Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 33
“Ustedes
los justos, ¡alégrense en el Señor!
¡Hermosa es la alabanza de los hombres íntegros!
¡Aclamen al Señor con arpas!
¡Alábenlo al son del salterio y del decacordio!
¡Canten al Señor un cántico nuevo!
¡Canten y toquen bien y con regocijo!
¡Hermosa es la alabanza de los hombres íntegros!
¡Aclamen al Señor con arpas!
¡Alábenlo al son del salterio y del decacordio!
¡Canten al Señor un cántico nuevo!
¡Canten y toquen bien y con regocijo!
Ciertamente, la palabra del Señor es recta;
todo lo hace con fidelidad.
El Señor ama la justicia y el derecho;
la tierra está llena de su misericordia.
todo lo hace con fidelidad.
El Señor ama la justicia y el derecho;
la tierra está llena de su misericordia.
Con su palabra, el Señor hizo los cielos;
todo lo creado lo hizo con un soplo de su boca.
El Señor junta el agua del mar en una vasija,
y pone en un depósito las profundidades del mar.
todo lo creado lo hizo con un soplo de su boca.
El Señor junta el agua del mar en una vasija,
y pone en un depósito las profundidades del mar.
¡Que toda la tierra tema al Señor!
¡Que le teman todos los habitantes del mundo!
El Señor habló, y todo fue creado;
el Señor ordenó, y todo apareció.
¡Que le teman todos los habitantes del mundo!
El Señor habló, y todo fue creado;
el Señor ordenó, y todo apareció.
El Señor anula los planes de las naciones;
frustra las maquinaciones de los pueblos.
Pero los planes y pensamientos del Señor
permanecen por todas las generaciones.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
¡el pueblo que él escogió como su propiedad!
frustra las maquinaciones de los pueblos.
Pero los planes y pensamientos del Señor
permanecen por todas las generaciones.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
¡el pueblo que él escogió como su propiedad!
El Señor observa desde los cielos;
desde allí vigila a toda la humanidad.
Desde el lugar de su residencia
contempla a todos los habitantes de la tierra.
El Señor formó el corazón de todos ellos,
y pondera atentamente todos sus hechos.
desde allí vigila a toda la humanidad.
Desde el lugar de su residencia
contempla a todos los habitantes de la tierra.
El Señor formó el corazón de todos ellos,
y pondera atentamente todos sus hechos.
El rey no se salva por tener un gran ejército,
ni se escapa el valiente por tener mucha fuerza.
Ningún caballo es garantía de salvación;
y aunque tiene mucha fuerza, no salva a nadie.
ni se escapa el valiente por tener mucha fuerza.
Ningún caballo es garantía de salvación;
y aunque tiene mucha fuerza, no salva a nadie.
El Señor mira atentamente a quienes le temen,
a quienes confían en su misericordia,
para librarlos de la muerte
y darles vida en tiempos de escasez.
a quienes confían en su misericordia,
para librarlos de la muerte
y darles vida en tiempos de escasez.
Con el alma esperamos en el Señor,
pues él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Por él se alegra nuestro corazón;
confiamos en su santo nombre.
pues él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Por él se alegra nuestro corazón;
confiamos en su santo nombre.
Señor, sea tu misericordia sobre nosotros,
tal y como lo esperamos de ti.” Amén.
tal y como lo esperamos de ti.” Amén.
Curiosidades
Es difícil lograr una demarcación exacta de la
región de Galilea, excepto en lo que se refiere a sus fronteras provinciales
dentro del imperio romano. Evidentemente el nombre se aplicó a las zonas
pantanosas del N. de Israel, cuya ubicación variaba de tiempo en tiempo. en la
época de Jesús, sin embargo, la provincia de Galilea comprendía un territorio
rectangular de unos 70 km. de N. a S. y 40 de E. a O.
Tomando como base esta definición, la Galilea
consiste esencialmente en una zona de tierras elevadas, limitada por todos sus
costados, excepto el septentrional, por llanuras: las tierras costeras, la
llanura de Esdraelón, y la hendidura del Jordán. En realidad es el extremo
meridional de las montañas del Líbano, y el terreno desciende en dos escalones,
de N. a S., a través de la región.
El “escalón” superior forma la alta Galilea, buena
parte de la cual se encuentra a 1000 m sobre el nivel del mar, en la época del
NT era un territorio montañoso, forestado y poco habitado. El “escalón”
inferior forma la baja Galilea, a 450 – 600 m sobre el nivel del mar, pero
cerca del mar, pero cerca del mar de Galilea cae abruptamente 180 m por debajo
del nivel del mar.
La mayor parte de los acontecimientos narrados en
los evangelios tu vieron lugar en la baja Galilea. Bien regada por los arroyos
que bajan de las montañas del N., y con extensiones considerables de tierra
fértil en las cuencas de caliza entre sus cerros, era una zona de población
densa y próspera. Exportaba aceite de oliva y cereales, y pescado del lago.
En la actualidad Galilea y la llanura de
Esdraelón forman el núcleo central del
N. de Israel, pero sobre los habitantes modernos recae la tarea de rehabilitar
una zona que ha perdido mucho de la prosperidad de que disfrutaba en la época
del N.T. En buena parte, sus bosques han sido reemplazados por maquis, el arbusto característico del
Mediteráneo, y muchas de sus ciudades y aldeas, lugares que Cristo conoció y
visitó, han desaparecido del mapa sin dejar indicios de que alguna vez
existieron.
Evangelio
Desde el
interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos
sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Mateo 28:16-20
»Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al
monte que Jesús les había señalado, y
cuando lo vieron, lo adoraron. Pero algunos dudaban.
Jesús se acercó y les dijo: «Toda autoridad me ha
sido dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las
naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo.
Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he
mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» Amén.
Los
textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos
podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
“… yo estaré con ustedes todos los días hasta
el fin del mundo”…
¡Qué
bueno es pensar que hay alguien que está siempre conmigo! En el dolor, la
preocupación, la tristeza, la alegría, las dudas, los nuevos emprendimientos…
En
el final del evangelio de Mateo Jesús nos promete que estará siempre con cada
uno de nosotros, sus discípulos, los que trabajamos para su Reino, para que la
Palabra de Dios se expanda por la tierra y llegue a toda persona que busca a
Jesús.
Muchas
veces nos sentimos solos, seguramente te ha pasado. Solos porque sentimos que
nadie nos entiende, porque no logramos “enganchar” totalmente en un grupo,
porque nuestras ideas y principios son diferentes a los de la mayoría de personas.
Es
sentirse solo, a veces incluso estando rodeado de personas, es muy triste,
provoca un vacío en nuestro interior, un estado de desolación que sólo nos hace
encerrarnos en nosotros mismos, y hasta a veces buscar ser otra persona que no
somos, un personaje. Y esto sí es más triste todavía. Cuando la persona, para
no sentirse sola, deja su integridad, su forma de ser, para ser lo que otros
esperan de ella.
Vivimos
en la era de la imagen, un tiempo en donde la superficialidad está de moda, en
donde se vive el momento sin reflexionar demasiado acerca del después… y así, a
veces, hasta lastimamos a otras personas o nos perjudicamos a nosotros mismos.
Hoy
Jesús nos mira a los ojos y no dice: “estoy
con vos por siempre, no te aflijas,
no tires la toalla, sos una persona valiosa y única, sos mi tesoro, necesito de
vos para que sigas la obra que yo comencé”. Palabras que nos alivian, que
nos dan fuerzas, que nos hacen sentir su presencia y su fuerza, sobre todo
cuando sentimos que vamos contra la corriente.
Jesús
es tu amigo fiel, no te abandona, permanece junto a vos en tus peores momentos
y no se cansa de vos. Sólo tenés que aceptar su amistad y seguir sus pasos. Un
camino nuevo y en buena compañía. Amén.
Querido
Jesús, me llamaste para que sea tu discípula, y yo quiero serlo. Pero a veces
me siento sola, sin fuerzas, entonces recuerdo tus últimas palabras antes de
subir junto al Padre. Palabras que me prometen que nunca te vas a alejar, que
aunque no te vea, estás a mi lado haciéndome el aguante. ¡Gracias, Jesús, por
tu amistad, por todo tu amor y tu fidelidad! Te lo digo a vos que junto al
Padre y al Espíritu Santo, reinas por toda la eternidad. Amén.
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