viernes, 27 de marzo de 2015

29 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 22:7-23

“… Todos los que me ven se burlan de mí;
tuercen la boca y menean la cabeza, diciendo:
«Se encomendó a mi Señor, líbrelo él;
sálvelo, puesto que en él se complacía.»

Pero tú eres el que me sacó del vientre,
el que me hizo estar confiado
desde que estaba en el regazo de mi madre.
A ti fui encomendado desde antes de nacer;
desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.
No te alejes de mí,
porque la angustia está cerca
y no hay quien me ayude.

Me han rodeado muchos toros;
fuertes toros de Basán me han cercado.
Abrieron contra mí su boca
como león rapaz y rugiente.

He sido derramado como el agua
y todos mis huesos se descoyuntaron.
Mi corazón fue como cera,
derritiéndose dentro de mí.
Como una maceta se secó mi vigor
y mi lengua se pegó a mi paladar.
¡Me has puesto en el polvo de la muerte!

Perros me han rodeado;
me ha cercado una banda de malignos;
desgarraron mis manos y mis pies.
¡Contar puedo todos mis huesos!
Entre tanto, ellos me miran y me observan.
Repartieron entre sí mis vestidos
y sobre mi ropa echaron suertes.

Mas tú, mi Señor, ¡no te alejes!
Fortaleza mía, ¡apresúrate a socorrerme!
Libra de la espada mi alma,
del poder del perro mi vida.
Sálvame de la boca del león
y líbrame de los cuernos de los toros salvajes.

Anunciaré tu nombre a mis hermanos;
en medio de la congregación te alabaré.
Los que temen a mi Señor, ¡alabenlo!
¡Glorifíquenlo, descendencia toda de Jacob!
¡Témanlo ustedes, descendencia toda de Israel!...”
Amén.

Curiosidades

¿Cómo era la crucifixión?
Cuando se condenaba a un criminal, era costumbre azotar a la víctima con el flagellum, que era un látigo con correas de cuero. Luego se le hacía llevar la viga transversal (patibulum), como un esclavo, hasta el lugar de su tortura y muerte siempre fuera de la ciudad, mientras un heraldo iba delante de él con el “título”, o sea la acusación escrita. Fue ese patibulum, no toda la cruz, lo que Jesús no pudo llevar a causa de su debilidad, y que Simón de Cirene llevó en su lugar. Se desnudaba completamente al condenado, se lo colocaba en tierra con la viga transversal debajo de los hombros, y se ataban o clavaban allí los brazos o las manos. Luego se levantaba esta viga y se la fijaba en el poste vertical hasta que los pies de la víctima, que entonces se ataban o clavaban, apenas dejaban de tocar el suelo, y no alto como se ve frecuentemente en las ilustraciones. Una clavija (sedile) proyectada hacia adelante generalmente soportaba la mayor parte del peso del cuerpo del condenado, que se sentaba a horcajadas en la misma. Luego se dejaba a la víctima para que muriera de sed y agotamiento. A veces s aceleraba la muerte mediante el crucifragium o quebradura de piernas.
Al parecer el método de crucifixión variaba en diferentes partes del imperio romano. Los escritores seculares de la época evitaban relatar detalladamente esta forma de castigo, la más cruel y degradante de aquella época. Pero recientes hallazgos arqueológicos en Judea han arrojado luz al respecto. Cerca de Jerusalén, en 1968, se ha encontrado un osario que contenía huesos de un hombre joven crucificado en los mismos tiempos de Jesús. Los brazos del joven fueron clavados al patibulum, el peso del cuerpo posiblemente lo soportaba una plancha (sedecula) clavada al simplex, el poste vertical, como soporte de las nalgas. Las piernas estaban dobladas en las rodillas y vueltas hacia atrás, de modo que las patorrillas estaban paralelas al patibulum o travesaño, con los tobillos por debajo de las nalgas. Un clavo de hierro atravesaba ambos talones, con el pie derecho encima del izquierdo. Un fragmento indica que la cruz era de madrea de olivo. Ambas piernas habían sido quebradas, presumiblemente por un fuerte golpe.
Si Jesús murió de la misma forma, seguramente sus piernas no estaban completamente extendidas como tradicionalmente nos muestra el arte cristiano.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.327)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 15:6-39

En el día de la Fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidieran. Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta. Viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciera como siempre les había hecho. Pilato les respondió diciendo:
—¿Quieren que les suelte al Rey de los judíos?, porque sabía que por envidia lo habían entregado los principales sacerdotes. Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que le soltara más bien a Barrabás. Respondiendo Pilato, les dijo otra vez:
—¿Qué, pues, quieren que haga del que llaman Rey de los judíos?
Y ellos volvieron a gritar:
—¡Crucifícalo!
Pilato dijo:
—¿Pues qué mal ha hecho?
Pero ellos gritaban aun más:
—¡Crucifícalo!
Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado.
Entonces los soldados lo llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona tejida de espinas y comenzaron a saludarlo:
—¡Salve, Rey de los judíos!
Le golpeaban la cabeza con una caña, lo escupían y, puestos de rodillas, le hacían reverencias. Después de haberse burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus propios vestidos y lo sacaron para crucificarlo.
Obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevara la cruz.
Y lo llevaron a un lugar llamado Gólgota, (que significa: «Lugar de la Calavera»). Le dieron a beber vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Cuando lo crucificaron, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno.
Era la hora tercera cuando lo crucificaron. El título escrito que señalaba la causa de su condena era: «El Rey de los Judíos». Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Y fue contado con los pecadores». Los que pasaban lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo:
—¡Bah! tú que derribarías el Templo de Dios y en tres días lo reedificarías, sálvate a ti mismo y desciende de la cruz.
De esta manera también los principales sacerdotes, burlándose, se decían unos a otros, con los escribas:
—A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar. ¡El Cristo! ¡Rey de Israel! ¡Que descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos!
También los que estaban crucificados con él lo insultaban.
Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo:
—¡Eloi, Eloi!, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).
Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo:
—Miren, llama a Elías.
Corrió uno y, empapando una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio a beber, diciendo:
—Dejen, veamos si viene Elías a bajarlo.
Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró. Entonces el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo:
—¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Es más fácil dejarse llevar por la turba, por las multitudes que pensar con cabeza propia. Es más fácil y menos comprometido.
Jesús iba a morir cruentamente... solo… estaba escrito y era su misión… porque tenía que vencer a la muerte con su resurrección.
Pero aún siguen muriendo física o socialmente personas que se animan a pensar con cabeza propia y a luchar por la dignidad humana en contra de los grandes poderes e intereses sociopolíticos.
En general no muchos se animan a nadar contra la corriente, pero Jesús nos invita a hacerlo. Este tiempo de reflexión y de preparación de la Pascua nos invita a animarnos al desafío porque a partir de la cruz y la resurrección la muerte no es el final, sino que hay Vida en abundancia para los y las que se animan.
Pensar con cabeza propia, no seguir las multitudes, animarse a ser diferente y vivir una vida en coherencia con la fe en Cristo. Todo un desafío pero no imposible. ¿Te animás? Amén.

Querido Jesús, cuando leo los relatos de tu muerte me doy cuenta de tu amor por la humanidad y tu coherencia. Ayudame a seguir tus pasos, pasos de vida y entrega. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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