viernes, 5 de julio de 2013

7 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 66

“Aclamen con júbilo a Dios, habitantes de toda la tierra;
Canten la gloria de Su nombre;
Hagan gloriosa Su alabanza.
Digan a Dios: “¡Cuán portentosas son Tus obras!

Por la grandeza de Tu poder, Tus enemigos fingirán que Te obedecen.
Toda la tierra Te adorará,
Y cantará alabanzas a Ti,
Cantará alabanzas a Tu nombre.”

Vengan y vean las obras de Dios,
Admirable en Sus hechos a favor de los hijos de los hombres.
Convirtió el mar en tierra seca;
Cruzaron el río a pie;

Regocijémonos allí en El.
El domina con Su poder para siempre;
Sus ojos velan sobre las naciones;
No se enaltezcan los rebeldes.

Bendigan, oh pueblos, a nuestro Dios,
Y hagan oír la voz de Su alabanza.
El es quien nos guarda con vida,
Y no permite que nuestros pies resbalen.

Porque Tú nos has probado, oh Dios;
Nos has refinado como se refina la plata.
Nos metiste en la red;
Carga pesada pusiste sobre nuestros lomos.
Hiciste cabalgar hombres sobre nuestras cabezas;
Pasamos por el fuego y por el agua,
Pero Tú nos sacaste a un lugar de abundancia.

Entraré en Tu casa con holocaustos;
A Ti cumpliré mis votos,
Los que pronunciaron mis labios
Y habló mi boca cuando yo estaba en angustia.

Te ofreceré sacrificios de animales engordados,
Con el humo de la ofrenda de carneros;
Haré una ofrenda de toros y machos cabríos.

Vengan y oigan, todos los que temen (reverencian) a Dios,
Y contaré lo que El ha hecho por mi alma.

Con mi boca clamé a El,
Y ensalzado fue con mi lengua.
Si observo iniquidad en mi corazón,
El Señor no me escuchará.
Pero ciertamente Dios me ha oído;
El atendió a la voz de mi oración.

Bendito sea Dios,
Que no ha desechado mi oración,
Ni apartado de mí Su misericordia.” Amén.

Curiosidades


Se alega que Éxodo 4:24ss y Josué 5:2ss, juntamente con Génesis 17, ofrecen tres relatos distintos del origen del rito, pero en realidad, Éxodo 4 difícilmente pueda explicarse a menos que fuera ya una práctica establecida la circuncisión de párvulos o niños, y Josué 5 declara que los que salieron de Egipto fueron circuncidados. Génesis 17 es el único relato bíblico sobre el origen de la circuncisión israelita. Dicho rito fue integrado al sistema mosaico en conexión con la Pascua, y aparentemente continuó practicándose a través de todo el AT. Constituyó un rasgo fundacional del judaísmo del NT, y fue causa de las controversias judaicas del período apostólico. Los judíos del NT habían relacionado la circuncisión tan íntimamente con Moisés, que habían olvidado virtualmente su relación más fundamental con Abraham. Nuestro Señor se vio precisado de recordarles que era práctica anterior a Moisés; Pablo destaca el hecho de que era precisamente la creencia en la relación mosaica del rito lo que era motivo de repudio por parte del cristianismo, y repetidamente recalca para sus lectores su origen abrahamico.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Gálatas 6:14-18

“Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo. Porque ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea sobre ellos y sobre el Israel de Dios.
De aquí en adelante nadie me cause molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas (cicatrices) de Jesús.
Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de ustedes.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Una de las cosas que nos hace daño a los seres humanos son las historias pasadas que no logramos cerrar, dolores que padecimos y que permanecen afloran a cada momento. Esto mismo no nos permite vivir en paz, ya que los recuerdos nos atormentan y de alguna manera influyen en nuestra forma de actuar y de relacionarnos con las demás personas.
Muchas veces lo que nos atormenta no lo podemos solucionar con una charla con la persona que acuso el daño porque ya no tenemos posibilidades de encontrarnos, porque no nos “da el cuero·, porque nos parece que pasaron tantos años que ya no tiene sentido o simplemente porque ya falleció quien nos dañó. A veces nos atormentamos por nuestras propias decisiones, por cosas que hicimos y que no tienen regreso.
Esto hace necesario un proceso de reconciliación con nuestra historia, con nuestra vida, con nosotros mismos. Pero la realidad es que no es algo que podamos hacer solos, sino que necesitamos del otro, de alguien que nos permita reflexionar y detectar el problema en sí y así vencerlo.
Una de las posibilidades es ir al psicólogo o psicóloga, para que nos ayude y así encontrar la paz tan ansiada. Pero a veces no es suficiente.
Jesús nos propone una vida nueva a partir de la fe. Él vino al mundo para cargar todos nuestros dolores, frustraciones y culpas, para que a partir de esa “limpieza” podamos renacer a una vida nueva.
En este proceso, Jesús nos invita a asumir nuestras responsabilidades, y a través de un arrepentimiento sincero sentir el perdón de Dios. Así, una vez que sentimos el perdón de Dios, buscar este pensamiento: si Dios me ha perdonado, yo también me tengo que perdonar, si Dios me libera, yo también tengo que liberarme, dejar todo dolor atrás, y por a amor a Dios, buscar vivir en esa reconciliación, confiados que somos llamados a la vida plena.
El ser humano es complicado, todos somos complicados y somos propensos a aferrarnos a nuestras viejas historias de rencor y resentimiento. Pero esto mismo no nos permite vivir plenamente y nos va enfermando a nosotros mismos y a la gente con la que compartimos nuestras vidas.
Jesús nos invita a ser una nueva creación, a dejar toda historia de dolor, a liberarnos de nuestras ataduras, no porque quien nos hizo daño merece nuestro perdón, sino por nosotros mismos, para que no nos siga arrastrando a un pasado al que no queremos volver. Está en cada uno de nosotros aceptar su propuesta de amor. Amén.

Querido Jesús, ¡cómo me cuesta perdonarme! Sé que no tiene sentido, porque si creo en el amor y el perdón de Dios a partir de un arrepentimiento sincero no tengo porqué volver siempre atrás. Ayudame a encontrar la paz, a reconciliarme con mi historia, a amar incluso aquellos momentos oscuros en donde no me cuidé, en donde hice daño a los demás. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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