viernes, 13 de diciembre de 2013

15 Diciembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 146

“¡Alaba, alma mía, a mi Señor!
Alabaré a mi Señor en mi vida;
cantaré salmos a mi Dios mientras viva.

No confíen en los príncipes
ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación,
pues sale su aliento y vuelve a la tierra;
en ese mismo día mueren sus pensamientos.

Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob,
cuya esperanza está en mi Señor su Dios,
el cual hizo los cielos y la tierra,
el mar, y todo lo que en ellos hay;
que guarda la verdad para siempre,
que hace justicia a los maltratados,
que da pan a los hambrientos.

Mi Señor liberta a los cautivos;
mi Señor abre los ojos a los ciegos;
mi Señor levanta a los caídos;
mi Señor ama a los justos.
Mi Señor guarda a los extranjeros;
al huérfano y a la viuda sostiene,
y el camino de los impíos trastorna.

Reinará mi Señor para siempre;
tu Dios, Sión, de generación en generación.

¡Aleluya!” Amén.

Curiosidades

¿Quién es Job?

Job era un hombre de gran riqueza y elevada posición social, pero el libro de la Biblia que tiene su nombre, se ocupa tanto en hacer resaltar su lugar entre los sabios que no nos dan detalles precisos; sin la menor duda podemos, sin embargo, rechazar las leyendas que afirman que era un rey.
Con permiso de Dios, Satanás le quita su fortuna, sus diez hijos y, finalmente, su salud. No hay certeza con respecto a la enfermedad que lo aquejó, pero las sugerencias principales apuntan a la elefantiasis, el eritema, y la viruela. Este gran desacuerdo se debe a que se mencionan los síntomas en un lenguaje altamente poético. Sus parientes y paisanos interpretaron sus desventuras como castigo divino por grandes pecados, y lo arrojaron fuera de la ciudad, de lo que la turba derivó un placer especial. Su esposa aceptó la opinión común, y lo instó a acelerar el fin inevitable maldiciendo a Dios.
Job fue visitado por tres amigos, Elifaz, Bildad y Sofar, también sabios ellos, ricos y poderosos, como lo había sido él. Cuando vieron sus penurias compartieron la opinión popular, y lo único que pudieron hacer fue sentarse en silencio con Job en el estiercolero fuera de las puertas de la ciudad durante siete días de luto por un hombre a quien se daba por muerto. Las expresiones de dolor de Job provocaron una larga y vehemente discusión, que terminó con la intervención verborrágica de un hombre más joven, Eliú. Todo esto revela la falta de validez de la sabiduría y la teología tradicionales cuando se presenta un caso tan excepcional como el de Job. Aunque la falta de comprensión de sus amigos llevó a Job hasta el borde de la desesperación, también lo acercó a Dios y lo preparó para la revelación de la soberanía divina que le trajo la paz. La plebe no pudo comprender su curación, la duplicación de su fortuna, y el don de los diez hijos adicionales.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Santiago 5:7-10

Por tanto, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Miren cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tengan también ustedes paciencia y afirmen sus corazones, porque la venida del Señor se acerca.
Hermanos, no se quejen unos contra otros, para que no sean condenados; el Juez ya está delante de la puerta. Hermanos míos, tomen como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. Nosotros tenemos por bienaventurados a los que sufren: Han oído de la paciencia de Job, y han visto el fin que le dio el Señor, porque el Señor es muy misericordioso y compasivo.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Con el avance de la ciencia y el mundo tecnificado, hemos perdido la relación con la tierra, con el origen, por ejemplo, de los alimentos que consumimos.
Nuestra dieta es mucho más variada de lo que las generaciones que nos antecedieron. En cualquier momento del año tenemos acceso a todas las frutas y verduras, los huevos, los lácteos y demás.
¿Pero cuántos saben, por ejemplo, cómo es una planta de tomate y lo que demora desde que nace hasta que produce la fruta y madura?
¿O quién sabe el tiempo y el trabajo que hay detrás de un litro de leche o ha probado a ordeñar o al menos verlo en vivo y en directo?
¿Quién ha vivido el proceso del pollo, desde que era un simple huevo hasta desplumarlo y carnearlo?
Muchas personas ya no saben hacer una masa de pan, o de empanada o de alguna torta… ¡todo se puede comprar!
Pero con todo esto nos hemos perdido de lo que significa que nuestras manos elaboren la comida o trabajen la tierra. Consumir algo que es verdaderamente producto de nuestras manos, no que sabemos dónde comprar algo rico!
Hace un par de meses, con las mujeres, trabajamos “nuestros saberes ancestrales”, y hablamos acerca de una sociedad que nos ha quitado (y se lo hemos permitido), muchísimos espacios que tienen que ver con la vida: los partos, el cuidado de nuestros hijos, la elaboración de nuestra comida e incluso de nuestros medicamentos para curar algo tan simple como un resfrío o un dolor de garganta.
Vivimos en una sociedad en donde no toleramos el dolor: ¡nada tiene que doler! Y para eso ha una variedad interminable de analgésicos y sedantes. Hasta mismo a la hora de la muerte de un ser querido las empresas funerarias nos imponen su ritual ¡muy copiado de las películas norteamericanas, sin tierra, sin dolor, sin sentimientos… ¡pero estéticamente muy bonito!
La vida pasa por las pequeñas cosas, por las relaciones de afecto, por momentos felices, pero también por el sufrimiento, por el dolor. No podemos anestesiarnos y pintarnos una sonrisa en la cara fingiendo que siempre tiene que estar todo bien: ¡no es real, no es sano!
Te invito a que reflexiones sobre estos pensamientos que comparto hoy, porque todo esto es posible cambiarlo, nosotros somos los constructores de nuestras vidas y podemos decir NO a lo que no estamos dispuestos a hacer, a vivir. Somos dueños y dueñas de nuestras vidas, y si no la vivimos nosotros, seremos como ramas secas, sin vida. Amén.

Querido Jesús, ¡gracias porque a través de tu vida me has mostrado que puedo reír, llorar, enojarme, volverme a componer, estar con amigos y amigas, sentarme un rato a conversar, a trabajar con mis manos para elaborar la comida de mi mesa, la ropa con la que me visto, o cultivar mi jardín o mi huerta! Acompañame en este difícil camino de ir en contra de la corriente. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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