viernes, 9 de septiembre de 2011

11 de Septiembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 103


Bendice, alma mía, a mi Señor,
y bendiga todo mi ser su santo nombre.


Bendice, alma mía, a mi Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.


Él es quien perdona todas tus maldades,
el que sana todas tus dolencias,


el que rescata del hoyo tu vida,
el que te corona de favores y misericordias,


el que sacia de bien tu boca
de modo que te rejuvenezcas como el águila.


Mi Señor es el que hace justicia
y derecho a todos los que padecen violencia.


Sus caminos notificó a Moisés,
y a los hijos de Israel sus obras.


Misericordioso y clemente es mi Señor;
lento para la ira y grande en misericordia.


No contenderá para siempre
ni para siempre guardará el enojo.


No ha hecho con nosotros conforme a nuestras maldades
ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados,


porque, como la altura de los cielos sobre la tierra,
engrandeció su misericordia sobre los que lo temen.


Cuanto está lejos el oriente del occidente,
hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.


Como el padre se compadece de los hijos,
se compadece mi Señor de los que lo temen,


porque él conoce nuestra condición;
se acuerda de que somos polvo.


El hombre, como la hierba son sus días;
florece como la flor del campo,


que pasó el viento por ella, y pereció,
y su lugar ya no la conocerá más.


Mas la misericordia de mi Señor es desde la eternidad y hasta la eternidad
sobre los que lo temen,
y su justicia sobre los hijos de los hijos,


sobre los que guardan su pacto
y los que se acuerdan de sus mandamientos
para ponerlos por obra.


Mi Señor estableció en los cielos su trono
y su reino domina sobre todos.


¡Bendigan a mi Señor, ustedes sus ángeles,
poderosos en fortaleza, que ejecutan su palabra
obedeciendo a la voz de su precepto!


¡Bendigan a mi Señor, ustedes todos sus ejércitos,
ministros suyos que hacen su voluntad!


¡Bendigan a mi Señor, ustedes todas sus obras,
en todos los lugares de su señorío!
¡Bendice, alma mía, a mi Señor!”
Amén.


Curiosidades


¿Qué significa el siete en la Biblia?


El siete ocupa un lugar eminente entre los números sagrados en las Escrituras, y está asociado con la idea de consumación, cumplimiento, y perfección. En el relato de la creación Dios descansó de su obra en el séptimo día, y lo santificó. Esto sirvió de modelo para el día de reposo judío, en el que la persona debía de abstenerse de trabajar, para el año sabático, y también para el año de jubileo, que seguía de un período de siete veces siete años. La fiesta del pan sin levadura y la fiesta de los tabernáculos duraban siete días. El día de la expiación correspondía al séptimo mes, y el número siete aparece frecuentemente en relación con el ritual veterotestamentario, por ejemplo el rociamiento de la sangre del becerro siete veces y el holocausto de siete corderos; el leproso purificado era rociado siete veces, y Naamán tuvo que lavarse siete veces en el Jordán. En el tabernáculo, el candelero tenía siete brazos.

Otras referencias dignas de mención son: la madre de siete hijos; siete mujeres para un hombre; una nuera amante es preferible a siete hijos varones. Los saduceos propusieron un caso de matrimonio por levirato con siete hermanos. Los sacerdotes dieron siete vueltas a Jericó. Es sirviente de Elías miró el mar siete veces en busca de lluvia. El salmista alababa a Dios siete veces al día. La iglesia primitiva tenía siete diáconos, y Juan se dirige a siete iglesias en el libro del Apocalipsis, en donde se mencionan siete candeleros de oro y siete estrellas. En la alimentación milagrosa de los 4.000 con siete panes y unos pocos pececillos, las siete canastas que se recolectaron posteriormente pueden indicar que Jesús es capaz de satisfacer completamente. Siete demonios efectuaron la completa posesión de María Magdalena; el dragón de Apocalipsis y la bestia tienen siete cabezas.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Mateo 18:21-35


“Entonces se le acercó Pedro y le dijo:

_ Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?

Jesús le dijo:

_ No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

»Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Cuando comenzó a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderlo, junto con su mujer e hijos y todo lo que tenía, para que se le pagara la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba diciendo: "Señor, ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo".

El señor de aquel siervo, movido a misericordia, lo soltó y le perdonó la deuda.

»Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios; y agarrándolo, lo ahogaba, diciendo: "Págame lo que me debes".

Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: "Ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo".

Pero él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándolo su señor, le dijo: "Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?"

Entonces su señor, enojado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


Una de las cosas que más nos cuestan es personar. Y es verdad que hay cosas muy difíciles de personar: el asesinato de una persona querida, la violación de un hijo o una hija, el maltrato y la tortura por otra persona (sobre todo cuando es desde la autoridad) a un ser querido…

Pero la verdad es que la mayoría de nosotros guardamos rencor o rabia hacia las personas que nos hicieron pasar un mal momento, o que tuvimos una diferencia de dinero o bienes, muchas veces fue un hecho concreto, bien específico, pero que lo guardamos y “atesoramos” de por vida. Es más, el tiempo va pasando y lo que queda es el rencor, el recuerdo de lo que sucedió, muchas veces es un vago recuerdo.

Una de las características de los cristianos (o al menos Jesús nos enseñó eso) es el saber perdonar. El perdonar no porque el otro lo merezca, porque esto de merecer siempre es muy subjetivo, sino primeramente por nosotros. Porque no hay nada que amargue más y nos trabe que llevar un rencor en el pecho. Es como un dolor que no nos permite desarrollarnos plenamente, disfrutar de las cosas buenas que nos pasan. El rencor, la rabia, es como una espina que llevamos dentro de la carne que molesta, supura y hasta puede afectar el resto de los miembros.

Perdonar libera, y primeramente a quien perdona, aunque el otro ni se entere, aunque el otro no quiera la reconciliación. Cuando yo, en mi corazón, digo: “te perdono”, siento un alivio, es como que me sacan un enorme peso de encima.

Pero ¿por qué estoy llamada a perdonar como cristiana que soy? Porque Dios, a través de Jesucristo, me ha perdonado que no siempre le sea fiel, que a veces confíe más en mis propias fuerzas y no tenga conciencia de que Él es quien me guía y me protege, que me ha dado la vida y todo lo que soy. Y así me ha hecho su hija, me ha dado parte de su divinidad, que es el Espíritu Santo, que vive en mí y me anima. Si Dios ha hecho todo eso conmigo ¿cómo no ser generosa con el otro y perdonar?

Perdonar no siempre es tan fácil… ¡pero se siente tan bien después! Perdonar libera… vos lo podés experimentar. Amén.


Querido Jesús, tengo que reconocerte que me cuesta mucho perdonar, que muchas veces cuido y alimento mi rencor al punto que hasta me olvido cuál fue el origen de esa rabia. Ayudame a tener un corazón generoso y dispuesto a perdonar. Ayudame en esta tarea que me cuesta pero sé que es terapéutica. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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