martes, 7 de mayo de 2013

5 de Mayo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 67

Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga,
Y haga resplandecer Su rostro sobre nosotros,
Para que sea conocido en la tierra Tu camino,
Entre todas las naciones Tu salvación.

Te den gracias los pueblos, oh Dios,
Todos los pueblos Te den gracias.

Alégrense y canten con júbilo las naciones,
Porque Tú juzgarás a los pueblos con equidad,
Y guiarás a las naciones en la tierra.

Te den gracias los pueblos, oh Dios,
Todos los pueblos Te den gracias.

La tierra ha dado su fruto;
Dios, nuestro Dios, nos bendice.
Dios nos bendice,
Para que Le teman todos los términos de la tierra.” Amén.

Curiosidades


El siete ocupa un lugar eminente entre los números sagrados en las Escrituras, y está asociado con la idea de consumación, cumplimiento, y perfección. En el relato de la creación Dios descansó de su obra en el séptimo día, y lo santificó. Esto sirvió de modelo para el día de reposo judío, en el que el hombre debía abstenerse de trabajar, para el año sabático, y también para el año del jubileo, que seguía a un período de siete años. La fiesta del pan sin levadura y la fiesta de los tabernáculos duraban siete días. El día de la expiación correspondía al séptimo mes, y el número siete aparece frecuentemente en relación con el ritual veterotestamentario, por ejemplo, el rociamiento de la sangre del becerro siete veces y el holocausto de los siete corderos; el leproso purificado era rociado siete veces, y Naamán tuvo que lavarse siete veces en el Jordán. En el tabernáculo, el candelero tenía siete brazos.
Otras referencias dignas de mención son: la madre de siete hijos; siete mujeres para un hombre; una nuera amante es preferible a siete hijos varones. Los saduceos propusieron un caso de matrimonio por levirato de siete hermanos. Los sacerdotes dieron siete vueltas a Jericó. El sirviente de Elías miró al mar siete veces en busca de lluvia. El salmista alababa a Dios siete veces al día. La iglesia primitiva tenía siete diáconos, y Juan se dirige a las siete iglesias en el libro del Apocalipsis, en donde se mencionan siete candeleros de oro y siete estrellas. En la alimentación milagrosa de los 4000 con siete panes y unos pocos pececillos, las siete canastas que se recolectaron posteriormente pueden indicar que Jesús era capaz de satisfacer completamente. Siete demonios efectuaron la completa posesión de María Magdalena; el dragón de Apocalipsis 12 y la bestia de Apocalipsis 13, que en el capítulo 17 tiene siete cabezas.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Apocalipsis 21:9-22:5

“Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las últimas siete plagas, y habló conmigo, diciendo: “Ven, te mostraré la novia, la esposa del Cordero.” Entonces me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino.
Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y en las puertas estaban escritos los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel. Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur, y tres puertas al oeste. El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
El que hablaba conmigo tenía una vara de medir de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad está asentada en forma de cuadro, y su longitud es igual que su anchura. Y midió la ciudad con la vara, 12.000 estadios (2.160 km). Su longitud, anchura, y altura son iguales. Midió su muro, 144 codos (64.8 m), según medida humana, que es también medida de ángel.
El material del muro era jaspe, y la ciudad era de oro puro semejante al cristal puro. Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer cimiento, jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; el quinto, sardónice; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; y el duodécimo, amatista. Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era de una sola perla. La calle de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente.
No vi en ella templo alguno, porque su templo es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero.
La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Las naciones andarán a su luz y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria.
Sus puertas nunca se cerrarán de día (pues allí no habrá noche); y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones.
Jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica aversión y mentira, sino sólo aquéllos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Después el ángel me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. Ya no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará allí, y Sus siervos Le servirán. Ellos verán Su rostro y Su nombre estará en sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Desde siempre el ser humano ha temido la noche y de día se ha sentido seguro, y esto tiene que ver justamente con la luz y la oscuridad. El no lograr ver con claridad o simplemente no ver nada nos produce temor, porque nos da inseguridad, no nos podemos proteger, algo nos puede sorprender. Mismo la noche de luna llena nuestra percepción es diferente, la luz de la luna nos presenta como un mundo irreal, las sombra y los colores son muy diferentes a lo que el sol nos muestra.
Pero al mismo tiempo, la oscuridad de la noche desde siempre ha sido aprovechada por los seres humanos para hacer las cosas prohibidas. De noche se han reunido para tramar contra el gobierno de un país. Por ejemplo, las reuniones que hacían los patriotas en la Jabonería de Vieytes. Seguramente muchos deben recordar los permisos que había que tener para hacer reuniones (sobre todo de noche) en la dictadura militar, tiempo que el país estaba en estado de sitio. Incluso había un límite para salir de noche en algunos momentos más duros.
También los ladrones y asaltantes trabajan más a gusto a la noche, porque la mayoría de la gente descansa y tienen más posibilidades para ocultarse. Por eso nos da miedo andar de noche por las calles nos resultan más inseguras, justamente porque no podemos ver con claridad y todas son sombras, pero también porque sabemos que de noche muchos aprovechan a delinquir.
La luz del día, del sol, no sólo nos permite ver con claridad, sino que le da color a todas las cosas. La luz del sol también nos ayuda en nuestro buen ánimo. Incluso es una de las necesidades del ser humano para la vida, no nos olvidemos que en los países en donde el invierno es largo y oscuro, hay un mayor porcentaje de suicidios.
El andar en la luz nos da seguridad, alegría, energía, optimismo, nos permite ser más positivos y activos, por eso es que el autor del Apocalipsis lo usa como imagen del andar con Dios. De alguna manera, si vivimos confiando en Dios, si vivimos en la certeza de que nos cuida y nos acompaña, nuestra vida es más tranquila, nos sentimos en paz, sin temor a los imprevistos, porque Dios nos va a permitir discernir entre lo bueno y lo malo.
La idea de la fe como un tesoro, como andar en la luz no es nueva, pero siempre nos ilustra en la importancia de la fe, en lo que significa en nuestras vidas. No tiene como finalidad hacernos sentir mejores que otros, sino el de permitirnos vivir una vida más tranquila, una vida en la confianza en que Dios no nos abandona y que nos sostiene cuando nos toca transitar por situaciones dolorosas o difíciles.
La fe es la luz en nuestras vidas que nos permite pasar por los valles de sombras, como dice el Salmo 23. Eso la hace la joya más preciada. Estar en paz y armonía no tiene precio, y es lo que busca mucha gente que hoy vive angustiada y desorientada. Nosotros, quienes confiamos en Cristo, tenemos la posibilidad de dar este mensaje al mundo, para que cada vez más personas puedan encontrar la paz. Es sólo hacerlo. Amén.

Querido Jesús, gracias porque me has permitido vivir en la fe en vos, en la certeza de que me acompañás, me sostenés y me protegés en todo momento. Esto me da tranquilidad y alegría. Permití que esto lo pueda transmitir a los que te necesitan. Te lo pido en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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