sábado, 29 de diciembre de 2012

5 de Enero

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 72

“Oh Dios, da Tus juicios al rey,
Y Tu justicia al hijo del rey.
Juzgue él a Tu pueblo con justicia,
Y a Tus afligidos con equidad.
Traigan paz los montes al pueblo,
Y justicia los collados.
Haga el rey justicia a los afligidos del pueblo,
Salve a los hijos de los pobres,
Y aplaste al opresor.

Que Te teman mientras duren el sol y la luna,
Por todas las generaciones.
Descienda el rey como la lluvia sobre la hierba cortada,
Como aguaceros que riegan la tierra.
Florezca la justicia en sus días,
Y abundancia de paz hasta que no haya luna.

Domine él de mar a mar
Y desde el Río Eufrates hasta los confines de la tierra.
Dobléguense ante él los moradores del desierto,
Y sus enemigos laman el polvo.
Los reyes de Tarsis y de las islas traigan presentes;
Los reyes de Sabá y de Seba ofrezcan tributo;
Y póstrense ante él todos los reyes de la tierra;
Sírvanle todas las naciones.

Porque él librará al necesitado cuando clame,
También al afligido y al que no tiene quien lo auxilie.
Tendrá compasión del pobre y del necesitado,
Y la vida de los necesitados salvará.
Rescatará su vida de la opresión y de la violencia,
Y su sangre será preciosa ante sus ojos.
Que viva, pues, y se le dé del oro de Sabá,
Y que se ore por él continuamente;
Que todo el día se le bendiga.

Haya abundancia de grano en la tierra, en las cumbres de los montes;
Su fruto se mecerá como los cedros del Líbano;
Que los de la ciudad florezcan como la hierba de la tierra.
Sea su nombre para siempre;
Que su nombre se engrandezca mientras dure el sol,
Y sean benditos por él los hombres;
Llámenlo bienaventurado todas las naciones.

Bendito sea el Señor Dios, el Dios de Israel,
El único que hace maravillas.
Bendito sea Su glorioso nombre para siempre,
Sea llena de Su gloria toda la tierra.
Amén y amén.

Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.” Amén.

Curiosidades

¿De dónde era el Apóstol Pablo y cómo era?

Desde el nacimiento de Pablo hasta su aparición en Jerusalén como perseguidor de los cristianos hay poca información sobre su vida. Si bien era de la tribu de Benjamín, y miembro celoso del partido de los fariseos, había nacido en Tarso como ciudadano romano. Jerónimo cita una tradición según la cual los antepasados de Pablo eran oriundos de Galilea. No se sabe a ciencia cierta si emigraron a Tarso por razones comerciales o si fueron ubicados allí como colonos por algún cogernante sirio. El que fuesen ciudadanos sugiere que habían residido allí durante bastante tiempo.
Sir William Ramsay y otros han demostrado que Tarso era “una ciudad no insignificante”. Era un centro de cultura, y en general los entendidos han supuesto que Pablo se vinculó con diversas filosofías y cultos religiosos griegos durante su juventud, pasada allí. Van Unnik ha cuestionado esta suposición. Sostiene que los textos pertinentes ubican a Pablo en Jerusalén desde que fue niño pequeño; se ha de leer en secuencia: nacido en Tarso; criado sobre las rodillas de su madre en esta ciudad; educado a los pies de Rabán Gamaliel el viejo. Siendo “joven” a Pablo se le dio autoridad oficial para dirigir la persecución de los cristianos, y como miembro del consejo de una sinagoga o del sanedrín “di mi voto” en contra de ellos. A la luz de la educación de Pablo, y de la prominencia que adquirió tempranamente, podemos suponer que su familia era de ciertos medios, y de posición prominente; el acceso que su sobrino tuvo a los líderes de Jerusalén concuerda con esta impresión.
En cuanto a la apariencia personal de Pablo los relatos canónicos sugieren colamente que no se destacaba. Una descripción más gráfica, que Diessmann y Ramsay se inclinan a aceptar, aparece en la obra apócrifa Hechos de Pablo y Tecla: “Y vio venir a Pablo, hombre de pequeña estatura, cabello ralo, piernas torcidas, buen estado físico, cejas unidas, nariz más bien aguileña, lleno de gracia: porque algunas veces se lo veía como un hombre, y otras tenía rostro de un ángel”.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Efesios 3:1-7

“Por esta causa yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por amor de ustedes los gentiles si en verdad han oído de la dispensación de la gracia de Dios que me fue dada para ustedes; que por revelación me fue dado a conocer el misterio, tal como antes les escribí brevemente.
En vista de lo cual, leyendo, podrán entender mi comprensión del misterio de Cristo, que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a Sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu; a saber, que los Gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, participando igualmente de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio (las buenas nuevas).
Es de este evangelio que fui hecho ministro, conforme al don de la gracia de Dios que se me ha concedido según la eficacia (la energía) de Su poder.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Es muy difícil explicar lo que significa la fe en Cristo. Es una vivencia, y como toda vivencia la única forma de lograr comprender qué se siente, qué implica en la vida de la persona y cómo esa nueva realidad transforma, es experimentarlo en carne propia.
Antes de ser mamá podía llegar a imaginarme como era, utilicé la metáfora en más de una ocasión, pero solamente cuando realmente fui mamá logré comprender la magnitud de hecho, lo que esto significaba, y significa en mi vida. Hay un antes y un después, y no hay un camino de retorno. Una vez que se es madre ya no hay vuelta atrás y es algo que nos marca y que lo llevamos el resto de nuestras vidas… mismo cuando nuestros hijos crecen.
De la misma manera, y salvando en algo las diferencias, se vive la fe. Hay un antes y un después y tampoco hay un camino de retorno. Se puede estar más o menos animado, pero si la fe es verdadera, esto es en Jesucristo y no por el entusiasmo por un líder, la fe es para siempre.
La fe nos llega de Dios, a través de su Espíritu, y no hay una explicación, a veces de repente a veces en un largo proceso, la persona percibe que está en la mano de Dios y que tiene una misión para toda persona que entrega su corazón a Cristo.
Esto mismo produce una gran alegría, aunque al mismo tiempo signifique salir de la propia comodidad para vivir una vida de entrega. En esto también se parece a ser madre, ya no podemos pensar desde sólo nuestra vida, sino de la personita que depende de nosotras. La persona que vive la fe en Cristo ya no puede vivir para sí misma, sino que se involucra y se preocupa por los demás, aunque no sean personas que viven esa misma fe.
Así como Jesús en su paso por esta tierra se acercó a los que sufrían y permitió que toda persona pudiera sentir el amor a través de él. De la misma manera, quienes creemos en Jesús, debemos seguir sus pasos para que otros conozcan el amor de Dios a través nuestro. Y todo esto lo vivimos con alegría, porque sentimos que el cambio que Dios ha producidos en nosotros a partir de la fe es tan bueno, que no nos importa que esto mismo nos signifique un esfuerzo.
Esto mismo lo podés experimentar vos, que estás escuchando estas palabras ahora. Si bien la fe viene de Dios, vos podés ponerte a disposición de El .Amén.

Querido Jesús, hoy te quiero agradecer por el gran regalo de la fe, porque me has cambiado mi vida. Pero también quiero pedirte perdón por la gran cantidad de veces que no supe valorara esto y que lo sentí como una carga. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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