viernes, 12 de diciembre de 2014

14 de Diciembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Lucas 1:46-54

«Engrandece mi alma al Señor
y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la bajeza de su sierva,
pues desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones,
porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso.
¡Santo es su nombre,
y su misericordia es de generación en generación
a los que le temen!
Hizo proezas con su brazo;
esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los poderosos
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes
y a los ricos envió vacíos.
Socorrió a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia.”
Amén.

Curiosidades

¿Quién era Juan el Bautista?
Nació alrededor del año 7 a.C., de una pareja ya entrada en años, el sacerdote Zacarías y su esposa Elisabet, y se crió en el desierto de Judea, donde recibió su llamamiento profético alrededor del año 27 d.C. la teoría de que pasó ese período en el desierto en relación con la comunidad de Qumrán u otro grupo esenio similar debe tomarse con cuidado; aún si pudiéramos probarlo, fue un nuevo impulso lo que llevó a “preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”, y su ministerio profético debe de haber comprendido una ruptura con cualquier grupo esenio o similar con el que pudiera haberse relacionado anteriormente. Cuando el espíritu de profecía descendió sobre él rápidamente ganó fama como predicador que llamaba al arrepentimiento nacional. Multitudes acudieron a escucharlo, y muchos fueron bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.
Su actitud hacia el orden establecido en Israel fu de una radical condena: “el hacha”, dijo, “está puesta en la raíz de los árboles”. Denunció a los jefes religiosos del pueblo como generación de víboras, y negó validez al simple hecho de descender de Abraham. Era necesario un nuevo comienzo; había llegado el momento de sacar de la nación en general un remanente leal que estuviera listo para la inminente llegada del que venía y del juicio que llevaría a cabo. Juan pensaba, y decía, de sí mismo, que era simplemente uno que había venido para preparar el camino de aquel que iba a llegar, y agregó que era indigno de llevar a cabo el más insignificante de los servicios. Mientras que el propio ministerio de Juan se caracterizó por el bautismo con agua, el del que vendría sería un bautismo con el Espíritu Santo y con fuego.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág. 741)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Juan 1:6-8.19-28

“Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino un testigo de la luz...
Éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle:
—¿Quién eres tú?
Él confesó y no negó. Confesó:
—Yo no soy el Cristo.
Y le preguntaron:
—¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?
Dijo:
—No soy.
—¿Eres tú el Profeta?
Y respondió:
—No.
Entonces le dijeron:
—¿Quién eres? Tenemos que dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Dijo:
—Yo soy “la voz de uno que clama en el desierto: Enderecen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías.
Los que habían sido enviados eran de los fariseos. Y le preguntaron diciendo:
—¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió diciendo:
—Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes está uno a quien ustedes no conocen. Éste es el que viene después de mí, quien es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Cada persona nace en este mundo con una misión, por algo Dios ha permitido su nacimiento.
Esta misión está directamente relacionada con los dones con los que nacemos. Hasta a la persona con mayor discapacidad Dios le ha encomendado una misión, pero depende de uno o de una descubrir cuál es.
Aunque nos parezca increíble no hay misiones pequeñas, cada mandato es importante y provoca un cambio. Por eso también es importante el tener autoestima, lograr valorarse desde lo que uno es y no compararse con nadie.
Siempre digo que las grandes cosas, los grandes cambios o transformaciones están en la vida cotidiana. Es la vida cotidiana la que lleva a la humanidad hacia un camino u a otro. Los grandes personajes son importantes, claro, pero no son nada sino hay personas que a través de sus convicciones van transformando la vida, el entorno, los códigos. También podemos llamar responsabilidad a la misión. Cada uno de nosotros somos responsables por nuestra vida y por las que afectamos de una u otra manera.
Cada uno de nosotros estamos involucrados con las generaciones venideras así como las generaciones pasadas gestaron lo que hoy estamos viviendo, consciente o inconscientemente. Por eso cuando muchas personas adultas critican a los jóvenes, es importante que asuman la responsabilidad que les compete, porque los jóvenes son el fruto de lo que nosotros construimos.
Alejandro Lerner  dice en una canción “cambiar el mundo empieza por ti, empieza por mí”, si no nos gusta cómo es nuestra sociedad hoy, somos nosotros mismos los que podemos y debemos darle el giro necesario.
Dios creó al mundo perfecto, todo a su tiempo y cada cosa en su lugar, todas las creaturas entretejidas en lo que denominamos ecosistema. Los que desequilibramos todo somos nosotros, los seres humanos. Por eso es importante escuchar a Dios y comprender qué es lo que debemos hacer para volver a la armonía, al equilibrio, a la paz. Cada uno desde sus dones, sus capacidades, en su lugar y a su tiempo. Amén.

Querido Jesús, cuando miro a la sociedad que hemos construido como seres humanos, una sociedad en donde reina el individualismo y soy indiferente al que está a mi lado, me pregunto ¿cómo revertir esto? Vos me has dado una misión, tengo algo importante para hacer y tiene que ver con mejorar el mundo, mi entorno. Ayudame a descubrir cuál es mi tarea y a darme el compromiso y la voluntad para hacerlo. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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