lunes, 29 de diciembre de 2014

4 de Enero

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 147

“Alaben a Jah,
porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios,
porque suave y hermosa es la alabanza.
Mi Señor edifica a Jerusalén;
a los desterrados de Israel recogerá.
Él sana a los quebrantados de corazón
y venda sus heridas.
Él cuenta el número de las estrellas;
a todas ellas llama por sus nombres.
Grande es el Señor nuestro, y mucho su poder,
y su entendimiento es infinito.
Mi Señor exalta a los humildes
y humilla a los impíos hasta la tierra.

Canten a mi Señor con alabanza,
canten con arpa a nuestro Dios.
Él es quien cubre de nubes los cielos,
el que prepara la lluvia para la tierra,
el que hace a los montes producir hierba.
Él da a la bestia su mantenimiento
y a los hijos de los cuervos que claman.
No se deleita en la fuerza del caballo
ni se complace en la agilidad del hombre.
Se complace mi Señor en los que lo temen
y en los que esperan en su misericordia.

¡Alaba a mi Señor, Jerusalén;
Sión, alaba a tu Dios!,
porque fortificó los cerrojos de tus puertas;
bendijo a tus hijos dentro de ti.
Él da en tus territorios la paz;
te hará saciar con lo mejor del trigo.
Él envía su palabra a la tierra;
velozmente corre su palabra.
Da la nieve como lana
y derrama la escarcha como ceniza.
Echa su hielo como pedazos;
ante su frío, ¿quién resistirá?
Enviará su palabra y los derretirá;
soplará su viento y fluirán las aguas.
Ha manifestado sus palabras a Jacob,
sus estatutos y sus juicios a Israel.
No ha hecho así con ninguna otra de las naciones;
y en cuanto a sus juicios, no los conocieron.

¡Aleluya!” Amén.

Curiosidades

El nuestro es un Dios que se comunica, que habla ¿qué es “palabra” en la Biblia?
En el AT “palabra (dabar) de Dios” se usa 394 veces para hacer referencia a una comunicación divina que llega a los seres humanos de parte de Dios en forma de mandamiento, profecía, advertencia o aliento. La forma usual de “vino (lit. fue) palabra de Yahveh a…”, pero a veces a palabra es “vista”, como si fuese una visión. La palabra de Yahveh es extensión de la personalidad divina, investida con autoridad divina, y debe ser escuchada por ángeles y seres humanos; permanece para siempre, y una vez pronunciada no puede volver sin que se cumpla. Se usa como sinónimo de la ley (torá) de Dios en el Salmo 119, único lugar donde se hace referencia a ella como mensaje escrito en lugar de hablado.
En el NT es traducción de dos términos logos y rhema, de los que el primero se usa especialmente en cuanto el mensaje evangélico cristiano, aunque el segundo también tiene el mismo significado. Nuestro Señor habló de la palabra de Dios (en la parábola del sembrador), pero en los evangelios sinópticos siempre se valió del plural al hablar de su propio mensaje. En el cuarto evangelio, sin embargo, con frecuencia se encuentra en singular. Para la iglesia primitiva la palabra era el mensaje revelado por Dios en Cristo, que debía ser predicado, atendido, y obedecido. Se trataba de la palabra de vida, de verdad, de salvación, de reconciliación, de la cruz.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág.1025)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 1:1-18

En el principio era la Palabra,
la Palabra estaba con Dios
y la Palabra era Dios.
Ésta estaba en el principio con Dios.
Todas las cosas por medio de ella fueron hechas,
y sin ella nada de lo que ha sido hecho fue hecho.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no la dominaron.
Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino un testigo de la luz.
La luz verdadera que alumbra a todo hombre
venía a este mundo.
En el mundo estaba,
y el mundo fue hecho por medio de él;
pero el mundo no lo conoció.
A lo suyo vino,
pero los suyos no lo recibieron.
Mas a todos los que lo recibieron,
a quienes creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
Estos no nacieron de sangre,
ni por voluntad de carne,
ni por voluntad de varón,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad;
y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre.
Juan testificó de él diciendo: «Éste es de quien yo decía: “El que viene después de mí es antes de mí, porque era primero que yo.”»
De su plenitud recibimos todos,
y gracia sobre gracia,
porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás;
el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre,
él lo ha dado a conocer.”
Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

¿Cómo conocer a Dios?
¿Cómo saber qué espera de mí o que siente al ver a quien creó a su imagen y semejanza?
No es difícil creer en un Creador, un Ser Superior, la mayoría de las personas lo admiten. El tema es conocer a Dios, sentir su presencia, estar en armonía con él o ella, como lo sientas.
Para ayudarnos y ayudarnos a VER a Dios, Jesús vino al mundo.
A través de Jesús y su forma de relacionarse con las personas de su tiempo, puedo conocer a Dios.
Puedo saber que espera que sea feliz, libre, creativa, que haga la diferencia en la humanidad, en el lugar en donde me encuentro.
Jesús es la luz del mundo y me vino a enseñar que yo también puedo ser luz… si vivo en armonía con Dios, si vivo en el amor, en la aceptación del y la otra, buscando siempre la paz.
Recién estamos comenzando el año. Todavía quedan resabios de los festejos, de las comilonas, las trasnochadas, de los fuegos artificiales y el ruido de este tiempo. Nada tiene que ver esto con la propuesta de ser luz.
En pleno verano en donde el sol brilla en todo su esplendor y el calor a veces se hace inaguantable, parecería que el ser luz no es tan valioso como en el invierno. Incluso es como que las personas nos sentimos libres y felices disfrutando de nuestras vacaciones… alejados de Dios. Tomamos vacaciones de Dios. No lo necesito en este momento, salvo que esté pasando por un momento complicado.
En verano hay demasiada luz… o no…
Jesús vino al mundo para mostrarme su luz y en esa luz reconocer a Dios. Pero muchas veces me pasa que prefiero otras luces más ruidosas y menos comprometidas, que me den una alegría fugaz y luego pueda seguir mi camino.
Jesús me vino a mostrar una nueva vida, la que Dios espera de mí, para la que me creó. Está en mí aceptar y descubrirlo en lo cotidiano, en las cosas simples y luminosas de la vida. Amén.

Querido Jesús, dame la sensibilidad para descubrir la verdadera luz, la tuya, la de Dios, en medio de tanto brillo y lentejuela. Hacé de mí una herramienta de transformación. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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