aborrecen.


¡Guarda mi alma y líbrame!
No sea yo avergonzado, porque en ti he confiado.


Integridad y rectitud me guarden,
porque en ti he esperado.


¡Redime, Dios, a Israel
de todas sus angustias!” Amén.

Curiosidades

¿Qué implica decir que Jesús es el Cristo?

Según el discurso del día de Pentecostés que se atribuye a Pedro la significación de la resurrección radicaba en que Dios hizo Señor y Cristo al Jesús que los judíos habían crucificado. Este texto ofrece la clave en lo tocante a la formación de los títulos cristológicos. La resurrección es el acontecimiento decisivo que llevó a los seguidores de Jesús a hacer una estimación nueva de su persona, la que les fue confirmada por el don proveniente del Jesús exaltado. Dios había vindicado la afirmación de Jesús de ser, en algún sentido, una figura “mesiánica” al haberlo resucitado de entre los muertos, con lo que corroboró la validez de dichas afirmaciones. El que había muerto bajo el letrero sarcástico que había hecho poner Pilato, “Rey de los judíos”, ahora resultaba ser rey en un sentido más profundo. Aparentemente el título de “Rey” no se usó mucho. Es verdad que el rey reemplazó al “reino” en la predicación apostólica, pero es probable que el término resultara políticamente peligroso, por lo que se restringió su uso; nótese que se utilizaba frecuentemente el título de “Señor”, que era igualmente peligroso desde el punto de vista político. Se reemplazó el término “Mesías”, sin significado alguno fuera de los círculos hebreoparlantes, no tanto por “Rey” sino por “Cristo”. De esta manera el título tendió a perder su significado original de “ungido” y a adquirir más bien el sentido de “Salvador”. Se empleó particularmente en declaraciones relativas a la muerte y resurrección de Jesús. Aunque “Cristo” tendió a convertirse cada vez más en el nombre de Jesús, en lugar de ser su título, siguió proporcionando un sentido de dignidad, de modo que casi nunca se lo utilizó con el título “Señor” solo sino más bien en la forma “Señor Jesucristo”.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

1 Juan 5:1-6

“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos, pues este es el amor a Dios: que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son pesados, porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Muchas veces en que con amigos o con gente de la iglesia debato por el tema de las prioridades, a veces algo fastidiada porque vemos que somos pocos para enfrentar las muchas tareas, finalmente tengo que caer en la realidad de que las prioridades van de la mano con las convicciones profundas. Esto quiere decir que aunque a veces digamos algo, esto mismo no es lo mismo que dice nuestro corazón, porque en él las prioridades son otras.

La convicción es la clave de todas nuestras actitudes y se manifiesta a través de lo que hacemos, en qué invertimos nuestro tiempo, esfuerzo y dinero. Por lo que por un lado, no hay manera de lograr que esto cambie, salvo que se produzca un cambio interno en la persona que cambie sus convicciones, y por el otro, esto mismo no nos debe ni enojar ni desalentar en aquellas cosas que planificamos dentro de la iglesia o en nuestro círculo más íntimo.

La fe en Cristo, que es una convicción, es algo personal y moviliza sólo a aquella persona que cree. Como cristianos somos llamados a proclamar el evangelio, pero de ninguna manera podemos enojarnos y debemos bajar los brazos porque haya personas que no tengan como prioridad seguir a Cristo y sus mandamientos.

La fe y la alegría van de la mano. Fe en Cristo y la alegría de saber que vino al mundo para nuestra salvación, para mostrarnos una nueva manera de vivir, al servicio del otro. Ese es nuestro testimonio y lo que a lo largo de los siglos ha permitido que más y más personas tengan como prioridad el seguimiento a Cristo.

Cuando logramos descubrir esto, la vida se alivia, no sentimos la presión de los resultados numéricos, buscamos valores diferentes a los demás, y nos alegramos haciendo el bien a los demás por convicción y no por obligación.

Nuestra fe en Cristo en principio lo debemos vivir y disfrutar, si otras personas se sienten seducidas por esta forma de vida ¡mejor! Fe y alegría, dos ingredientes necesarios para una vida en Cristo. Amén.

Querido Jesús, es raro, porque si bien me reconozco como creyente, en muchas ocasiones me siento mal o frustrada porque no logro que otras personas no sientan la fe como yo. Ayudame a no engancharme en esa actitud, ayudame a vivir mi fe sin juzgar a los demás y sus prioridades, ayudame a vivir mi fe libremente, disfrutándola. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

sábado, 7 de abril de 2012

8 de Abril

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 118

“Alaben a mi Señor, porque él es bueno,
porque para siempre es su misericordia.


Diga ahora Israel
que para siempre es su misericordia.


Diga ahora la casa de Aarón
que para siempre es su misericordia.


Digan ahora los que temen a mi Señor
que para siempre es su misericordia.


Desde la angustia invoqué a mi Señor,
y me respondió mi Señor, poniéndome en lugar espacioso.


Mi Señor está conmigo; no temeré
lo que me pueda hacer el hombre.


Mi Señor está conmigo entre los que me ayudan;
por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen.


Mejor es confiar en mi Señor
que confiar en el hombre.


Mejor es confiar en mi Señor
que confiar en príncipes.


Todas las naciones me rodean;
mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.


Me rodean y me asedian;
mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.


Me rodean como abejas;
se enardecen contra mí como fuego entre espinos;
mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.


Me empujaste con violencia para que cayera,
pero me ayudó mi Señor.


Mi fortaleza y mi cántico es mi Señor,
y él me ha sido por salvación.


Voz de júbilo y de salvación
hay en las tiendas de los justos;
la diestra de mi Señor hace proezas.


La diestra de mi Señor es sublime;
la diestra de mi Señor hace valentías.


¡No moriré, sino que viviré
y contaré las obras de mi Señor!


Me castigó gravemente mi Señor,
pero no me entregó a la muerte.


¡Abridme las puertas de la justicia;
entraré por ellas, alabaré a mi Señor;


esta es la puerta de mi Señor;
por ella entrarán los justos!


Te alabaré porque me has oído
y me fuiste por salvación.


La piedra que desecharon los edificadores
ha venido a ser la cabeza del ángulo.


De parte de mi Señor es esto
y es cosa maravillosa a nuestros ojos.


Este es el día que hizo mi Señor;
¡nos gozaremos y alegraremos en él!


Mi Señor, sálvanos ahora, te ruego;
te ruego, mi Señor, que nos hagas prosperar ahora.


¡Bendito el que viene en el nombre de mi Señor!
Desde la casa de mi Señor os bendecimos.


Mi Señor es Dios y nos ha dado luz;
aten víctimas con cuerdas
a los cuernos del altar.


Mi Dios eres tú y te alabaré;
Dios mío, te exaltaré.


Alaben a mi Señor, porque él es bueno,
porque para siempre es su misericordia.” Amén.

Curiosidades

¿Quién era María, la madre de Jacobo?

María la madre de Jacobo; “la otra María”, María “de Cleofás”. Es muy probable que estos tres nombres se refieran todos a la misma persona. María, la madre de Jacobo y José, aparece junto a María Magdalena entre las mujeres que acompañaron a nuestro Señor Jesucristo a Jerusalén y estuvieron presentes durante la crucifixión. Cuando se describe a María Magdalena y a “la otra María” inmediatamente después, “sentadas delante del sepulcro” luego de haber sedo sepultado el Señor, parecía probable que se trata de una referencia a la misma María, la madre de Jacobo. Nuevamente aparece “la otra María” con María Magdalena en la mañana de la resurrección.

De los otros escritores sinópticos obtenemos detalles adicionales, Marcos se refiere a ella como “María la madre de Jacobo el menor y de José”, que estaba presente en la crucifixión en compañía de María Magdalena y Salomé. En Marcos vuelve a aparecer junto a Salomé y María Magdalena, como una de las que llevaron especias a la tumba la mañana de la resurrección para ungir el cuerpo de Jesús. Lucas añade que Juana, al igual que María Magdalena y María madre de Jacobo, se encontraba entre las mujeres que habían presenciado la pasión de Cristo e informaron a los apóstoles sobre los hechos de la resurrección.

Juan utiliza el término descriptivo “de Cleofás” para esta María cuando anota que al pie de la cruz estaban su madre, la hermana de su madre, María “la mujer de Cleofás”, y María Magdalena. Parecería correcto traducir el genitivo como “Mujer de Cleofás” antes que “hija de Cleofás”. Si juzgamos, entonces, sobre la base de la lista que ofrece Marcos, que ya hemos mencionado, parecería bastante claro que María de Cleofás es la misma que María de Jacobo. Hegesipo nos dice que Cleofás era hermano de José, el esposo de la virgen María.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 16:1-8

“Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirlo. Muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, recién salido el sol. Pero decían entre sí:

- ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?

Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, aunque era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca, y se asustaron. Pero él les dijo:

- No se asusten; buscan a Jesús nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; miren el lugar en donde lo pusieron. Pero vayan, digan a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, como les dijo.

Ellas salieron huyendo del sepulcro, porque les había entrado temblor y espanto; y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Corría un chisme en los tiempos de Jesús: que como él había anunciado su resurrección, sus seguidores iban a robar el cuerpo para anunciar a todos que se había cumplido su promesa. Por eso, los judíos pusieron guardias en la salida de la tumba, aunque también tenía que ver con lo polémico del líder.

Al llegar la mujeres y encontrarla vacía, lo primero que pensaron fue que habían robado su cuerpo. Pero al encontrarse con el joven de blanco dentro de la tumba, se asustaron mucho más. Él les dijo que su Señor había resucitado y que ellas tenían que contarlo… pero… ¿quién les creería?

En los tiempos de Jesús las mujeres no valían como testigos… y Jesús las elige para que sean testigos de lo más importante: la resurrección. Testigos que no valen legalmente para contar algo que nunca había pasado y que nadie iba a creer ¿no es demasiado descabellado?

Pero aquí estamos los cristianos, testigos de acontecimiento de aquella mañana, 2000 años después. Evidentemente alguien creyó, y no pocos. Evidentemente la obra de Dios, el poder del Espíritu Santo, puede mucho más que la lógica, y la propuesta desde la resurrección de Jesucristo es por demás tentadora.

Hoy, a 2000 años de la resurrección de Cristo, la Pascua es un evento tan importante y conocido que el mundo está inundado de huevos de chocolate que simbolizan la tumba vacía. Y aunque muchos tal vez ni sepan mucho de esto ni se cuestionen esto, están regalando huevos de chocolate, tumbas vacías, celebrando la resurrección de Cristo, que significa la derrota de la muerte y del sepulcro y el anuncio de la vida eterna.

Este domingo, cuando compartas los huevos de chocolate con la gente que querés, contale esta gran historia, la de la tumba vacía, la de la victoria de la Vida, de Jesucristo, que se entregó por todos nosotros para nuestra resurrección. ¡Felices Pascuas para todos! Amén.

Querido Jesús, hoy quiero agradecerte por el gran regalo de resurrección que nos has dado, regalo que nos ha hecho hijos e hijas de Dios. Ayudame a proclamar esta gran noticia, a aprovechar la oportunidad de contar este gran acontecimiento y no quedarme en el huevo de chocolate con un ¡Felices Pascuas! Te lo pido a vos que resucitaste como habías prometido y que vives junto al Padre y al Espíritu Santo por toda la eternidad. Amén.