viernes, 15 de octubre de 2010

17 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 121

“Alzo mis ojos a los montes:
¿de dónde vendrá mi auxilio?
Mi auxilio me viene de mi Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
¡No deje él titubear tu pie!
¡no duerme tu guardián!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.
Mi Señor es tu guardián,
tu sombra, mi Señor, a tu diestra.
De día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
Te guarda mi Señor de todo mal,
él guarda tu alma;
mi Señor guarda tus salidas y entradas,
desde ahora y por siempre.” Amén.

Curiosidades

¿Por qué la viuda pedía justicia al juez?

La iglesia cristiana heredó del judaísmo la obligación de proveer para la viuda. El autor judeocristiano Santiago afirma categóricamente que el auxiliar a las viudas en sus tribulaciones es una marca de la clase de religión a la que Dios no puede hallarle falta. Aún cuando una viuda hubiese quedado bien provista comparativamente, necesita ser protegida de los inescrupulosos. Una de las cosas que Jesús condenaba en algunos fariseos era que “devoraban” las casas de las viudas; y probablemente estaba tomando una ilustración de la vida diaria de ese entonces cuando contó la historia de la viuda que por su persistencia en demandar justicia le estaba agotando la paciencia al juez. Más frecuente, empero, era que las viudas quedaran en la indigencia. Una de las primeras buenas obras que ocupó la atención de la iglesia en Jerusalén fue la sistematización de la distribución diaria de limosnas a las viudas necesitadas; siete hombres fueron designados para ocuparse de que las viudas de habla griega no fueran descuidadas en comparación con las de habla aramea.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 18:1-8

“Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. ‘Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’ Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.’
Dijo, pues, el Señor: "Oigan lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y los hace esperar? Les digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?" Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

La oración, este ejercicio de hablar con Dios y sentirse escuchado. El orar, algo que pertenece a todas las religiones, un diálogo con Dios para que me guíe en la vida, me ayude o me bendiga. Algo que trae un bienestar interior, una tranquilidad a la hora de la angustia.
Hace algunos años estuve en un curso sobre violencia familiar y abuso, una parte del curso lo daba una psicóloga especialista en el tema. Ella nos hablaba acerca de la función terapéutica de la oración. Nos decía que muy a pesar de la psicología, los profesionales tuvieron que asumir en estos últimos años el poder de la fe, el poder de la oración. Incluso algunos lo están utilizando como terapia. Al levantarse y antes de acostarse la persona debe tomarse un tiempo para adorar, agradecer y pedir la bendición del un ser superior que dirige los hilos del mundo. No hablaba específicamente de Dios ni de una fe en especial, sólo del simple ejercicio de la oración en donde la persona se relaja, se abstrae de sus problemas, se mira de afuera y busca la conexión con un ser superior a ella, en quien deposita todo lo negativo: angustia, miedo, impotencia, etc. Después del ejercicio la persona está relajada y en condiciones de empezar el día sin ansiedad, o de terminar el día y tener un sueño reparador.
¿Qué te parece? ¿no es increíble el descubrimiento? En realidad un descubrimiento de algo que es tan viejo como la humanidad. Es curioso porque nuestros abuelos y abuelas ya lo practicaban, pero religiosamente. Seguro que la oración en la fe es mucho más efectiva y más terapéutica aún.
También está comprobado que la oración aumenta y fortalece la fe, por lo que si sos una persona escéptica y que no cree en Dios, el ejercicio de la oración te traiga la bendición de una fe en Dios, que te servirá de sostén en los momentos difíciles de la vida.
Orar todos los días. Un ejercicio muy bueno para la salud, para la psiquis, algo que podés hacer en cualquier lado y que no tiene costo. ¿No te parece una buena recomendación para bajar el stress, para hacer cable a tierra y bajar la ansiedad?
No dejes pasar esta oportunidad, como dicen los comerciales. Lo podés empezar hoy mismo y vas a ver los resultados tan maravillosos que producen.
¿No sabés orar?
Es muy simple, es como hablar con tu mejor amigo, tu mejor amiga. Podés empezar de una forma bien clásica diciendo: Querido Dios o querido ser supremo, o podés ponerle un nombre, el que te guste. Lo importante es comenzar a conectarte.
Buscate un lugar tranquilo, respirá profundo, cerrá los ojos o fijalo en algo bonito (el mar, el jardín, algo de la naturaleza), y empezá a hablar, para dentro, para afuera. No tengas miedo al ridículo. Buscá de estar solo, para no sentir vergüenza.
Dale, hacelo, después me contás. Amén.

Querido Jesús, ¡cuántas veces orabas al Padre! ¡cuántas veces buscaste un lugar apartado para orar! ¿por qué me cuesta tanto hacerlo? ¿por qué no me doy el tiempo y paso de largo? Recuerdo cómo de pequeña que enseñaron a orar, como parte de mi fe, pero me cuesta practicarlo, me olvido, le resto importancia, y sólo lo hago cuando estoy desesperada. Ayudame a hacer este ejercicio diario para que entre la paz en mi corazón, para que baje los decibeles. Te lo pido a vos, que nos enseñaste a orar y has sido un ejemplo de oración, y que junto al Padre y el Espíritu Santo reinan por toda la eternidad. Amén.

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