viernes, 27 de junio de 2014

29 de Junio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 89 (1-18)

“Las misericordias de mi Señor cantaré perpetuamente;
de generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.
Dije: «Para siempre será edificada la misericordia;
en los cielos mismos afirmarás tu fidelidad.»

Hice pacto con mi escogido;
juré a David mi siervo, diciendo:
«Para siempre confirmaré tu descendencia
y edificaré tu trono por todas las generaciones.»

Celebran los cielos tus maravillas, mi Señor,
tu fidelidad también en la congregación de los santos,
porque ¿quién en los cielos se igualará a mi Señor?
¿Quién será semejante a mi Señor entre los hijos de los poderosos?
Dios temible en la gran congregación de los santos
y formidable sobre todos cuantos están a su alrededor.
Mi Señor, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú?
Poderoso eres, mi Señor, y tu fidelidad te rodea.
Tú tienes dominio sobre la braveza del mar;
cuando se levantan sus olas, tú las sosiegas.
Tú quebrantaste a Rahab como a un herido de muerte;
con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos.
Tuyos son los cielos, tuya también es la tierra;
el mundo y su plenitud, tú lo fundaste.
El norte y el sur, tú los creaste;
el Tabor y el Hermón cantarán en tu nombre.
Tuyo es el brazo potente;
fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.
Justicia y derecho son el cimiento de tu trono;
misericordia y verdad van delante de tu rostro.
Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte;
andará, mi Señor, a la luz de tu rostro.
En tu nombre se alegrará todo el día
y en tu justicia será enaltecido,
porque tú eres la gloria de su potencia
y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.
Mi Señor es nuestro escudo;
nuestro rey es el Santo de Israel…” Amén.

Curiosidades

¿Qué significa el concepto de Pablo de “hombre interior”?

Pablo emplea la frase “hombre interior” para referirse a la verdadera identidad del cristiano, como la ve Dios y se la conoce (parcialmente) en forma consciente. El contraste, por lo menos implícito si no explícito, es con ho exo anthropos, “el hombre exterior”, el mismo individuo visto por sus congéneres, un ser físicamente vivo y activo, conocido (en la medida que se lo conoce) por medio de su comportamiento.
Este nuevo contraste difiere del que Pablo trazó entre el hombre viejo y el nuevo, y del que propusieron los platónicos entre el alma inmaterial e inmortal, o entre los impulsos racionales (superiores) y sensuales (inferiores) del alma. El contraste que nos ocupa es más bien entre “apariencia exterior” y el “corazón” como aparece n 1 Samuel: “hombre interior” y “corazón” son, en realidad, casi sinónimos. Este contraste refleja dos hechos. Primero, que Dios, el que escudriña los corazones, ve cosas que están ocultas para su prójimo, el que sólo ve su exterior. En segundo lugar, que la renovación de los pecadores en Cristo es una obra oculta, de la cual los observadores humanos sólo ven ciertos efectos. La esfera del carácter, y de la obra transformadora del Espíritu, no es la del hombre exterior, sino la del interior. El punto exacto del contraste difiere en cada uno de los tres textos.
  1. En 2 Cor.4:16 es entre el Pablo exterior, a quien veían los hombres, agotado por su constante labor, sus problemas de salud, la ansiedad, la tensión, y la persecución; y el Pablo que Dios conocía, el Pablo que había sido recreado y en el que ahora moraba el Espíritu, y que después de su disolución física se había “revestido” con un cuerpo de resurrección. El Pablo exterior se estaba deteriorando; el verdadero Pablo estaba siendo renovado cada día.
  2. En Ro.7:22s el contraste es entre “ley del pecado” en los “miembros” de Pablo, que influía sobre sus acciones exteriores; y la “ley de mi mente”, el deleite del corazón de Pablo en la ley de Dios, y el deseo de su corazón de guardarla, deseo que el pecado estaba continuamente frustrando.
  3. En Ef.3:16-19 el contraste es solamente implícito. El hombre interior, el corazón, el templo en el que mora Cristo, y la esfera de su acción fortalecedora, es el ser real, el que permanece, el ser que conoce el amor de Cristo y que pasará a formar parte de la plenitud de Dios; pero esta persona está oculta a los hombres. Por ello, Pablo se ve en la necesidad de exhortar a sus lectores a que muestren al mundo, mediante la calidad de su conducta exterior, lo que Dios ha hecho en ellos.
(Nuevo Diccionario Bíblico, 1º Edición – Ediciones Certeza - pág. 610-611)

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Romanos 6:3-11

¿O no saben que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?, porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado, porque, el que ha muerto ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él, y sabemos que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. En cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; pero en cuanto vive, para Dios vive. Así también ustedes consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Hablar sobre pecado hoy en día tal vez resulte como fuera de época, como anacrónico. No es un lenguaje cotidiano, es más bien religioso y casi anticuado, diría…
¿Cómo hablar sobre esta realidad concreta?
Nosotros como seres humanos vivimos en la imperfección, en la contradicción y la incoherencia. Esto es algo inherente a nosotros, no lo podemos evitar, eso es parte de nuestro pecado, ya que por esta razón dañamos a otros y a nosotros mismos, nos alejamos de Dios, porque nos cuesta ver más allá de nuestros propios deseos y nuestra realidad.
A partir de este alejamiento de Dios, comienza un gran camino de actitudes, pensamientos, obras, que se hacen carne en nosotros y que naturalizamos, siendo así cómplices de una estructura de pecado, una estructura que no es para el mejoramiento del mundo y la defensa de la vida, sino que destruye, maltrata, abusa. Todas estas cosas están relacionadas de una u otra forma con la muerte.
Una vez que descubrimos la obra redentora de Jesucristo y queremos entrar en su plan de Vida, necesariamente tenemos que renunciar a ese otro mundo, el de la destrucción, ya que son incompatibles entre sí.
Una vez que Cristo muere, nosotros también tenemos la posibilidad de seguir sus pasos, muriendo junto a Él y renaciendo en una nueva vida, haciéndonos colaboradores suyos.
No es que desde ese nuevo camino dejemos nuestra imperfección y debilidad humana, sino que caminamos hacia una perfección. Cada día elegimos el camino nuevo, concientemente, renunciando a todo lo que me puede alejar de Dios por más atractivo que parezca. Reflexiono cada día en lo que es bueno o malo para mí, y esa forma de vida es vivir para Dios en Cristo Jesús. Ése es mi anhelo y por lo que trabajo diariamente, y espero que vos, que estás escuchando ahora, te sumes a este camino de Vida plena. Amén.

Querido Jesús, ¡gracias por darme la posibilidad de un camino nuevo! Vos te animaste como un ser humano a seguir la voluntad de Dios hasta la última consecuencia, ayudame a vivir también una vida en obediencia. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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