viernes, 18 de diciembre de 2015

20 de Diciembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 80

“Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como un rebaño;
tú que estás sentado entre querubines, resplandece
ante Efraín, Benjamín y Manasés;
¡despierta tu poderío,
y ven en nuestro auxilio!

¡Oh Dios, haznos volver,
y que brille tu rostro, para que seamos salvos!

¿Hasta cuándo, oh mi Señor Dios Sebaot,
estarás airado contra la plegaria de tu pueblo?
Les das a comer un pan de llanto
les haces beber lágrimas al triple;
habladuría nos haces de nuestros convecinos,
y nuestros enemigos se burlan de nosotros.

¡Oh Dios Sebaot, haznos volver,
y brille tu rostro, para que seamos salvos!

Una viña de Egipto arrancaste,
expulsaste naciones para plantarla a ella,
le preparaste el suelo,
y echó raíces y llenó la tierra.

Su sombra cubría las montañas,
sus pámpanos los cedros de Dios;
extendía sus sarmientos hasta el mar,
hasta el Río sus renuevos.

¿Por qué has hecho brecha en sus tapias,
para que todo el que pasa por el camino la vendimie,
el jabalí salvaje la devaste,
y la pele el ganado de los campos?

¡Oh Dios Sebaot, vuelve ya,
desde los cielos mira y ve,
visita a esta viña, cuídala,
a ella la que plantó tu diestra!
¡Los que fuego le prendieron, cual basura,
a la amenaza de tu faz perezcan!

Esté tu mano sobre el hombre de tu diestra,
sobre el hijo de Adán que para ti fortaleciste.
Ya no volveremos a apartarnos de ti;
nos darás vida y tu nombre invocaremos.

¡Oh mi Señor, Dios Sebaot, haznos volver,
y que brille tu rostro, para que seamos salvos!” Amén.

Curiosidades

¿Sabías que el cántico de María, conocido como el “Magnificat”, se inspira en el cántico de Ana?

En 1 Samuel 2:1-10 encontramos el cántico de Ana, la madre de Samuel. Entre ambos se encuentran afinidades literarias, pero además se observan dos grandes temas: 1º los pobres y humillados socorridos en detrimento de los ricos y poderosos; y 2º Israel objeto del favor de Dios desde la promesa hecha a Abraham. La diferencia entre un cántico y el otro, es que en el de María, el tono es mucho más personal.
Pero más que un análisis, te invito a escuchar el cántico de Ana, para que saques tus propias conclusiones:
“Mi corazón exulta en mi Señor, mi cuerno se levanta en Dios, mi boca se dilata contra mis enemigos, porque me he gozado en tu socorro.
No hay Santo como mi Señor, (porque nadie fuera de ti), ni roca como nuestro Dios.
No multipliquen palabras altaneras. No salga de sus bocas la arrogancia. Dios de sabiduría es mi Señor, suyo es juzgar las acciones.
El arco de los fuertes se ha quebrado, los que tambalean se ciñen con fuerza. Los hartos se contratan por pan, los hambrientos dejan su trabajo. La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se marchita.
Mi Señor da muerte y vida, hace bajar al seol y retornar. Mi Señor enriquece y despoja, abate y ensalza.
Levanta del polvo el humilde, alza del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de mi Señor los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo.
Guarda los pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas, (pues que no por la fuerza triunfa el hombre). Mi Señor, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo.
Mi Señor juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido.” Amén.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.847-846)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 1:39-56

“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’
Y dijo María: ‘Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.
Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia – como había anunciado a nuestros padres – a favor de Abraham y de su linaje por los siglos’.
María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

 ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’ Palabras de Isabel, la prima de María, madre de Jesús, al saludarla… bendita tú…
¿Qué es lo que hace bendita o bendecida a María?
¿Era diferente a las demás jóvenes de su tiempo? ¿Por qué Dios la eligió para ser la madre de su hijo?
María tenía el requisito indispensable para ser la madre de Jesús: era humana y creía en Dios.
¿Por qué bendita?
Porque aceptó la propuesta del ángel, se animó a asumir el desafío de ser la madre del Hijo de Dios, criarlo y educarlo. Se animó a asumir un embarazo que no era de su novio, José, corriendo el riesgo que la repudiara. Se animó a vivir lo que Dios le presentaba.
Bendita María, pero no para que la adoremos como un ser especial, sino para que nos animemos a ser como ella, como un ejemplo de obediencia a Dios. Bendita porque al aceptar ser madre de Jesús, permitió que entráramos en el tiempo de la paciencia de Dios, el tiempo de la oportunidad, de la gracia.
A veces me preguntan: ustedes no creen en la virgen María, ¿no? A lo que respondo, más bien, no la veneramos, no la tenemos como intercesora, no le rezamos ni le pedimos nada. María es un ejemplo a seguir, una persona obediente que se animó a aceptar el desafío sin medir las consecuencias, sino a confiar en la protección de Dios.
María tuvo el privilegio y el honor de ser la madre de Jesús, de que Dios le confiara lo más preciado para que ella lo educara y lo acompañara hasta llegar a ser un hombre y cumplir su misión. ¡Bendita, María, por ello! ¡Bendecida por Dios por haber vivido esa experiencia maravillosa!
Bendecida, como lo somos todos aquellos que conocemos a Cristo y buscamos llevar un camino de obediencia, sin pensar en los riesgos, sin hacer cálculos, confiando en que Dios protege y provee.
Jesús vino a cambiar el mundo y nosotros somos sus herramientas, por eso somos bendecidos, benditos, como María. Amén.

Querido Jesús, ya en el vientre de tu madre eras inquieto, ya te estabas preparando para tu corto paso por la tierra, pero contundente. Ayudame a ser inquieta como vos, a no acomodarme a las injusticias que ocurren a mi alrededor, a no confiar en que Dios siempre me va a proteger si sigo su voluntad. ¡Gracias por tu bendición! En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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