viernes, 5 de septiembre de 2014

7 de Septiembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 95

“¡Vengan, aclamemos alegremente a mi Señor!
¡Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación!
¡Lleguemos ante su presencia con alabanza!
¡Aclamémoslo con cánticos!,
porque mi Señor es Dios grande,
el gran Rey sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo también el mar, pues él lo hizo,
y sus manos formaron la tierra seca.

Vengan, adoremos y postrémonos;
arrodillémonos delante de mi Señor, nuestro hacedor,
porque él es nuestro Dios;
nosotros, el pueblo de su prado
y ovejas de su mano.

Si oyen hoy su voz,
«No endurezcan su corazón, como en Meriba,
como en el día de Masah en el desierto,
donde me tentaron sus padres,
me probaron y vieron mis obras.
Cuarenta años estuve disgustado con la nación,
y dije: “Es pueblo que divaga de corazón
y no han conocido mis caminos.”
Por tanto, juré en mi furor
que no entrarían en mi reposo.»” Amén.

Curiosidades

¿Qué es el amor al prójimo en el Nuevo Testamento?

Como en el AT, el amor mutuo debe ser la relación humana ideal, Jesús corrigió el pensamiento judío contemporáneo en dos direcciones.
a)    Insistió en que el mandamiento de amar a los semejantes no es una ordenanza limitativa, como se sostenía en buena parte de la exégesis rabínica sino que más bien significaba que el prójimo debía ser el primer objeto, por ser el más cercano, del amor que constituye la característica del corazón cristiano.
b)   Extendió su exigencia en cuanto amar hasta incluir a los enemigos y a los perseguidores, aunque no se puede esperar que nadie, excepto el nuevo pueblo de Dios, tenga esta actitud, porque se trata de una demanda que corresponde a una nueva era, requiere gracia sobrenatural, y está dirigida a un grupo de “oyentes” que se diferencian nítidamente de los pecadores y los publicanos.
Esta nueva actitud está lejos de ser simple sentimentalismo utópico, porque debe manifestarse en forma de ayuda práctica a quienes la necesitan; tampoco es una virtud superficial, porque exige una respuesta fundamental del corazón al amor de Dios, que es anterior, y la aceptación de la obra del Espíritu en las profundidades del ser humano.
La forma característica de ese amor en el NT es el amor por los demás cristianos, como también por los que están afuera, expresando esto por los esfuerzos evangelísticos y por el sufrimiento paciente ante las persecuciones. El cristiano ama a su hermano:
a)    A fin de imitar el amor de Dios
b)   Porque ve n él alguien por el cual Cristo murió
c)    Porque ve en él a Cristo mismo
La sola existencia de este amor mutuo, que lleva a la unidad del pueblo cristiano, es señal por excelencia que tiene el mundo exterior de la realidad del discipulado cristiano.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág. 51)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Romanos 13:8-10

“No deban a nadie nada, sino el amarse unos a otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido la Ley, porque: «No adulterarás, no matarás, no robarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás», y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el amor.Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Una canción de Silvio Rodríguez dice:
“Debes amar la arcilla que va en tus manos
Debes amar la arena hasta la locura
Y si no, no la emprendas que será en vano.
Sólo el amor alumbra lo que perdura
Sólo el amor convierte en milagro el barro”
El amor es el motor de la vida, el amor transforma todo, incluso la situación más dura y complicada.
Una vida sin amor, o sólo con amor hacia sí mismo, es una vida vacía, una vida que es similar al fruto vano o a un árbol que no da fruto.
Pero a la vez, cuando se ama, no hay otra forma que involucrarse, que meter las manos en el barro, de ensuciarnos o mezclarnos con el objeto de nuestro amor. Pero esto a la vez nos da fuerzas y alegría.
El amor nos involucra hasta la médula. Si no amamos lo que emprendemos no obtendremos ningún resultado y no tendremos la capacidad para ver la transformación.
Muchas personas viven sin amor, porque aman el dinero, aman las cosas, porque también es verdad que en la sociedad de consumo en la que vivimos nos quieren imponer que las cosas nos van a dar la felicidad, pero al adquirir el objeto que soñamos, otro pasa a ocupar el lugar. Es como la zanahoria delante del conejo. Justamente la idea es que vivamos insatisfechos, pero también porque los seres humanos hemos sido diseñados por Dios en nuestra semejanza a Él, a sentirnos vivos y a vivir desde el amor.
Una persona que no es amada muere, si no en el cuerpo, al menos por dentro. Una persona que no tiene la capacidad de amar, vive una vida de búsqueda interminable y va por caminos que no lo llevan a ninguna parte.
Un bebé que no recibe amor, se muere, simplemente. El amor es tan importante como el alimento y el cobijo, por eso es que no hay nada más completo que la leche materna, porque está el alimento, el calor, el abrazo y la mirada fija en los ojos de quien le dio la vida.
El amor es gratis y se multiplica cuando se da. No se gasta y nos da una sensación de placer mucho mejor que un buen chocolate o cualquier otra cosa que nos guste.
¿Amás lo que hacés?¿vivís en el amor? ¿amás tu vida?
Nunca vamos a tener o ser todo lo que queramos, pero sí podemos amar lo que nos toca vivir, mismo las cosas más difíciles, porque ahí está la clave de una buena vida, de una vida que no pasa por el mundo en vano. Amén.

Querido Jesús, vos me amaste y de vos aprendí que el amor es lo que da sentido a la vida, que el amor es el mejor motor que puedo utilizar para llevar mi vida por delante, y junto con el amor, el perdón y la reconciliación, que son tan liberadoras. ¡Gracias por ese amor que tengo en mí que me lo has dado vos! ¡Gracias por mi Dios de amor que me ha creado con esta misma esencia! ¡Gracias a la Vida, que me ha dado tanto! En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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