Cada
latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios,
escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:
Salmo 85
“Fuiste oportuno a tu tierra, mi Señor;
volviste la cautividad de Jacob.
volviste la cautividad de Jacob.
Perdonaste la maldad de tu pueblo;
todos los pecados de ellos cubriste.
Reprimiste todo tu enojo;
te apartaste del ardor de tu ira.
Restáuranos, Dios de nuestra salvación,
y haz terminar tu ira contra nosotros.
¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu furia de generación en generación?
¿No volverás a darnos vida,
para que tu pueblo se regocije en ti?
¡Muéstranos, mi Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!
Escucharé lo que hablará mi Señor Dios,
porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
para que no se vuelvan a la locura.
Ciertamente cercana está su salvación a los que lo temen,
para que habite la gloria en nuestra tierra.
La misericordia y la verdad se encontraron;
la justicia y la paz se besaron.
La verdad brotará de la tierra
y la justicia mirará desde los cielos.
Mi Señor dará también el bien
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia irá delante de él
y sus pasos nos pondrá por camino.” Amén.
Curiosidades
En Grecia el
calzado más común entre los hombres era unas abarcas de buey bien ajustado al
tobillo mediante cuerdas entrelazadas, en los estratos sociales más elevados se
usaban sandalias más o menos lujosas, y luego el borceguí y la bota.
Las mujeres
usaban una especie de zapatilla que cubría
sólo los dedos y la parte anterior del pie, las sandalias griegas
correspondían a la solea romana, que usaban hombre y mujeres en sus hogares
como los calceus, que cubrían todo el pie.
Los zapatos
fememinos podían decorarse en metal y colorear con púrpura.
Algunos de los
tipos de calzado griego:
El krepidoi:
llevado por ambos sexo para viajar con mal tiempo y para hacer largos tramos en
condiciones difíciles, los femeninos eran más flexibles, podían colorearse, y
tener una plataforma de corcho para ganar algún centímetro en estatura.
La krepis: sólo
para hombres libres, con la lengüeta tallada.
El embádes: era
una bota empleada por hombres y mujeres, y el tomaia era completamente cerrado.
El ninfides: era
un zapato blanco decorado.
Zapatos de
soldados:
Koila: más
pesado ideal para recorrer terrenos accidentados.
Endromides: bota
masculina que llegaba hasta media pierna.
Akatioi: era un
zapato con punta.
El kothornoi
teatrali o conturno: tenía una gruesa suela de cuero y fue creado por los
griegos para representar en teatro la tragedia y darle altura al actor,
diferenciándolo del coro y dando proporción a su figura en relación al tamaño
bastante considerable de las máscaras. Los protagonistas cómicos, en cambio,
usaban el embádes.
Los jinetes
usaban botas con espuelas.
Los karbatinai
eran zapatos sencillos, hechos con una pieza única con orificios en la parte
del borde por donde pasaban correas que al ajustarse ceñían el pie. Estos
zapatos eran tan simples que podían ser realizados fácilmente.
Los podemata
tenían clavos en la suela.
Con respecto al
calzado romano, tanto el de hombres como de mujeres era el mismo, se
diferenciaban en el color y el grosor de la piel.
Había varios
tipos de calzado de diferentes características:
El calceus: era
de piel, cerrado y atado con correas. Este calzado lo solían llevar los
ciudadanos romanos cuando salían de casa con la toga y también los senadores.
La solea o
sandalium: estaba formada por tirillas de cuero que pasaban entre los dedos
pulgar e índice para adaptarse, después de rodear el talón. Este calzado era
informal por lo cual no se lo podían poner cuando llevaban la túnica.
Los cocci o
zuecos: podrían ser de diversos materiales como: madera, esparto, papiro o
piel. Este calzado sólo se utilizaba para andar por la casa.
Evangelio
Desde
el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos
sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:
Marcos 6:7-13
“Jesús llamó a los doce y comenzó a enviarlos de
dos en dos. Les dio autoridad sobre los espíritus impuros, y les mandó que no llevaran nada para el camino. Aparte de un
bastón, no debían llevar mochila, ni pan, ni dinero en el cinto. También
podían llevar sandalias, pero no dos mudas de ropa. Les dijo: «Cuando ustedes lleguen a una casa,
quédense allí hasta que salgan de ese lugar. Si en algún lugar no los reciben ni los escuchan,
salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies, como un testimonio contra
ellos.» [De cierto les digo que, en el día del juicio, el castigo para
los de Sodoma y Gomorra será más tolerable que para aquella ciudad.] Los
doce salieron e iban predicando a la gente que se arrepintiera. También expulsaban muchos demonios, y ungían con
aceite a muchos enfermos y los sanaban.” Amén.
Los
textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos
podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:
Desde
la primera vez que leí las recomendaciones a los discípulos, me llamó muchísimo
la atención. Durante muchos años había vivido otra cosa.
El
cuidado para que las personas no se ofendan, las invitaciones reiteradas para
que no se olviden de la actividad, la condescendencia con que había que tratar
a la gente al hablar de los aportes o de cualquiera de las obligaciones
normales dentro de una comunidad de fe.
Pero
resulta que Jesús no nos enseñó esto, ni con su ejemplo ni con sus palabras y
recomendaciones ¡todo lo contrario! Cuando envió a sus discípulos a ir de dos
en dos, y de donde no fueran bien recibidos, ni quisieran escuchar el
evangelio, no sólo se tenían que ir inmediatamente, sino que debían sacudir el
polvo del calzado para que nada quedara de esa gente.
Muchas
veces quedamos enganchados con miembros que siempre están desconformes y que
constantemente amenazan con abandonar la comunidad por esto o aquello. A veces
hasta parecería que están buscando la excusa para hacerlo.
Y
nuestra actitud, en vez de irnos y sacudirnos los zapatos, tratamos de
agradarlos, de insistirles para que no se vayan, para que se queden, a pesar de
que no aportan nada positivo.
Tenemos
que aprender de Jesús y sus enseñanzas. De no arrastrarnos por el suelo para
que nos acepten, que acepten el mensaje que estamos trayendo. Seguramente el
resultado sería muy diferente, porque cuando uno se valora a sí mismo y lo que
se tiene, también se es valorado.
Hay
mucha gente que está necesitando del mensaje de Jesús, un mensaje que libera,
que trae esperanza, que es para todos aquellos que tienen el corazón abierto.
Hay muchas personas que están necesitando ser sanadas y liberadas de los culpas
y ataduras, no hace falta que corramos detrás de aquellos que no quieren
escuchar el mensaje de Cristo.
Es
importante que usemos nuestro tiempo y esfuerzo en donde se necesita y en donde
hay buena disposición, y a aprender a dejar de lado todo aquello que en
realidad es una influencia negativa para nuestra comunidad y que nos hace
perder las fuerzas y las ganas. Amén.
Querido
Jesús: vos me enseñaste a sacudirme los pies cuando alguien no quiere saber tu
mensaje de amor. Ayudame a hacerlo y no sentirme culpable. A dejar atrás a
aquellas personas que lo único que hacen es quejarse y desvalorizar el trabajo
y las ideas de los demás. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
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