jueves, 29 de diciembre de 2016

29 de Enero

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 15

“Mi Señor, ¿quién habitará en tu Tabernáculo?,
¿quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia;
el que habla verdad en su corazón;
el que no calumnia con su lengua
ni hace mal a su prójimo
ni admite reproche alguno contra su vecino;
aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado,
pero honra a los que temen a mi Señor;
el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia;
quien su dinero no dio a usura
ni contra el inocente admitió soborno.

El que hace estas cosas, no resbalará jamás.” Amén.

Curiosidades

¿Quién fue Johann Tetzel?

El monje dominico Johann Tetzel cuyo nombre pasó a la historia, indisociablemente ligado al llamado "tráfico de indulgencias" (nació en 1465 en Pirna, falleció el 11 de agosto de 1519 en Leipzig) se encargó de la venta de indulgencias en numerosas regiones de Alemania.
Tezel, ingresó en 1489 en el monasterio dominicano de San Pablo. En 1504 comenzó la venta de indulgencias. En 1517, el arzobispo Alberto de Brandeburgo lo nombró subcomisario para la venta de indulgencias en la provincia eclesiástica de Magdeburgo. Su actuación se cuenta entre los factores que decidieron a Martín Lutero a lanzar la reforma protestante.
Hasta el fin del siglo XVI la venta de indulgencias estaba rigurosamente reglamentada, solo determinadas penas temporales podían ser redimidas con dinero y en ningún caso sin que mediase arrepentimiento. Pero debido a la creciente necesidad de fondos del papa León X, que necesitaba cada vez más dinero para hacer frente a los costos de la construcción de la basílica de San Pedro, Roma comisionó a la banca Fugger de organizar el comercio de las indulgencias.
Las reglas se flexibilizaron gradualmente. Se llegó así a que, aún sin confesión de un sacerdote podía un pecador librarse de las consecuencias de su pecado mediando la compra de una indulgencia. Por ejemplo, por robo de bienes eclesiásticos y perjuro se podía llegar a pagar 9 ducados, el perdón por asesinato podía obtenerse por 8 ducados.[1] Luego se extendió la venta de indulgencias para los pecados de personas fallecidas con la finalidad de acortar su estadía en el purgatorio y para pecados futuros aún no cometidos.
La mitad del resultado de la venta se destinaba a la construcción de la basílica de San Pedro, Alberto de Brandeburgo y otros intervinientes. En efecto, el arzobispo estaba a su vez fuertemente endeudado con la poderosa familia Fugger que había financiado su accesión a la sede del obispado de Maguncia, pese a que ello era eventualmente objetable desde la perspectiva del derecho canónico (simonía). Una parte de los resultados de la venta debía utilizarse para desinteresar tal acreedor. Tetzel, quien al origen era un predicador estimado y tenía adecuadas dotes oratorias, había sido elegido como cabeza visible para ejecutar tales operaciones en el terreno. Así, durante las ventas efectuadas por Tetzel estaban siempre discretamente presentes representantes de los Fugger en Roma, el resto a ser dividido entre el arzobispo para controlar el desarrollo las operaciones y asegurarse de la parte que se destinaría al pago de la deuda.
Tetzel iniciaba sus ventas de indulgencias voceando el lema
"Tan pronto la moneda en el cofre resuena, el alma al cielo brinca sin pena"
Tal procedimiento, un tanto indelicado, no dejó de suscitar la desaprobación de incluso miembros de la Iglesia. Tetzel operaba en principio en Magdeburgo, pero a esta ciudad llegaban habitantes de Wittenberg atraídos por la posibilidad de liberarse del peso de sus pecados pagando una cierta suma de dinero en lugar de penitencia.
Martín Lutero, que era confesor de muchos de los habitantes de Wittenberg, desaprobaba agriamente este comercio. En su opinión, tales transacciones eran vergonzosas y lejos de liberar a los pecadores, agravaban aún más lo pecaminoso de sus acciones. Estos eventos, precipitaron el 31 de octubre de 1517 la publicación de Las 95 tesis de Lutero en Wittenberg iniciando el proceso conocido como la reforma protestante.
Bajo la firma de Tetzel, se publicaron en 1518 "50 tesis" en respuesta a las 95 tesis, pero se probó que el verdadero autor es el teólogo alemán Konrad Wimpina.
Desprestigiado, Tetzel tuvo todavía que hacer frente a acusaciones de malversación de fondos y de inmoralidad, pero fue absuelto. Enfermo, se recluyó en un monasterio en Leipzig donde murió el 11 de agosto de 1519.
En su lecho de muerte de Tetzel, recibió de Lutero palabras de consuelo donde le manifestaba que no lo consideraba responsable de los sucesos en curso.
Uno de los cofres que presuntamente se habrían utilizado para guardar lo recaudado de las ventas de Tetzel se encuentra en el museo estatal de Braunschzeweig, en la vieja alcaldía (Altstadtrathaus). Proviene de la capilla de San Pedro, del palacio Süpplingenburg donde Tetzel habría predicado. Tiene protecciones de hierro y manijas para su transporte. En su parte anterior se encontraban 3 cerraduras que, se dice, sólo podían ser abiertas en presencia de representantes de la curia romana, de los Fugger y de Alberto de Brandeburgo. Sus medidas son de 40,7 x 82,5 x 47,5 cm.
Otro cofre se encontraría en la Iglesia de San Nicolás en Jüterbog. Un tal Hans von Hake lo habría entregado a Jüterbog luego de habérselo arrebatado a Tetzel. Según los relatos de la época, Hans von Hake, habría preventivamente comprado a Tetzel una indulgencia para pecados futuros el día precedente.
Un último "cofre de Tetzel" sería el que se expone en la Iglesia de San Pedro y San Pablo en Görlitz.
http://lareformaprotestante.blogspot.com.ar/2010/11/venta-de-indulgencias.html

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Mateo 5:1-12a

“Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
«Felices los pobres de espíritu, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque poseerán en herencia la tierra.
Felices los que lloran, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque alcanzarán la misericordia.
Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma por mi causa.
Alégrense y regocíjense entonces, porque su recompensa será grande en los cielos.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Si preguntamos a la gente qué es la felicidad, seguramente hablarán de familia, pareja, trabajo, salud… cosas que tienen que ver con su vida personal, el lograr los objetivos que se habían propuesto.
Hay una película muy linda de un hombre, papá de un pequeño niño, que es abandonado por su esposa, y le toca enfrentar la vida sin un trabajo y con un hijo a cargo. En español se llama “En busca de la felicidad”… podría llamarse distinto, pero ese es el nombre que le han puesto. De alguna manera está relacionado con lo dicho anteriormente.
Cuando Jesús habla de “felicidad”, como en estas bienaventuranzas, está relacionado al compromiso con la humanidad, sobre todo con aquellas personas y grupos más vulnerables.
Desde el inicio del movimiento de Jesús, los cristianos y cristianas sintieron que la fe se vivía en lo concreto, en la entrega, por ello enseguida se buscó ayudar a los y las necesitadas.
Para quienes vivimos esta experiencia de compromiso concreto damos fe de que esa es la felicidad plena. Realmente produce una satisfacción enorme el brindarse a otro/a, luchar por un ideal de justicia, aún si eso se traduzca en persecución o discriminación.
Tal vez en este lugar en el mundo, en donde vivimos en libertad y con cierta seguridad (aunque no nos parezca), nos cuesta pensar que aun hoy hay personas que son perseguidas y asesinadas por causa de su fe, de su forma de vivir. Pero si las hay, sobre todo cuando salimos del continente americano.
Vivir una vida conforme a los principios del evangelio, vivir una vida en coherencia entre palabras y obras da felicidad, una felicidad que solo se entiende cuando se vive. Amén.

Querido Jesús, vos viviste tu vida en la coherencia entre palabras y acciones, eso mismo te costó la muerte en cruz, ser que no es fácil seguirte, pero lo quiero hacer, y necesito que me ayudes, que me des la fuerza y el valor para hacerlo. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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