Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 85
“Fuiste
propicio a tu tierra, mi Señor;
volviste la cautividad de Jacob.
Perdonaste la maldad de tu pueblo;
todos los pecados de ellos cubriste.
volviste la cautividad de Jacob.
Perdonaste la maldad de tu pueblo;
todos los pecados de ellos cubriste.
Reprimiste
todo tu enojo;
te apartaste del ardor de tu ira.
te apartaste del ardor de tu ira.
Restáuranos,
Dios de nuestra salvación,
y haz cesar tu ira contra nosotros.
¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu ira de generación en generación?
¿No volverás a darnos vida,
para que tu pueblo se regocije en ti?
¡Muéstranos, mi Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!
y haz cesar tu ira contra nosotros.
¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu ira de generación en generación?
¿No volverás a darnos vida,
para que tu pueblo se regocije en ti?
¡Muéstranos, mi Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!
Escucharé
lo que hablará mi Señor Dios,
porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
para que no se vuelvan a la locura.
Ciertamente cercana está su salvación a los que lo temen,
para que habite la gloria en nuestra tierra.
porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
para que no se vuelvan a la locura.
Ciertamente cercana está su salvación a los que lo temen,
para que habite la gloria en nuestra tierra.
La
misericordia y la verdad se encontraron;
la justicia y la paz se besaron.
La verdad brotará de la tierra
y la justicia mirará desde los cielos.
Mi Señor dará también el bien
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia irá delante de él
y sus pasos nos pondrá por camino.” Amén.
la justicia y la paz se besaron.
La verdad brotará de la tierra
y la justicia mirará desde los cielos.
Mi Señor dará también el bien
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia irá delante de él
y sus pasos nos pondrá por camino.” Amén.
Curiosidades
¿Qué significa anatema?
La LXX a menudo emplea la palabra anathema
para representar el hebreo herem,
maldición, “la cosa consagrada”, aquello que ha de prohibirse, lo cual
comprende la destrucción total. Los textos imprecatorios paganos muestran que
este término se empleaba como fórmula de maldición fuera del judaísmo.
Es así que los cristianos podían oír, dada la naturaleza del sincretismo
helénico, la horrible blasfemia “sea Jesús anatema” de labios de predicadores
aparentemente “inspirados”: ya sea como retractación de lealtad, o como manera
de desacreditar al Jesús terrenal en contraste con el Cristo exaltado.
Cualquiera fuera la condición de quien hablara, ningún mensaje que degradara a
Cristo podía provenir del Espíritu Santo. Pablo podía desear, por el bien de
sus hermanos no convertidos, “ser anatema”, lo que significaba separación de
Cristo, y podía declarar “anatema”, lo que significaba el retiro del
reconocimiento de la iglesia cristiana, a todos el que predicara “cualquier
otro evangelio”.
En 1 Corintios se una “anatema” para colocar bajo maldición a los que
odian a Cristo, añadiéndosele a continuación “maranata”. Esto quizá tenga
sentido general de “y que nuestro Señor ejecute prontamente sus juicios”. Pero maranatha podría ser una frase
independiente. Por el contenido de 1 Corintios estas palabras n medio de los
afectuosos saludos finales resultan bastante apropiadas, sin que haya ninguna
conexión especial del anatema como el despido antes de la eucaristía, como consideran
algunos.
Los conspiradores de Hechos 23 se colocan bajo anathema: hacen recaer sobre ellos mismos la maldición si fracasan.
El sentido eclesiástico d la excomunión es una extensión, no un ejemplo,
del uso bíblico aunque no es imposible que la práctica en la sinagoga le haya
dado cierto colorido primitivo.
(Nuevo
Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág. 56)
Evangelio
Desde el interior de las Escrituras se oyen
latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto
bíblico de hoy:
Romanos
9:1-5
“Verdad
digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu
Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi
corazón, porque deseara yo mismo ser anatema, separado de
Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la
adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la Ley, el culto y las
promesas. A ellos también pertenecen los patriarcas, de los
cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas,
bendito por los siglos. Amén.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si
reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de
Dios: momento de reflexión:
Hay personas por las cuales seríamos capaces de
dar nuestra vida o ponernos en su lugar para que no sufran, por ejemplo,
nuestros hijos.
Es un sentimiento de dolor y de impotencia tan profundo el que nos
provoca cuando uno de nuestros hijos sufre que se hace corporal en nosotros. Es
casi indescriptible.
Pero a la vez sabemos que cada persona tiene sus
propios caminos y sufrimientos y que no lo podemos evitar.
Mientras que nuestros hijos son pequeños, casi
todo lo podemos solucionar con un abrazo, una caricia, una respuesta creativa,
unas cosquillas.
Pero a medida que crecen… la cosa se complica.
Recuerdo la primera vez que mi hija mayor sufrió
por primera vez un desengaño amoroso lloraba todo el tiempo, no comía, estaba
tan triste que ni mis palabras, ni mis abrazos eran suficientes. Me di cuenta
que era un proceso que sólo ella podía vivir y que sólo ella debía madurar.
Si bien yo también había pasado por lo mismo en mi
juventud, no podía verla así, a ella, mi hija, a la que amo tanto. Pero a la
vez sabía que así como yo lo viví, ella también tenía que pasarlo.
El deseo profundo de querer ponernos en el lugar
del otro, para que no sufra, para que se salve de lo que está viviendo o lo que
tiene por delante. Este sentimiento que nace desde lo profundo de nuestro ser,
un sentimiento sincero que nos moviliza.
Así también es la misericordia, que nace de Dios,
pero como cristianos es parte de nuestra esencia divina, de lo que Dios nos da
a través de su Espíritu.
La misericordia nos moviliza a hacer algo por el
que sufre, a entregar nuestra vida por alguna causa: la pobreza, la enfermedad,
el abandono. Cada uno de nosotros tiene una inclinación, algo que lo moviliza
más, y esto es lo que hace que como cristianos nos comprometamos a través de
pequeños actos de misericordia, a mejorar la humanidad, nuestro entorno, el
lugar en donde vivimos. Dios que nos hace sus herramientas como testimonio vivo
de su reino de amor. Amén.
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