viernes, 16 de diciembre de 2011

18 de Diciembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 89:1-18.26-28


Las misericordias de mi Señor cantaré perpetuamente;
de generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.


Dije: «Para siempre será edificada la misericordia;
en los cielos mismos afirmarás tu fidelidad».


Hice pacto con mi escogido;
juré a David mi siervo, diciendo:


«Para siempre confirmaré tu descendencia
y edificaré tu trono por todas las generaciones».


Celebran los cielos tus maravillas, mi Señor,
tu fidelidad también en la congregación de los santos,


porque ¿quién en los cielos se igualará a mi Señor?
¿Quién será semejante a mi Señor entre los hijos de los poderosos?


Dios temible en la gran congregación de los santos
y formidable sobre todos cuantos están a su alrededor.


Mi Señor, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú?
Poderoso eres, mi Señor, y tu fidelidad te rodea.


Tú tienes dominio sobre la braveza del mar;
cuando se levantan sus olas, tú las sosiegas.


Tú quebrantaste a Rahab como a un herido de muerte;
con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos.


Tuyos son los cielos, tuya también es la tierra;
el mundo y su plenitud, tú lo fundaste.


El norte y el sur, tú los creaste;
el Tabor y el Hermón cantarán en tu nombre.


Tuyo es el brazo potente;
fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.


Justicia y derecho son el cimiento de tu trono;
misericordia y verdad van delante de tu rostro.


Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte;
andará, mi Señor, a la luz de tu rostro.


En tu nombre se alegrará todo el día
y en tu justicia será enaltecido,


porque tú eres la gloria de su potencia
y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.


Mi Señor es nuestro escudo;
nuestro rey es el Santo de Israel…

…Él clamará a mí, diciendo:"Mi padre eres tú,
mi Dios, y la roca de mi salvación".


Yo también lo pondré por primogénito,
el más excelso de los reyes de la tierra.


Para siempre le aseguraré mi misericordia
y mi pacto será firme con él.
Amén.


Curiosidades


¿Quién era María?


Nuestra información sobre la madre de Jesús, se limita principalmente a los relatos de su infancia en Mateo y Lucas. Allí vemos que cuando se produjo la anunciación angelical del nacimiento de Jesús, María vivía en Nazaret, Galilea, y estaba comprometida con un carpintero llamado José. Lucas nos dice que José era descendiente de David, y aunque no se menciona el linaje de María, es posible que proviene de la misma línea de descendencia, particularmente si, como parece probable, debe trazarse la genealogía de Cristo en Lucas 3 a través de su madre.

Tanto en Mateo como en Lucas se describe que después del nacimiento la familia vivió en Nazaret. Sólo Mateo menciona la huída a Egipto, donde José, María y el niño se refugiaron de la ira y los celos de Herodes. Lucas narra la visita de María a su prima Elisabet, quien la saludó como “la madre de mi Señor”. Lucas también incluye el cántico de alabanza de María, también nos da una sola, pero a la vez atractiva, visión de la niñez de Jesús, y nos transmite las naturales palabras de ansiedad de su madre cuando descubre que su hijo se ha extraviado, y la conocida respuesta: “¿No sabías que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”

El resto de las referencias a María en los evangelios son escasas y relativamente poco informativas. Aparentemente no acompañó a Jesús en sus viajes misioneros, aunque estuvo con él en la bodas de Caná. El reproche que le formuló Jesús en esa ocasión: “¿Qué tienes conmigo, mujer?” Finalmente, encontraremos a María al pie de la cruz, ocasión en que ella y el discípulo amado reciben de Jesús el encargo de cuidarse mutuamente. La única otra referencia explícita a María en el N.T. se encuentra en Hechos 1:14, donde se dice que junto con los discípulos “perseveraban unánimes en oración y ruego”.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Lucas 1:26-38


Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Entrando el ángel a donde ella estaba, dijo:

- ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.

Pero ella, cuando lo vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.

Entonces el ángel le dijo:

- María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin.

Entonces María preguntó al ángel:

- ¿Cómo será esto?, pues no he estado nunca con un hombre.

Respondiendo el ángel, le dijo:

- El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. Y he aquí también tu parienta Elisabet, la que llamaban estéril, ha concebido hijo en su vejez y este es el sexto mes para ella, pues nada hay imposible para Dios.

Entonces María dijo:

- Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.

Y el ángel se fue de su presencia.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


¿Qué sentido tiene un Dios que busca el vientre de una mujer para nacer como una persona de carne y hueso?

Evidentemente no puede ser para satisfacer una necesidad propia, tiene que ver con esto de ponerse en el lugar de otro, en la piel del otro. Dios se hizo ser humano en la persona de Jesús, para esto necesitaba de María, esta joven que se animó a aceptar el desafío de un embarazo que no era de su novio y fuera del matrimonio. María aún no estaba casada…

Pero Dios deseaba experimentar la limitación humana y a partir de ahí considerar hasta dónde llegan nuestras limitaciones y hasta donde somos unos mañosos. Jesús vivió siguiendo la voluntad de Dios con todas nuestras limitaciones, miedos y sentimientos. Y desde ahí nos demostró que nuestro problema es que muchas veces preferimos esquivarle el bulto a nuestras responsabilidades y compromisos. Vivimos encerrados en nuestro egoísmo, con temor a darnos a los demás, de servir al otro, de ponernos en la piel de otro.

Al hacerse un ser humano entre nosotros Dios nos muestra una nueva forma de vivir: poniéndonos en el lugar del otro para actuar con misericordia, para ser comprensivos y no juzgar.

Una de nuestras grandes limitaciones es que queremos que nos comprendan, nos respeten y tengan consideración con nosotros, pero no estamos dispuestos a actuar de la misma manera. Al hacerse una persona en Jesús, Dios nos deja claro que sólo podemos hacer un mundo diferente si logramos sentir con el otro, ser empáticos, buscando el punto de encuentro.

¿No es maravilloso esto? ¿No es increíble que Dios se haya puesto en nuestra piel para lograr comprender mejor y desde adentro a su creación? ¿No es hora de que nosotros hagamos lo mismo y dejar de juzgarnos y criticarnos?

Dios se hizo una persona en Jesús… ¿no te dan ganas de seguirlo en esa actitud? Está en vos, vas a ver que tu visión del mundo cambia y el compromiso con las personas que te rodean le va a dar un sentido a tu vida. Amén.


Querido Dios, es maravilloso pensar que te hiciste un ser humano para experimentar en carne propia nuestras limitaciones, mis dificultades, aunque muchas veces soy consciente de que se mezclan con excusas para no salir de mi comodidad. Hoy te pido que me ayudes y me des la energía para lograr salir de mí misma para ponerme en el lugar de los demás, que tantas veces critico y juzgo. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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