viernes, 29 de abril de 2011

1 de Mayo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 118


“¡Aleluya!

¡Den gracias a mi Señor, porque es bueno,

porque es eterno su amor!


¡Diga la casa de Israel:

que es eterno su amor!

¡Diga la casa de Aarón:

que es eterno su amor!

¡Digan los que temen a mi

Señor: que es eterno su amor!


En mi angustia hacia mi Señor grité,

él me respondió y me dio respiro;

mi Señor está por mí, no tengo miedo,

¿qué puede hacerme el hombre?

Mi Señor está por mí, entre los que me ayudan,

y yo desafío a los que me odian.


Mejor es refugiarse en mi Señor

que confiar en hombre;

mejor es refugiarse en mi Señor

que confiar en magnates.


Me rodeaban todos los gentiles:

en el nombre de mi Señor los cercené;

me rodeaban, me asediaban:

en el nombre de mi Señor los cercené.


Me rodeaban como avispas,

llameaban como fuego de zarzas:

en el nombre de mi Señor los cercené.


Se me empujó, se me empujó para abatirme,

pero mi Señor vino en mi ayuda;

mi fuerza y mi cántico es mi Señor,

él ha sido para mí la salvación.


Clamor de júbilo y salvación,

en las tiendas de los justos:

«¡La diestra de mi Señor hace proezas,

excelsa la diestra de mi Señor,

la diestra de mi Señor hace proezas!»


No, no he de morir, que viviré,

y contaré las obras de mi Señor;

me castigó, me castigó mi Señor,

pero a la muerte no me entregó.


¡Ábranme las puertas de justicia,

entraré por ellas, daré gracias a mi Señor!

Aquí está la puerta de mi Señor,

por ella entran los justos.

Gracias te doy, porque me has respondido,

y has sido para mí la salvación.


La piedra que los constructores desecharon

en piedra angular se ha convertido;

esta ha sido la obra de mi Señor,

una maravilla a nuestros ojos.

¡Este es el día que mi Señor ha hecho,

exultemos y gocémonos en él!


¡Ah, mi Señor, da la salvación!

¡Ah, mi Señor, da el éxito!

¡Bendito el que viene en el nombre de mi Señor!

Desde la Casa de mi Señor los bendecimos.

Mi Señor es Dios, él nos ilumina.


¡Cierren la procesión, ramos en mano,

hasta los cuernos del altar!

Tú eres mi Dios, yo te doy gracias,

Dios mío, yo te exalto.

¡Den gracias a mi Señor,

porque es bueno, porque es eterno su amor!” Amén.


Curiosidades


¿Qué significa la paz en la Biblia?


Básicamente el término veterotestamentario para paz “salom”, significa “completo”, “solidez”, “bienestar”. Se utiliza cuando se pide o se ora por el bienestar de otro, cuando uno se encuentra en armonía o concordia con otro, cuando se busca el bien de una ciudad o país. Puede significar prosperidad material, o seguridad física. Pero también puede significar bienestar espiritual. Es la paz que se relaciona con la justicia y la verdad, pero no con la maldad.

A causa del caos en que se encuentra el mundo por el pecado del ser humano, y debido a que la paz viene solamente como don de Dios, la esperanza mesiánica se refería a una era de paz, o a la llegada del Príncipe de paz. En el Nuevo Testamento muestra el cumplimiento de esta esperanza. En Cristo ha llegado la paz. Por él nos es dada, y sus discípulos son mensajeros de ella.

En el griego clásico eirene tenía una fuerza principalmente negativa; pero a través de la LXX, en el Nuevo Testamento tiene el contenido pleno del “salom” veterotestamentario, y casi siempre tiene connotación espiritual. La amplitud de su significado resulta especialmente aparente por su relación con palabras tales como gracia, vida, justicia, y por su uso en bendiciones como 1 Tesalonicenses 5:23 y Hechos 13:20ss.

Para el pecador primero debe haber paz con Dios, y la eliminación de la enemistad producida por el pecado, por medio del sacrificio de Cristo. Entonces puede nacer la paz interior, sin que puedan sofocarla las luchas del mundo. La paz entre los seres humanos es parte del propósito por el cual murió Cristo, y parte, también, de la obra del Espíritu; pero también debe promoverla activamente el ser humano, no simplemente como eliminación de la discordia, sino como motor de la armonía y y el verdadero funcionamiento del cuerpo de Cristo.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Juan 20:19-31


“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con ustedes.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con ustedes.

Como el Padre me envió,

también yo los envío.»

Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:

«Reciban el Espíritu Santo.

A quienes perdonen los pecados,

les quedan perdonados;

a quienes se los retengan,

les quedan retenidos.»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.» Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con ustedes.» Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» Le dice Jesús:

«Porque me has visto has creído.

Dichosos los que no han visto y han creído.»

Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


Ver para creer… ¡Cuántas veces decimos esto! ¡y cuántas otras creemos cualquier cosa!

El tema de la fe es una cuestión compleja. En cierta manera no dominamos del todo nuestra creencia. En varias ocasiones nos encontramos haciendo o diciendo cosas que nada tienen que ver con la fe que confesamos o nuestros principios.

Por eso, las palabras de Jesús: Dichosos los que no han visto y han creído” aún hoy resuenan fuertemente entre nosotros. Porque tener fe en Jesús es una dicha, una alegría, una felicidad absoluta.

¿Por qué digo esto? Porque se puede creer en muchas cosas diferentes, pero lo único que nos va a dar fuerzas, sostén y esperanza es la fe en Jesús. ¿Por qué? Porque sólo él ha vencido a la muerte y nos puede dar la paz, una paz que tiene que ver con el bienestar, con la alegría, con la fortaleza en la adversidad.

Pero la fe no depende de nuestra voluntad, depende de Dios, del Espíritu de Dios. Nosotros podemos buscarla, pedirla… pero sólo la vamos a tener cuando Dios quiera, como una bendición, de ahí la alegría que la fe provoca.

Nosotros ya no tenemos la posibilidad de Tomás, de encontrarnos cara a cara con Jesús resucitado… pero podemos ver su poder a nuestro alrededor, actuando, poniendo su mano, haciendo milagros.

Tal vez vos todavía pertenezcas al grupo de Tomás, y decís: “Ver para creer”. Entonces te digo si no crees en Jesús porque no lo vez, tampoco deberías creer en las cosas que te cuentas y no lo viste con tus propios ojos o en las noticias de la televisión, porque pueden ser trucos o cosas armadas para convencerte.

Ver para creer… ¡claro que sí! Pero con los ojos de la fe, confiando en nuestro Señor. Amén.


Querido Jesús, cuántas veces me pasa como a Tomás, cuántas veces dudo de tu poder, de tu presencia. Perdóname por eso y ayudame a creer, a no desconfiar, a serte fiel. Te lo pido a vos, que junto con el Padre y el Espíritu Santo reinan por toda la eternidad. Amén.

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