viernes, 10 de julio de 2015

12 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 85

Fuiste propicio a tu tierra, mi Señor;
volviste la cautividad de Jacob.
Perdonaste la maldad de tu pueblo;
todos los pecados de ellos cubriste.
Reprimiste todo tu enojo;
te apartaste del ardor de tu ira.

Restáuranos, Dios de nuestra salvación,
y haz cesar tu ira contra nosotros.
¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu ira de generación en generación?
¿No volverás a darnos vida,
para que tu pueblo se regocije en ti?
¡Muéstranos, mi Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!

Escucharé lo que hablará mi Señor Dios,
porque hablará paz a su pueblo y a sus santos,
para que no se vuelvan a la locura.
Ciertamente cercana está su salvación a los que lo temen,
para que habite la gloria en nuestra tierra.

La misericordia y la verdad se encontraron;
la justicia y la paz se besaron.
La verdad brotará de la tierra
y la justicia mirará desde los cielos.
Mi Señor dará también el bien
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia irá delante de él
y sus pasos nos pondrá por camino.”
Amén.

Curiosidades

¿Cómo era una aldea en los tiempos bíblicos?

La aldea de la época bíblica era generalmente, igual que en la actualidad, un pequeño grupo de viviendas, diferente de la ciudad en que no tenía muros ni defensas. Muchas de las “ciudades” del AT y NT podrían en realidad llamarse “aldeas” en el sentido moderno. Con todo, la distinción entre ciudad y aldea no siempre se mantiene; por ejemplo, a Belén se la llama ciudad en Lucas 2:4 y aldea en Juan 7:42. Una aldea podía llegar a ser una ciudad.
Con frecuencia las aldeas estaban agrupadas como “hijas” alrededor de la ciudad de la que, como comunidades agrícolas, dependían política y económicamente. Los habitantes se refugiaban dentro de las defensas de la ciudad más próxima en tiempos de guerra. La palabra semítica común para aldea, kafar, puede no tener relación necesariamente con esta especie de “protección” sino más bien denotar un caserío o aldehuela ubicada en pleno campo, alquerías o asentamientos suburbanos alrededor de una ciudad. Los campamentos nómades también recibían el nombre de “aldeas”, y nombres tales como Havot-jair quizá reflejen esto. La aldea podía tener su propio gobierno local con ancianos, y a veces un santuario o lugar sagrado.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.31)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Marcos 6:7-13

Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando. Después llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, y les dio autoridad sobre los espíritus impuros. Les mandó que no llevaran nada para el camino, sino solamente bastón. Ni bolsa, ni pan, ni dinero en el cinto; sino que calzaran sandalias y no llevaran dos túnicas. Y añadió:
—Dondequiera que entren en una casa, hospédense en ella hasta que salgan de aquel lugar. Y si en algún lugar no les reciben ni les oyen, salgan de allí y sacudan el polvo que está debajo de sus pies, para testimonio a ellos. De cierto les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad.
Y, saliendo, predicaban que los hombres se arrepintieran. Y echaban fuera muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

No engancharse con la mala onda… ¡qué difícil!
Generalmente si uno empieza a hablar de lo mal que está todo, las demás personas que están en la rueda se prenden. Es más aunque no nos guste esa actitud, nos resulta raro o poco creíble cuando la persona no se prende al bajón generalizado.
En el evangelio que compartimos hoy Jesús mismo dice a sus discípulos: “donde no los reciban, váyanse lo antes posible y sacúdanse el polvo de sus pies”, que no les quede nada de ese lugar, de esa casa, de esa mala onda. ¿Por qué quedarse enganchados con el rechazo, con la hostilidad? ¿Por qué perder el tiempo en alguien o en cosas que no van?
En el campo se dice “no gastar pólvora en chimangos”, cortar y rumbear para otro lado.
Esto es muy saludable, porque la mala onda, la indiferencia, no sólo es contagiosa, sino que te quita energía, te debilita. La persona negativa tiene el efecto de la superficie opaca y oscura con la luz, la absorbe y se pierde, mientras que la superficie brillante y clara la multiplica.
El gesto de sacudirse los pies es muy simbólica, pero también liberadora. Tomarlo no sólo como un símbolo, sino sacudirse realmente los pies ante las situaciones que nos quitan las energías, que nos “chupan”, es muy importante, porque nos permiten seguir adelante con la fuerza necesaria.
Acordate, de ahora en más, cuando alguien te “quiere pinchar el globo” o busca impregnar tu vida de pesimismo, alejate y saludí tus pies, como un acto liberador, y seguí adelante con tus sueños, tu energía y tu amor por la vida. Amén.

Querido Jesús, siempre me sorprendés por lo práctico y concreto que sos en tu ejemplo y en tus enseñanzas. En la iglesia siempre me incentivaron a ir detrás de la gente que no le interesa más congregarse, a transformarnos en una especie de trapo de piso, y hoy me estás diciendo ¡no! ¡nada de eso! Alejate y sacudite los pies para que nada de ellos te quede pegado. ¡Gracias por esa gran enseñanza! Y dame fuerzas para poder hacerlo en el amor. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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