viernes, 10 de abril de 2015

12 de Abril

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 25

A ti, mi Señor, levantaré mi alma.
Dios mío, en ti confío;
no sea yo avergonzado.
¡No se alegren de mí mis enemigos!
Ciertamente, no será confundido ninguno de cuantos esperan en ti;
serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

Muéstrame, mi Señor, tus caminos;
enséñame tus sendas.
Encamíname en tu verdad y enséñame,
porque tú eres el Dios de mi salvación;
en ti he esperado todo el día.

Acuérdate, mi Señor, de tus piedades y de tus misericordias,
que son perpetuas.
De los pecados de mi juventud y de mis rebeliones no te acuerdes.
Conforme a tu misericordia acuérdate, mi Señor, de mí,
por tu bondad.

Bueno y recto es mi Señor;
por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.
Encaminará a los humildes en la justicia
y enseñará a los mansos su carrera.
Todas las sendas de mi Señor son misericordia y verdad
para los que guardan su pacto y sus testimonios.

Por amor de tu nombre, mi Señor,
perdonarás también mi pecado, que es grande.
¿Quién es el hombre que teme a mi Señor?
Él le enseñará el camino que ha de escoger.
Gozará él de bienestar
y su descendencia heredará la tierra.
La comunión íntima de mi Señor es con los que lo temen,
y a ellos hará conocer su pacto.
Mis ojos siempre se dirigen hacia mi Señor,
porque él saca mis pies de la red.

Mírame y ten misericordia de mí,
porque estoy solo y afligido.
Las angustias de mi corazón se han aumentado;
sácame de mis congojas.
Mira mi aflicción y mi trabajo
y perdona todos mis pecados.
Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado
y con odio violento me aborrecen.
¡Guarda mi alma y líbrame!
No sea yo avergonzado, porque en ti he confiado.
Integridad y rectitud me guarden,
porque en ti he esperado.

¡Redime, Dios, a Israel
de todas sus angustias!”
Amén.

Curiosidades

¿Quiénes son “los doce”?

“Los Doce” es la designación normal de los apóstoles en los evangelios, y Pablo lo utiliza en 1 Corintios 15. El acierto del simbolismo es evidente, y reaparece en lugares tales como Apocalipsis 21. El episodio de Matías está relacionado con la necesidad de rehacer el número de los Doce. Pero también resulta igualmente clara la seguridad que tiene Pablo en cuanto a su propio apostolado. Además, hay instancias en el NT en las que, prima facie, otros, fuera de los Doce, también aparecen haber recibido ese título. Jacobo, el hermano del Señor, aparece como tal en Gálatas, y, aunque no había sido discípulo, fue objeto de una aparición privada y personal posterior a la resurrección. A Bernabé se le llama apóstol en Hechos 14, y Pablo lo incluye en una discusión que niega diferencia cualitativa alguna entre su propio apostolado y el de los Doce. A Andrónico y Junias, por otra parte desconocidos, probablemente se le llama apóstoles en Romanos 16, y Pablo, siempre cuidadoso con el uso de los pronombres personales, posiblemente llama así a Silas en 1 Tesalonisenses 2. Evidentemente los enemigos de Pablo en Corinto pretendían ser “apóstoles de Cristo”.
Por otra parte, algunos argumentan insistentemente que el título debe limitarse a Pablo y los Doce. Esto significaría darle un valor secundario al término “apóstoles” en Hechos 14 y Romanos 16, y explicar de otra manera el lenguaje de Pablo con respecto a Jacobo y Bernabé. Algunos han echado mano a recursos aún más desesperados, y sugieren que Jacobo reemplazó a Jacobo, hijo de Zebedeo de la misma manera que Matías reemplazó a Judas, o que, obrando con exceso de premura, Matías fue colocado erróneamente en el lugar que Dios había destinado a Pablo. El NT no ofrece ni la más remota insinuación de tales ideas. Cualquiera sea la explicación, parecería que lo mejor es aceptar que al principio hubo apóstoles fuera de los Doce. El propio apostolado de Pablo contradice cualquier teoría restrictiva, de modo que habría lugar al lado de él para otros que pueden haber sido llamados por Dios a su servicio. Podríamos ver un indicio de esto en la distinción entre “los Doce” y “todos los apóstoles” en 1 Corintios 15. Pero todo sugiere que el apóstol debía ser testigo de la resurrección, y la aparición a Pablo después de la resurrección fue evidentemente excepcional. El que, como han sugerido escritores antiguos, algunos de los que posteriormente fueron llamados “apóstoles” hayan pertenecido a los setenta que envió a predicar nuestro Señor, es otro asunto. Queda fuera de toda duda la significación especial de los Doce para el establecimiento inicial de la iglesia.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.96-97)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 20:19-31

Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, llegó Jesús y, puesto en medio, les dijo:
—¡Paz a ustedes!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez:
—¡Paz a ustedes! Como me envió el Padre, así también yo los envío.
Y al decir esto, sopló y les dijo:
—Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les serán perdonados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.
Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús se presentó. Le dijeron, pues, los otros discípulos:
—¡Hemos visto al Señor!
Él les dijo:
—Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré.
Ocho días después estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, se puso en medio y les dijo:
—¡Paz a ustedes!
Luego dijo a Tomás:
—Pon aquí tu dedo y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Entonces Tomás respondió y le dijo:
—¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
—Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.
Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

El creer en lo que no se ve es parte del ser humano, porque somos seres religiosos, creemos en que hay un poder por encima de nosotros, independientemente de nuestra fe, y mismo si nos decimos agnósticos, escépticos o ateos. De todas maneras hay ciertos límites, y entre ellos está la conciencia de que quien muere no puede volver, al menos de una forma corpórea. Hay muchas personas que creen en la presencia de ánimas, espíritus o en la reencarnación, pero que la persona ya muerta vuelva a la vida físicamente, es difícil.
Esto mismo pasó con los discípulos de Jesús, y nos pasa a nosotros muchas veces, que aunque repetimos que creemos en la resurrección, nos cuesta imaginarlo, comprenderlo como un hecho concreto y no como una historia de escuelita bíblica.
Jesús se presenta físicamente a sus discípulos, pero diferente, como con ellos e invita a que lo toquen, que perciban su corporeidad. ¿Cómo imaginar este hecho?
Al mismo tiempo, el evangelio dice claramente: “… éstas se han escrito para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre…”. Quienes vivieron la experiencia de encontrarse con el Jesús resucitado son testigos de su resurrección, lo cuentan y lo dejan documentado para que las generaciones futuras tengan acceso al don de la vida eterna. Esta es la base de nuestra fe, es lo que creemos, aunque tal vez no lo entendamos totalmente… pero lo aceptamos y dejamos que el Espíritu obre en nosotros. Amén.

Querido Jesús, tu capacidad de sorprendernos es infinita, te apareciste en varias ocasiones a tus discípulos para infundirles la paz, y de una manera distinta, pero con el mismo poder, te aparecés en mi vida en los momentos más desanimados, más oscuros. ¡Gracias por estar presente en mi vida! ¡Gracias por darme más vida! ¡Gracias por toda la esperanza que traés a mi vida! En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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