viernes, 24 de septiembre de 2010

26 de Septiembre

Cada latido de nuestro corazón marca el ritmo de una poesía hecha por Dios, escuchemos con el alma las poesías presentes en las Escrituras:

Salmo 146

“¡Aleluya!

¡Alaba a mi Señor, alma mía!
A mi Señor, mientras viva, he de alabar,
mientras exista entonaré para mi Dios.
No pongan su confianza en príncipes,
en un hijo de ser humano, que no puede salvar;
su soplo exhala, a su barro retorna,
y en ese día sus proyectos se terminan.
Feliz aquel que en el Dios de Jacob tiene su apoyo,
y su esperanza en mi Señor su Dios,
que hizo los cielos y la tierra,
el mar y cuanto en ellos hay;

que guarda por siempre lealtad,
hace justicia a los oprimidos,
da el pan a los hambrientos,
mi Señor suelta a los encadenados.
Mi Señor abre los ojos a los ciegos,
mi Señor a los encorvados endereza,
mi Señor protege al forastero,
a la viuda y al huérfano sostiene.

Ama mi Señor a los justos,
mas el camino de los impíos tuerce;
mi Señor reina para siempre,
tu Dios, Sión, de edad en edad.” Amén.
Curiosidades

¿Qué enfermedades provocaban llagas en la piel en los tiempos de Jesús?
El término genérico que se utiliza en el AT para diferentes tipos de inflamación localizada es sehin, que significa “ardiente”. En Levítico 13:18-28, se mencionan los diviesos en relación con lo que allí se denomina lepra, mientras que la sarna que afligió a Job, sobre lo cual se han hecho diversos diagnósticos, puede haber sido lepra tuberculosa.
Las “úlceras de Egipto”, desde la planta del pie hasta la coronilla probablemente se refiera a una de las enfermedades típicas de Egipto, como la úlcera endémica o pústula maligna. Es probable que la llaga de Ezequías haya sido un carbunco.

Evangelio

Desde el interior de las Escrituras se oyen latidos de vida, ¿qué significan esos sonidos? Escuchemos atentamente el texto bíblico de hoy:

Lucas 16:19-31

"Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado.
‘Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.’ Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y ustedes se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a ustedes, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros.’
‘Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento.’ Le Dijo Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan.’ El dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite." Amén.

Los textos bíblicos nos dicen cosas, pero sólo si reflexionamos sobre lo que oímos podremos escuchar los verdaderos latidos de Dios: momento de reflexión:

Por mucho tiempo se ha creído que a la hora de la muerte se invierten los roles: el que sufre tendrá alegría, y el que disfruta aquí, sufrirá eternamente. También es clásico el dicho: “el que las hace las paga”. En general hay una idea de que nadie que vive a costa del sufrimiento ajeno, indiferente ante su dolor, sin que en algún momento, pague por esto.
Nosotros como cristianos estamos convencidos de que existe un juicio y que este tiempo en la tierra es el tiempo de la oportunidad, de la paciencia de Dios.
Todo el tiempo que vivimos aquí en la tierra tenemos la posibilidad de cambiar el rumbo, de arrepentirnos y cambiar de actitud. No se puede vivir ajeno al sufrimiento de las demás personas, libremente, como si no tuviéramos nada que ver con eso, y menos todavía si se es cristiano.
Nosotros, como cristianos, tenemos el ejemplo de Jesús, que siempre estuvo al lado del que lo necesitaba sin hacer diferencias, sin discriminar. Jesús entregó su vida para nuestra salvación y esa es una razón más que importante para darnos cuenta de que no podemos ser indiferentes a los que nos rodean. Pero no sólo eso, a la hora en que nos enfrentemos a nuestras vidas y nuestro actuar, esto es el juicio final, la cosa no va a ser tan fácil si no hemos actuado según las enseñanzas de Jesús. Y ahí se termina la paciencia, la oportunidad: llegó la hora de ajustar las cuantas.
Y no se trata de algo que tenemos que hacer, es mucho más todavía. Se trata de algo que tenemos que sentir, tiene que salir de los profundo de nuestro corazón, y ahí la cosa se complica.
Vivimos el tiempo de la oportunidad, el tiempo en donde nos podemos dejar seducir por el mensaje de amor de Jesús, ese amor que me saca de mi comodidad para vivir junto al otro y buscar ayudarlo en su necesidad.
El rico tuvo la posibilidad de sentar a Lázaro a su mesa, o al menos a acercarlo a su mesa para que comiera las migas junto a los perros… pero esto significaba verlo, descubrir su sufrimiento, su situación, y ya no sería posible volver a sus fiestas y banquetes, porque el ver al otro y su situación, involucra. No somos los mismos si miramos al que sufre a los ojos, no podemos seguir indiferentes, porque el encuentro nos transforma.
Jesús nos llama a mirar a las personas que nos rodean, abrir nuestro corazón y dejar nuestra comodidad de lado, y el tiempo es ahora, después ya será tarde. Amén.

Querido Jesús, ¡cuántas veces esquivé al que sufre para no involucrarme, para no perder tiempo, para no sufrir! ¡cuántas veces fui egoísta y me sentí con derecho a vivir mi vida, porque me la gané, porque yo también sufrí y nadie me dio una mano! Ayudame a cambiar de actitud, y no por miedo al juicio, sino por el deseo de seguirte, de parecerme cada día más a vos. Te lo pido a vos que junto con el Padre y el Espíritu Santo viven por toda la eternidad. Amén.

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