viernes, 14 de octubre de 2016

16 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 121

“Alzo mis ojos a los montes:
¿de dónde vendrá mi auxilio?
Mi auxilio me viene de mi Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

¡No deje él titubear tu pie!
¡no duerme tu guardián!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.

Mi Señor es tu guardián,
tu sombra, mi Señor, a tu diestra.
De día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

Te guarda mi Señor de todo mal,
él guarda tu alma;
mi Señor guarda tus salidas y entradas,
desde ahora y por siempre.” Amén.

Curiosidades

¿Qué motivó las 95 Tesis de Martín Lutero?

En 1517 fray Martín Lutero envió al arzobispo de Magdeburgo, Alberto de Brandeburgo una carta pidiendo se pusiera fin a los abusos en la predicación de las indulgencias en la diócesis e instándole a una controversia sobre el tema. Adosaba sus 95 tesis sobre las indulgencias que aquí presentamos. En la carta el fraile agustino le decía al arzobispo:
«Perdóname, reverendísimo padre en Cristo y príncipe ilustrísimo, que yo, hez de los hombres, sea tan temerario, que me atreva a dirigir esta carta a la cumbre de tu sublimidad.... Bajo tu preclarísimo nombre se hacen circular indulgencias papales para la fábrica de San Pedro, en las cuales yo no denuncio las exclamaciones de los predicadores, pues o las he oído, sino que lamento las falsísimas ideas que concibe el pueblo por causa de ellos. A saber: que las infelices almas, si compran las letras de indulgencia, están seguras de su salvación eterna; ítem, que las almas vuelan del purgatorio apenas se deposita la contribución en la caja; además que son tan grandes los favores, que no hay pecado por enorme que sea, que no pueda ser perdonado aunque uno hubiera violado —hipótesis imposible— a la misma Madre de Dios; y que el hombre queda libre, por estas indulgencias, de toda pena y culpa. ¡Oh Dios Santo! Tal es la doctrina perniciosa que se da, Padre óptimo, a las almas encomendadas a tus cuidados. Y se hace cada vez más grave la cuenta que has de rendir de todo esto. Por eso, no pude por más tiempo callar.... ¿Qué hacer, excelentísimo prelado e ilustrísimo príncipe, sino rogar a tu Reverendísima Paternidad se digne mirar esto con ojos de paternal solicitud y suprimir el librito e imponer a los predicadores de las indulgencias otra forma de predicación, no sea que alguien se levante por fin, y con sus publicaciones los refute a ellos y a tu librito, con vituperio sumo de tu Alteza?... Desde Wittenberg 1517, en la vigilia de Todos los Santos. Martín Lutero, agustiniano, doctor en sagrada teología.»
¿Cuál fue la situación concreta que motivó el escrito? Ya desde 1507 el Papa Julio II había concedido una indulgencia a quien colaborara con su limosna en la construcción de la nueva basílica de San Pedro. El Papa León X renovó dicha indulgencia en 1514. Pero lo que tal vez suscitó el malestar en Alemania fue el permiso otorgado a Alberto de Brandeburgo para predicar la misma indulgencia, solamente que con otros fines. El arzobispo había contraído una copiosa deuda con los conocidos banqueros Függer que le habían adelantado dinero para poder hacerse de una tercera diócesis, Maguncia. El dispositivo ideado para saldar la deuda fue que la mitad de las limosnas recogidas en la predicación de la indulgencia irían a parar a manos de los banqueros, y la otra mitad iría a las arcas de la Cámara Apostólica. Este hecho, sumado a una teología equivocada sobre los efectos de la indulgencia en los muertos (se decía en la predicación popular "No bien cae la limosna en el cestillo el alma sale del purgatorio"), inflamó a toda Alemania.
Históricamente debemos ser críticos sobre la tradición que hace a Lutero clavando las tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg. Mas bien el motivo de la difusión de las tesis hay que explicarlo por la respuesta que daban a un verdadero anti-romanismo presente en todos los estamentos de la sociedad alemana.
http://webs.advance.com.ar/pfernando/DocsIglMod/Lutero_95tesis.html

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 18:1-8

“Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. ‘Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’ Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.’
Dijo, pues, el Señor: "Oigan lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y los hace esperar? Les digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?" Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Los tiempos de Dios son muy distintos que los nuestros. Ya desde el principio partimos del hecho que Dios es eterno y nuestra vida, limitada.
A eso se suma que somos ansiosos por naturaleza, y en los tiempos que vivimos se ha acentuado. Vivimos el tiempo de la inmediatez: “llame ya”, “hacelo ahora”, son las frases que suenan todo el tiempo a nuestro alrededor y en nuestras cabezas.
No tenemos ni paciencia, ni perseverancia. Cualquier cosa que me exija espera o esfuerzo está descartada. Hemos inventado productos que estimulen el crecimiento y el desarrollo de animales y plantas. También echamos productos sobre los sembrados para que maduren antes y sobre las semillas, para que se sequen. No tenemos paciencia para el parto natural, hay que esperar y sorprenderse, por lo que la cesárea está al orden del día: preferimos “desalojar” a nuestro bebé antes de que nazca en el momento preciso. Luego, no tenemos paciencia para amamantar, el más rápido que tome la mamadera, y de paso, no hace falta que sea justo la madre la que se ocupe… cualquiera lo puede hacer. No tenemos paciencia para aprender, ni para enseñar, y así s nos va la vida: corriendo atrás de la nada… y cuando nos damos cuenta… ya se tarde…
Como decía, los tiempos de Dios son otros, así como lo es su justicia. La oración, el acostumbrarnos a orar, es fundamental para hacer un giro en nuestras vidas y dejar este mundo de inmediatez, para vivir una vida en el encuentro, en descubrir la voluntad de Dios.
La fe nos cambia el eje en nuestra vida. Hace que salgamos de la rueda loca de esta sociedad que hemos construido y que sólo nos lleva a la desesperación y el sálvese quien pueda. La fe nos permite soportar el tiempo de espera, orar confiados en que Dios nos escucha, pero también nos prepara para lo que tenga que ser, nos fortalece y nos anima.
Dios nos escucha, aunque su respuesta no sea inmediata, esto nos sirve para practicar la paciencia, un don muy importante y poco desarrollado en este tiempo. Los tiempos de Dios no son los mismos que los nuestros, pero siempre son los justos, los que nos permiten llegar a lo que queremos y necesitamos en el momento exacto. No desesperemos. Amén.

Querido Jesús, ayúdame a ser paciente, a respetar los tiempos de la naturaleza y de la vida. Cada momento es único e irrepetible, y tantas veces los paso por arriba apurada por lo que está por venir. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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