domingo, 5 de junio de 2011

5 de Junio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 27


“Mi Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién he de temer?

Mi Señor, el refugio de mi vida,

¿por quién he de temblar?


Cuando se acercan contra mí los malhechores

a devorar mi carne,

son ellos, mis adversarios y enemigos,

los que tropiezan y sucumben.


Aunque acampe contra mí un ejército,

mi corazón no teme;

aunque estalle una guerra contra mí,

estoy seguro en ella.


Una cosa he pedido a mi Señor,

una cosa estoy buscando:

morar en la Casa de mi Señor,

todos los días de mi vida,

para gustar la dulzura de mi Señor

y cuidar de su Templo.


Que él me dará cobijo en su cabaña

en día de desdicha;

me esconderá en lo oculto de su tienda,

sobre una roca me levantará.


Y ahora se alza mi cabeza

sobre mis enemigos que me hostigan;

en su tienda voy a sacrificar,

sacrificios de aclamación.


Cantaré, salmodiaré a mi Señor.


Escucha, mi Señor, mi voz que clama,

¡tenme piedad, respóndeme!

Dice de ti mi corazón:

‘Busca su rostro’.

Sí, Mi Señor, tu rostro busco:

No me ocultes tu rostro.


No rechaces con cólera a tu siervo;

tú eres mi auxilio.

No me abandones, no me dejes,

Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,

mi Señor me acogerá.


Enséñame tu camino, mi Señor,

guíame por senda llana,

por causa de los que me asechan;

no me entregues al ansia de mis adversarios,

pues se han alzado contra mí falsos testigos,

que respiran violencia.


¡Ay, si estuviera seguro de ver la bondad de mi Señor

en la tierra de los vivos!

Espera en mi Señor, ten valor y firme corazón,

espera en mi Señor.” Amén


Curiosidades


¿Qué significa la palabra gloria en la Biblia?


La palabra “gloria” en el A.T. aparece con el término hebreo kabod, cuya raíz da la idea de “pesadez”, y por lo tanto de “peso” o “valor”. Se aplica a los hombres para describir su riqueza, esplendor o reputación. Esta palabra también podría significar el yo o el alma.

El concepto más importante es la gloria de mi Señor, que denota la revelación del ser de Dios, su naturaleza y su presencia ante la humanidad, a veces con fenómenos físicos.

En el Pentateuco la gloria de mi Señor acompañó a su pueblo después de la liberación de Egipto, y se mostraba en la nube que los dirigió en el desierto. La nube se detuvo en el monte Sinaí, en el que Moisés vio su gloria. Nadie podía ver el rostro de Dios y quedar vivo, pero él permitió que se tuviese una visión de su gloria.

La gloria de mi Señor llenaba el tabernáculo y aparecía especialmente a la hora del sacrificio. Las teofanías frecuentemente tienen forma de tormentas eléctricas.

Según los libros históricos el templo era el lugar en el que la gloria de mi Señor se encontraba especialmente. En los profetas tenemos la concepción casi física de la gloria de Dios y también una doctrina más espiritualizada. En los salmos también puede encontrarse la idea de la tormenta, como también la idea de la futura revelación del carácter de Dios al mundo.

En el N.T. la palabra hebrea es traducida por doxa, a pesar de que no coincide con el significado del griego secular.

En ciertos lugares del N.T. doxa se refiere al honor humano, pero su uso principal es la descripción de la revelación del carácter y la presencia de Dios en la persona y obra de Jesucristo. Él es la manifestación de la gloria divina.

Los pastores vieron la gloria de Dios cuando nació Jesucristo, y sus discípulos pudieron verla durante su vida encarnada. Se reveló particularmente en su semeia y en su transfiguración. Ahora Cristo vive y refleja la gloria divina, pero no es necesario construir tabernáculo alguno porque la Palabra de Dios ha instalado su tienda en la carne humana de Jesús, y su gloria se revelará más completamente en el próximo éxodo en Jerusalén, y finalmente en su parusía.

En el cuarto evangelio la hora de dedicación a la muerte es esencialmente la hora de la gloria.

La resurrección y la ascensión también se ven como manifestaciones de la gloria de Dios en Cristo. Pero en especial se revelará en su plenitud en la parusía.

La iglesia puede ver y debe reflejar todavía la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Es la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Es la gloria del nuevo pacto, y la comparten en forma especial, tanto ahora como en el futuro, aquellos que sufren con Cristo. El objeto de la iglesia es hacer que el mundo reconozca la gloria que le pertenece a Dios y que se muestra en sus acciones, en sus discípulos, y por sobre todas las cosas en su Hijo, el Señor de la gloria.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Juan 17:1-11a


“Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo:

«Padre, ha llegado la hora;

glorifica a tu Hijo,

para que tu Hijo te glorifique a ti.

Y que según el poder que le has dado sobre toda carne,

dé también vida eterna

a todos los que tú le has dado.

Esta es la vida eterna:

que te conozcan a ti,

el único Dios verdadero,

y al que tú has enviado, Jesucristo.

Yo te he glorificado en la tierra,

llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.

Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado

antes que el mundo fuese.

He manifestado tu Nombre a los hombres

que tú me has dado tomándolos del mundo.

Tuyos eran y tú me los has dado;

y han guardado tu Palabra.

Ahora ya saben

que todo lo que me has dado viene de ti;

porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos,

y ellos las han aceptado

y han reconocido verdaderamente que vengo de ti,

y han creído que tú me has enviado.

Por ellos ruego;

no ruego por el mundo,

sino por los que tú me has dado,

porque son tuyos;

y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío;

y yo he sido glorificado en ellos.

Yo ya no estoy en el mundo,

pero ellos sí están en el mundo,

y yo voy a ti.

Padre santo,

cuida en tu nombre a los que me has dado,

para que sean uno como nosotros.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


¡Qué bien que se siente cuando alguien en sus oraciones piensa en vos, pide a Dios que te proteja, que te cuide! Sobre todo cuando te toca pasar por algo difícil. ¿Te ha pasado alguna vez?

A mí, sí. En mi comunidad, pero también en otras, han pedido por mí, pero también por mis hijos… ¡y ha sido muy gratificante! Es como si una luz me rodeara, como si me cubriera una tela protectora.

Es muy diferente a cuando yo misma le pido a Dios por mis cosas. A través de la oración del otro siento una preocupación, siento amor, comunión. La oración toma un verdadero poder cuando las personas se unen con un mismo pensamiento. Y no porque esto convenza a Dios, sino que cuando un grupo tiene un mismo sentir, se forma la comunión, y la comunión entre las personas es la presencia misma de Cristo.

El pedir por otra persona me saca de mi egoísmo para utilizar mis palabras y mis pensamientos para otro, que está necesitando más que yo. La oración por otra persona me abre el corazón y me eleva como persona. Esto mismo me da una satisfacción y una alegría, porque cuando hacemos algo por otra persona, nos hace sentir mejores, no a otros, mejores nosotros mismos, que logramos salir de nuestro encierro para ver al otro y su realidad, su sufrimiento.

Jesús también pide por nosotros al Padre, justo antes de ser torturado y crucificado, abandonado de sus amigos. Tal vez porque esto mismo le daba fuerzas para enfrentar su último desafío aquí en la tierra. Pensar en el otro y sus necesidades me ayuda a salir de mi egocentrismo y mi autocompasión. Una buena terapia.

La oración por el otro es una buena terapia para mí y para mi comunidad, me permite estar al lado del que sufre y salir de mí misma. Una buena razón para practicarla ¿no? Amén.


Querido Jesús, hoy te quiero pedir por aquellas personas que no logran salir de sí mismas, que viven angustiadas y deprimidas. Ayudalas para que puedan vivir la gran experiencia de preocuparse por el otro, de minimizar sus problemas para abocarse a los demás, ver que hay miles de personas que sufren más que ellas, y que al menos necesitan de sus oraciones. Te lo pido a vos que junto al Padre y el Espíritu Santo reinan por toda la eternidad. Amén.

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