viernes, 17 de julio de 2015

19 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 23

Mi Señor es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma.
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Engalanas mesa delante de mí
en presencia de mis angustiadores;
unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa de mi Señor moraré por largos días.”
Amén.

Curiosidades

¿Qué era considerado un desierto?
En la Escritura las palabras vertidas “desierto”, “yermo”, o “páramo” incluyen no sólo los desiertos estériles constituidos por dunas de arena o rocas, que encienden la imaginación popular en cuanto a lo que es un desierto, sino también las zonas esteparias y las tierras de pastoreo adecuadas para el ganado.
La palabra hebrea más común es midbar, palabra ya bien atestiguada en los relatos épicos en los relatos de Ugarit. Este vocablo puede indicar pastizales de pastoreo, adecuados para apacentar ovejas, a veces abrasados por las sequías estivales, como también zonas desoladas formadas por rocas y arena. Lo mismo se aplica al griego erêmos en el NT, nótese que al “desierto” de Mateo 14:15 no le falta “mucha hierba”.
El hebreo yesîmôn, traducido a veces como nombre propio “Jesimón”, se usa para desiertos relativamente pelados en Judea. El desierto visto desde Pisga indudablemente incluía las pedregosas tierras desérticas a ambos lados del canal del Jordán antes de desembocar en el mar Muerto, las laderas de Pisga y su cadena que se prolonga hacia el valle del Jordán, y tal vez los bordes del desierto de Judea del otro lado, detrás de Jericó y al N y al S de Qumran. Además de su uso como nombre propio para el largo valle hendido desde el mar Muerto hasta el golfo de Ácaba, el término ‘arabâ puede usarse como sustantivo común para estepa o monte bajo donde los animales salvajes tienen que buscar su alimento, o para el desierto inhóspito. Las palabras siyyâ, “tierras secas” y tohû, “páramo” se refieren también a zonas desérticas estériles e inhabitables.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.349-350)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 6:30-34

Entonces los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
Él les dijo:
—Vengan ustedes aparte, a un lugar desierto, y descansen un poco.
(Eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.) Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto. Pero muchos los vieron ir y lo reconocieron; entonces muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él. Salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Tomarse un tiempo, un espacio, buscar un lugar en donde poder procesar lo vivido, lo realizado… descansar…
Vivimos en una sociedad en donde vamos de una cosa a otra como una bola. Vivimos acelerados, corriendo, dejando que los demás nos impongan nuestras prioridades. Todo es ya, para ayer, no hay tiempo, no tenemos tiempo, no tengo tiempo.
Un reflejo claro es cuando estamos en un embotellamiento o el semáforo demora en cambiar el color… ¡ya empiezan los bocinazos!... ¡como si eso ayudara!
No tenemos tiempo para que nuestro hijo, nuestra hija, nos cuente lo que le pasó en la escuela o nuestros padres, sus preocupaciones o las anécdotas pasadas…
Así como al mirar la tele todo el tiempo hacemos zapping, de la misma forma vivimos la vida. Parecemos un flipper, esas máquinas tan populares en los ’80, en donde la bola revotaba y revotaba hasta caer en un agujero o escapar para abajo.
No hay tiempo… ¡no puedo darme el lujo de descansar, de tomarme un día, o una tarde!... y cuando el cuerpo estalla en un ACV, un patatú u otro límite drástico, nos lamentamos, pensamos lo que tendríamos que haber hecho.
Trabajo siempre sobra, problemas siempre hay, personas que nos exigen o esperan algo de nosotros nunca faltan… somos nosotros los que tenemos que poner el límite, sos vos, soy yo… así como Jesús y sus discípulos buscaban un lugar tranquilo mientras que la gente los acosaba, los buscaba, porque no podían esperar ni un minuto.
Está en vos, está en mí, está en tomar conciencia de que no somos máquinas, y hasta las máquinas necesitan un descanso, un mantenimiento. Amén.

Querido Jesús, ¡gracias por ayudarme a tomar conciencia de que necesito un momento de paz, de introspección, de asimilar las cosas que vivo! Ayudame a lograr hacerlo y a ayudar a otras personas a tomarse el tiempo. Te lo pido a vos, que todos los días te ibas a un lugar aparte para encontrarte a vos mismo y hablar con el Padre mientras caminabas entre nosotros, que junto al Padre y al Espíritu Santo reinas por la eternidad. Amén.

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