viernes, 22 de julio de 2011

24 de Julio

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:


Salmo 119 (57-77.127-130)


“… El mi Señor es mi porción;
he prometido guardar Tus palabras.
Supliqué Tu favor con todo mi corazón;
ten piedad de mí conforme a Tu promesa.
Consideré mis caminos,
y volví mis pasos a Tus testimonios.
Me apresuré y no me tardé
en guardar Tus mandamientos.
Los lazos de los incrédulos me han rodeado,
pero no me he olvidado de Tu ley.
A medianoche me levantaré para dar gracias a Ti
por Tus justas ordenanzas.
Compañero soy de todos los que Te reverencian,
y de los que guardan Tus preceptos.
La tierra, oh mi Señor, está llena de Tu misericordia;
enséñame Tus estatutos.


Bien has obrado con Tu siervo,
Oh mi Señor, conforme a Tu palabra.
Enséñame buen juicio y conocimiento,
pues creo en Tus mandamientos.
Antes que fuera afligido, yo me descarrié,
pero ahora guardo Tu palabra.
Bueno eres Tú, y bienhechor;
enséñame Tus estatutos.
Los soberbios han forjado mentira contra mí,
pero de todo corazón guardaré Tus preceptos.
Su corazón está cubierto de grasa,
pero yo me deleito en Tu ley.
Bueno es para mí ser afligido,
para que aprenda Tus estatutos.
Mejor es para mí la ley de Tu boca
que millares de monedas de oro y de plata.


Tus manos me hicieron y me formaron;
dame entendimiento para que aprenda Tus mandamientos.
Que los que Te temen, me vean y se alegren,
porque espero en Tu palabra.
Yo sé, mi Señor, que Tus juicios son justos,
y que en Tu fidelidad me has afligido.
Sea ahora Tu misericordia para consuelo mío,
conforme a Tu promesa dada a Tu siervo.
Venga a mí Tu compasión, para que viva,
porque Tu ley es mi deleite.
Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con mentira;
Pero yo en Tus mandatos meditaré.
Vuélvanse a mí los que Te temen
Y conocen Tus testimonios.
Sea íntegro mi corazón en Tus estatutos,
para que yo no sea avergonzado.

Por tanto, amo Tus mandamientos
más que el oro, sí, más que el oro fino…

… Por tanto, estimo rectos todos Tus preceptos

acerca de todas las cosas,
y aborrezco todo camino de mentira.

Maravillosos son Tus testimonios,
por lo que los guarda mi alma.
La exposición de Tus palabras imparte luz;
da entendimiento a los sencillos…”
Amén.


Curiosidades


¿Se escondían tesoros en la tierra antiguamente?


“Tesoro” en la Biblia, se refiere a cosas valiosas, tales como el oro y la plata. “Tesoros de las tinieblas” son riquezas o tesoros escondidos; “tesoros de impiedad” son ganancias mal habidas. En Mt.2:11 los “tesoros” son cajas que contienen objetos valiosos.

La palabra “tesoro” (del latín thesaurus y este del griego θησαυρός) y es una concentración de riqueza inmovilizada, especialmente la de metales preciosos, piedras preciosas, monedas, joyas, obras de arte o cualquier otro bien económico de escasez relativa. Su finalidad es servir de depósito de valor económico. La difusión pública de su existencia o su mantenimiento en secreto puede formar parte esencial de sus funciones, por un lado para servir de medio de ostentación y prestigio social (en cuyo caso es habitual la exageración y mitificación); o por el contrario, para asegurar la continuidad en la posesión a su propietario, que, en algunos casos, puede experimentar un placer morboso en su contemplación, conservación y aumento (avaricia) Aunque sea fruto del ahorro, el atesoramiento es incompatible con la inversión de capital y con la circulación monetaria, y fue característico del modo de producción feudal frente al modo de producción capitalista.


Evangelio


Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:


Mateo 13:44-52


El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.

“El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas, y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.

“El reino de los cielos también es semejante a una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase. Cuando se llenó, la sacaron a la playa; y se sentaron y recogieron los peces buenos en canastas, pero echaron fuera los malos. Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.

“¿Han entendido ustedes todas estas cosas?” “Sí,” Le dijeron ellos. Entonces Jesús les dijo: “Por eso todo escriba que se ha convertido en un discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.” Amén.


Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:


¿Te imaginás encontrarte con algo más valioso de todo lo que podés conseguir con dinero, algo que te haga tan feliz que nada más te interese o te importe?

Eso es posible. Y no es ninguna propaganda de nada ni un espejismo. Descubrir la felicidad que Jesús provoca en mi vida o en la de cualquier persona es algo casi inexplicable, porque no tiene nada que ver con lo que conocés.

Lo interesante es que la exigencia de Jesús no pasa porque tus conocimientos, tus afectos, tu familia, tus tradiciones, tengan que cambiar, todo eso tiene un plus, un agregado que te permite descubrir el valor de todo eso a la luz del evangelio: es “como sacar de un tesoro cosas nuevas y cosas viejas que se complementan y se revalorizan en la combinación.

Yo no cambio por nada mi fe en Jesucristo y por pertenecer a su Reino, porque creo que es el mayor tesoro que puedo tener, porque a partir de Jesús he aprendido a valorarme a mí misma y a los demás, a respetarme a mí misma y a los demás. Al vivir junto a Cristo he descubierto que el valor no está en el dinero, ni en lo material, ni todo lo que sale de ahí. Porque cuando experimento lo que se siente el estar en comunión, el sentir con el otro, el luchar por el que no puede defenderse, es tan grande la satisfacción que no existe una alegría mayor.

¿Cómo explicar esto a quienes no lo conocen? Tal vez simplemente con este pequeño testimonio. Tal vez contándole que aunque tengo problemas en la vida nada me desespera, porque sé que Dios me va a cuidar y que no me va a hacer faltar nada. Tal vez contándole que desde que dejé de pensar tanto en mí misma y volcarme a los demás, muchos de mis problemas se resolvieron, porque evidentemente el énfasis que le ponía era exagerado. En fin… descubrir a Cristo y la felicidad que esto provoca no se puede expresar en palabras: hay que vivirlo. Amén.


Querido Jesús, cuando me preguntás si entiendo lo que significa el Reino de los Cielos es una alegría decirte que sí, que lo entiendo y lo vivo. Ayudame que lograr transmitirlo a las demás personas, a aquellas que están tristes y desconsoladas, a aquellas que viven agobiadas y estresadas corriendo de cosas que tal vez nunca puedan alcanzar, esperando a vivir cuando lo logren. La vida es ahora y es hoy el día en que tengo que darme cuenta de que el único tesoro sos vos, mi Cristo, mi Señor. Permitime ser testigo de tu evangelio para que muchos puedan conocerte. Te lo pido en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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