viernes, 27 de julio de 2012

29 de Julio


Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 145

Te exaltaré, mi Dios, mi Rey,
    y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.

Cada día te bendeciré
    y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.

Grande es mi Señor y digno de suprema alabanza;
    su grandeza es insondable.

 Generación a generación celebrará tus obras
    y anunciará tus poderosos hechos.

 En la hermosura de la gloria de tu magnificencia
    y en tus hechos maravillosos meditaré.

Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres,
    y yo publicaré tu grandeza.

Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad,
    y cantarán tu justicia.

Clemente y misericordioso es mi Señor,
    lento para la ira y grande en misericordia.

Bueno es mi Señor para con todos,
    y sus misericordias sobre todas sus obras.

¡Te alaben, mi Señor, todas tus obras,
    y tus santos te bendigan!

La gloria de tu reino digan
    y hablen de tu poder,

para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos
    y la gloria de la magnificencia de su reino.

 Tu reino es reino de todos los siglos
    y tu señorío por todas las generaciones.

Sostiene mi Señor a todos los que caen
    y levanta a todos los oprimidos.

Los ojos de todos esperan en ti
    y tú les das su comida a su tiempo.

Abres tu mano
    y colmas de bendición a todo ser viviente.

 Justo es mi Señor en todos sus caminos
    y misericordioso en todas sus obras.

 Cercano está mi Señor a todos los que lo invocan,
    a todos los que lo invocan de veras.

 Cumplirá el deseo de los que lo temen;
    oirá asimismo el clamor de ellos y los salvará.

Mi Señor guarda a todos los que lo aman,
    pero destruirá a todos los impíos.

La alabanza de mi Señor proclamará mi boca.
    ¡Todos bendigan su santo nombre
    eternamente y para siempre!”
Amén.

Curiosidades


En la Biblia la oración es adoración que incluye todas las actitudes del espíritu humano en su acercamiento a Dios. El cristiano adora a Dios cuando le ofrece culto, confesión, alabanza, y súplica por medio de la oración. Esta máxima actividad de que es capaz el espíritu humano también puede llamarse comunión con Dios en tanto se destaque la iniciativa divina. El ser humano ora porque Dios le ha tocado su espíritu. En la Biblia la oración no es una “respuesta natural”: “LO que ha nacido de la carne, carne es”. En consecuencia, el Señor no “oye” todas las oraciones. La doctrina bíblica de la oración destaca el carácter de Dios, la necesidad que siente el ser de la persona de entrar en una relación salvadora o pactual con él, y de entrar plenamente en todos los privilegios y obligaciones de esa relación con Dios.
En cuanto a la práctica de la oración por Jesús, es bien sabido que oraba en secreto; en época de conflicto espiritual; y oró en la cruz. En sus oraciones daba gracias, pedía ser guiado, intercedía, y mantenía comunión con el Padre. Su preocupación en el caso de su oración sacerdotal en Jn.17 fue la unidad de la iglesia.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 6:1-15

“Después de esto, Jesús se dirigió al otro lado del lago de Galilea, el lago de Tiberias. Y una gran multitud lo seguía, porque veía las señales que hacía en los enfermos. Entonces Jesús subió a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. Ya estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. Cuando Jesús alzó la vista y vio que una gran multitud se acercaba a él, le dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan, para que éstos coman?» Pero decía esto para ponerlo a prueba, pues él ya sabía lo que estaba por hacer. Felipe le respondió: «Ni doscientos denarios de pan bastarían para que cada uno de ellos recibiera un poco.» Andrés, que era hermano de Simón Pedro y uno de sus discípulos, le dijo: «Aquí está un niño, que tiene cinco panes de cebada y dos pescados pequeños; pero ¿qué es esto para tanta gente?» Entonces Jesús dijo: «Hagan que la gente se recueste.» Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron como cinco mil hombres. Jesús tomó aquellos panes, y luego de dar gracias los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados. Esto mismo hizo con los pescados, y les dio cuanto querían. Cuando quedaron saciados, les dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.» Entonces ellos los recogieron, y con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada a los que habían comido, llenaron doce cestas. Al ver aquellos hombres la señal que Jesús había hecho, dijeron: «Verdaderamente, éste es el profeta que había de venir al mundo.»
Cuando Jesús se dio cuenta de que iban a venir para apoderarse de él y hacerlo rey, volvió a retirarse al monte él solo.Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

En un tiempo en donde estamos tan acostumbrados a que detrás de una ayuda, hay un interés político partidario, es muy rara la actitud de Jesús.
Por un lado en la multitud de necesitados siente la responsabilidad de hacer algo por ellos. A pesar de ya estar cansado y de haberse refugiado con sus discípulos, cuando alza la vista y los ve desde el monte, se apiada y decide al menos darles algo para que coman, y propone a sus discípulos que lo ayuden es esa tarea.
Una vez que alimenta a la multitud, ante la percepción de que lo quieren hacer rey, esto es que sea su gobernante, se escapa, porque su intención al darles de comer no era otra que la de cubrir en un momento al menos, una parte de sus necesidades.
Y lo que pasa es que por un lado los seres humanos estamos acostumbrados a que todo tiene un costo, y no sólo estoy hablando sobre el costo monetario, sino que detrás de una dádiva, una ayuda, lo que se busca es una afiliación a algo (puede ser un partido político, una iglesia, o cualquier otra institución) y un voto. Todos sabemos que en época de elecciones es cuando ocurren las grandes “repartijas” de cosas o favores.
Jesús nos propone simplemente ser generosos, hacer algo por el otro, aunque no le solucionemos la vida, pero cambiar un poco el momento que están viviendo las personas que sufren. Hacer algo por el otro que le permita seguir adelante en la situación que le toca vivir, que le dé fuerzas, que se sienta amado y contenido.
También nos muestra que cuando nos proponemos hacer algo que es bueno y pedimos a Dios que nos bendiga en la tarea, todo es posible. A veces nos ahogamos en un vaso de agua y creemos que todo depende de nuestras fuerzas, y nos olvidamos que Jesús trabaja a nuestro lado y que él logra lo que nosotros no podemos. De hecho muchas tareas que nos proponemos en nuestras iglesias, cuando las miramos fríamente, no las podríamos hacer, pero una vez que nos decidimos sin mirar tanto nuestros presupuestos, terminamos logrando nuestro objetivo y más todavía.
Un ejemplo claro en nuestra comunidad de Patagones, que en medio de la sequía más profunda comenzó a organizar tés con tortas para recaudar fondos para su sostén. Después, ante el éxito de estas actividades, cuando entraron ladrones al templo, en vez de “achicarse”, repusieron lo robado y comenzaron a reparar el templo con la excusa de hacerlo “más seguro”, hasta que en una jornada de trabajo pintaron el templo por dentro junto con las puertas y persianas. Algo que parecía imposible, se hizo realidad a partir de decir: “Vamos a trabajar de una vez por todas, Dios ya nos va a ayudar”.
Todo lo que se hace con buenas intenciones, pensando no sólo en nosotros mismos, da fruto. Pero si no nos movemos y esperamos que otros lo resuelvan, nunca llegaremos a nada. Si Jesús hubiera quedado encerrado en las ideas de los discípulos que decían que era imposible dar de comer a la multitud, nada hubiera pasado. Pero se dejó llevar por Andrés que trajo los panes y los peces del niño. Sigamos su ejemplo. Amén.

Querido Jesús, vos me mostraste que cuando hago algo pidiendo la bendición de Dios, las cosas salen bien. Perdoname por las muchas veces en que sólo confío en mis propias fuerzas, perdoname por no recurrir a vos cuando tengo alguna idea y me ahogo pensando que igual no sirve de nada. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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