viernes, 8 de agosto de 2014

10 de Agosto

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 85

“Fuiste propicio a tu tierra, mi Señor;
volviste la cautividad de Jacob.
Perdonaste la maldad de tu pueblo;
todos los pecados de ellos cubriste.
Reprimiste todo tu enojo;
te apartaste del ardor de tu ira.

Restáuranos, Dios de nuestra salvación,
y haz cesar tu ira contra nosotros.
¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu ira de generación en generación?
¿No volverás a darnos vida,
para que tu pueblo se regocije en ti?
¡Muéstranos, mi Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!

Escucharé lo que hablará mi Señor Dios,
porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
para que no se vuelvan a la locura.
Ciertamente cercana está su salvación a los que lo temen,
para que habite la gloria en nuestra tierra.

La misericordia y la verdad se encontraron;
la justicia y la paz se besaron.
La verdad brotará de la tierra
y la justicia mirará desde los cielos.
Mi Señor dará también el bien
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia irá delante de él
y sus pasos nos pondrá por camino.” Amén.

Curiosidades

¿Qué significa anatema?

La LXX a menudo emplea la palabra anathema para representar el hebreo herem, maldición, “la cosa consagrada”, aquello que ha de prohibirse, lo cual comprende la destrucción total. Los textos imprecatorios paganos muestran que este término se empleaba como fórmula de maldición fuera del judaísmo.
Es así que los cristianos podían oír, dada la naturaleza del sincretismo helénico, la horrible blasfemia “sea Jesús anatema” de labios de predicadores aparentemente “inspirados”: ya sea como retractación de lealtad, o como manera de desacreditar al Jesús terrenal en contraste con el Cristo exaltado. Cualquiera fuera la condición de quien hablara, ningún mensaje que degradara a Cristo podía provenir del Espíritu Santo. Pablo podía desear, por el bien de sus hermanos no convertidos, “ser anatema”, lo que significaba separación de Cristo, y podía declarar “anatema”, lo que significaba el retiro del reconocimiento de la iglesia cristiana, a todos el que predicara “cualquier otro evangelio”.
En 1 Corintios se una “anatema” para colocar bajo maldición a los que odian a Cristo, añadiéndosele a continuación “maranata”. Esto quizá tenga sentido general de “y que nuestro Señor ejecute prontamente sus juicios”. Pero maranatha podría ser una frase independiente. Por el contenido de 1 Corintios estas palabras n medio de los afectuosos saludos finales resultan bastante apropiadas, sin que haya ninguna conexión especial del anatema como el despido antes de la eucaristía, como consideran algunos.
Los conspiradores de Hechos 23 se colocan bajo anathema: hacen recaer sobre ellos mismos la maldición si fracasan.
El sentido eclesiástico d la excomunión es una extensión, no un ejemplo, del uso bíblico aunque no es imposible que la práctica en la sinagoga le haya dado cierto colorido primitivo.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág. 56)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Romanos 9:1-5

“Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón, porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la Ley, el culto y las promesas. A ellos también pertenecen los patriarcas, de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.Amén.
 
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Hay personas por las cuales seríamos capaces de dar nuestra vida o ponernos en su lugar para que no sufran, por ejemplo, nuestros hijos.
Es un sentimiento de dolor  y de impotencia tan profundo el que nos provoca cuando uno de nuestros hijos sufre que se hace corporal en nosotros. Es casi indescriptible.
Pero a la vez sabemos que cada persona tiene sus propios caminos y sufrimientos y que no lo podemos evitar.
Mientras que nuestros hijos son pequeños, casi todo lo podemos solucionar con un abrazo, una caricia, una respuesta creativa, unas cosquillas.
Pero a medida que crecen… la cosa se complica.
Recuerdo la primera vez que mi hija mayor sufrió por primera vez un desengaño amoroso lloraba todo el tiempo, no comía, estaba tan triste que ni mis palabras, ni mis abrazos eran suficientes. Me di cuenta que era un proceso que sólo ella podía vivir y que sólo ella debía madurar.
Si bien yo también había pasado por lo mismo en mi juventud, no podía verla así, a ella, mi hija, a la que amo tanto. Pero a la vez sabía que así como yo lo viví, ella también tenía que pasarlo.
El deseo profundo de querer ponernos en el lugar del otro, para que no sufra, para que se salve de lo que está viviendo o lo que tiene por delante. Este sentimiento que nace desde lo profundo de nuestro ser, un sentimiento sincero que nos moviliza.
Así también es la misericordia, que nace de Dios, pero como cristianos es parte de nuestra esencia divina, de lo que Dios nos da a través de su Espíritu.
La misericordia nos moviliza a hacer algo por el que sufre, a entregar nuestra vida por alguna causa: la pobreza, la enfermedad, el abandono. Cada uno de nosotros tiene una inclinación, algo que lo moviliza más, y esto es lo que hace que como cristianos nos comprometamos a través de pequeños actos de misericordia, a mejorar la humanidad, nuestro entorno, el lugar en donde vivimos. Dios que nos hace sus herramientas como testimonio vivo de su reino de amor. Amén.

Querido Jesús, a veces siento que nada de lo que haga puede cambiar las cosas, me cuesta entender que uno hace la diferencia. Pero a veces también siento que es una buena excusa para no hacer nada. Ayudame a dejarme llevar por la misericordia que siento y a través de mi creatividad y tal vez junto con otras personas que tengan este mismo interés, podamos ser factores de cambio. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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