viernes, 18 de octubre de 2013

20 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 121

“Alzaré mis ojos a los montes.
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de mi Señor,
que hizo los cielos y la tierra.

No dará tu pie al resbaladero
ni se dormirá el que te guarda.
Por cierto, no se adormecerá ni dormirá
el que guarda a Israel.

Mi Señor es tu guardador,
mi Señor es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te fatigará de día
ni la luna de noche.

Mi Señor te guardará de todo mal,
él guardará tu alma.
Mi Señor guardará tu salida y tu entrada
desde ahora y para siempre.” Amén.

Curiosidades

¿Cómo se preparaban los atletas en los tiempos de Pablo?

Los atletas observaban un régimen de vida particular. En los primeros tiempos, si creemos a Plinio y a Pausanias, no se mantenían sino de higos secos, nueces y queso tierno. Según Plinio, un famoso maestro de palestra llamado Pitágoras, contemporáneo del filósofo del mismo nombre, fue el primero que les permitió el uso de la carne y el primer atleta que la comió se llamaba Eutímenes. En tiempo de Hipócrates la comían efectivamente, como se deduce de su Epidemia. Sin embargo, no comían indistintamente de cualquiera especie de carne: la más sólida y por consiguiente la más propia para suministrar fuerza y un alimento mas nutritivo era preferida a todas las otras. El buey y el tocino condimentados con vinagre, con una especie de pan sin levadura muy pesado, cubierto con queso tierno, eran sus manjares; y estas carnes eran más bien asadas que hervidas o guisadas, modo de alimentarse llamado por algunos autores gerophagia, esto es, nutrimento seco. Ordinariamente comían los atletas con exceso semejantes alimentos. Galeno cuenta que un atleta creía haber hecho una comida muy frugal cuando no había comido más que dos libras de carne y el pan proporcionado. Milon de Crotona apenas estaba saciado con veinte libras de carne, otras tantas de pan y quince pintas de vino.
Sin embargo de estos excesos, los antiguos aplauden en general su templanza:
·         Primero, porque usaban con mucha moderación el vino y las mujeres
·         Segundo, porque preparaban con extrema simplicidad sus alimentos
·         Tercero, porque se abstenían mucho mas de ellos al tener que entrar a la liza y porque sufrían con una paciencia constantísima las fatigas y los golpes.
La naturaleza de los ejercicios atléticos, el calor del clima y la estación en que se celebraban aquellos juegos obligaban a los atletas a combatir desnudos. Llevaban no obstante una especie de ceñidor o faja llamada zona, cuyo uso cesó entre los griegos en la Olimpíada XV, con motivo de que habiéndosele caído a un tal Orispo en medio de la palestra y enredándose sus pies con ella cayó y fue vencido.
La desnudez de los atletas facilitaba el uso de las unciones destinadas a comunicar a todas las partes del cuerpo la flexibilidad necesaria. Por lo común se usaba el aceite mezclado con una determinada cantidad de cera y de polvos, con lo que se hacía una especie de ungüento llamado ceroma, nombre que algunas veces se daba también al lugar mismo en que los atletas se untaban.
Los atletas se hacían untar por los criados de la palestra y algunas veces se untaban ellos mismos mutuamente. Después de untados, se cubrían por lo común los atletas con el barro que había en la palestra y con más frecuencia, de arena o de polvo, revolviéndose en él o bien haciéndoselo echar encima. Esto era un preliminar tan esencial a la lucha y al pancracio, que los griegos decían de un atleta, que hubiese llevado el premio sin combatir, que había vencido sin polvo, es decir, sin fatiga y sin pena. Después del certamen los atletas se limpiaban y se ungían de nuevo.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

2 Timoteo 3:14-4:7

Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para refutar, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Te suplico encarecidamente delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su Reino, que prediques la palabra y que instes a tiempo y fuera de tiempo. Discute, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina, pues vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias pasiones, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
Yo ya estoy próximo a ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¡Qué importantes son las recomendaciones de nuestros mayores!
Aquellos que ya vivieron una vida, tienen la experiencia y pueden decirnos palabras que nos orienten y nos aclaren las cosas en la toma de decisiones.
Es verdad que el mundo ha cambiado, que ahora a pesar de toda la tecnología que se supone nos debe facilitar la vida, vivimos sin tiempo, corriendo, agotados y desbordados. Pero en esencia el ser humano siempre es el mismo, cambian las formas, pero desde siempre tenemos los mismos anhelos, sueños y tropiezos.
Aquello que nos distrae de nuestros objetivos, aquello que de alguna manera no nos permite una fe firme en un solo Dios, es lo mismo: el dinero, el amor o eros, el poder y la comodidad. Siempre las mismas cosas no nos permiten vivir plenamente en Cristo.
En los tiempos de Pablo, el imperio romano con todos sus dioses, la búsqueda de un lugar en el imperio que permita tener algunas ventajas, el descontrol sexual que algunos practicaban incluso a veces como parte de la religión que profesaban. Hoy el acomodo político, el adorar al dios Mamón, esto es el dinero, el poder y la falta de compromiso en nuestra vida sentimental, imitando el mundo “descartable” que nos rodea: se usa y se tira, me aburrió la cambio o lo cambio por otro, la falta de perseverancia.
Siempre fue igual, aunque muchos se mienten a sí mismo diciendo que antes no existía. Antes estaba más oculto, hoy la gente habla, y muchas veces eso va permitiendo cambiar algunas historias de mucho dolor.
Por eso es importante escuchar a quienes ya vivieron más que nosotros y enseñar a nuestros jóvenes a escuchar y a aprender de las experiencias de otros. No para que no tengan ellos sus propias vivencias, sino para que se cuiden de aquello que puede confundirlos o que parece tan brillante, tan atractivo, pero que los lleva a la infelicidad.
Pablo le dio unos buenos consejos a Timoteo, de la misma forma que nuestros mayores muchas veces intentan darnos a nosotros y los tratamos como caducos. Escuchemos un poco más lo que nuestros mayores tienen para decirnos, tal vez así no cometamos siempre los mismos errores y podamos crecer un poco como humanidad. Amén.
Querido Jesús, mientras que caminabas entre nosotros constantemente consultabas con Dios tus decisiones, tus problemas, tus angustias, sabían que tu Padre te iba a escuchar y aconsejar. Ayudame a escuchar a mis mayores y sobre a todo a Dios. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario