viernes, 31 de mayo de 2013

2 de Junio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 117

Alaben al Señor, naciones todas;
Alábenle, pueblos todos.
Porque grande es Su misericordia para con nosotros,
Y la fidelidad del Señor es eterna.
¡Aleluya!” Amén.

Curiosidades


El griego anatema significa originalmente “algo que se coloca (en un templo)”, de allí la ofrenda votiva, forma y sentido que se preserva en Lc.21:5.
La LXX a menudo emplea anatema para representar el hebreo herem, maldición, “la cosa consagrada”, aquello que ha de prohibirse. Los textos imprecatorios paganos muestran que este término se emplea como fórmula de maldición fuera del judaísmo.
Es así que los cristianos podía oír, dada la naturaleza del sincretismo helénico, la horrible blasfemia “sea Jesús anatema” de labios de predicadores aparentemente “inspirados”: ya sea como abjuración de lealtad, o como manera de desacreditar al Jesús terrenal en contraste con el Cristo exaltado. Cualquiera fuera la condición de quien hablaba, ningún mensaje que degradara a Cristo podía provenir del Espíritu Santo. Pablo podía desear, por el bien de sus hermanos no convertidos, “ser anatema”, lo que significaba separación de Cristo, y podía declarar “anatema”, lo que significaba el retiro del reconocimiento de la iglesia cristiana, a todo el que predicara “cualquier otro evangelio”.
En 1 Cor.16:22, se usa “anatema” para colocar bajo maldición a los que odian a Cristo, añadiéndosele a continuación “maranata”. Esto quizá tengas tenga el sentido general de “y que nuestro Señor ejecute prontamente sus juicios”. Pero maranatha podría ser una frase independiente. Por el contenido de 1 Cor. estas palabras en medio de los afectuosos saludos finales resultan bastante apropiadas, sin que haya ninguna conexión especial del anatema como el despido antes de la eucaristía, como consideran algunos.
Los conspiradores de Hch.23:14 se colocan bajo anatema: hacen recaer sobre ellos mismos la maldición si fracasan.
El sentido eclesiástico de la excomunión es una extensión, no un ejemplo, del uso bíblico, aunque no es imposible que la práctica en la sinagoga le haya dado cierto colorido primitivo.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Gálatas 1:1.2.6-10

“Pablo, apóstol, no de parte de hombres ni mediante hombre alguno, sino por medio de Jesucristo y de Dios el Padre que Lo resucitó de entre los muertos, y todos los hermanos que están conmigo:
Me maravillo de que tan pronto ustedes hayan abandonado (desertado) a Aquél que los llamó por la gracia de Cristo (el Mesías), para seguir un evangelio diferente, que en realidad no es otro evangelio, sino que hay algunos que los perturban a ustedes y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema (maldito).
Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguien les anuncia un evangelio contrario al que recibieron, sea anatema. Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Hay momentos en que seguir a Cristo significa ir contra la corriente… no siempre, pero muchas veces…
Por eso su dificultad, porque es más fácil seguir a la masa.
Hay leyes que son básicas para la convivencia: no robar, no matar, respetar al otro, no dañar a la gente de ninguna forma, ni psicológica ni físicamente. Todos sabemos esto y en general también es la conducta de la mayoría. Incluso podemos hablar de castigos sociales a ciertas conductas.
El problema es cuando se naturalizan algunas conductas o actitudes, por ejemplo la corrupción, el acomodo o el robo. Cuando como sociedad sentimos que tenemos derecho a algo y lo tomamos por la fuerza.
Muchas veces nosotros mismos nos reconocemos como el país de los “vivos”, de los ventajeros, pero no nos animamos a llamarlo por su nombre: estafadores. Es que estafar es sacar provecho de otro con artilugios o mentiras, es robar. Pero lo grave es que muchas veces la persona que hace esto no se siente una ladrona e incluso nos justificamos al robar una fruta, por ejemplo: “pero si tiene más”. No nos damos cuenta de que si todo el que pasa, saca una fruta, de repente no va a haber más.
Lo mismo pasa al destruir o ensuciar un lugar. Todos los veranos observo cómo queda la playa después de un hermoso día en el cual muchos disfrutaron del sol y del mar… ¿pero porqué dejan bolsas, pañales sucios, yerba, papeles de masitas y demás todo ahí, contaminando un lugar que es de todos y que si entre todos lo cuidamos puede seguir siendo hermoso por siempre?
El no hacer lo mismo que el resto requiere un esfuerzo, una disciplina, el no decir qué le hace una mancha más al tigre, el no echar la culpa o la responsabilidad a otro.
Muchas veces nos justificamos hablando de los políticos, de quienes ejercer en poder, como modelos que se imponen, y pretendemos que sean ellos los que en principio cambien su conducta… ¿pero puedo yo cambiar la conducta del otro sin primero cambiar la mía?
El ser cristiano, seguidor de Cristo, seguir su evangelio, significa en principio ser buen ciudadano, buen vecino, cumplir las leyes, pero también procurar que se cumplan.
Seguir a Cristo no es tan fácil, pero es generador de cambios ¿te animás? Amén.

Querido Jesús, a veces creo que seguirte es hacer grandes cosas para que el mundo pueda ver lo que significa seguir al Dios de la vida, y entonces siento inmediatamente que no puedo, que no tengo fuerzas, que me falta carácter, que nadie me va a escuchar. Ayudame a darme cuenta que es en las pequeñas cosas en donde se ve la diferencia. El tratar bien a las personas, ser respetuosa, no ser agresiva y cuidar el medioambiente no son cosas imposibles, y son actitudes imitables, que contagian a otros. No hace falta gritar en una plaza u obligar a la gente a participar de las actividades de mi iglesia. Basta con ejercer la ciudadanía en tu nombre, predicar con una actitud de amor. Ayudame a hacerlo, te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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