lunes, 21 de marzo de 2011

19 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 33

“¡Griten de júbilo, justos, por mi Señor!,

de los rectos es propia la alabanza;

¡den gracias a mi Señor con cítara,

salmodien para él al arpa de diez cuerdas;

cántenle un cantar nuevo,

toquen la mejor música en la aclamación!

Pues recta es la palabra de mi Señor,

toda su obra fundada en la verdad;

él ama la justicia y el derecho,

del amor de mi Señor está llena la tierra.

Por la palabra de mi Señor fueron hechos los cielos

por el soplo de su boca toda su mesnada.

Él recoge, como un dique, las aguas del mar,

en depósitos pone los abismos.

¡Tema a mi Señor la tierra entera,

ante él también todos los que habitan el orbe!

Pues él habló y fue así, mandó él y se hizo.

Mi Señor frustra el plan de las naciones,

hace vanos los proyectos de los pueblos;

mas el plan de mi Señor subsiste para siempre,

los proyectos de su corazón por todas las edades.

¡Feliz la nación cuyo Dios es mi Señor,

el pueblo que se escogió por heredad!

Mi Señor mira de lo alto de los cielos,

ve a todos los hijos de Adán;

desde el lugar de su morada observa

a todos los habitantes de la tierra,

él, que forma el corazón de cada uno,

y repara en todas sus acciones.

No queda a salvo el rey por su gran ejército,

ni el bravo inmune por su enorme fuerza.

Vana cosa el caballo para la victoria,

ni con todo su vigor puede salvar.

Los ojos de mi Señor están sobre quienes le temen,

sobre los que esperan en su amor,

para librar su alma de la muerte,

y sostener su vida en la penuria.

Nuestra alma en mi Señor espera,

él es nuestro socorro y nuestro escudo;

en él se alegra nuestro corazón,

y en su santo nombre confiamos.

Sea tu amor, mi Señor, sobre nosotros,

como está en ti nuestra esperanza.” Amén.

Curiosidades

¿Qué es la transfiguración?

La transfiguración marca una etapa importante en la revelación de Jesús como el Cristo y el Hijo de Dios. Se trata de una experiencia semejante a la de su Bautismo. Aquí se gloria es revelada no sólo por sus hechos, sino de un modo más personal. La gloria denota la presencia real, porque el reino está en medio de su pueblo.

Hay muchos rasgos en relación con el relato que derivan su significación del Antiguo Testamento. Moisés y Elías representaban la Ley y los Profetas en el acto de dar testimonio acerca del Mesías, Ley y Profetas que se cumplen son reemplazados por él. Los dos habían tenido visiones de la gloria de Dios sobre un monte, Moisés en el Sinaí y Elías en el Horeb. Ninguno de los dos dejó una tumba conocida. La Ley de Moisés y la venida de Elías se mencionan juntas en los últimos versículos del Antiguo Testamento. Los dos hombres ante la tumba vacía y en el momento de la ascensión, y los “dos testigos” se identifican a veces con Moisés y Elías. la voz celestial que dijo, “este es mi Hijo amado; a él oigan”, individualiza a Jesús no sólo como el Mesías sino también como el Profeta de Deuteronomio 18:15.

La nube simboliza la protección de la presencia divina. Hay una nube que recibe a Cristo y lo arrebata de la vista de los discípulos en el momento de la ascensión. El regreso de Cristo será con nubes.

La transfiguración es, por lo tanto, un punto central de la revelación del reino de de Dios, por cuanto se remonta al Antiguo Testamento y muestra la forma en que Cristo lo cumple, y luego vuelve la mirada hacia los grandes acontecimientos de la cruz, la resurrección, la ascensión y la parusía. Pedro estaba equivocado cuando trató de hacer que el experimento adquiriese permanencia. Todo lo que hacía falta era la presencia de Jesús solo, y que prestaran atención a su voz.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Mateo 17:1-9

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte alto. Allí se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías, que hablaban con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: «Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, haremos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió y se oyó una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oigan». Al oír esto, los discípulos se postraron sobre sus rostros y sintieron gran temor. Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: «Levántense y no teman». Cuando ellos alzaron los ojos, no vieron a nadie, sino a Jesús solo.

Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: ‘No digan a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¡Qué fácil que es construirse un mundo aparte! Un mundo en donde los problemas de los demás, la pobreza, la explotación, la discriminación quedan afuera. Un mundo perfecto, con las personas que yo quiero, sin que nada ni nadie nos moleste.

Ése ha sido el sueño de muchas personas a lo largo de los siglos. Así nacieron comunidades en las montañas, en el medio del campo, los monasterios y conventos cerrados. El Tibet es un ejemplo de los más conocidos.

Pero si sos cristiano, ésta no es una opción. Jesús a cada momento le demostró a sus discípulos que seguirlo era sinónimo de compromiso con el otro, con el que sufre, con el que está solo, con el discriminado. Por eso, a pesar de que cristianos de todas las épocas buscaron hacerse su mundo aparte, esto no es la fe cristiana. Es verdad que es mucho más fácil ¿pero quién dijo que es fácil seguir los pasos de Jesús?

Cuando Jesús se “transfigura” en el monte, de ninguna manera busca hacer de esto un deseo de formarse una “burbuja”, sino que lo que pretende es mostrar un anticipo de la vida plena, de la vida en la gloria.

Tal vez vos que estás escuchando te digas. “¡esto es una pavada!” y tal vez para vos lo pueda ser, pero la idea de una vida en la plenitud más allá de la muerte física es lo que nos da fuerzas a nosotros, los cristianos, a luchar por los que sufren, incluso corriendo riesgos. Y la clave está en que si Jesucristo derrotó a la muerte, ya la muerte no tiene poder, por lo que si corremos riesgo de muerte, estamos convencidos de que no todo se termina aquí. Y no es un menosprecio de la vida, todo lo contrario, es una valoración de la vida, al punto de arriesgar la propia para salvar otras, para mejorar la vida de otros.

Es verdad que es más fácil quedarse en el molde y hacernos nuestro propio mundito sin problemas, pero es mucho más feliz y nuestra vida tiene más sentido si vivimos brindándonos a los demás. Esta es la invitación, queda en vos aceptarla. Amén.

Querido Jesús, ¡qué bueno que viniste al mundo para darnos una vida más amplia, una vida que es más que la mía! ¡qué bueno que a través de tu vida me has mostrado una nueva forma de vivir, en donde las demás personas son parte de mi vida! ¡gracias porque gracias a vos he descubierto la alegría de servir, de luchar por los que no pueden o no saben hacerlo! ¡gracias porque has hecho de mi vida una vida más feliz! En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario