viernes, 3 de febrero de 2012

5 de Febrero

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 95

“¡Vengan, aclamemos alegremente a mi Señor!
¡Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación!


¡Lleguemos ante su presencia con alabanza!

¡Aclamémoslo con cánticos!,


porque mi Señor es Dios grande,

el gran Rey sobre todos los dioses.


En su mano están las profundidades de la tierra

y las alturas de los montes son suyas.


Suyo también el mar, pues él lo hizo,

y sus manos formaron la tierra seca.


Vengan, adoremos y postrémonos;

arrodillémonos delante de mi Señor, nuestro hacedor,


porque él es nuestro Dios;

nosotros, el pueblo de su prado

y ovejas de su mano.

Si oís hoy su voz,


«No endurezcan sus corazones, como en Meriba,
como en el día de Masah en el desierto,


donde me tentaron sus padres,

me probaron y vieron mis obras.


Cuarenta años
estuve disgustado con la nación,
y dije: "Es pueblo que divaga de corazón

y no han conocido mis caminos".


Por tanto, juré en mi furia

que no entrarían en mi reposo».” Amén.

Curiosidades

¿Qué eran los espíritus malos?

La frase “espíritu malo” se encuentra sólo en 6 pasajes. Hay 23 referencias a “espíritus inmundos”, y todos parecen ser casi iguales. Del mismo modo, “espíritus inmundos” y “demonios” son términos intercambiables, porque ambos se aplican al endemoniado gadareno.

Parece que estos seres eran considerados en más de un sentido. Podían causar incapacidad física. Más todavía, en la mayoría de las ocasiones en que se mencionan en el NT es en tales casos. Parecería que no se los relacionaba con ninguna cuestión moral, porque la persona así atormentada no era excluida de los lugares de culto, tales como la sinagoga. Parece que la idea era que el espíritu malo (inmundo) en el sentido de que producía efectos funestos. Pero a la víctima no se la consideraba como particularmente mala o corrupta en ningún sentido. Sin embargo, el espíritu mismo no debía ser considerado en forma neutral. En todas partes debía ser resistido y vencido. A veces leemos que Jesús procedió personalmente de esta manera, otras veces que tal poder era delegado a sus seguidores, o que ellos mismos lo ejercían. Aparentemente los espíritus forman parte de las fuerzas satánicas, y en consecuencia se consideran enemigos de Dios y de los seres humanos.

En algunos casos es evidente que los espíritus están relacionados con el mal moral. Esto sucede en el caso del “espíritu inmundo” que sale del hombre y regresa con otros peores que él. El relato indica la imposibilidad de que el hombre una reforma moral expulsando a los demonios de su interior. Debe también operarse la entrada del Espíritu de Dios. Pero para el propósito que nos interesa aquí es suficiente observar que los espíritus son malos y pueden ocasionar daño. Se considera también que los espíritus inmundos “a manera de ranas”, en el Apocalipsis, obran el mal, por cuanto reúnen las fuerzas de iniquidad para la gran batalla final.

Pasajes como los mencionados indican que desde el punto de vista bíblico la maldad no es algo puramente impersonal. Es capitaneada por Satanás y, de la misma manera en que existen poderes subalternos al servicio del bien, los ángeles, así también hay poderes subalternos al servicio del mal. Su aparición está relacionada mayormente con la encarnación dado que se oponen a la obra de Cristo.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 1:21-28

“Entraron en Capernaúm, y el sábado entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar. Y se admiraban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu impuro, que gritó:

- ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios.

Entonces Jesús lo reprendió, diciendo:

- ¡Cállate y sal de él!

Y el espíritu impuro, sacudiéndolo con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo:

- ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus impuros, y lo obedecen?

Muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿Qué es lo que da autoridad a una persona? ¿Cómo se logra la autoridad?

Vivimos en un tiempo en donde tanto las instituciones y la autoridad está en crisis, y hay muchas teorías para explicar esto

Algunos sostienen que es necesario imponer la autoridad, “la mano dura” como algunos dicen… pero creo que esto más bien tiene que ver con temor, con miedo, que con autoridad…

¿Qué es la autoridad, o tener autoridad?

Hoy día se habla de liderazgo, hay líderes natos, esto es, que las personas que los rodean naturalmente los siguen. A esto podríamos llamar autoridad, ya que la autoridad tiene que ver con lograr manejar un grupo, que ese grupo escuche y obedezca las consignas o reglas.

Podríamos llamarlo carisma, aprovechando el lenguaje bíblico…

La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, permite que la persona sea creíble y tenga autoridad. La persona que tiene convicciones, que actúa conforme a ellos, se gana el respeto incluso de aquellas personas que no están de acuerdo con sus ideas. La coherencia, los ideales, son la base de la autoridad. Cuando las personas ven en alguien la entereza, el compromiso, incluso el arriesgar la propia integridad, por defender sus ideas, un estilo de vida en donde la entrega es parte importante, consideran que tiene autoridad y la respetan como tal.

La autoridad se construye, se gana. Tiene que ver con nuestra vida, como la llevamos y qué es lo que impulsa nuestros actos. La crisis de las instituciones y de la autoridad está relacionada con la credibilidad, con el compromiso, pero también con la corrupción. Cuando vemos que en una institución o desde la autoridad hay privilegiados, acomodados, cuando no todos tenemos las mismas oportunidades, entran en crisis, pierden credibilidad.

Nuestros hijos aprenden de nosotros, de nuestras conductas, mucho más que de nuestras palabras. Y de alguna manera cuando somos irrespetuosos, ellos pierden el respeto hacia nosotros y a la vez perdemos la autoridad. Ya no somos dignos del respeto.

Para tener autoridad es necesaria la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y eso no es tan fácil, es una tarea diaria que nos exige pensar antes de actuar y no aflojar en ningún momento. No es fácil, pero no es imposible, al igual que cualquier ejercicio, cuando se hace diariamente, cada vez más se hace parte de nosotros y una necesidad también. Amén.

Querido Jesús, ayudame a llevar una vida coherente en palabras y hechos. Muchas veces me siento tentada a seguir la corriente y aceptarme como un ser incoherente, pero hay cosas que no aceptan la incoherencia, hay cosas que al contradecirse me hacen una persona poco creíble, y ahí no puedo dar testimonio de vos, ni ser tu discípula. Ayudame, dame fuerzas, entereza para ejercitarme diariamente en la coherencia, para tener la autoridad que sólo viene de vos, y que a través de mí, te conozcan. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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