lunes, 3 de octubre de 2016

9 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 98

“Canten a mi Señor un canto nuevo,
porque ha hecho maravillas;
victoria le ha dado su diestra
y su brazo santo.

Mi Señor ha dado a conocer su salvación,
a los ojos de las naciones ha revelado su justicia;
se ha acordado de su amor y su lealtad
para con la casa de Israel.

Todos los confines de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios.
¡Aclamen a mi Señor, toda la tierra,
estallen, griten de gozo y entonen!

Entonen para mi Señor con la cítara,
con la cítara y al son de la salmodia;
con las trompetas y al son del cuerno aclamen
ante la faz del rey mi Señor.

Brama el mar y cuanto encierra,
el orbe y los que le habitan;
los ríos baten palmas,
a una los montes gritan de alegría,

ante el rostro de mi Señor, pues viene
a juzgar a la tierra;
él juzgará al orbe con justicia,
y a los pueblos con equidad.” Amén.

Curiosidades

¿Qué es la Dieta de Worms?

El emperador cita a Lutero a Worms, ya prácticamente declarado hereje por la excomunión. Durante la dieta, según la voluntad de la iglesia y también del emperador, Lutero deberá retractarse de sus enseñanzas. Los príncipes que lo apoyan, esperan que los hechos venideros debilitarán el poder político de Roma en Alemania.
También el soberano de Lutero, el poderoso príncipe elector Federico el Sabio de Sajonia, exige que Lutero no sea proscrito ni detenido sin ser antes escuchado.
El 2 de abril de 1521, Lutero sale hacia la dieta del imperio de Worms. Ya su viaje parece más una marcha triunfal que el acto de contrición que la iglesia esperaba. En todos los pueblos por donde pasa es recibido por multitudes entusiastas.
Predica en Erfurt, Gotha y Eisenach. Y también en Worms, donde llega el 16 de abril, el pueblo lo recibe con júbilo.
La actitud de Lutero ante la Dieta imperial es descrita como racional, inteligente y bien pensada. Debe comparecer dos veces ante el emperador, y cada vez se le da a entender que se espera que se retracte de sus enseñanzas, pero Lutero no ve ninguna prueba contraria a sus tesis y opiniones que podría motivarlo a cambiar de postura: "Si no se me convence mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón - porque no le creo ni al papa ni a los concilios ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a sí mismos -, por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable. ¡Dios me ayude, amén!"
Las famosas palabras "¡No puedo hacer otra cosa; ésta es mi postura. Dios me ayude, amén!" no provienen de Lutero.
Después de salir de la sala de sesiones, Lutero exclama aliviado: "¡Estoy al otro lado!" Y de hecho por el momento es así: Lutero puede retirarse. No es detenido ya que su salvoconducto tiene una vigencia de 21 días. El 25 de abril emprende el viaje de regreso.
Una vez que Lutero y los príncipes que lo apoyan han salido de Worms, el emperador proscribe al reformador (Edicto de Worms): cualquiera puede matarlo sin temor a consecuencias.
Durante el viaje de regreso, Federico el Sabio hace "secuestrar" a Lutero el 4 de mayo (Lutero estaba informado). Esto por un lado para garantizar la seguridad de Lutero, por el otro, para hacerlo desaparecer del mapa por un tiempo; incluso circuló el rumor de que el reformador estaría muerto. Para el príncipe elector, la acción también servía para protegerse a sí mismo, ya que no aparecería como cobijando a un hereje proscrito.
Lutero es llevado al Wartburg, un castillo retirado, y el movimiento reformista tiene tiempo para consolidarse.
http://www.luther.de/es/leben/worms.html

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 17:11-19

“Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaria y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: ‘¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!’ Al verlos, les dijo: ‘Vayan y preséntense a los sacerdotes.’ Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: ‘¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?’ Y le dijo: ‘Levántate y vete; tu fe te ha salvado’.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

A las personas nos cuesta agradecer a Dios por lo que hace por nosotros. Le pedimos ayuda, que nos sane, que no nos haga faltar nada, pero agradecerle… eso es otra cosa.
De hecho si vemos la cantidad de personas bautizadas comparadas a las que participan de alguna comunidad cristiana, sin lugar a dudas es en proporción menos que uno de diez, como presenta el relato de hoy.
Jesús sana a diez leprosos y sólo uno vuelve para agradecerle, y ése es salvo por su fe.
¿Cuál es la diferencia entre ser sanado o salvado? ¿o cuál es el plus que de la salvación por la fe después de haber sido librado de la enfermedad?
Ahí entramos en el concepto de salud y enfermedad ¿qué es estar enfermo, qué es estar sano?
Cuando las diez personas leprosas son sanadas, solamente se libran de su enfermedad, y lo que buscan en Jesús es simplemente eso: no ser más leprosos. Mientras el que vuelve, reconoce el poder de Jesús, por eso lo adora y agradece, lo reconoce como enviado de Dios. Y eso le permite sanarse integralmente: esa es la salvación.
A partir de ser salvos la enfermedad del cuerpo pasa a un segundo plano, porque lo que Dios nos devuelve a partir de la fe, es la armonía de nuestro ser. Algo mucho más importante que la salud, que sanarse de algún mal.
Si bien, potencialmente, toda persona puede vivir en la fe, no son tantas las que lo hacen, justamente porque se conforman, como los nueve leprosos, con la salud física, y en nuestro caso, que no nos falte lo indispensable para vivir.
El problema es que cuando sólo nos acercamos “utilitariamente” a Dios, pidiendo y recibiendo, cuando nos toca caminar por valles de sombras, los caminos oscuros y ríspidos de la vida, no tenemos la fuerza ni la luz para descubrirnos íntegros a pesar de la enfermedad, de la muerte.
Entonces ¿qué hacer para ser salvos? Confiar en Jesús, creer en él y en su obra redentora.  Buscar una comunidad de fe en donde nos sintamos a gusto, en familia, y ejercitarnos para que cuando llegue la hora estemos listos. Agradeciendo siempre a Dios por lo mucho que nos da y adorándolo únicamente a él, transformándolo en el centro de nuestras vidas. Dios nos bendecirá con la fe en el momento que él considere. Solo hay que tener paciencia. Amén.

Querido Jesús, sanaste a diez personas leprosas y sólo una volvió a agradecerte. Ayúdame a ser como ella, ayúdame a ser agradecida en todo momento. Dame tu salvación, quiero una vida en armonía, te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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