viernes, 28 de marzo de 2014

23 de Marzo

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 95

“¡Vengan, aclamemos alegremente a mi Señor!
¡Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación!
¡Lleguemos ante su presencia con alabanza!
¡Aclamémoslo con cánticos!,
porque mi Señor es Dios grande,
el gran Rey sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo también el mar, pues él lo hizo,
y sus manos formaron la tierra seca.

Vengan, adoremos y postrémonos;
arrodillémonos delante de mi Señor, nuestro hacedor,
porque él es nuestro Dios;
nosotros, el pueblo de su prado
y ovejas de su mano.

Si oyen hoy su voz,
«No endurezcan su corazón, como en Meriba,
como en el día de Masah en el desierto,
donde me tentaron sus padres,
me probaron y vieron mis obras.
Cuarenta años estuve disgustado con la nación,
y dije: “Es pueblo que divaga de corazón
y no han conocido mis caminos.”
Por tanto, juré en mi furor
que no entrarían en mi reposo.»” Amén.

Curiosidades

¿Qué es la esperanza en el sentido bíblico?

La esperanza en el sentido bíblico específico es posible cuando se cree en el Dios viviente, que actúa e interviene en la vida humana, y en quien podemos confiar en que llevará a cabo lo que ha prometido. Esta esperanza no es producto del temperamento, ni está condicionada por las circunstancias u otras posibilidades humanas. No depende de lo que posee el ser humano, ni de lo que sea capaz de hacer por sí mismo, o de lo que otro pueda hacer por él. Por ej., nada había en la situación en que se encontraba Abraham que justificara su esperanza de que Sara daría a luz un hijo, pero porque creyó a Dios, pudo creer “en esperanza contra esperanza”. En consecuencia, la esperanza bíblica es inseparable de la fe en Dios. A causa de lo que ha hecho Dios en el pasado, y particularmente como para preparación para la venida de Cristo, y debido a lo que ha hecho y está haciendo a través de Cristo, el cristiano se atreve a esperar bendiciones futuras que por el momento permanecen invisibles. Nunca se agota para él la bondad de Dios. Lo mejor es lo que todavía está por venir. Su esperanza aumenta cuando reflexiona sobre las actividades de Dios en las Escrituras. Cristo es la esperanza de gloria futura. Su salvación final descansa sobre esa esperanza, y esa esperanza de salvación es un “yelmo”, parte esencial de su armadura defensiva en la lucha contra el mal. Por cierto que la esperanza no es un barrilete a merced de los vientos cambiantes, sino “una segura y forma ancla del alma”, que penetra profundamente dentro del mundo eterno e invisible. Debido a esta fe el cristiano tiene la seguridad de que las cosas que espera son reales; y su fe nunca lo decepciona.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Romanos 5:1-8

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en los problemas, sabiendo que el problema produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno. Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Esperanza, palabra tan difícil de definir, de explicar, pero muy intensa cuando se vive. Dice una canción de Pablo Sosa:
“La esperanza es trigo
que Héctor siembra,
Pedro cuida y Lázaro cosecha.
La esperanza es pan
que Rosa amasa,
Julia pone al horno
y Juan levanta
en señal de comunión.”
La esperanza tiene que ver con la espera, la paciencia, el trabajo, mi tarea realizada, esperando que otro también la siga y a lo largo de muchas vidas podamos ver un hilo conductor que tiene que ver con nuestra fe nuestros valores, nuestros sueños.
Muchas veces cuando se habla de esperanzas se lo utiliza como una ilusión, como un deseo pero que difícilmente pueda hacerse realidad, por eso la frase “la esperanza es lo último que se pierde”. Pero a la vez la esperanza tiene que ver con la fuerza de la vida, que brota aún en los lugares menos pensados.
Vivir con la esperanza de un mundo mejor, no es sólo esperar, sino hacer algo porque ese mundo mejor se haga realidad, por eso Héctor siembra el trigo esperando que Pedro lo cuide, Pedro cuida el trigo esperando que Lázaro lo coseche, Lázaro cosecha el trigo esperando que Rosa lo amase, Rosa amasa el pan esperando que Julia lo ponga en el horno, y Julia lo pone en el horno esperando que Juan lo levante en señal de comunión. Una cadena de tareas que una provoca la otra.
Muchas veces en nuestra sociedad vemos demasiada gente reclamando en vez de poner las manos a la obra, cuesta dar de uno mismo aunque no nos corresponda la tarea. Puedo quejarme de los muchos papeles tirados en la vía pública, pero también puedo llamar a una movida para hacer una jornada de juntar basura y concientizar a la gente que somos nosotros los que nos debemos hacer cargo de mejorar nuestro entorno.
Esperanza es tener la paciencia para esperar los resultados de nuestro trabajo ahora y no desesperar si nuestros ojos no llegan a ver los cambios. Es saber que una semilla que se siembra tiene sus tiempos, los tiempos de Dios. Amén.


Querido Jesús, quiero pedirte perdón por mi impaciencia, por no respetar los tiempos de los demás, por no respetar tus tiempos. Ayudame a mantenerme activa en la esperanza, no esperar resultados inmediatos. Ayudame a no preocuparme tanto de controlar si el otro hace la tarea, sino de ocuparme de lo que me corresponde a mí, y confiar en el otro. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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