jueves, 28 de octubre de 2010

31 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 10

“¿Por qué, mi Señor, te quedas lejos,
te escondes en las horas de la angustia?
Por el orgullo del impío es perseguido el desdichado,
queda preso en la trampa que le ha urdido.
Sí, el impío se jacta de los antojos de su alma,
el avaro que bendice menosprecia a mi Señor,
el impío, insolente, no le busca:
‘¡No hay Dios!’, es todo lo que piensa.
En todo tiempo se afianzan sus caminos,
allá arriba tus juicios muy lejos de él están,
a todos sus rivales da soplidos.
Dice en su corazón: ‘¡Jamás dudaré!’
porque en desgracia no se ve, maldice.

De fraude y engaño está llena su boca,
bajo su lengua sólo maldad e iniquidad;
al acecho se aposta entre las cañas
en los recodos mata al inocente.

Todo ojos, espía al desvalido,
al acecho escondido como león en su guarida,
al acecho para atrapar al desdichado,
atrapa al desdichado arrastrándole en su red.
Espía, se agazapa, se encoge,
el desvalido cae en su poder;
dice en su corazón: ‘Dios se ha olvidado,
tiene tapado el rostro, no ha de ver jamás.’
¡Levántate, mi Señor, alza tu mano, oh Dios!
¡No te olvides de los desdichados!
¿Por qué el impío menosprecia a Dios,
dice en su corazón: ‘No vendrás a indagar?’
Lo has visto ya, que la pena y la tristeza
las miras tú para tomarlas en tu mano:
el desvalido se abandona a ti,
tú socorres al huérfano.
¡Quiebra el brazo del impío, del malvado;
indaga su impiedad sin dejar rastro!
¡Mi Señor es rey por siempre, por los siglos;
los gentiles han sido barridos de su tierra!
El deseo de los humildes escuchas tú, mi Señor,
su corazón confortas, alargas tus oídos,
para hacer justicia al huérfano, al ultrajado:
¡cese de dar terror el hombre salido de la tierra!” Amén.

Curiosidades

¿Qué es una bienaventuranza?

Por bienaventuranza se entiende fortuna y felicidad. Para los cristianos es un estado de felicidad y gracia eterna. Pero también son cada uno de los ocho motivos expresados por Jesucristo según los cuales una persona puede ser considerada bienaventurada: en el Evangelio de san Mateo se recogen las ocho bienaventuranzas que Jesucristo pronunció en el sermón de la montaña.
Los escolásticos, entre los cuales la figura destacable era Tomás de Aquino, reconocían diversas especies de bienaventuranza: 1.º Natural que conviene a la naturaleza racional, que el hombre puede alcanzar con sus propias fuerzas y que tiene por objeto los bienes naturales. 2.º Sobrenatural que excede todas las facultades de la criatura y se alcanza por el auxilio de la gracia. Esta se subdividía en bienaventuranza imperfecta, en virtud de la cual el hombre se une al Sumo bien del modo que es posible en esta vida mortal; y bienaventuranza perfecta, que consiste en la posesión del Sumo bien, de un modo perfectísimo, según toda la capacidad de la criatura, y se obtiene en la vida futura. Esta bienaventuranza era nuevamente subdividida en esencial, que se refiere al objeto primario y principal de la beatitud; y accidental que se extiende a otros objetos secundarios compatibles con aquella. Además la dividían en perfecta, que es la que disfruta el alma sola separada del cuerpo, y completa, que es la que se goza en el cielo después de la resurrección por todo el supuesto hombre, compuesto de alma y cuerpo, asignando particularmente a este la felicidad accidental que hemos indicado.
Para mayor claridad distinguían la bienaventuranza en objetiva y formal. Aquella es el objeto mismo que constituye la dicha; la segunda es la posesión de dicho objeto, o la operación de la criatura racional al conseguir y poseer el bien Sumo. Esta bienaventuranza formal o subjetiva se completa por medio de tres actos, que son la visión, el amor y el gozo o fruición.
Si nos remitimos a los textos de la Biblia, vemos que el Sermón del monte o de la montaña fue, de acuerdo al Evangelio según Mateo, un sermón dado por Jesús de Nazareth a sus discípulos y a una gran multitud. La tradición dice que la alocución se desarrolló en la ladera de una montaña (de ahí su nombre). Algunos cristianos contemporáneos creen que se trataba de un monte al norte del Mar de Galilea, cerca de Capernaum.
El Sermón del Monte puede ser considerado como similar (pero más sucinto) al Sermón del Llano como se menciona en el Evangelio según Lucas. Algunos comentaristas creen que puede tratarse de versiones distintas del mismo texto, mientras que otros dicen que Jesús predicaba frecuentemente temas similares en diferentes lugares. En tercer lugar, hay quienes creen que ninguno de los sermones realmente existió, sino que ambos son compilaciones de las primeras enseñanzas de Jesús tal como se muestran en Mateo y Lucas.
Probablemente la porción más conocida son las Bienaventuranzas que se encuentran al inicio. También contiene el Padrenuestro, así como la versión de Jesús de la Regla de Oro. Otros versículos citan a menudo la referencia de "sal de la tierra", "luz del mundo" y otras. Para muchos, el Sermón del Monte contiene las disciplinas principales del cristianismo y es considerado como tal por muchos pensadores morales y religiosos como Tolstoy y Gandhi.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Mateo 5:2-10

“Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
‘Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Cambiar los códigos, cambiar la consigna: lo bueno es malo, lo malo es bueno, lo triste es alegre y lo alegre, triste. Esta es la paradoja cristiana.
Ser felices en medio del dolor, del sufrimiento, la ilógica del mensaje de Jesús.
Lo curioso es que es así, cuando se vive en la fe, confiando en que Dios nos protege y nos acompaña, los momentos más duros y más tristes los vivimos con esperanza.
Recuerdo los tiempos en donde con mi esposo vivíamos la incertidumbre con respecto a la vida de Jonás, nuestro pequeño mellizo, que ya cumplió cuatro años. Los médicos no nos prometían nada, su vida dependía absolutamente de la voluntad de Dios.
Recuerdo que en dos ocasiones tuvimos que firmar un papel en donde los médicos y el hospital se deshacían de toda responsabilidad, para evitar que les hiciéramos juicio, en caso de que hubiera algún problema. Incluso recuerdo que pedían permiso para utilizar su cuerpo para estudios en caso de no sobrevivir a la operación. ¡Algo muy duro para cualquier padre! Y también para nosotros. Lo firmamos y oramos, oramos en silencio… esperanzados en que Dios guiaba la mano de los médicos, esperanzados que ese pequeño, muy pequeño ser de menos de kilo y medio, iba a ser los suficientemente fuerte, que Dios lo iba a cuidar y lo íbamos a poder llevar a casa.
El dolor y la esperanza, la tristeza y la confianza en Dios, la alegría de tener un Dios todopoderoso para quien nada es imposible, eso nos sostuvo.
Yo te estoy contando una experiencia de fe, algo que se siente, se vive, se comparte pero que es personal, parte del convencimiento profundo de algo. Eso es ser bienaventurado, el dejar que Dios sea quien dirija mi vida, no el que siempre le va bien en todo. Bienaventurado es el que logra resistir los embates y los obstáculos que se le presentan porque ya tiene el triunfo seguro: Dios siempre lo va a acompañar.
¿Te gustaría ser una persona bienaventurada? Lo podés ser ya, Jesús te está llamando a serlo, a confiar en que nunca vas a estar solo que vas a poder reír, que no vas a pasar hambre, que tendrás justicia. Y no es algo que te espera a la hora de tu muerte. Es algo que empieza ahora, desde el momento en que aceptes a Jesús en tu corazón. Amén.

Querido Jesús, gracias por hacer de mí una persona bienaventurada, una persona bendecida, sin otro trámite que confiar en vos, que aceptar tu propuesta de vivir en el amor. Gracias porque me sostenés, me das fuerzas para darle para adelante y hacés milagros en mi vida que no sé cómo agradecértelos. Gracias, Señor, por tu amor, tu misericordia y tu bondad infinitas. Te lo elevo a vos que junto al Padre y el Espíritu Santo reinan por toda la eternidad. Amén.

viernes, 22 de octubre de 2010

24 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 34

“Bendeciré a mi Señor en todo tiempo,
sin cesar en mi boca su alabanza;
en mi Señor mi alma se gloría,
¡óiganlo los humildes y se alegren!
Engrandezcan conmigo a mi Señor,
ensalcemos su nombre todos juntos.
He buscado a mi Señor, y me ha respondido:
me ha librado de todos mis temores.

Los que miran hacia él, refulgirán:
no habrá sonrojo en su semblante.
Cuando el pobre grita, mi Señor oye,
y le salva de todas sus angustias.
Acampa el ángel de mi Señor
en torno a los que le tem
en y los libra.
Gusten y vean qué bueno es mi Señor,
dichoso el hombre que se cobija en él.
Teman a mi Señor ustedes, santos suyos,
que a quienes le temen no les falta nada.
Los ricos quedan pobres y hambrientos,
mas los que buscan a mi Señor de ningún bien carecen.
Vengan, hijos, óiganme,
el temor de mi Señor voy a enseñarles.
¿Quién es el ser humano que apetece la vida,
deseoso de días para gozar de bienes?
Guarda del mal tu lengua,
tus labios de decir mentira;
apártate del mal y obra el bien,
busca la paz y anda tras ella.

Los ojos de mi Señor sobre los justos,
y sus oídos hacia su clamor,
el rostro de mi Señor contra los malhechores,
para raer de la tierra su memoria.
Cuando gritan aquéllos, mi Señor oye,
y los libra de todas sus angustias;
mi Señor está cerca de los que tienen roto el corazón,
él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo,
pero de todas le libera mi Señor;
todos sus huesos guarda,
no será quebrantado ni uno solo.
La malicia matará al impío,
los que odian al justo lo tendrán que pagar.
Mi Señor rescata el alma de sus siervos,
nada habrán de pagar los que en él se cobijan.” Amén.

Curiosidades

¿Quiénes eran los fariseos?

Los fariseos siempre fueron un grupo minoritario. Bajo Herodes su número fue algo superior a los 6.000. la posterior acritud en relación al pueblo común evidenciada por muchos pasajes talmúdicos del s.II d.C., indica que la rigurosidad de su interpretación de la ley no tenía ningún atractivo intrínseco. Los apocalípticos tenían poca influencia excepto a través de los zelotes, y su atracción parece haberse manifestado principalmente entre un proletariado desesperado. Los saduceos provenían en su mayoría de los terratenientes acomodados; la tradición talmúdica distingue claramente entre ellos y sus aliados, la casa de Boeto, el clan sumo sacerdotal. S su modo eran tan rigurosos como los fariseos, sólo que aplicaban las leyes y sus tradiciones sin pensar en las consecuencias: dada su riqueza podían aguantarlas. Los fariseos siempre tuvieron en cuenta el interés público. No es mera coincidencia el que Shammai, el fariseo riguroso, procediera de una familia aristocrática y rica, mientras que Hillel era hombre del pueblo. Para el pueblo el atractivo principal de los fariseos era que en su mayoría provenían de la clase media baja y de las mejores capas de artesanos y que, comprendiendo al hombre común, trataban sinceramente de hacer que la ley les resultase llevadera.
Las diferencias las destaca Josefo – la creencia farisea en la inmortalidad del alma, que habría de reencarnarse (reanimar el cuerpo de resurrección), y la anulación del destino (Dios), mientras que los saduceos no creían ninguna de las dos cosas – eran secundarias evidentemente. Fundamentalmente los saduceos consideraban que el culto del templo constituía el centro y el propósito principal de la ley. Los fariseos destacaban el cumplimiento individual de todos los aspectos de la ley, del que el culto era sólo una parte, como la razón de su existencia. Las externas expresaban sus actitudes internas.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 18:9-14

“Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: ‘Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.’ En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’ Les digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado." Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Una de las cosas que siempre me han llamado la atención dentro de las diferentes iglesias es la falsa humildad. Y digo falsa porque es aquello que hace que la gente se siente en los asientos de atrás dentro del templo, que hace que las primeras filas estén vacías. Es aquello que hace que las personas adquieran un tono medio meloso y sonrían aunque a veces digas cosas muy duras e hirientes.
En realidad me gustan más las personas que van de frente, como lo hizo Jesús. Lo que sucede es que nadie quiere ser considerado un fariseo, y entonces, bajo una conducta humilde, finalmente caen en lo mismo.
Pero la realidad es que es difícil llevar una vida en el arrepentimiento, una vida en donde, sin perder el autoestima y el amor propio, aceptemos nuestra imperfección. Porque ¿a quién le gusta mostrar o asumir los puntos débiles? ¡A nadie!
Pero ¿sabés qué?
El asumir tu debilidad y tu imperfección, esos vicios o costumbres que no te hacen bien ni a vos ni a los demás, te permite cambiar, superarte. Y de eso se trata la fe cristiana. No de ser perfectos e inmaculados, sino de ser misericordiosos y tolerantes con los demás, partiendo de que tampoco nosotros somos prefectos.
Porque cuando nos mostramos dulces y suaves en todo momento estamos siendo hipócritas, y la hipocresía va en contra de las enseñanzas de Jesús. Quienes se acercaban a él con arrepentimiento y con deseos de cambiar su vida eran los que eran escuchados y sanados.
Partir de la propia realidad es la única manera de salir de lo que se vive, igual que un enfermo sólo sana a partir de un diagnóstico y un tratamiento adecuado.
Hoy Jesús te está diciendo que te asumas con todos tus errores y debilidades y que así él te espera, te ama y te ayuda. Amén.

Querido Jesús, tengo vergüenza de mi orgullo, de un orgullo que no me deja acercarme a ti. Me miento a mí misma diciendo que soy perfecta, que no tengo pecados para confesarte, que me conduzco bien en la vida y que no le hago daño a nadie. No me fijo si herí a alguien sin querer, se me olvidé de alguien, si discriminé a alguien. Siempre justifico mis acciones para convencerme de que no tenía alternativas, que no me quedaba otra, pero sé que no es así. Ayudame a asumir mis errores, mis imperfecciones, mis debilidades, ayudame a asumir que no soy esa persona perfecta que quiero aparentar, vos sabés cómo soy y sé que amás así también. Pero sin un arrepentimiento, sin asumir ciertas cosas nunca voy a poder entregarme por entero a vos. Todo esto te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 15 de octubre de 2010

17 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 121

“Alzo mis ojos a los montes:
¿de dónde vendrá mi auxilio?
Mi auxilio me viene de mi Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
¡No deje él titubear tu pie!
¡no duerme tu guardián!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.
Mi Señor es tu guardián,
tu sombra, mi Señor, a tu diestra.
De día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
Te guarda mi Señor de todo mal,
él guarda tu alma;
mi Señor guarda tus salidas y entradas,
desde ahora y por siempre.” Amén.

Curiosidades

¿Por qué la viuda pedía justicia al juez?

La iglesia cristiana heredó del judaísmo la obligación de proveer para la viuda. El autor judeocristiano Santiago afirma categóricamente que el auxiliar a las viudas en sus tribulaciones es una marca de la clase de religión a la que Dios no puede hallarle falta. Aún cuando una viuda hubiese quedado bien provista comparativamente, necesita ser protegida de los inescrupulosos. Una de las cosas que Jesús condenaba en algunos fariseos era que “devoraban” las casas de las viudas; y probablemente estaba tomando una ilustración de la vida diaria de ese entonces cuando contó la historia de la viuda que por su persistencia en demandar justicia le estaba agotando la paciencia al juez. Más frecuente, empero, era que las viudas quedaran en la indigencia. Una de las primeras buenas obras que ocupó la atención de la iglesia en Jerusalén fue la sistematización de la distribución diaria de limosnas a las viudas necesitadas; siete hombres fueron designados para ocuparse de que las viudas de habla griega no fueran descuidadas en comparación con las de habla aramea.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 18:1-8

“Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. ‘Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’ Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.’
Dijo, pues, el Señor: "Oigan lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y los hace esperar? Les digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?" Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

La oración, este ejercicio de hablar con Dios y sentirse escuchado. El orar, algo que pertenece a todas las religiones, un diálogo con Dios para que me guíe en la vida, me ayude o me bendiga. Algo que trae un bienestar interior, una tranquilidad a la hora de la angustia.
Hace algunos años estuve en un curso sobre violencia familiar y abuso, una parte del curso lo daba una psicóloga especialista en el tema. Ella nos hablaba acerca de la función terapéutica de la oración. Nos decía que muy a pesar de la psicología, los profesionales tuvieron que asumir en estos últimos años el poder de la fe, el poder de la oración. Incluso algunos lo están utilizando como terapia. Al levantarse y antes de acostarse la persona debe tomarse un tiempo para adorar, agradecer y pedir la bendición del un ser superior que dirige los hilos del mundo. No hablaba específicamente de Dios ni de una fe en especial, sólo del simple ejercicio de la oración en donde la persona se relaja, se abstrae de sus problemas, se mira de afuera y busca la conexión con un ser superior a ella, en quien deposita todo lo negativo: angustia, miedo, impotencia, etc. Después del ejercicio la persona está relajada y en condiciones de empezar el día sin ansiedad, o de terminar el día y tener un sueño reparador.
¿Qué te parece? ¿no es increíble el descubrimiento? En realidad un descubrimiento de algo que es tan viejo como la humanidad. Es curioso porque nuestros abuelos y abuelas ya lo practicaban, pero religiosamente. Seguro que la oración en la fe es mucho más efectiva y más terapéutica aún.
También está comprobado que la oración aumenta y fortalece la fe, por lo que si sos una persona escéptica y que no cree en Dios, el ejercicio de la oración te traiga la bendición de una fe en Dios, que te servirá de sostén en los momentos difíciles de la vida.
Orar todos los días. Un ejercicio muy bueno para la salud, para la psiquis, algo que podés hacer en cualquier lado y que no tiene costo. ¿No te parece una buena recomendación para bajar el stress, para hacer cable a tierra y bajar la ansiedad?
No dejes pasar esta oportunidad, como dicen los comerciales. Lo podés empezar hoy mismo y vas a ver los resultados tan maravillosos que producen.
¿No sabés orar?
Es muy simple, es como hablar con tu mejor amigo, tu mejor amiga. Podés empezar de una forma bien clásica diciendo: Querido Dios o querido ser supremo, o podés ponerle un nombre, el que te guste. Lo importante es comenzar a conectarte.
Buscate un lugar tranquilo, respirá profundo, cerrá los ojos o fijalo en algo bonito (el mar, el jardín, algo de la naturaleza), y empezá a hablar, para dentro, para afuera. No tengas miedo al ridículo. Buscá de estar solo, para no sentir vergüenza.
Dale, hacelo, después me contás. Amén.

Querido Jesús, ¡cuántas veces orabas al Padre! ¡cuántas veces buscaste un lugar apartado para orar! ¿por qué me cuesta tanto hacerlo? ¿por qué no me doy el tiempo y paso de largo? Recuerdo cómo de pequeña que enseñaron a orar, como parte de mi fe, pero me cuesta practicarlo, me olvido, le resto importancia, y sólo lo hago cuando estoy desesperada. Ayudame a hacer este ejercicio diario para que entre la paz en mi corazón, para que baje los decibeles. Te lo pido a vos, que nos enseñaste a orar y has sido un ejemplo de oración, y que junto al Padre y el Espíritu Santo reinan por toda la eternidad. Amén.

martes, 5 de octubre de 2010

10 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 98

“Canten a mi Señor un canto nuevo,
porque ha hecho maravillas;
victoria le ha dado su diestra
y su brazo santo.
Mi Señor ha dado a conocer su salvación,
a los ojos de las naciones ha revelado su justicia;
se ha acordado de su amor y su lealtad
para con la casa de Israel.

Todos los confines de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
¡Aclamen a mi Señor, toda la tierra,
estallen, griten de gozo y entonen!
Entonen para mi Señor con la cítara,
con la cítara y al son de la salmodia;
con las trompetas y al son del cuerno aclamen
ante la faz del rey mi Señor.
Brama el mar y cuanto encierra,
el orbe y los que le habitan;
los ríos baten palmas,
a una los montes gritan de alegría,
ante el rostro de mi Señor, pues viene
a juzgar a la tierra;
él juzgará al orbe con justicia,
y a los pueblos con equidad.” Amén.
Curiosidades

¿Cómo era la vida de una persona con lepra en los tiempos de la Biblia?
Los leprosos son a menudo mencionados en la Biblia como víctimas de una enfermedad que se puede considerar endémica en aquellos tiempos y lugares bíblicos debido a las condiciones climatológicas, la escasa higiene y la falta de medios profilácticos. Pero a veces aparecen también en la Biblia como portadores de este mal para manifestación del poder de Dios o en castigo por algún pecado: así, Moisés, si bien momentáneamente y como una señal del poder milagroso que Dios le daba; su hermana María; el sirio Naamán, curado por Eliseo; el criado de Elíseo, Guejazi; el rey Ozías; probablemente Job durante la prueba, etc. Junto a éstos no escaseaban los leprosos entre la gente del pueblo: los cuatro innominados que estaban a las puertas de Samaria, los «muchos leprosos que había en Israel en tiempos de Eliseo». En el N. T., encontramos a Simón y los curados por Jesús, uno en Galilea y 10 en una aldea samaritana, de los cuales uno sólo volvió para darle las gracias.
Los casos mencionados testifican la gravedad de la enfermedad, cuya curación generalmente sólo se podía esperar de un milagro. Como un caso social generalizado y que afectaba a la vida de un pueblo religioso como Israel, el Levítico se ocupa expresamente de la enfermedad, caracterizando su condición de impureza legal y las medidas a adoptar: aislamiento del afectado y su reingreso en la comunidad en caso de eventual curación. El diagnóstico lo hacía el sacerdote, y tenía, por tanto, un valor religioso más que médico. En este contexto, el Levítico habla también y dictamina sobre la Lepra de las casas y de los vestidos, es decir, probablemente manchas de moho o salitre. Esto hace dudar si el Levítico se refiere a la enfermedad hoy conocida como tal, ya que, sin duda, había otras afecciones de la piel incluidas bajo la designación general entre las que es de suponer figuraba la Lepra propiamente dicha.
La condición de los leprosos era sumamente penosa, tanto por la enfermedad en sí, como por la proscripción social en que se hallaban, único remedio profiláctico entonces posible. El haber hecho a la Lepra objeto de un dictamen religioso se explica por la naturaleza del pueblo de Israel, un pueblo sacerdotal, que concebía toda la vida, hasta en los más pequeños detalles, como un culto a Dios. Por eso, los que no podían convivir dentro de la sociedad, eran también impuros para el culto. Toda esta legislación se acentuó a partir de la época del destierro con la preponderancia del sacerdocio, del cual proceden muchas de estas leyes de pureza legal. Por lo demás, la Lepra se considera también como una consecuencia de un castigo por el pecado, por lo que no pudo faltar, en su sentido amplio, entre las plagas que afligieron a Egipto, el opresor del pueblo de Dios.
Por eso mismo, los leprosos son también objeto de las promesas mesiánicas. Isaías pinta, en su famoso oráculo, al Siervo doliente, rehuido de todos como un leproso, el cual se halla en tal estado porque carga con los pecados del pueblo. La enfermedad es, en efecto, consecuencia del pecado, que Jesús ha venido a quitar con su sacrificio redentor. Por eso, la curación de los leprosos está entre las señales que da Jesús de que el Reino de Dios está ya entre los hombres. Hay una nota curiosa: no se dice que han sido «curados», sino «limpios»; ello es debido a que se emplea precisamente la terminología cultual de «pureza o impureza», para subrayar que tal concepto está ya superado en el Reino de Dios. Por lo demás, estas nociones «legales» han sido en general y definitivamente abolidas por Jesús, sustituidas por concepciones morales más profundas. A efectos del Reino de Dios, por tanto, los leprosos no sólo quedan, sino que «son» limpios. Si Jesús manda a los leprosos curados que se presenten al sacerdote, lo hace no por mantener un principio abolido por Él, sino como «testimonio» para los sacerdotes, es decir, para que ellos comprueben tanto su respeto a la ley como su poder para abrogar sus preceptos caducos.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 17:11-19

“Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaria y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: ‘¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!’ Al verlos, les dijo: ‘Vayan y preséntense a los sacerdotes.’ Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: ‘¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?’ Y le dijo: ‘Levántate y vete; tu fe te ha salvado’.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¡Qué bueno que es encontrarse con una persona agradecida!
En mi trabajo como pastora tengo hermosas experiencias que contar al respecto. Personas agradecidas, personas que no tienen una vida mejor que la tuya o la mía… en realidad en muchas ocasiones, bastante más complicada.
El agradecimiento, y sobre todo a Dios, nace generalmente a partir del sufrimiento, de la carestía, el no tener, el faltarle, ya que el ser humano es un bicho extraño que sólo se da cuenta de lo que tiene cuando lo perdió. Cuando de repente recupera al menos una pequeña parte de ello, sea salud, dinero, amor, etc., entonces lo valora y agradece s Dios.
Es bueno ser agradecido porque uno se conforma con lo que tiene, lo disfruta. El vivir siempre pensando en lo que nos falta, afligirnos y amargarnos mirando a otras personas que sentimos que están mejor que nosotros sin merecerlo más que nosotros es una especie de enfermedad.
Uno puede sumergirse en la autolástima, en la autocompasión, y no hay nada más desagradable que estar escuchando horas y horas cómo la mala suerte o incluso Dios la castiga, porque esa persona no se conforma con lo que tiene, es más, no logra ver lo que tiene: familia, comida, techo, etc.
Generalmente las personas con problemas de salud, en la familia, económicos, son las que dicen: “Y, no me puedo quejar, yo estoy bien, Dios nunca me abandonó”.
Recientemente visité una viejita de 97 años, que sólo tiene a su hermano de 82 como familia. Ella está en un geriátrico y disfruta las horas delante de un ventanal en donde puede ver un jardín hermoso y el movimiento de la calle. Allí recibe el calor del sol y su luz. Es muy delgadita y hace poco se quebró la cadera y se recupera rápidamente, por lo que en poco tiempo hay perspectivas de que camine. Sus compañeros y compañeros en general están perdidos, no puede conversar con ellos. Estar ahí un rato es bastante deprimente, pero ella dice: “Yo no me puedo quejar, tengo una linda habitación, acá todos está muy limpio, la comida es muy rica y me tratan bien, la verdad que no me puedo quejar”. Aunque piensa en la muerte está esperando la primavera para salir al jardín.
Alegrarse por las pequeñas cosas de la vida. Agradecerle a Dios el estar vivo, tener un lugar donde cobijarse, amigos, familia, una buena comida, cosas simples que hacen a la esencia de la vida, de nuestra vida.
Muchas veces nos quejamos y quejamos por cosas que en realidad no tienen tanta importancia. Nuestro ritmo acelerado no nos permite ver la belleza y la simplicidad de la vida. El verla no hace agradecidos ya que el agradecimiento tiene que ver con la simplicidad, con la humildad. Saber agradecer, dar gracias, ¡qué importante que es! Y vos podés aprender a hacerlo, a ser agradecido: a las personas que te rodean, a las que ves por alguna circunstancia en especial, a Dios. Decir gracias me cambia a mí y a la persona que recibe mi agradecimiento. Hace que la vida sea más agradable y armónica. Sé agradecido en toda circunstancia, durante todo el día, te va a hacer una persona más feliz. Amén.

Querido Jesús, ayudame a ser agradecida, a ver lo bueno que tengo en esta vida y no vivir siempre pensando en lo que me falta. Agradecerte a vos, al Dios Padre, a las personas que me rodean, cuando voy al banco, al supermercado, a cualquier persona que es amable conmigo. Ayudame a ser agradecida porque sale el sol, porque llueve en los campos, porque tengo familia o porque la tuve. Ser agradecida, agradecerte eternamente, ése es mi anhelo y sé que vos me lo podés enseñar. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 1 de octubre de 2010

3 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 95

“Vengan, cantemos gozosos a mi Señor,
aclamemos a la Roca de nuestra salvación;
con acciones de gracias vayamos ante él,
aclamémosle con salmos.

Porque es mi Señor un Dios grande,
Rey grande sobre todos los dioses;
en sus manos están las honduras de la tierra,
y suyas son las cumbres de los montes;
suyo el mar, pues él mismo lo hizo,
y la tierra firme que sus manos formaron.

Entren, adoremos, postrémonos,
¡de rodillas ante mi Señor que nos ha hecho!
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros el pueblo de su pasto,
el rebaño de su mano.

¡Oh, si escucharan hoy su voz!:
‘No endurezcan su corazón como en Meribá,
como el día de Massá en el desierto,
donde me pusieron a prueba sus padres,
me tentaron aunque habían visto mi obra.
‘Cuarenta años me asqueó aquella generación,
y dije: Pueblo son de corazón torcido,
que mis caminos no conocen.
Y por eso en mi cólera juré:
¡No han de entrar en mi reposo!" Amén.
Curiosidades

¿Cómo es un sicómoro?
El sicomoro (Ficus sycomorus) es un árbol de la familia de las moráceas que se ha cultivado desde tiempos remotos. Es originario de casi toda el África central, excepto de las áreas boscosas occidentales, desde Senegal hasta el nordeste de África del Sur. Es un árbol similar a la higuera, con la que está estrechamente emparentado.
Es oriundo del Medio Oriente y el norte de África, y aparece mencionado en la Biblia. Tiene el tronco ancho, las raíces gruesas y muy superficiales, y un ramaje poco denso y muy nudoso que brota de baja altura, sus hojas gruesas y en forma de corazón. Produce un fruto pequeño y amarillento, similar al higo pero menos apetitoso. Su madera es muy resistente, y los egipcios lo utilizaban para fabricar los ataúdes para las momias.
Se le llama también «higuera loca», también se lo conoce como higuera africana o higuera egipcia.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 17:5-10

“Dijeron los apóstoles al Señor; ‘Auméntanos la fe.’ El Señor dijo: "Si tuvieran fe como un grano de mostaza, habrían dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y les habría obedecido.
‘¿Quién de ustedes tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’ ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y apriétate para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’ ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo ustedes, cuando hayan hecho todo lo que les fue mandado, digan: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer." Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Una vida en el servicio… ¿cuántos cristianos estamos dispuestos a esto? ¿cuántas veces en vez de servir a Dios exigimos que cumpla nuestra voluntad? Pero… ¿quién es el que tiene el poder? ¿quién creó al mundo y los sostiene?
Seríamos unos necios si no logramos ver la grandeza de Dios, aunque más no sea en su creación… es sólo mirar a nuestro alrededor y nos daremos cuenta de que no hay nada más perfecto que la creación: todo ocurre en el tiempo preciso, los colores son maravillosos, lo mismo que los sonidos y las texturas… es indudable, Dios es el Creador y ha creado un mundo en donde cada ser tiene su función y su razón de ser. No hay nada inútil ni hay desperdicio.
No así con nosotros, los seres humanos, que a diario buscamos destruir a la creación a través de nuestros desmanes y abusos. Deberíamos no sólo agradecerle, sino ponernos a su disposición, ya que él nos creo a su imagen y semejanza, justamente para que seamos sus co-creadores. Y así nos sentimos dioses.
Creemos que somos más que Dios porque creemos que controlamos algo, pero lo que controlamos sólo lo hacemos porque Dios nos lo permite.
Hasta el más escéptico no puede dejar de asumir que existe un creador de todo y que el mundo, con su sincronía es perfecto. Por eso es importante agradecerle y ponernos a su servicio.
¿Se imaginan si utilizáramos nuestra inteligencia y nuestra creatividad para mejorar este mundo, para estar a disposición de la creación? Sería maravilloso y muchos problemas que padecemos hoy no existirían. No habría bolsas de plástico volando por todos lados, no habría contaminación en los ríos y los mares, no existirían muchas enfermedades que son causa de nuestras ambiciones y abusos y no habría ni hambre, ni guerras, ni toda esa destrucción que sufrimos hoy día.
Sí, nosotros estamos al servicio de Dios y no él a nuestra disposición. Y justamente estamos como estamos porque no hemos sido capaces de comprender y aceptar esto.
Es hora de que nos pongamos a disposición de Dios, como ese siervo que terminando de trabajar el campo vuelve a servir a su Señor. Estar a la plena disposición de Dios, de su creación, amarlo a través de su obra es lo que él espera de nosotros. Y es sólo hacerlo. Sólo de esa manera las cosas van a empezar a cambiar. Aceptá el desafío que vale la pena. Amén.

Querido Dios, perdóname por ser tan necia, de no darme cuenta de que todo lo que tengo y todo lo que soy te lo debo a vos. Perdóname por no utilizar mis dones, esos que vos me diste, para hacer el bien, para servirte a través de la creación. Dame la voluntad, dame el entusiasmo y el amor para hacerlo realidad. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.