viernes, 17 de febrero de 2012

19 de Febrero

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 32

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada
y cubierto su pecado.


Bienaventurado el hombre a quien mi Señor no culpa de iniquidad
y en cuyo espíritu no hay engaño.


Mientras callé, se envejecieron mis huesos

en mi gemir todo el día,


porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;

se volvió mi verdor en sequedades de verano.


Mi pecado te declaré

y no encubrí mi iniquidad.

Dije: «Confesaré mis rebeliones a mi Señor»,

y tú perdonaste la maldad de mi pecado.


Por esto orará a ti todo santo

en el tiempo en que puedas ser hallado;

ciertamente en la inundación de muchas aguas

no llegarán estas a él.


Tú eres mi refugio;

me guardarás de la angustia;

con cánticos de liberación me rodearás.


«Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar;
sobre ti fijaré mis ojos.


No sean como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,

que han de ser sujetados con cabestro y con freno,

porque si no, no se acercan a ti».


Muchos dolores habrá para el impío;

mas al que espera en mi Señor, lo rodea la misericordia.


Alégrense en mi Señor y gócense, justos;

¡canten con júbilo todos ustedes los rectos de corazón!” Amén.

Curiosidades

¿Cuáles eran las enfermedades de la piel que sufría la gente en los tiempos de Jesús?

Las enfermedades de la piel son muy comunes en el oriente, y a menudo resulta difícil identificar precisamente las que mencionan las Escrituras, además de distinguirlas entre sí. Por ejemplo el vocablo “sarna” representa cuatro términos hebreos diferentes:

Garah: figuraba entre las plagas que recaerían sobre los desobedientes, pero evidentemente no se trataba del escorbuto verdadero, sino de una enfermedad crónica que formaba una gruesa costra n la cabeza y a veces se extendía a todo el cuerpo. Se consideraba incurable.

Yallefet: ‘escabioso’. Una de las afecciones que incapacitaban al hombre para ejercer el sacerdocio y a los animales para el sacrificio.

Sappahat: ‘mancha’.

Mispahat: ‘dejar calvo por la tiña’.

También existían otras enfermedades de la piel como:

Tiña: término general, aparentemente con el significado de erupción cutánea irritante, que a veces se consideraba como señal de “lepra”.

Úlcera, pústuma, divieso: término genérico que utiliza el AT para diferentes tipos de inflamación localizada. Para el “sarpullido con úlceras” de la sexta plaga. En Levítico 13 se mencionan los diviesos en relación con lo que allí se denomina lepra, mientras que la “sarna” que afligió a Job, puede haber sido lepra tuberculosa.

Las “úlceras de Egipto”, desde la planta del pie hasta la coronilla, probablemente se refiera a una de las enfermedades cutáneas típicas de Egipto, como la úlcera endémica o pústula maligna. Es probable que la llaga de Ezequías haya sido un carbunco.

Verruga: incluida en una lista de imperfecciones que hacía que los animales fueran inaceptables para las ofrendas dedicadas al Señor. Según la tradición judía, el término hebreo se aplica “al que sufre de verrugas”.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 1:40-45

“Vino a él un leproso que, de rodillas, le dijo:

- Si quieres, puedes limpiarme.

Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano, lo tocó y le dijo:

- Quiero, sé limpio.

Tan pronto terminó de hablar, la lepra desapareció del hombre, y quedó limpio. Entonces lo despidió en seguida, y le ordenó estrictamente:

- Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.

Pero, al salir, comenzó a publicar y a divulgar mucho el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

“Si quieres, puedes limpiarme”, dice el leproso, si quieres...

Qué actitud tan diferente de muchos cristianos. Pedimos a Dios, pero como una obligación, como algo que al pedirlo se tiene que cumplir… porque depositamos nuestra fe en Él.

Pero no es así, nuestras necesidades y caminos tienen una razón de ser, y muchas veces lo que ansiamos y lo que esperamos de Dios es que Él haga nuestra voluntad en vez de que nosotros hagamos la voluntad de Dios y la aceptemos.

Si quieres… palabras que dejan claro que Jesús podía o no realizar el milagro, pero que no era su obligación, por eso responde diciendo “quiero”.

Es verdad que a la hora de la desesperación nuestros ruegos y pedidos esperan el milagro, esperan la respuesta afirmativa… pero muchas veces las cosas no ocurren de la manera que esperábamos, y no es que Dios tenga mala voluntad o que sea caprichoso, siendo la vida como una especie de gran lotería. Cada cosa que nos pasa es como el eslabón de una cadena, como la pieza de un rompecabezas, que al mirarlo después de los años, podemos ver su perfección… aunque nos hayamos sentido abandonados y no escuchados en algún momento.

Siempre recuerdo el año en que falleció mi madre. Yo acababa de separarme, después de varios años de un matrimonio tortuoso. En ese momento, mis padres me dijeron: “No te preocupes, nosotros te vamos a ayudar”. Pocos meses después, ya en su lecho de muerte mi madre me decía: “Pensar que nosotros pensamos que éramos los que te íbamos a ayudar y sostener, y ahora sos vos la que está aquí, ayudando y sosteniendo todo”…

Los caminos de Dios, dolorosos pero perfectos, y felices también si nuestra actitud es como la del leproso, “si quieres”.

Cada uno de nosotros debemos estar atentos para percibir la voluntad de Dios. Él es quien maneja los hilos de la vida. Podemos también vivir buscando manejarla nosotros mismos… pero la vida se nos va a transformar en un gran matete, en un enredo, y seguramente ahí vamos a buscar a Dios, para que nos ayude. Amén.

Querido Jesús, ayudame a ser humilde, a buscarte, pero dejando que entres en mi vida naturalmente, sin presiones, sin trueques e intercambios de favores. Ayudame a dejarte que me ayudes de la forma que más me conviene y según tus planes. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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