viernes, 9 de marzo de 2012

11 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 19


“Los cielos cuentan la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos.


Un día emite palabra a otro día
y una noche a otra noche declara sabiduría.


No hay lenguaje ni palabras
ni es oída su voz.


Por toda la tierra salió su voz
y hasta el extremo del mundo sus palabras.
En ellos puso tabernáculo para el sol;


y este, como esposo que sale de su alcoba,
se alegra cual gigante para correr el camino.


De un extremo de los cielos es su salida
y su curso hasta el término de ellos.
Nada hay que se esconda de su calor.


La ley de mi Señor es perfecta:
convierte el alma;
el testimonio de mi Señor es fiel:
hace sabio al sencillo.


Los mandamientos de mi Señor son rectos:
alegran el corazón;
el precepto de mi Señor es puro:
alumbra los ojos.


El temor de mi Señor es limpio:
permanece para siempre;
los juicios de mi Señor son verdad:
todos justos.


Deseables son más que el oro,
más que mucho oro refinado;
y dulces más que la miel,
la que destila del panal.


Tu siervo es, además, amonestado con ellos;
en guardarlos hay gran recompensa.


¿Quién puede discernir sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos.


Preserva también a tu siervo de las soberbias,
que no se enseñoreen de mí.
Entonces seré íntegro
y estaré libre de gran rebelión.


¡Sean gratos los dichos de mi boca
y la meditación de mi corazón delante de ti,
mi Señor, roca mía y redentor mío!” Amén.


Curiosidades


¿Por qué había vendedores en el Templo?


Porque cuando un judío quería ofrecer sacrificios a Dios no podía llevar un animal cualquiera al Templo. Debía ser sin defectos ni impurezas ni manchas. Y un animal así no era fácil de encontrar. Además, muchos judíos llegaban a Jerusalén desde muy lejos y no les era cómodo venir cargando el animal. Entonces los vendedores del Templo les ahorraban el trabajo a la vez que les garantizaban la pureza del animal. Por otra parte, los judíos mayores de 20 años debían pagar un impuesto anual al culto. Pero la moneda romana (la única que circulaba en Palestina) no era aceptada en el Templo por tener grabada la imagen del emperador. Tampoco se aceptaban las monedas extranjeras que traían los judíos de otros países. Sólo se admitían unas monedas especiales, acuñadas en la ciudad de Tiro. Y los cambistas proveían a los peregrinos precisamente de tales monedas. Ese comercio religioso, tolerado por los sacerdotes, que percibían por ello una parte de las ganancias, tenía lugar en el atrio exterior del Templo, llamado Atrio de los Gentiles o de los Paganos. La expulsión de los vendedores es uno de los episodios más extraños de la vida del Señor, porque nos presenta a un Jesús muy distinto del que estábamos acostumbrados a ver. Pero el episodio es extraño sobre todo porque no nos permite entender qué intención tenía Jesús cuando realizó ese gesto. Hoy resulta difícil saber qué pasó aquel día en el Templo entre Jesús y los vendedores. Pero es probable que no sólo a nosotros nos resulte difícil, sino que ya en los primeros tiempos, cuando las comunidades cristianas transmitían oralmente el Evangelio, tampoco recordaban por qué se había producido ese enfrentamiento. Sabían, sí, que el Señor había tenido un incidente con unos vendedores y que ese incidente había desencadenado su muerte, pero no conocían la causa del mismo. Por eso cuando, años más tarde, los evangelistas compusieron sus obras, al llegar a este suceso, como no tenían en claro qué había pasado, cada uno trató de entenderlo como pudo y de contarlo adaptándolo a su propia teología. Por eso cada evangelista trae una versión diferente de ese episodio, con un mensaje distinto.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Juan 2:13-25


“Estaba cerca la Pascua de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Encontró en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas que estaban allí sentados e hizo un azote de cuerdas y echó fuera del templo a todos, con las ovejas y los bueyes; también desparramó las monedas de los cambistas y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas:

- Quiten esto de aquí, y no conviertan la casa de mi Padre en casa de mercado.

Entonces recordaron sus discípulos que está escrito: «El celo de tu casa me consumirá».

Los judíos respondieron y le dijeron:

- Ya que haces esto, ¿qué señal nos muestras?

Respondió Jesús y les dijo:

- Destruyan este templo y en tres días lo levantaré.

Entonces los judíos dijeron:

- En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho.

Mientras estaba en Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos; y no necesitaba que nadie le explicara nada acerca del hombre, pues él sabía lo que hay en el hombre.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


Hay dos formas de ver la relación dinero - fe en la iglesia. Cualquiera de las dos de alguna manera chocan con la actitud de Jesús en el templo.

Algunas iglesias, con la excusa de la ofrenda a Dios, terminan vendiendo hasta la fe. Las otras, con la excusa de que Jesús echó los mercaderes del templo, se guardan el dinero y lo mezquinan, por lo que finalmente, no hay dinero ni para pagar la luz del templo.

Y es que el tema dinero – fe es uno de las cuestiones más delicadas ya que al mismo tiempo, el dinero es una de las “tentaciones” del ser humano, que tiene que ver con la avaricia.

Una cosa tenemos que tener claro: es que todo lo que tenemos y somos (esto incluye nuestros bienes, o sea el dinero) no es nuestro, sino de Dios. Dios es nuestro proveedor, sin él nada es posible, al punto que incluso bendice a aquellos que no lo conocen o que lo niegan, al igual que dispone de alimento para todos los seres vivos del planeta y por qué no decir de todo el universo.

Para los que tenemos conciencia de la bendición de Dios, nada de lo que ofrendemos será suficiente, ya que no hay manera de agradecerle a Dios ni con palabras, ni con actos. El cristiano es naturalmente desprendido, pero a veces justamente esto despierta en otros la codicia, y aprovecha esto para su propio provecho y engorda sus bolsillos a costa del agradecimiento a Dios por parte de los fieles.

Esto era lo que Jesús criticaba: el abuso por parte de los que manejaban el dinero del templo: no que el templo tuviera recursos, porque estos permiten también hacer obras, proclamar la palabra de Dios.

Ahí está la pobreza por parte de aquellos que no quieren hablar de dinero en la iglesia, como si las cuentas se pudieran pagar con el Espíritu Santo o con la promesa de Salvación. De paso, en vez de brindar la posibilidad a la iglesia de mejorar e invertir para la misión, ellos la usan para sí mismos, sintiendo su conciencia muy tranquila, porque siguieron las enseñanzas de Jesús, que nada tenía que ver con eso.

Cada cosa tiene su justo lugar, Jesús mismo te lo dice, depende de vos aceptar su propuesta. Amén.


Querido Jesús, es un alivio ver que vos te pudiste enojar y actuar enérgicamente, eso me hace admirarte más, ya que a veces s necesario ser drástico, a pesar de las consecuencias. Ayudame a ser igual a vos, a animarme cortar ciertas cosas y decir lo que hay que decir. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario