viernes, 6 de septiembre de 2013

8 de Septiembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 90

“Señor, Tú has sido un refugio para nosotros
De generación en generación.

Antes que los montes fueran engendrados,
Y nacieran la tierra y el mundo,
Desde la eternidad y hasta la eternidad, Tú eres Dios.

Haces que el hombre vuelva a ser polvo,
Y dices: “Vuelvan, hijos de los hombres.”

Porque mil años ante Tus ojos
Son como el día de ayer que ya pasó,
Y como una vigilia de la noche.

Tú los has barrido como un torrente, son como un sueño;
Son como la hierba que por la mañana reverdece;
Por la mañana florece y reverdece;
Al atardecer se marchita y se seca.

Porque hemos sido consumidos con Tu ira,
Y por Tu furor hemos sido aturdidos.
Has puesto nuestras maldades delante de Ti,
Nuestros pecados secretos a la luz de Tu presencia.

Porque por Tu furor han declinado todos nuestros días;
Acabamos nuestros años como un suspiro.
Los días de nuestra vida llegan a setenta años;
Y en caso de mayor vigor, a ochenta años.
Con todo, su orgullo es sólo trabajo y pesar,
Porque pronto pasa, y volamos.

¿Quién conoce el poder de Tu ira,
Y Tu furor conforme al temor (a la reverencia) que se debe a Ti?

Enséñanos a contar de tal modo nuestros días,
Que traigamos al corazón sabiduría.
Vuelve, Señor; ¿hasta cuándo?
Y compadécete de Tus siervos.

Sácianos por la mañana con Tu misericordia,
Y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días.
Alégranos conforme a los días que nos afligiste,
Y a los años en que vimos adversidad.

Sea manifestada Tu obra a Tus siervos,
Y Tu majestad a sus hijos,
Y sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros.
Confirma, pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos;
Sí, la obra de nuestras manos confirma.Amén.

Curiosidades


Onésimo era un esclavo perteneciente a Filemón, cristiano influyente de Colosas. Conoció a Pablo en Roma o en Éfeso (según el punto de vista sobre el origen de la Epistola a los Colosenses). Fue convertido por el apóstol Pablo, y llegó a ser hermano amado y digno de confianza. Su nombre, que significa “inútil”, era común para esclavos, aunque no estaba limitado a ellos; y quedó justificado por haber sido tan útil a Pablo que el apóstol hubiera querido mantenerlo a su lado para que lo cuidara, como Filemón hubiera deseado, según creía Pablo. Pero el apóstol consideró que nada podía hacer sin el consentimiento expreso de Filemón, de modo que devolvió al esclavo a su antiguo amo, junto con una nota, la canónica Epístola a Filemón. En ella el apóstol utiliza el nombre del esclavo al describirlo como “el que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil”; y agrega insinuaciones, con tacto pero claramente, de que espera que Filemón lo recibiese “para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor”. No obstante, Pablo admite que enviarlo es como privarse de una parte de sí mismo.
La mención de Onésimo es uno de los vínculos que unen entere sí a Colosenses y Filemón, y demuestra que fueron enviadas desde el mismo lugar y al mismo tiempo. Algunos comentaristas piensan que el Onésimo que conoció Ignacio, y que describe en su epístola como “hombre de impresionante amor y su obispo”, no es otro que el esclavo fugitivo. Aunque no imposible, esta hipótesis parecería improbable por consideraciones cronológicas. En su apoyo se aduce que ofrece una explicación de la razón por la que se conservó Filemón como libro canónico. Por otra parte, su estrecha relación con Colosenses y su importancia por la información sobre la forma en que los cristianos trataban a sus esclavos, serían razones adecuadas para su canonicidad.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Filemón 7-17

“Pues he llegado a tener mucho gozo y consuelo en tu amor, porque los corazones de los santos han sido confortados por ti, hermano.
Por lo cual, aunque tengo mucha libertad (confianza) en Cristo para mandarte hacer lo que conviene, no obstante, por causa del amor que te tengo, te hago un ruego, siendo como soy, Pablo, anciano, y ahora también prisionero de Cristo Jesús: te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones; quien en otro tiempo te era inútil, pero ahora nos es útil a ti y a mí. Y te lo he vuelto a enviar en persona, es decir, como si fuera mi propio corazón.
Hubiera querido retenerlo conmigo, para que me sirviera en lugar tuyo en mis prisiones por el evangelio (las buenas nuevas). Pero no quise hacer nada sin tu consentimiento, para que tu bondad no fuera como por obligación, sino por tu propia voluntad. Porque quizá por esto se apartó de ti por algún tiempo, para que lo volvieras a recibir para siempre, ya no como esclavo, sino como más que un esclavo, como un hermano amado, especialmente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.
Si me tienes, pues, por compañero, acéptalo como me aceptarías a mí.” Amén.
Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Es difícil de imaginar que esta forma de pensar, característica del movimiento de Jesús, en donde el amor es la norma, la ley, haya desestabilizado un imperio tan fuerte como el Romano. Esclavos que por la fe en Cristo se convertían en hijos, en hermanos… esto fue fatal para una estructura que justamente descansaba sobre la esclavitud como fuerza de trabajo y como el poder de los hombres libres.
Los cristianos hemos luchado durante años en contra de la esclavitud y las castas, pero curiosamente también hemos fundamentado bíblicamente el sometimiento de un pueblo sobre otro, incluso las matanzas y exterminios. Y digo los cristianos y no los seguidores de Jesús o los que pertenecen al movimiento de Jesús, porque de ninguna manera las atrocidades que hemos hecho en el nombre de Cristo nada tienen que ver con él y su mensaje.
Cuando leo esta carta de Pablo a Filemón, veo sus argumentos para recibir en el amor a un esclavo fugitivo, percibo claramente un cambio de mentalidad, de pensamiento, esto que llamamos conversión. Mi pregunta es entonces… si vivimos en un país que se autodenomina “cristiano” ¿qué pasó con la ley del amor, de la oportunidad del arrepentido, de no hacer acepción de personas?
Dudo que hasta mismo en nuestras comunidades haya personas con un pensamiento como el de Pablo… ¿quién de nosotros sería capaz de perdonar una deuda o ayudar a una persona a liberarse de la esclavitud?
Claro, seguramente me dirán que hoy no hay esclavos, pero esto no es verdad, porque hay personas que trabajan en condiciones de esclavitud, aquí mismo, en nuestro pueblo, en nuestra zona.
¿Quién tiene a la empleada que viene a limpiar la casa en blanco? ¿o a la persona que viene a arreglar el jardín y cortar el pasto? Todos sentimos que es normal que haya personas que trabajen en changas, pero en realidad son personas con subempleos que no le garantizan nada a la hora de enfermarse o de envejecer.
Como cristianos nos hemos acomodado al sistema, no nos molesta, lo hemos normalizado porque al mismo tiempo nuestra fe se ha entibiado y no pertenecemos más al movimiento de Jesús.
Es verdad que no es nada fácil luchar en contra del sistema, pero también es verdad que nunca fue fácil y que muchos seguidores de Jesús dejaron literalmente su sangre en la arena del circo romano, fueron torturados hasta morir, perseguidos como ratas por esa fe comprometida y porque afectaban al sistema.
No está nada mal que nos replanteemos la forma de llevar nuestra fe adelante. ¿Qué puedo hacer yo, desde mi lugar, desde mi fe, para que la realidad de al menos algunas personas cambie? ¿qué puedo hacer yo para transformar con mi fe mi entorno? Pensalo… Amén.

Querido Jesús, siempre me impacta cuando leo las cartas de Pablo y veo su entusiasmo, su garra, su convicción. Ayudame a que mi fe se encienda, que pueda ser coherente en mis palabras y mi forma de vida. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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