viernes, 25 de octubre de 2013

27 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 34

“Bendeciré a mi Señor en todo tiempo;
su alabanza estará de continuo en mi boca.
En mi Señor se gloriará mi alma;
lo oirán los mansos y se alegrarán.
Engrandezcan a mi Señor conmigo
y exaltemos a una su nombre.

Busqué a mi Señor, y él me oyó
y me libró de todos mis temores.
Los que miraron a él fueron alumbrados
y sus rostros no fueron avergonzados.
Este pobre clamó, y lo oyó mi Señor
y lo libró de todas sus angustias.
El ángel de mi Señor acampa alrededor de los que lo temen
y los defiende.
Gusten y vean que es bueno mi Señor.
¡Bienaventurado el hombre que confía en él!
Teman a mi Señor vosotros sus santos,
pues nada falta a los que lo temen.
Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
pero los que buscan a mi Señor no tendrán falta de ningún bien.

Vengan, hijos, óiganme;
el temor de mi Señor les enseñaré.
¿Quién es el hombre que desea vida,
que desea muchos días para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal
y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien;
busca la paz y síguela.

Los ojos de mi Señor están sobre los justos
y atentos sus oídos al clamor de ellos.
La ira de mi Señor está contra los que hacen mal,
para eliminar de la tierra la memoria de ellos.
Claman los justos, y mi Señor oye
y los libra de todas sus angustias.
Cercano está mi Señor a los quebrantados de corazón
y salva a los contritos de espíritu.

Muchas son las aflicciones del justo,
pero de todas ellas lo librará mi Señor.
Él guarda todos sus huesos;
ni uno de ellos será quebrado.
Matará al malo la maldad
y los que aborrecen al justo serán condenados.
Mi Señor redime el alma de sus siervos.
¡No serán condenados cuantos en él confían!” Amén.

Curiosidades

¿Qué era la corona de laureles y quienes la ganaban en el mundo greco-romano?

Una corona de laurel o luréola es una corona formada por hojas de laurel, generalmente entregada como recompensa a poetas, deportistas y guerreros en la antigua Grecia y Roma.
Cuenta el mito que Apolo quiso competir con Eros en el arte de lanzar flechas. Eros, molesto por la arrogancia de Apolo, ideó vengarse de él y para ello le arrojó una flecha de oro, que causaba un amor inmediato a quien hiriere. También hirió a la ninfa Dafne con una flecha de plomo, que causaba el rechazo amoroso. Así que cuando Apolo vio un día a Dafne se sintió herido de amor y se lanzó en su persecución. Pero Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él. Y la ninfa corrió y corrió hasta que agotada pidió ayuda a su padre, el río Peneo, el cual determinó convertir a Dafne en laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, ésta iniciaba la transformación: su cuerpo se cubrió de dura corteza, sus pies fueron raíces que se hincaban en el suelo y su cabello se llenó de hojas. Apolo se abrazó al árbol y se echó a llorar. Y dijo: «Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria». La transformación la relata Ovidio en el poema Las metamorfosis. Este mito ilustra el origen de uno de los símbolos típicos del dios, la corona de laurel.
 La corona triunfal o laurea fue la distinción concedida al general victorioso que entraba en Roma. Consistía en un cerco de ramas, siendo en un primer momento de laurel, pero luego se realizó en oro.
En cuanto al nombre latino de esta corona ha generado una familia de palabras en diversos idiomas, por ejemplo el adjetivo español: laureada/o y el nombre propio Laura.
Los orígenes no están del todo precisados pero parece indiscutible su relación con una corona vegetal semejante: la de olivos que se otorgaba a los ganadores griegos de las Olimpiadas; muchos consideran que Julio César utilizó la corona de oro imitando dos ramos de laurel para disimular su calvicie. En cualquier caso durante los homenajes de triunfo a generales romanos victoriosos estos eran coronados con laureas.
Esta corona se ha mantenido como símbolo de la victoria hasta nuestros días, destacando su uso heráldico siempre simbolizando a la victoria, aunque en escudos como el argentino y el colombiano, el símbolo de la laurea adquiere un plus de connotaciones, no se trata ya de sólo la victoria bélica sino de la victoria de la libertad. En cuanto al adjetivo laureada/o contemporáneamente significa a la persona que ha logrado cumplir y superar las exigencias de educación y cultura, especialmente al concluir los estudios medios y, sobre todo, los univeristarios.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

2 Timoteo 4:6-8.16-18

Yo ya estoy próximo a ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado esto en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, para que por mí fuera cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyeran. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Una de las experiencias más duras de mi vida fue la separación en mi primer matrimonio, la sensación de fracaso, de no haber podido cumplir la promesa que le hice a Dios de estar en las buenas y en las malas junto a mi esposo, sentir que estaba en situación de pecado, que estaba en falta con lo más importante en mi vida que es mi fe en Dios. Sumado es esto, a los seis meses, la muerte de mi madre, quien me animó a esa separación y que era mi sostén. Era como si me hubieran quitado el suelo, que caminaba sobre una superficie que flotaba y que sentía que a cada rato peligraba con hundirme sin saber el destino.
En ese momento me pregunté por qué a mí, dónde está Dios, si me estaba dando la espalda, qué hice yo tan malo para tener que vivir al costado del camino, mientras que las demás personas transitaban felices por la vida. Una percepción de una persona que por supuesto está inmersa en un profundo dolor.
Pero un día me di cuenta que estaba viva, que el sol brillaba, que tenía cuatro hijos pequeños que no sólo eran un regalo de Dios, sino que eran la herramienta que él usaba para mostrarme su presencia: en la fragilidad, en la simplicidad, en la alegría, en la vulnerabilidad. Ahí estaba Dios y yo lo buscaba no sé adónde.
Desde ese momento siempre lo sentí a mi lado. Pasé otras cosas muy duras, en donde estuve realmente sola, lejos de mi familia, maltratada por personas que me juzgaban sin conocerme, sin conocer mi historia. Pero Dios me acompañaba y me daba fuerzas como lo hace hoy todavía.
El descubrir que Dios no me quita los obstáculos del camino, sino que me da fuerzas, creatividad, inteligencia para sortearlos fue un salto en mi vida, fue un crecimiento. Me hizo amar los desafíos, tener paciencia para ver los resultados, reírme de muchas situaciones que en otro momento me generaban angustia y preocupación, porque descubrí que al ponerme en las manos de Dios todo se resuelve y a veces de las maneras menos pensadas. He aprendido a descansar en Dios y esto mismo me afianza en mi fe. Preocuparme por los problemas de cada día y aceptar lo que no logro resolver, aceptar mis limitaciones, aunque confieso que muchas veces igual me sigue dando rabia o me contracturo un poco.
Pero dejo que Dios guíe mi vida y que las cosas vayan drenando mientras que espero que Dios me ilumine, porque sé que me acompaña y que somos un equipo. Amén.

Querido Jesús, vos pasaste por la vida en esta tierra para mostrarnos una forma diferente de vivir, menos estresados, menos enloquecidos, menos aferrados a lo material. Ayudame a vivir así para que me dedique a lo verdaderamente importante en esta vida. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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