miércoles, 30 de diciembre de 2015

24 de Enero

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 19

“Los cielos cuentan la gloria de Dios,
la obra de sus manos anuncia el firmamento;
el día al día comunica tu mensaje,
y la noche a la noche transite la noticia.

No es un mensaje, no hay palabras,
ni su voz se puede oír;
mas por toda la tierra se adivinan los rasgos,
y sus giros hasta el confín del mundo.

En el mar levantó para el sol una tienda,
y él, como un esposo que sale de un tálamo,
se recrea, cual atleta, corriendo su carrera.

A un extremo del cielo es su salida,
y su órbita llega al otro extremo,
sin que haya nada que a su ardor escape.

La ley de mi Señor es perfecta,
consolación del alma,
el dictamen de mi Señor, veraz,
sabiduría del sencillo.

Los preceptos de mi Señor son rectos,
gozo del corazón;
claro mandamiento de mi Señor,
luz de los ojos..

El temor de mi Señor es puro,
por siempre estable;
verdad, los juicios de mi Señor,
justos todos ellos,

apetecibles más que el oro,
más que el oro más fino;
sus palabras más dulces que la miel,
más que el jugo de los panales.

Por eso tu servidor se empapa con ellos,
gran ganancia es guardarlos.
Pero ¿quién se da cuenta de los yerros?
De las faltas ocultas límpiame.

Guarda también a tu siervo del orgullo,
no tenga dominio sobre mí.
Entonces seré irreprochable,
de delito grave exento.

¡Sean gratas las palabras de mi boca,
y el susurro de mi corazón,
sin tregua ante ti, mi Señor,
roca mía, mi redentor.” Amén.

Curiosidades

¿Cómo eran los pozos de agua en los tiempos de Jesús?
Había varios tipos de pozos en los tiempos de Jesús:
  •  podía ser una excavación practicada en la tierra para llegar a un manantial subterráneo natural. Probablemente de un pozo de estas características, Rebeca sacaba agua, como así también el pozo de Jacob en Siquem, de donde Jesús encontró a la mujer samaritana.
  •  también existían la cisterna o foso, grande o pequeño, público o privado, para juntar agua de lluvia. El pozo de Belén probablemente es un ejemplo.
  •  foso, seco o con arcilla fangosa, usado como calabozo, para el que se emplea la misma palabra hebrea.
En las regiones áridas del E. el agua puede convertirse en elemento tan apreciado como el oro. Los pozos eran, y siguen siendo, tema de violentas disputas, e incluso de contiendas. Se consideraban hereditarios, y ya eran explotados por monopolios humanos cuando todavía no se lo hacía con las tierras.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.1109)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 4:14-21

“… pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna’.
Le dice la mujer: ‘Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla’. Él le dice: ‘Vete, llama a tu marido y vuelve acá’.  Respondió la mujer: ‘No tengo marido’. Jesús le dice: ‘Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad’. Le dice la mujer: ‘Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar’.
Jesús le dice: ‘Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adorarán al Padre’.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Pensar que Jesús sabe todo de mí y me ama y acepta tal cual soy con mis aciertos y mis errores es una gran alegría y una tranquilidad para mí. Lo siento cerca, amigo, confidente. Puedo descansar en él con la tranquilidad de que no me está juzgando, sino escuchando y aconsejando.
Muchas veces al leer este texto ponemos en las palabras de Jesús nuestros pensamientos condenatorios. Acusamos a la mujer del pozo… y nos sentimos mejores que ella… ¡qué bueno que no hemos tenido una vida como la de ella… tan “promiscua” con tantos hombres!
Jesús no la juzga, le dice quien es, sabe de su sufrimiento, y se lo hace saber. Ella lo recibe así y se alegra y alivia por eso. No tiene que ocultar nada, ni tiene que contarle nada…
Por eso es tan importante mi fe en Cristo para mí. Me siento acompañada, amada, protegida, comprendida. Pero a la vez siento que me ayuda a superar mis errores, a buscar mejorarme cada día. Me permite equivocarme sin que sienta su rechazo, porque esta vida es un camino, y es caminando que se aprende, lo mismo que de las fallas.
Jesús me refresca con su agua limpia, me permite sentirme en paz y amarme a mí misma también. Eso es muy importante porque me da seguridad. Al sentirme amada, amo también y deseo que otras personas puedan vivir esta experiencia maravillosa: mi fe en Cristo, que no es mía sino de Dios… yo sólo puse la vasija, mi buena disposición.
¡Gracias, Señor, por tanto amor! Amén.

Querido Jesús, muchas veces me siento identificada con la mujer del pozo, pero otras muchas con la gente que la juzga y la discrimina. Ayudame a mirar con buenos ojos a la gente que me rodea y sobre todo a aquellas personas vulneradas, que son marginadas por su vida. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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