miércoles, 8 de octubre de 2014

12 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 119 (161-176)

Príncipes me han perseguido sin causa,
pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.
Me regocijo en tu palabra
como el que halla muchos despojos.
La mentira aborrezco y abomino;
tu Ley amo.
¡Siete veces al día te alabo
a causa de tus justos juicios!
Mucha paz tienen los que aman tu Ley,
y no hay para ellos tropiezo.
Tu salvación he esperado, mi Señor,
y tus mandamientos he puesto por obra.
Mi alma ha guardado tus testimonios
y los he amado en gran manera.
He guardado tus mandamientos y tus testimonios,
porque todos mis caminos están delante de ti.

Llegue mi clamor delante de ti, mi Señor;
dame entendimiento conforme a tu palabra.
Llegue mi oración delante de ti;
líbrame conforme a tu dicho.
Mis labios rebosarán de alabanza
cuando me enseñes tus estatutos.
Hablará mi lengua tus dichos,
porque todos tus mandamientos son justicia.
Esté tu mano pronta para socorrerme,
porque tus mandamientos he escogido.
He deseado tu salvación, mi Señor,
y tu Ley es mi delicia.
¡Viva mi alma y te alabe,
y tus juicios me ayuden!
Yo anduve errante como una oveja extraviada;
¡busca a tu siervo,
porque no me he olvidado de tus mandamientos!”
Amén.

Curiosidades

¿Quién era Epafrodito?
Epafrodito era un cristiano macedonio de Filipos. Su nombre significa ‘bien parecido’ o ‘encantador’. Pablo lo denomina “vuestro mensajero”, donde la palabra utilizada se traduce más frecuentemente en otras partes como “apóstol”. Esto no significa que Epafrodito cumplía esta función en la iglesia filipense; era simplemente un mensajero que llevó el presente de la iglesia a Pablo en Roma, prisionero en Roma. Enfermo seriamente, posiblemente como resultado de haberse excedido en el viaje entre Filipos y Roma, o al servir a Pablo en Roma. La palabra utilizada en el texto es paraboleusamenos, ‘habiendo aventurado su vida’, de paraboleuesthai, ‘hacer una apuesta, aventurarse’.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág. 429)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Filipenses 4:10-20

“En gran manera me me alegré en el Señor de que ya al fin han revivido su interés por mí; ciertamente lo tenían, pero les faltaba la oportunidad para manifestarlo. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Sin embargo, bien hicieron en participar conmigo en mi sinsabor. Y saben también ustedes, filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino ustedes únicamente, pues aun a Tesalónica me enviaron una y otra vez para mis necesidades. No es que busque donativos, sino que busco fruto que abunde en su cuenta. Pero todo lo he recibido y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviaron, olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que les falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

La generosidad debería ser una de las características propias de los cristianos como la respuesta a la generosidad de Dios de entregar a su Hijo por nosotros, pero también en el ejemplo mismo de Cristo a lo largo de su vida entre nosotros como por su acto más generoso, que fue la entrega de sí mismo en la cruz.
Quien se dice cristiano y no es generoso en todos los ámbitos de su vida… no lo es de verdad, porque no refleja una de las características más importantes de nuestro Dios, de nuestro seguimiento.
Lamentablemente dejamos mucho que desear los que nos decimos cristianos, desde lo grande a lo más pequeño. Los países supuestamente cristianos somos los que hemos desarrollado un sistema de muerte e individualismo como lo es el sistema capitalista neo-liberal, esta sociedad de consumo en la que vivimos y nos está matando, ya que necesita de un grupo de excluidos para funcionar y de millones de personas endeudadas de por vida, mientras que unos pocos se enriquecen con bienes que necesitarían varias vidas para usarlos.
Pero en lo pequeño no somos mejores, mirar nuestro propio lugar salta a la vista: nuestro barrio, nuestras escuelas, nuestros hospitales, nuestras comunidades de fe. Siempre anteponemos nuestra propia comodidad al bien común.
Si hacemos algo y damos algo… que no nos falte lo que queremos, que no nos haga dejar de lado lo que nos produce placer o alimenta nuestro ego.
Es verdad que a la hora de las campañas somos solidarios, pero no en la vida cotidiana, de mantener limpios los espacios públicos, de dar de nuestro tiempo y/o dinero a instituciones que trabajan a pulmón. Siempre somos un grupo reducido los que estamos en estas cosas.
A veces, al invitar a la gente de nuestra comunidad a alguna actividad (sea la que fuere), la respuesta es: “bueno, si no tengo otra cosa, vengo, o ayudo, o contá conmigo”… nada que me haga salir de mi comodidad, que me exija dejar algo de mi vida por otros…
Lo increíble es que, cuando de vez en cuando aceptamos entregar nuestro tiempo, esfuerzo, recursos para algo que no sea nosotros mismos, descubrimos como todo vuelve con creces, y lo que doy nunca me va a faltar… pero para vivirlo, hay que “arriesgarse”.
Hoy te invito a salirte un poco de tu propio egoísmo, de tus propios problemas, de tu enfrascamiento, para que entregues un tiempo en algo que es para un bien común… elegí lo que te parezca más adecuado o más importante, pero entregá un poco de tu vida a los demás y vas a ver lo lindo que se siente, lo bien que hace. Amén.

Querido Jesús, vos me mostraste a lo largo de tu vida que el sentido de nuestras vidas está en el encuentro con el otro, en dar de nosotros mismos a los demás, formando esta red hermosa que es la humanidad, este encuentro entre hijos e hijas de Dios, iguales en valor, pero diferentes en dones e incluso en creencias. Ayudame a ser generosa, a entregarme a los demás, a salir de mi capullo para descubrir la vida verdadera. Te lo pido a vos que te entregaste a y por nosotros, y que junto con el Padre y el Espíritu Santo reinas por toda la eternidad. Amén.

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