sábado, 7 de abril de 2012

8 de Abril

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 118

“Alaben a mi Señor, porque él es bueno,
porque para siempre es su misericordia.


Diga ahora Israel
que para siempre es su misericordia.


Diga ahora la casa de Aarón
que para siempre es su misericordia.


Digan ahora los que temen a mi Señor
que para siempre es su misericordia.


Desde la angustia invoqué a mi Señor,
y me respondió mi Señor, poniéndome en lugar espacioso.


Mi Señor está conmigo; no temeré
lo que me pueda hacer el hombre.


Mi Señor está conmigo entre los que me ayudan;
por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen.


Mejor es confiar en mi Señor
que confiar en el hombre.


Mejor es confiar en mi Señor
que confiar en príncipes.


Todas las naciones me rodean;
mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.


Me rodean y me asedian;
mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.


Me rodean como abejas;
se enardecen contra mí como fuego entre espinos;
mas en el nombre de mi Señor yo las destruiré.


Me empujaste con violencia para que cayera,
pero me ayudó mi Señor.


Mi fortaleza y mi cántico es mi Señor,
y él me ha sido por salvación.


Voz de júbilo y de salvación
hay en las tiendas de los justos;
la diestra de mi Señor hace proezas.


La diestra de mi Señor es sublime;
la diestra de mi Señor hace valentías.


¡No moriré, sino que viviré
y contaré las obras de mi Señor!


Me castigó gravemente mi Señor,
pero no me entregó a la muerte.


¡Abridme las puertas de la justicia;
entraré por ellas, alabaré a mi Señor;


esta es la puerta de mi Señor;
por ella entrarán los justos!


Te alabaré porque me has oído
y me fuiste por salvación.


La piedra que desecharon los edificadores
ha venido a ser la cabeza del ángulo.


De parte de mi Señor es esto
y es cosa maravillosa a nuestros ojos.


Este es el día que hizo mi Señor;
¡nos gozaremos y alegraremos en él!


Mi Señor, sálvanos ahora, te ruego;
te ruego, mi Señor, que nos hagas prosperar ahora.


¡Bendito el que viene en el nombre de mi Señor!
Desde la casa de mi Señor os bendecimos.


Mi Señor es Dios y nos ha dado luz;
aten víctimas con cuerdas
a los cuernos del altar.


Mi Dios eres tú y te alabaré;
Dios mío, te exaltaré.


Alaben a mi Señor, porque él es bueno,
porque para siempre es su misericordia.” Amén.

Curiosidades

¿Quién era María, la madre de Jacobo?

María la madre de Jacobo; “la otra María”, María “de Cleofás”. Es muy probable que estos tres nombres se refieran todos a la misma persona. María, la madre de Jacobo y José, aparece junto a María Magdalena entre las mujeres que acompañaron a nuestro Señor Jesucristo a Jerusalén y estuvieron presentes durante la crucifixión. Cuando se describe a María Magdalena y a “la otra María” inmediatamente después, “sentadas delante del sepulcro” luego de haber sedo sepultado el Señor, parecía probable que se trata de una referencia a la misma María, la madre de Jacobo. Nuevamente aparece “la otra María” con María Magdalena en la mañana de la resurrección.

De los otros escritores sinópticos obtenemos detalles adicionales, Marcos se refiere a ella como “María la madre de Jacobo el menor y de José”, que estaba presente en la crucifixión en compañía de María Magdalena y Salomé. En Marcos vuelve a aparecer junto a Salomé y María Magdalena, como una de las que llevaron especias a la tumba la mañana de la resurrección para ungir el cuerpo de Jesús. Lucas añade que Juana, al igual que María Magdalena y María madre de Jacobo, se encontraba entre las mujeres que habían presenciado la pasión de Cristo e informaron a los apóstoles sobre los hechos de la resurrección.

Juan utiliza el término descriptivo “de Cleofás” para esta María cuando anota que al pie de la cruz estaban su madre, la hermana de su madre, María “la mujer de Cleofás”, y María Magdalena. Parecería correcto traducir el genitivo como “Mujer de Cleofás” antes que “hija de Cleofás”. Si juzgamos, entonces, sobre la base de la lista que ofrece Marcos, que ya hemos mencionado, parecería bastante claro que María de Cleofás es la misma que María de Jacobo. Hegesipo nos dice que Cleofás era hermano de José, el esposo de la virgen María.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 16:1-8

“Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirlo. Muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, recién salido el sol. Pero decían entre sí:

- ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?

Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, aunque era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca, y se asustaron. Pero él les dijo:

- No se asusten; buscan a Jesús nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; miren el lugar en donde lo pusieron. Pero vayan, digan a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, como les dijo.

Ellas salieron huyendo del sepulcro, porque les había entrado temblor y espanto; y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Corría un chisme en los tiempos de Jesús: que como él había anunciado su resurrección, sus seguidores iban a robar el cuerpo para anunciar a todos que se había cumplido su promesa. Por eso, los judíos pusieron guardias en la salida de la tumba, aunque también tenía que ver con lo polémico del líder.

Al llegar la mujeres y encontrarla vacía, lo primero que pensaron fue que habían robado su cuerpo. Pero al encontrarse con el joven de blanco dentro de la tumba, se asustaron mucho más. Él les dijo que su Señor había resucitado y que ellas tenían que contarlo… pero… ¿quién les creería?

En los tiempos de Jesús las mujeres no valían como testigos… y Jesús las elige para que sean testigos de lo más importante: la resurrección. Testigos que no valen legalmente para contar algo que nunca había pasado y que nadie iba a creer ¿no es demasiado descabellado?

Pero aquí estamos los cristianos, testigos de acontecimiento de aquella mañana, 2000 años después. Evidentemente alguien creyó, y no pocos. Evidentemente la obra de Dios, el poder del Espíritu Santo, puede mucho más que la lógica, y la propuesta desde la resurrección de Jesucristo es por demás tentadora.

Hoy, a 2000 años de la resurrección de Cristo, la Pascua es un evento tan importante y conocido que el mundo está inundado de huevos de chocolate que simbolizan la tumba vacía. Y aunque muchos tal vez ni sepan mucho de esto ni se cuestionen esto, están regalando huevos de chocolate, tumbas vacías, celebrando la resurrección de Cristo, que significa la derrota de la muerte y del sepulcro y el anuncio de la vida eterna.

Este domingo, cuando compartas los huevos de chocolate con la gente que querés, contale esta gran historia, la de la tumba vacía, la de la victoria de la Vida, de Jesucristo, que se entregó por todos nosotros para nuestra resurrección. ¡Felices Pascuas para todos! Amén.

Querido Jesús, hoy quiero agradecerte por el gran regalo de resurrección que nos has dado, regalo que nos ha hecho hijos e hijas de Dios. Ayudame a proclamar esta gran noticia, a aprovechar la oportunidad de contar este gran acontecimiento y no quedarme en el huevo de chocolate con un ¡Felices Pascuas! Te lo pido a vos que resucitaste como habías prometido y que vives junto al Padre y al Espíritu Santo por toda la eternidad. Amén.

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