jueves, 21 de abril de 2011

17 de Abril

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 22 (1-5.9-11.15-18.21-22.26.31)


“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación
y de las palabras de mi clamor?

Dios mío, clamo de día y no respondes;
y de noche no hay para mí descanso.

Pero tú eres santo,
tú que habitas entre las alabanzas de Israel.

En ti esperaron nuestros padres;
esperaron y tú los libraste.

Clamaron a ti y fueron librados;
confiaron en ti y no fueron avergonzados…


…Pero tú eres el que me sacó del vientre,
el que me hizo estar confiado
desde que estaba en el regazo de mi madre.

A ti fui encomendado desde antes de nacer;
desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.

No te alejes de mí,
porque la angustia está cerca
y no hay quien me ayude….


…Como un tiesto se secó mi vigor
y mi lengua se pegó a mi paladar.
¡Me has puesto en el polvo de la muerte!


Perros me han rodeado;
me ha cercado una banda de malignos;
desgarraron mis manos y mis pies.

¡Contar puedo todos mis huesos!
Entre tanto, ellos me miran y me observan.

Repartieron entre sí mis vestidos
y sobre mi ropa echaron suertes…


…Sálvame de la boca del león
y líbrame de los cuernos de los toros salvajes.

Anunciaré tu nombre a mis hermanos;
en medio de la congregación te alabaré…


…porque no menospreció ni rechazó el dolor del afligido,
ni de él escondió su rostro,
sino que cuando clamó a él, lo escuchó.

De ti será mi alabanza en la gran congregación;
mis votos pagaré delante de los que lo temen.


Comerán los humildes hasta quedar saciados;
alabarán a mi Señor los que lo buscan;
vivirán sus corazones para siempre…


…Vendrán y anunciarán su justicia;
a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.”
Amén.


Curiosidades


¿Qué función cumplía Judas en el grupo de los 12?


En el grupo apostólico Judas cumplía funciones de tesorero, mientras que en otro texto joanino se lo denomina “ladrón”, principalmente, podemos suponer, en el sentido de que se apropiaba del dinero que se le confiaba. Las escenas finales del relato del evangelio se ven ensombrecidas por la traición de este personaje. Judas critica la acción de María, que ungió los pies del Maestro con el precioso ungüento. El objeto del comentario del evangelista es hacer resaltar la avaricia de Judas, que no vio en el precio del ungüento la acción hermosa que Jesús alabó, sino solamente un medio de aumentar el fondo apostólico y, por lo tanto, engrosar su propio bolsillo. Y aun este motivo lo disfrazó con el argumento, laudable en apariencia, de que el dinero podría haber sido empleado para ayudar a los pobres. De esta manera, a la ambición añadió el engaño. Inmediatamente después de este incidente en Betania, Judas acude a los principales sacerdotes para traicionar al Señor.

El plan preconcebido para el arresto de Jesús se cumple totalmente. El secreto que traicionó Judas fue evidentemente el lugar de reunión en Getsemaní esa noche; y el grupo de soldados, dirigidos por Judas, llegó hasta donde nuestro Señor se encontraba orando. La señal de identificación ofrece el último toque de ironía. “Al que yo besare, ése es”, acción con la cual el traidor completó su cometido.

Los últimos capítulos de la vida de Judas están plagados de dificultades. La Escritura da testimonio de su patético remordimiento. Sin embargo, el único evangelista que registra esto es Mateo. A este relato del tormento de su remordimiento y suicidio debe añadirse la narración de Hechos, para completar el cuadro, también debemos mencionar el grotesco testimonio de Papías, preservado por Apolinario de Laodicea. Papías relata la forma en que se hinchó el cadáver de Judas y agrega que murió en su propia porción de tierra.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Mateo 26:14-27:47


“Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes y les dijo: «¿Qué me quieren dar, y yo se los entregaré? Ellos le asignaron treinta piezas de plata». Desde entonces buscaba oportunidad para entregarlo.

El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, se acercaron los discípulos a Jesús, diciéndole: ‘¿Dónde quieres que preparemos para que comas la Pascua?’ Él dijo: ‘Vayan a la ciudad, a cierto hombre, y díganle: "El Maestro dice: «Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la Pascua con mis discípulos» ". Los discípulos hicieron como Jesús les mandó y prepararon la Pascua.

Cuando cayó la noche se sentó a la mesa con los doce. Y mientras comían, dijo: ‘De cierto les digo que uno de ustedes me va a entregar’. Entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a preguntarle: ‘¿Soy yo, Señor?’ Entonces él, respondiendo, dijo: ‘El que mete la mano conmigo en el plato, ese me va a entregar’. A la verdad el Hijo del hombre va, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Entonces, respondiendo Judas, el que lo iba a entregar, dijo: ‘¿Soy yo, Maestro?’ Le dijo: ‘Tú lo has dicho’.

Mientras comían, tomó Jesús el pan, lo bendijo, lo partió y dio a sus discípulos, diciendo: ‘Tomen, coman; esto es mi cuerpo’. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: ‘Beban de ella todos, porque esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada para perdón de los pecados. Les digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo con ustedes en el reino de mi Padre’.

Después de haber cantado el himno, salieron al Monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo: ‘Todos ustedes se escandalizarán de mí esta noche, pues escrito está: "Heriré al pastor y las ovejas del rebaño serán dispersadas". Pero después que haya resucitado, iré delante de ustedes a Galilea’. Respondiendo Pedro, le dijo: ‘Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré’. Jesús le dijo: ‘De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces’. Pedro le dijo: ‘Aunque tenga que morir contigo, no te negaré’. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: ‘Siéntense aquí, entre tanto que voy allí y oro’. Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: ‘Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quédense aquí y velen conmigo’. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú». Volvió luego a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ‘¿Así que no han podido velar conmigo una hora? Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil’. Otra vez fue y oró por segunda vez, diciendo: «Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad». Volvió otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se fue de nuevo y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. Entonces se acercó a sus discípulos y les dijo: ‘¡Duerman ya y descansen! Ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores. ¡Levántense, vamos! Vean, se acerca el que me entrega’.

Aún estaba él hablando cuando llegó Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


¡Qué dura es la traición! ¡Qué difícil cuando se ha llegado hasta esa situación! No hay vuelta atrás, no hay camino de regreso…

Judas, el gran traidor de todos los tiempos, el que todos despreciamos, pero del cual todos tenemos un poquito…

¿Por qué digo esto? Porque si bien ninguno entregó a nuestro Señor, todos en algún momento, o en varios, hemos traicionado a alguien… si no te gusta la palabra traición, digámosle “falluteada” ¿te parece?

Todos hemos falluteado a alguien. Tal vez y sobre todo si hablamos de nosotros mismos, no fue tan grave, pero la realidad es que a quien falluteamos le destrozamos la confianza y ya no logramos restablecer la relación nunca más, será una relación con una suerte de “parche”.

A nadie le gusta que lo traten de poco confiable, pero siempre, en algún lado no logramos cumplir, es difícil estar siempre en todo, en cada detalle.

Se nos puede pasar por alto un saludo, un nombre a la hora de los discursos y agradecimientos, algo siempre se nos escapa… porque no somos perfectos.

Es fácil hablar de Judas como el gran traidor, pero es duro asumir que ninguno de nosotros escapamos a esto: todo traicionamos a alguien, incluso a nosotros mismos, a nuestros principios, a nuestros ideales, a nuestros sueños… y es el peor de las traiciones, porque dejamos atrás la integridad como personas, la pureza, el ideal.

No es fácil ser absolutamente coherentes, pero debemos buscar algo de coherencia. No es fácil estar en todo, pero al menos debemos de tratar de no perjudicar a los más vulnerables. No es fácil, pero Dios está a nuestro lado para ayudarnos y darnos fuerza. En el momento de la flaqueza acordate de esto que te digo hoy, porque el mejor frenarse a tiempo que arrepentirse por el resto de la vida. Amén.


Querido Jesús, sé que soy falluta, que me cuesta estar siempre a tu lado, seguir tus pasos. Hay cosas por las que me siento atraída y que me alejan de vos. Hay cosas en las que prefiero quedarme al margen para no comprometerme y correr riesgos. Vos siempre has sido mi gran amigo, aunque no te devuelva en la manera en que vos me das a mí, vos me enseñaste a estar en las buenas y en las malas, a jugarme por los demás, vos diste tu vida por mí y por todas las personas que te aceptan en su corazón. Ayudame a ser cada día más parecida a vos. Ayudame a no fallutear a las personas que esperan en mí un apoyo, una fuerza. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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