viernes, 21 de octubre de 2011

23 de Octubre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 18 (1-6.43-50)


“Te amo, mi Señor, fortaleza mía.


Mi Señor, roca mía y castillo mío, mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.


Invocaré a mi Señor, quien es digno de ser alabado,
y seré salvo de mis enemigos.


Me rodearon los lazos de la muerte
y los torrentes de la destrucción me atemorizaron.


Los lazos del seol me han rodeado,
me tendieron redes de muerte.


En mi angustia invoqué a mi Señor
y clamé a mi Dios.
Él oyó mi voz desde su templo
y mi clamor llegó hasta sus oídos…


… Me has librado de las contiendas del pueblo;
me has hecho cabeza de las naciones;
pueblo que yo no conocía me sirvió.


Al oír de mí, me obedecieron;
los hijos de extraños se sometieron a mí.


Los extraños se debilitaron
y salieron temblando de sus encierros.


¡Viva mi Señor y bendita sea mi roca!
Y enaltecido sea el Dios de mi salvación,


el Dios que venga mis agravios
y somete pueblos debajo de mí,


el que me libra de mis enemigos
e incluso me eleva sobre los que se levantan contra mí.
Me libraste de hombre violento.


Por tanto yo te confesaré entre las naciones, mi Señor,
y cantaré a tu nombre.


Grandes triunfos da a su rey
y hace misericordia a su ungido,
a David y a su descendencia para siempre.”
Amén.


Curiosidades


¿A qué se refiere Jesús cuando habla de la Ley?


Frecuentemente el término “Ley” se utiliza en el sentido canónico para hacer referencia a todo el A.T. o a parte del mismo. Pablo cita de diferentes partes del A.T. en el contexto inmediatamente anterior, y debemos entender que sacó esas citas de lo que él llama “la ley”. Pero la flexibilidad con que usa el término es evidente. Porque cuando habla de “los que están “bajo la ley” en la cláusula siguiente, “ley” en esta oportunidad tiene un significado diferente.

Pero también se emplea el término en un sentido canónico más restringido para designar una parte del A.T. En la expresión “la ley y los profetas” tenemos que entender que está comprendido todo al A.T. excepto “los profetas”. En el sentido aun más restringido se emplea el Pentateuco, para diferenciarlo de las otras dos divisiones principales del A.T. Hay algunos casos en que no resulta claro si “la ley de Moisés” se refiere simplemente al Pentateuco, u si se emplea en sentido más inclusivo, para hacer referencia al resto del A.T. no incluido en “los profetas”. Es posible que, desde el momento que podemos utilizar la forma sencilla, “la ley”, en el sentido más inclusivo, “la ley de Moisés” puede también entenderse como que incluye más de lo que podría estrictamente denominarse mosaico. Esto también es sintomático de la flexibilidad de los términos en el uso neotestamentario, que surge a este respecto del hecho de que la expresión “la ley y los profetas” es una designación conveniente para el A.T. en su totalidad.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Mateo 22:34-40


“Entonces los fariseos, cuando oyeron que había hecho callar a los saduceos, se reunieron. Y uno de ellos, intérprete de la Ley, preguntó para tentarlo, diciendo:

- Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la Ley?

Jesús le dijo:

- "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente". Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


En las vacaciones de invierno tuvimos un campamento de jóvenes. Uno de los temas era los 10 mandamientos y el mandamiento mayor de Jesús: “Ama al Señor con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo”.

Como casi siempre, cuando los jóvenes están de campamento, se hacían bromas unos a otros como una forma de divertirse. Pero es un juego peligroso porque hay algunos “bromistas” que no toleran que le hagan bromas, y se enojan o se ofenden. Y esto fue lo que pasó.

Una de las mañanas, en nuestro devocional, la consigna fue que cada uno en secreto anotara en un papel “que alguien le haga o le diga algo a otro”, pero con los nombres de los chicos. Después los invité a que leyeran lo que habían escrito, y la consigna entonces era que a la persona que le iban hacer algo o decir algo, lo tenía que hacer o decir al que escribió esa orden. Fue divertido, pero a la ver sorpresivo. Entonces hablamos acerca de “no hacer al otro lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros”, pudimos reflexionar acerca de las bromas y cómo en esta ocasión se habían salido del límite y se habían transformado en venganzas sin fin.

El decir “ama a tu prójimo como a ti mismo” también puede decirse “no hagas al otro lo que no te gusta que te hagan a vos”. En un mundo en donde vemos al otro no como un ser que siente, sueña y vive como nosotros, en un mundo en donde nos hemos deshumanizado y hemos cosificado a los demás, es bueno pensar en el amor al prójimo de esa manera. Así, cada vez que vamos a hacer algo que pueda perjudicar a otro, si pensamos qué sentiríamos nosotros si nos hicieran eso, seguramente el trato entre nosotros mejoraría. Nuestro pueblo mejoraría, nuestro barrio.

Una vez que logramos pensar en esa línea, también podemos pensar en qué cosas podemos hacer por el otro que le harían una vida mejor, y si eso se extiende, volvería también a nosotros, y de esa manera podríamos vivir concretamente el amor al prójimo, que es el mandato mayor de Jesús. ¿no te parece una buena idea? Amén.


Querido Jesús, ayudame a ver en el otro a mi hermano, a mi hermana, a esa persona por la que también diste tu vida y que también es hijo de Dios. Ayudame a aprender a amar a quienes me rodean, incluso a los que no conozco. Te lo pido a vos que junto al Padre y al Espíritu Santo, vives por toda la eternidad. Amén.

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